Pensamiento Sarko

¿Fotomontaje o realidad? A Nicolas Sarkozy le encandilan los medios de comunicación. Por lo tanto, existen miles de fotografías de su persona, muchas de las cuales, por su carácter histriónico o surrealista, han sido manipuladas con ventaja por la oposición
El pasado domingo, Sarkozy ganó las elecciones presidenciales en Francia. Pues bien, estamos a viernes y por estos pagos ya han comenzado a aparecer ecos y réplicas del “pensamiento Sarko”. Pero vayamos por partes: ya se veía venir el evento cuando, durante la reciente crisis turca, se hicieron evidentes algunas señales. Por ejemplo, en la tozuda insistencia de algunos medios y figuras de la prensa española, generalmente de derechas, en presentar la situación como si estuviéramos en la antesala de una nueva revolución iraní. Hace pocos días, y tras concluir una conferencia, un señor del público me preguntó si era posible que Turquía terminara como el vecino régimen de los ayatolas. Tras unos minutos de conversación quedó patente que el hombre no atendía a razones ni explicaciones, no estaba preguntando realmente nada: sólo deseaba que le reafirmara en su angustia y temores ante lo que para él era poco menos que una certidumbre: que el Shah era equiparable a Atatürk; y por lo tanto, Turquía podría devenir Irán. La breve pero intensa campaña había calado: la Turquía laica está en peligro, la inmensa mayoría de sus ciudadanos son musulmanes practicantes, el actual gobierno del AKP es el submarino de un movimiento islamista fanático universal, etc., etc., etc.
A ojos de la derecha europea, ya sabemos cuál es el colofón: Turquía es un país musulmán, es una bomba de relojería (o una “ruleta rusa”, como dijo públicamente un corresponsal de “El País” asistente a los cursos del pasado verano, organizados por el periódico) y es urgente cerrarle las puertas de la UE. Sarkozy dice que, evidentemente, forma parte de Asia, y no hay nada más que discutir: con la misma contundencia con la que sostiene teorías del más rancio y decimonónico determinismo genérico sobre el origen de la delincuencia.

"Le roi de la grimace": Sarkozy está en los divertidos límites de la fotogenia.
Uno de los aspectos interesantes de la victoria electoral de Sarko consistirá en ver cómo va a sacar adelante promesas subidas de tono hechas a la masa francesa, pasando por encima de la ciudadanía y el resto de los estadistas de la Unión Europea. Dicho de otra manera, tenemos ante nosotros una nueva e interesante experiencia de conjugación de políticas nacionales y comunitarias. De momento han desfilado los hermanos Kaczynski, el presidente Papadopulos, los gobiernos nacionalistas bálticos. Pero con un Sarko en medio y medio de la geografía comunitaria, la cosa se pone más interesante.
En consecuencia, está volviendo a bullir por aquí y por allá la consabida cantinela de que los musulmanes, en general, son sospechosos y problemáticos, sean marroquíes, argelinos, tunecinos, iraníes o turcos. Que se está produciendo una invasión silenciosa, que incluso miles de europeos se están convirtiendo al islam, y similares cuentos para viejas desdentadas. Lo divertido de este discursos antimusulmán de la derecha dura, es que un poco más allá, en terreno del neonazismo, algunos militantes admiran abiertamente a Al Qaeda porque son los máximos campeones del antisionismo.
Lo de la artera invasión musulmana es una de las esencias del discurso de Sarkozy: su actitud anti turca va dirigida, en realidad, contra la inmigración musulmana en Francia, que es mayoritariamente magrebí. Es una cuestión de “corrección política”: dado que no puede atacar directamente lo que él ve como un problema (sería demasiado escandaloso) lo flanquea desde el rechazo a la Turquía musulmana. Y claro está, los magrebíes y otros musulmanes de Francia no son tontos y están perfectamente informados. Lógicamente, en las pasadas elecciones, sólo el 1% de la comunidad musulmana del país entregó su voto a Sarkozy. Lo cual, a su vez, refuerza los prejuicios de la derecha... Un círculo vicioso de profecías autocumplidas.

Una de las muecas más logradas del nuevo presidente francés
Como era de esperar, ese discurso se ha trasladado rápidamente a la derecha española, gran admiradora de Sarko. Le ha faltado tiempo al Partido Popular de Badalona (populoso municipio obrero en los límites de Barcelona) para editar un vídeo de propaganda electoral con un claro y contundente mensaje antimusulmán: no a una mezquita edificada en terreno público. Los entrevistados, instigados por el entrevistador, embutido en un caro pullover Napapijri, tienden a considerar que una guardería o una biblioteca son de mayor interés social que un lugar de culto para la inmigración. Según parece, se harán 30.000 copias del corto en DVD (titulado: “7 minutos”). No estaría de más que recibieran el correspondiente ejemplar algunos de los corresponsales de la prensa española que de vez en cuando se hospedan en los hoteles de Turquía y se llenan la boca con artículos tirando a sensacionalistas sobre los problemas de libertad de culto en el país, como algo incompatible con la integración europea. De momento y lógicamente, SOS Racismo ha puesto el grito en el cielo y ya amenaza con emprender acciones legales.
Pero el PP no ha estado solo en la difusión del "pensamiento Sarko”. Ahora podría resultar que el artículo de Carlos Nadal reseñado el post del 6 de mayo quizá no era tan inocente en sus apreciaciones sobre la existencia de un terrorismo radical en Turquía que asesinaba “por razones religiosas o racistas", ¿recuerdan? Pues bien, en su edición del día 9 de mayo,”La Vanguardia” abre ya primera plana con un gran titular alarmista: “Catalunya concentra el mayor foco de yihadistas”. La pieza se encuentra en la página 15 y está firmada por E. Martín de Pozuelo. Se justifica su publicación en esa fecha y lugar por una investigación del Departamento de Terrorismo Global del Real Instituto Elcano. Puede que éste think tank no haya editado todavía ese estudio en su web o quizás el que escribe este post no ha sabido encontrarlo, pero la única alusión al asunto que cita el rotativo barcelonés se puede leer en un artículo de Fernando Reinares publicado el 8 de marzo, es decir, dos meses antes.
Insisto: puede tratarse de un error por mi parte o bien la pieza del Instituto Elcano todavía no ha sido editada. Sin embargo, y aún así, el asunto no es tan novedoso en términos estrictamente informativos y para algunos lectores consultados no parecía merecer un destacado tan prominente en la edición de “La Vanguardia”. Por otra parte, el autor cita asimismo como apoyo documental la opinión de una asociación de policías, la CEP. Pero no deja de ser una asociación, no se trata de la declaración oficial de un cuerpo concreto. Y además, como podrán juzgar ustedes por sí mismos, no parece que la CEP sea precisamente muy simpatizante del gobierno, no sé si me entienden. Por lo tanto, Martín de Pozuelo nos ha endilgado una pieza basada en información que, según todos los indicios, está considerablemente hinchada en relación a su procedencia. ¿A qué viene toda esta historia tan tenebrosa?

Fotografía de colección sobre un estadista francés ciertamente rupturista
Dos pistas. Primera: integrado en el cuerpo del reportaje, la tira cómica de Toni Batllori. Un ciudadano va repasando tranquilamente la prensa y lee: “…Catalunya se ha convertido en centro de reclutamiento de terroristas islámicos más grande Europa…” (aprecien ustedes la variación al alza con respecto al enunciado general). El ciudadano sigue caminando, leyendo y meditando durante una viñeta en blanco y a la tercera comenta: “No sé si hay algo previsto al respecto en el Estatut”.
Como seguramente sabrán incluso los lectores de fuera de Cataluña (aunque no los amigos latinoamericanos y los de otros países europeos) recientemente tuvo lugar una polémica relacionada con el Estatuto de Cataluña aprobado por referéndum el 18 de junio de 2006. El asunto puso en aprietos a los socios socialistas del actual gobierno de coalición que gobierna la Generalitat o gobierno autónomo. Por lo tanto, y a todas luces, “La Vanguardia” ha tratado de utilizar el miedo al terrorismo islámico como punzón con el cual contribuir a escarbar en las contradicciones políticas del gobierno local. A esta apreciación contribuye la segunda pista: en la página siguiente, la 16, Antoni F. Sandoval complementa el cuadro con otro reportaje titulado: “Alta tensión en Salt”. Se trata de un pequeño municipio de Girona (28.812 habitantes) en el cual el 36% de la población es inmigrante. Es ciertamente el caso más llamativo de Cataluña, pero no de España, dado que en torno a Madrid existen municipios con proporciones iguales o superiores de población forastera.
La alarma de Sandoval se centra en los inmigrantes musulmanes del pueblo donde, además, añade, “han llegado imanes radicales”. La pieza se complementa con una foto muy expresiva: un grupo de mujeres “con la cabeza cubierta con el velo islámico” (en realidad es la pañoleta o türban de la que ya se habló) comprando en un mercadillo. Y con carritos de niño: el problema se reproduce. Al día siguiente, 10 de mayo, ambos reportajes se repitieron en página 26: el asunto de los yihadistas y la cuestión de Salt; por los mismos autores.

Sarkozy tras el que entonces era todavía su protector y predecesor en el cargo, Jacques Chirac
“La Vanguardia” es un periódico de tendencias derechistas y conservadoras, a veces bastante marcadas. Por lo tanto, es lógico que se cuelen ecos del estilo Sarkozy, incluso en paralelo con el entusiasmo que demuestra el PP por su nuevo y reverenciado modelo. Al fin y al cabo, se está hablando de un posible pacto entre ese partido y Convergencia i Unió en vistas a las elecciones municipales en Cataluña. Los problemas la tal política informativa vienen por otro lado.
Uno de ellos es la tendencia a considerar que posturas y opiniones de ese estilo son apolíticas o incluso progresistas. Los lectores del periódico pueden asumirlas o no, son muy libres de hacerlo; pero debería quedar claro que ese tipo de posicionamientos son de derechas, tanto como las de Sarkozy. Por ello, a veces causa una cierta desazón que entrevistas como la que se hizo a la profesora francesa Riva Kastoryano, “analista en migración”, publicada por “La Vanguardia” el 8 de febrero de 2004, fuera recogida en la web Aula Intercultural de FETE-UGT como dando la sensación de que posee un cierto valor progresista. Particularmente, no me extrañaría que la profesora Kastoryano fuera votante de Sarkozy, pero en todo caso la entrevista da por sentadas varias cosas que, quizá ,merecerían una reflexión más seria y serena antes de presentarlas como una pieza imprescindible para el debate.
Por ejemplo, reivindica un estatalismo que difícilmente aceptaría la ciudadanía española, mientras desecha sin muchos miramientos el modelo americano de integración. O considera que si las niñas van a la escuela con la pañoleta es porque lo mandan los imanes y “una especie de para policía religiosa sin uniforme que está en todas partes y lo ve todo”. En base a ello, el estado laico tiene todo el derecho a prohibir la prenda, “dado que en la escuela laica francesa sólo el Estado puede regular las relaciones sociales y no debe tolerar que los imanes decidan cómo se visten los ciudadanos de Francia”. Aún admitiendo (con muchas cautelas) tales planteamientos, ¿qué ocurre si una joven decide ponerse la pañoleta porque la da la gana, como persona individual?¿ Y si son tres?¿O cuatro?¿Dónde están los límites precisos en los que el ciudadano puede pararle los pies a un estado intervencionista que decide cómo debe vestirse? Hipotéticamente: ¿podrían ir los niños de la Cataluña francesa con barretina a las clases, dado que no es una cuestión religiosa?¿Y si argumentan que en realidad es el gorro frigio de los revolucionarios de 1789?

Una admiración incondicional e indisimulada: de Mariano Rajoy hacia Nicolas Sarkozy
Todo esto tiene su interés para este blog porque, evidentemente, tales planteamientos políticos son eco de la actitud que están adoptando muchos ciudadanos españoles hacia la cuestión de Turquía, mero reflejo del sarkozismo en alza. Fenómeno agravado por el hecho de que Kemal Atatürk se inspiró precisamente en el Estado francés laico para crear el de la República de Turquía. Y hoy, en pleno 2007, comienza a dar la sensación de que ambos modelos andan un tanto decaídos en este mundo tan complejo en el que vivimos. Mal momento para que nosotros, que no tenemos tales problemas, nos pongamos a debatir con esos parámetros o importemos una retórica y unas causas que nos resultan ajenas.
Y esto es algo que los amigos turcos han de tener en cuenta en la compleja hora presente. Porque a lo mejor ocurre que salir a la calle a manifestarse contra la elección de un presidente musulmán es ir en plan Sarko, y por lo tanto, tirarse piedras en el propio tejado. A todos aquellos euroescépticos que prescindan de la UE (cosa que muchos demostraron ser en la manifestación del pasado día 29 de abril, conviene recordarlo) les dará lo mismo, por supuesto. Pero al menos deben tener claro que en Paris, los seguidores del nuevo presidente se frotan las manos: hasta los mismos turcos demuestran que Sarko tenía razón: el islam se está comiendo Turquía, ese asunto de la laicidad es un cuento, luego Turquía ha de quedarse fuera de Europa, porque geográficamente es Asia: con todos sus militares, magistrados y políticos laicos. Por eso, todos aquellos turcos que piensan que movilizarse en la calle contra el gobierno, apoyar el boicot abusivo e ilegal del CHP contra la mayoría del AKP, sostener que el presidente Sezer es un estadista genuinamente democrático porque zancadillea cualquier ley que considera islamista moderada... todos ellos le están haciendo un excelente servicio a Nico Sarkozy, a quien muchos comienzan a llemar irónicamente, en su propio país, el sultán. "Non, la Turquie ça n´est pas chic"

La colección de fotomontajes y caricaturas de Sarko es enorme. Aquí una muy conocida, caracterizado como sultán turco
Y suponer que el nuevo presidente francés es el último clavo en al ataúd de la candidatura turca, es otro error. ¿No debería entrar Turquía en la UE dentro de una década o más tarde todavía? Pues eso es mucho tiempo. Pueden pasar muchas cosas. Muchas. De momento, Bruselas ya le ha recordado al nuevo presidente francés que las promesas que hizo a sus votantes no tienen por qué gustarle a los ciudadanos del resto de Europa, y que la UE no es la UE Francesa. Veremos qué opina Merkel; esperemos a ver cómo se las gasta Brown, o incluso Cameron.
De la misma forma, empieza a quedar claro que los principales estadistas europeos saben muy bien que el debate sobre el acceso de Turquía a la UE ya no es un asunto teórico, al menos desde octubre de 2005. Como candidato oficial que es, el país está recibiendo importantes subvenciones y fondos estructurales europeos. Y luego está todo el capítulo de las inversiones en Turquía, que tuvo un índice de crecimiento económico del 6,78% entre los años 2002 a 2006. Hay mucho dinero europeo en Turquía, también francés. Si las cosas van mal, si algo falla en el proceso de integración, si la economía cae en picado, todos pagaremos la factura; incluyendo la Sarkofrance. Los que han hecho posible el tirón económico de Turquía durante estos años, los que han estabilizado la economía y han acercado el país a Europa son los integrantes del gobierno moderado del AKP: convendría que todos le diéramos un voto de confianza. De hecho, Bruselas ya se lo da: a Erdogan, no a Baykal y a los militares. Y dentro de todo ese proceso y en relación a las excitaciones que están generando los cambios políticos en Paris, lo mejor es no caer en vértigos ni papanatismos de esos a los que somos tan dados. Nada de copiar el sarkozismo a tontas y a locas desde la derecha; ¿qué es eso de aplaudir desde la izquierda a un supuesto nuevo revolucionario francés?: Wait and see: es también una "actitud de importación" (algo que debería tranquilizar a muchos españoles), pero la más rentable en los momentos que corren.
Mientras tanto, no estaría de más que nuestros grandes timoneles fueran pensando en un debate político, amplio, profundo y sincero, sobre el fenómeno inmigratorio. Directamente o a través de medios académicos, lo que prefieran. Pero debate; con sus pros, contras y planteamientos de futuro. Meter la cabeza dentro del agujero, como los avestruces, no le reportará ventajas a ningún partido, sea cual sea su tendencia.Etiquetas: Cataluña, inmigración, PP, proceso de integración en la UE, Sarkozy, Turquía, ultraderecha europea
Cruzadas a 1 euro

Como es bien sabido, en torno a la conferencia de Lahti ha cuajado una verdadera histeria antirrusa en diversos países occidentales, y sobre todo en sus medios de comunicación. En parte ha sido el desahogo a un largo verano en el que a Rusia todo parecía salirle bien, mientras que a los occidentales, encabezadas malgré eux por los Estados Unidos, no hacían sino perder pie por aquí y por allá, y sobre todo en el Medio Oriente. Ya en otoño, y durante la presidencia finlandesa de la UE, el intento de fijar una política común para garantizar los suministros de gas, ha terminado de poner a los europeos más que nerviosos ante la constatación de que en ese capítulo Rusia tiene la sartén por el mango: como si no se supiera desde hace décadas. Como mínimo desde los remotos tiempos de la Östpolitik de Willy Brandt. Lo que ocurre ahora es que en menos de seis años Putin ha tenido un claro éxito en la reconstrucción de aquel estado que en la era de Yeltsin daba pura risa, y tanta eficacia ha disparado todas las alarmas. De esa formka, deprisa y corriendo, en la cocktelera mediática se han mezclado y agitado antiguos fantasmas desaparecidos (la Unión Soviética) con nuevas y alarmantes coyunturas: las potencias emergentes, de China a la India, pasando por Brasil y algunas más; el fracaso en domesticar al "enemigo inventado": el mundo musulmán en el Medio Oriente y Asia Central; el fenómeno de la implosión social interna que están viviendo las mayoría de los países occidentales. Y el resultado es una imagen cada vez más bochornosa de todas las Europas –la vieja y la nueva- y del amigo americano.
Una simple anécdota: hace una semana el grupo emergente de investigación en el que colaboro mantuvo una reunión de trabajo con un profesor turco de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Fatih Tayfur de la METU de Ankara. Uno de los invitados lanzó una pregunta de tono periodístico: “¿Si fracasan las negociaciones para su acceso a la Unión Europea, se decantará la política exterior de Turquía hacia el mundo árabe-islámico?”. Respuesta que dejó patidifusa a una parte de la concurrencia: “¿Por qué con los países árabes? Lo más probable es que los turcos nos vayamos con Rusia”. Una solución muy lógica si tenemos en cuenta que Mustafa Kemal ganó la guerra de independencia contra las potencias de la Entente gracias al apoyo de la Rusia bolchevique, y que en los años treinta sacó adelante su industrialización en base a planes quinquenales diseñados en Moscú, todo ello sin que el viejo zorro de Atatürk se comprometiera políticamente con la Unión Soviética.
Todas las modélicas revistas de actualidad anglosajonas de la semana hacen referencia al nuevo temor ante Rusia. Pero una de ellas refleja con gran precisión los encontrados sentimientos que se viven en torno al fenómeno. "The Bussines - London First Global Bussines Magazine" titula en su primera plana: "Russia´s threat is no longer Marxism and missiles. It´s energy. THE NEW COLD WAR". El titular está flanqueado por un enorme retrato inexpresivo de Putin. La cover story se desarrolla entre las páginas 28 y 30 bajo el título: "Putin´s superpower play". Se trata de un reportaje con ambiciones de globalidad, firmado por Richard Orange en London y James Forsyth en Washington. Pues bien, pocas páginas antes, en la 20, podemos leer otra crónica titulada: "BT knows it´s good to talk in Russia", firmada por Tony Glover. En la pieza, el presidente de British Telecom International se hace lenguas sobre las maravillas de operar en el mercado ruso con clientes como Aeroflot o... Gazprom. ¿Podemos ianmginar una situación ni remotanmente similar en ls años sesenta o setenta del siglo pasado, en tiempos de la URSS de Breznev?¿Acaso General Electric montando las piezas de los misiles soviéticos?
Por lo tanto, mucho retorno de la guerra fría y mucho miedo al superdictador Putin pero, por favor, bussines as usual, sobre todo ahora, que van mejor que nunca en la cada vez más estable Rusia. Este es el asunto que se mueve tras el ruido y las nueces de las cancillerías occidentales y los grandes grupos de comunicación que cotizan en bolsa. Cuando las manadas de lobos del occidente capitalista no pueden esquilmar tan fácilmente rebaños antaño desprotegidos y se encuentran con otras manadas tan fuertes como ellos, lo que tiene lugar a continuación es un interminable concierto de ladridos y aullidos y luego intensos meneos de rabos.
En medio de todo ello, España se ha llevado algunos mordiscos adicionales dentro de su propia manada. El jaleo de la OPA de E.ON sobre Endesa ha enfrentado al gobierno con Alemania. Como en diplomacia estas cosas no pueden ventilarse a la cara y de cualquier manera, el diario "El País" lleva semanas lanzando puñaladas traperas desde sus páginas contra los "intereses egoístas" de Berlín: "La alianza entre Moscú y Berlín bloquea una política energética común en la UE" -proclamaba el ariete catalán Andreu Missé desde Bruselas en la edición del 18 de octubre, página 2 (llevarlo a la primera plana hubiera supuesto una confrontacióin demasiado atrevida). Claro, es que además, la alemana E.ON Ruhrgas es una de las empresas alemanas que ha sacado tajada de los acuerdos con Moscú. Por supuesto, la zapateta de Borrell en Lahti tenía que ver con esas cuestiones, lo cual debe haber granjeado comentarios poco caritativos en Paris, Berlín y países del Este que, como este año se queden sin gas se van a acordar de Pepe y su parentela.
Como Paris anda metido en el ajo y Sarkozy le cantó las cuarenta a ZP este verano tirándole a la cara la regularización masiva de inmigrantes –lo que también hicieron Berlín y Viena a continuación- el pobre "El País" anda por ahí hecho un lío, en la consideración de las cruzadas a las que se sube y de las que se apea. El pinchazo en el debate sobre el proceso de pacificación del País Vasco llevado a cabo en el Parlamento Europeo el pasado 25 de octubre, ha terminado de desbaratar la situación y hoy por hoy, el gobierno de ZP, como Don Quijote, y el rotativo de Prisa, como Sancho Panza, atraviesan alicaídos por el yermo del mayor enrarecimiento internacional de la historia de España desde, pongamos, 1974.
Fotografía que acompañaba el artículo de Hermann Tertsch citado en este post. Comparar con la publicada el 22 de octubre en la crónica: "Putin critica la corrupción de los alcaldes españoles"
En medio de este fenomenal quilombo, el periodista Hermann Tertsch de "El País" se apuntó alegremente a la cruzada, ondenado su habitual pendón amarillo, con un patético artículo titulado: "El reloj del zar" (24 de octubre). Como dice el refrán serbio: “Éramos pocos, y el pope a caballo”. En realidad, la pieza no aporta nada nuevo a la ya muy conocida trayectoria de este publicista, uno de los muy escasos en la plantilla de un periódico teóricamente de izquierda moderada, con numerosos seguidores en la derecha más casposa. Alguno de los cuales, incluso, no ha dudado en calificarlo admirativamente como "azote de progres". Así, su quinta columnita de los martes se ha convertido en legación de la prensa con estatus de inmunidad diplomática de la desde la que ha venido defendiendo causas acomo la invasión de Irak en 2003, el papa Wojtyla, azote de comunistas, cualquiera de los excesos de las fuerzas de seguridad israelíes y en palabras de Justo Serna, un agudo profesor valenciano, incluso al mismísimo Dios.
En esta ocasión, Tertsch que gusta dárselas de historiador, se sacó de la manga una cita de František Palacký uno de los ideólogos del austroeslavismo a mediados del siglo XIX para decirnos, como Serrano Súñer en 1941, que Rusia es culpable (de todo) y por supuesto de fomentar la destrucción del Imperio Austro-Húngaro para extender su hegemonía en Europa. Tertsch no tuvo que rascarse mucho el cacúmen para encontrarla: la pilló al vuelo de uno de los libros que promociona "El País" con fruición, no exactamente por su calidad intrínseca, sino por haber sido editado en Taurus. La obra de Tony Judt, Postguerra. Una historia de Europa desde 1945 (Taurus, 2006), es un libro de historia actual, de factura más bien conservadora, que no añade nuevas interpretaciones ni información a lo que otros títulos similares han venido aportando en los últimos diez años. Es un manual que pone en fila india una cierta cantidad de información y deja numerosos “peros” en al aire, y cuya originalidad más útil es la de abarcar hasta el año 2005. 
El joven František Palacký (1798-1876) primer gran historiador de la nación checa y uno de los teóricos de lo que se denominó el "austroeslavismo": según él, el tiempo de los pequeños estados había terminado y la humanidad caminaba hacia grandes conjuntos económicos y políticos. Así, un pueblo pequeño como el checo no podría sobrevivir si no era dentro del Imperio Habsburgo, que debería convertirse en estado federal.
En esa línea, encabezan cada capítulo una serie de entradillas un tanto deslabazadas entre sí, y que en muchos casos resultan puramente anacrónicas. Tal es el caso de la que Tertsch utiliza para los fines de su artículo, pero echando mano de la gastada trampa del periodista que juega a ser historiador: escaqueando lo que no le interesa y abusando de sus incautos lectores. Porque lo que silencia interesadamente es que Tomaš Masaryk, discípulo de Palacký en último término, fue el artífice real de la destrucción del Imperio Austro-Húngaro, con la consiguiente aparición de esa "multitud de repúblicas grandes y pequeñas" que según Palacký serían una "estupenda base para una monarquía rusa univeresal" y que en 2006 son una colección de miembros de la OTAN o recién integrados socios de la UE, con una actitud notablemernte antirrusa. Masaryk llevó a cabo su labor disgregadora durante la Gran Guerra, tras una concienzuda campaña en la que fue ayudado por Italia, Francia y los Estados Unidos, mientras Rusia se debatía por entonces en la guerra civil, a partir de 1918. Y en cuanto a Palacký, su cita iba dirigida a los húngaros, que en 1848 intentaron separarse del imperio y fueron aplastados por los eslavos (croatas y serbios) manipulados desde Viena y por tropas rusas. Como buen austroeslavista, Palacký trata de vender las bondades de permanecer unidos en el Imperio Habsburgo, algo que de forma más contundente solía hacer el mismo emperador Francisco-José.

Masaryk rodeado de voluntarios destinados a las legiones checas, 1918, en el campo de reclutamiento de Stamford, Connecticut (EEUU). La desintegración del Imperio Austro-Húngaro fue obra de un demócrata a carta cabal como Masaryk, con activo apoyo de los aliados occidentales. El protagonismo ruso fue nulo. La idea que supo vender Masaryk fue la de que polacos, checos y yugoslavos serían un bastión eficaz contra el imperialismo alemán en Europa central
En realidad, el Hermann Tertsch historiador aficionado al que nadie ha puesto proa en estos últimos años, no hace sino chupar una y otra vez del bote de las viejas concepciones de la escuela historicista y nacionalista alemana, comenzando por Heinrich von Treitschke y terminando por Friedrich von Bernhardi. De ahí le viene ese odio sin disimulos contra cualquier pueblo eslavo que no sea católico, y que deja ver perfectamente claro en su artículo: a Hermann "Treitschke" Tertsch no le gusta ningún gobernante ruso desde Pedro el Grande hasta la actualidad: “Los zares Pedro y Catalina ya se resignaron ante la certeza de que importar el concepto de ciudadanía era ridículo, caro y peligroso”
Pero en realidad, resulta dudoso que Tertsch se haya leido realmente a los historiadores alemanes clásicos. Parece manejarse de oido, una idea de aquí, otra de allá, lo que le contaron y lo que encontró por casa de pequeñito. Por ejemplo, la idea de que la destrucción del Imperio Austro-Húngaro abonó el terreno para la llegada del comunismo no es cosa del Palacký de 1848 (lógicamente) sino teoría más reciente. Si desean, la pueden encontrar expresada en grandes titulares en la revista española "Mundo", Año IX, nº 413 del 4 de abril de 1948. A nueve años del final de la guerra civil y en puertas de la guerra fría podemos leer que "La desintegración europea en el Este, por obra soviética, tiene una razón determinante: haber destruido Austria-Hungría". Y añade el articulista: "La existencia de esa masa -decía Talleyrand- es necesaria para la salud futura de las naciones civilizadas". Por lo que, en realidad la cita que le hubiera venido bien a Tertsch hubiera sido la del maquiavélico y poco recomendable Talleyrand, y no la de Pallacký.
Titulares de la revista española "Mundo", correspondiente a su edición del 4 de abril de 1948. El reportaje era consecuencia de la instauración del régimen comunista en Checoslovaquia, acaecido apenas dos meses antes.
Para mayor inri, columna con columna, en la misma página 6 de esa edición de "El País", alguien en la redacción había encajado una crónica de Cecilia Fleta desde Berlín, titulada: "Las memorias de Schröder levantan ampollas". Allí se podían leer algunas de las opiniones que le merecían al ex canciller personalidades como George Bush, Ángela Merkel y el primer ministro bávaro, Edmund Stoiber. Pero ni media palabra sobre Putin, al que Schröder considera uno de los estadistas más accesibles y tratables de lo que se puede encontrar en el retablo del poder mundial.
La cruzada de Tertsch iba acompañada por la habitual foto burlona de Putin -ya es marca de fábrica de "El País" la manipulación interesada del material gráfico. En fin: todo un lamentable contraste con la cobertura mucho más profesional y centrada llevada a cabo por otros periódicos más serios, tal como "La Vanguardia", que cinco días más tarde publicó dos artículos. Ambos análisis, sin renunciar a la crítica del fenómeno Putin, lo hacían desde una posición infinitamente más realista: "Putin el Grande" por ese fino y veterano analista que es Xavier Batalla (pag. 8) y "Europa y la Rusia de Putin", por Carlos Nadal (pag. 9).
La pequeña cruzada de "El País", con aires de comic de “Roberto Alcázar y Pedrín” ("¡Toma del frasco, carrasco!") no hubiera resultado ni la mitad de grotesca de no haber sido porque ese mismo día, 24 de octubre, "El Mundo" publicó una crónica (referencia desde primera plana) sobre el oso que Su Majestad cazó en una montería amañada, organizada en Rusia y que al parecer estaba borracho. No era la primera vez que ese diario sacaba a relucir incidentes similares. Pero en esta ocasión, amontonado los datos lamentables, resultaba que la pacífica pieza era un oso amaestrado llamado Mitrofan, un "animal bondadoso y alegre", según explicó el funcionario local encargado de la Protección y el Fomento de los Recursos Cinegéticos en la región de Vólogda a 400 kilómetros al norte de Moscú. Por supuesto, el ruso no acusaba al rey, que al parecer no estuvo al tanto del escándalo, acaecido en agosto. Pero lo cierto es que previamente el monarca había sido invitado por el matrimonio Putin, no se sabe todavía si de forma oficial o extraoficial. La Casa Real intentó sacarse de encima el asunto de forma bastante desábrida, pero lo cierto es que el parlamentario de Esquerra Republicana, Joan Tardà, hizo una interpelación en el Congreso que fue rechazada alegando que “la actividad privada del Rey no forma parte del ámbito de competencias del Gobierno y que, conforme a la Constitución, la figura del Monarca no está sujeta a control parlamentario”. El affaire se extendió por Cataluña y algún que otro medio de comunicación lo caricaturizó con una considerable dosis de sorna, haciendo referencia a la forma en que el rey relata a sus nietos el cuento de los tres ositos.

La viga en el ojo propio: Anuncio de la pantomima del actor Toni Albà, especializado en parodiar al Rey Juan Carlos. El espectáculo, emitido regularmente en los programas "Set de nit" y "Polònia" de TV3 ha dado lugar a numerosas quejas y polémicas.
No es de extrañar que "El País" pasara por alto olímpicamente este asunto mientras daba vía libre a su personal versión de la cruzada contra el mandatario ruso, llevada a su extremo por un periodista de la casa que más parece un embajador privilegiado de otas épocas y de abecedarios razonables. Sintiéndolo mucho por la Mesa del Congreso, el hecho es que los responsables de que el monarca terminara implicado en una "aborrecible escenificación" o una "payasada sangrienta", como define el funcionario ruso la cacería, son toda una serie de organismos del estado y el gobierno cuya función consiste precisamente estar informados del riesgo político que puede correr el jefe del estado en una excursión de estas características y evitarlo en la medida de lo posible. Porque si hubiera fotos de por medio y resultaban manipuladas por algún diario ruso, a lo peor dejaban en un nivel de aficionados los festivos fotomontajes de "El País". Y menos mal que a Putin no se le ocurrió sacarlo a relucir en sus duras respuestas a Borrell. Será que, al fin y al cabo, la relevancia y respeto que conceden los eslavos al invitado, ha tenido su peso en esta ocasión.
Etiquetas: Alemania, Borrell, Cataluña, franquismo, Guerra Fría, Imperio Austro-Húngaro, Juan Carlos, Masaryk, Palacky, Putin, Rodríguez Zapatero, Rusia, Sarkozy, Schröder, Tertsch
EP [FF] “El País de las Filias y las Fobias” (2): Pajas, vigas y ojos, ajenos y propios
Nuevo artículo de Juan Carlos Sanz, contra Turquía, ayer a día 3 de julio. El fenómeno parece ya diario y destinado a promocionar al reportero hasta las mismas puertas del cielo, es decir, la directiva de la redacción, qué menos. Como ya casi no quedan revelaciones que exhumar, Sanz le da un repaso a “Los viejos tabúes que amordazan a Turquía”. Y como no, comienza resucitando a Orhan Pamuk, el asunto del pasado y repasado tema del juicio –que no juicios- que concluyó hace ya meses como parto de los montes anatolio. Orhan Pamuk, zarandeado a las puertas de un juzgado en Estambul, que según el autor de la crónica “disparó las alarmas de la UE sobre el escaso compromiso del Gobierno de Ankara con la libertad de expresión”. Hace pocos días, Sanz escribía sobre el zarandeo del patriarca de la iglesia ortodoxa armenia. Le ha dado por el asunto de los zarandeos como síntoma político, quizá porque nosotros sabemos bastante de eso, desde el zarandeo de Bono al de Arcadi Espada, con los escándalos subsiguientes.
Juan Carlos Sanz maneja informes de la UE con una envidiable versatilidad. Su artículo del pasado 26 de junio parece estar construido en buena parte sobre una conferencia de prensa de Olli Rehn, comisario europeo para la Ampliación, fechada a 20 de junio. Aunque el tono es severo, porque difícil está la negociación, Juan Carlos Sanz tergiversa el contenido –no demasiado hábilmente, no crean- para darle el cariz que a él o a su diario le interesan. Por ejemplo, escribe: “La falta de protección de la libertad religiosa de las minorías griega (unas 100.000 personas) y armenia (60.000) y los crecientes recortes de la libertad de expresión…” Pues bien, en el informe para la prensa de Rehn, el asunto no se plantea exactamente así, sino de esta otra forma:
“Another series of shortcomings relates to the lack of any progress in addressing the difficulties faced by Muslim and non-Muslim religious minorities and communities. The draft law on Foundations currently pending in Parliament will only address some of these difficulties, namely the property regime. We have repeatedly written to the Turkish authorities asking them to amend the draft law in line with the relevant European standards. But this not does replace the need for other more far reaching measures covering all remaining aspects, such as the training of the clergy, as well as the legal status and the internal management of the religious communities.”
Rehn no habla de la “falta de protección de la libertad religiosa de las minorías”, sino de las dificultades que afrontan “minorías y comunidades musulmanas y no musulmanas”, que es otra cosa. Se refiere al borrador de ley de fundaciones, que no sólo afecta a los dichosos griegos y armenios, muy microminoritarios por otra parte en la Turquía actual –las cifras que cita Sanz parece que están hinchadas y son sobre un total de 70 millones de habitantes. Tiene que ver, sobre todo, con los alevis, nurcus, nakşibendis, fetullahcı y toda esa constelación de cofradías y cemaats (asociaciones) musulmanas que viven o sobreviven entre dos aguas: la legalidad y la ilegalidad. Y no estamos hablando necesariamente de entidades arrinconadas en la miseria, perseguidas y en jaque perpetuo. En algunos casos se trata de cofradías poderosas, con medios propios e influencia política. Por lo tanto es un problema que cara a los estándares comunitarios debe definirse legalmente, pero que no resulta fácil y menos en la actual situación de crispación política a la que contribuye el largo periodo preelectoral que vive Turquía y la continuada pesca en río revuelto de aquellos que se oponen al acceso de ese país a la UE.
Dado que Juan Carlos Sanz está más interesado en disparar emociones a base de las vetustas imágenes de griegos y armenios perseguidos por turcos sanguinarios, también podría añadir algún paralelismo con la precaria situación de derechos humanos que viven numerosas comunidades islámicas en España. Porque mucho hablar de persecución de derechos religiosos o de minorías en países distantes y luego resulta que no hay manera de que los musulmanes de Badalona tengan su propia mezquita. ¿Recuerdan el escándalo? Cierre ilegal del templo existente, campaña vecinal en contra, ayuntamiento local –del mismo color que el periódico de Sanz- que hace mangas con capirotes para darles la razón, asunto metido bajo la alfombra y un algo etcétera muy, pero que muy desagradable para un país que se supone respeta el acervo comunitario. Si estas cosas pasan en el barrio de un ayuntamiento periférico, pueden imaginarse la que se armaría si el muy nutrido colectivo de musulmanes que viven en Catalunya pidiera una mezquita en toda regla en alguna calle céntrica de Barcelona.
Imaginemos entonces las reacciones a que daría lugar un hipotético Partido de los Marroquíes de España, o un Movimiento de los Subsaharianos. ¿Qué no puede ocurrir?¿Por qué? Ayer mismo, en un programa de TV3, varios inmigrantes, algunos de ellos expresándose en un más que correcto catalán, pedían el derecho a voto. Una mujer marroquí se quejaba de que su marido llevaba más de catorce años en Catalunya y todavía no podía emitir sufragio. Mientras tanto, en Europa, muchos inmigrantes tienen derecho a participar en las municipales. Pero incluso a escala continental: ¿Está la UE preparada para dar a sus minorías el trato que le pide a los candidatos? Al fin y al cabo han dejado entrar a Letonia sin que este país haya concedido los necesarios derechos a su enorme minoría rusa. Y han permitido a los grecochipriotas tirar abajo el plan de la ONU para la reunificación de la isla. Pero ese es otro de las trampas que diplomáticos profesionales manejan con maestría profesional y los periodistas agitan con la torpeza habitual. Queda para otro post sobre la incontinente campaña anti turca de “El País” este verano. Y sobre las cosas que Olli Rehn dice pero Juan Carlos Sanz no explica, ni bien, ni mal. Hay de sobras para post y más post. Etiquetas: armenios, Cataluña, cofradías, griegos, Juan Carlos Sanz, libertad de expresión, Orhan Pamuk, proceso de integración en la UE, Rehn, Turquía
Is this trip necessary? (1)
De acuerdo: voy a decir unas cuantas tonterías. Por lo tanto, se arriesga usted a perder el tiempo leyendo esto. Voy a darle una oportunidad. Hago punto y aparte y usted levanta la vista y se dedica a algo más productivo. ¿De acuerdo? Pues venga: ya.
¿Por qué lo ha hecho?¿Por qué sigue?¿Cree que voy a hacer grandes revelaciones? Seguramente se arrepentirá cuando llegue al final.
Muy bien: la cosa va de turistas. Conversación oída hace unos días en los Ferrocarriles de la Genralitat, los "Ferrocatas": una mujer joven se queja de que con la llegada del calor comienzan en Barceloneta toda una constelación de fiestas populares, verbenas, jornadas continuadoras del espíritu Fòrum y mil actividades y juergas bienintencionadas. Eso está muy bien para el turisterío juvenil, pero el vecindario local tiende a pasarlas canutas, noche sí, y noche también. La Barceloneta es un barrio popular, tirando a económico. Pero ahora están haciendo ya su aparición tiendas de diseño y modernidades varias, destinadas a encandilar a los visitantes. Esos establecimientos tan monos (y caros) suelen ocupar el lugar dejado por negocios más tradicionales, que han cerrado sus puertas: un día desaparece la vieja droguería, luego el panadero de toda la vida se va… Eso ocurrió ya en el Borne y otros muchos rincones de la ciudad.
Mientras tanto, la ciudad está a reventar de turistas. Hasta el cementerio de Poble Nou ofrece su propia ruta (las lápidas de algunos escultores funerarios) y de vez en cuando te puedes encontrar a un par de despistados aguantado el sol que cae de plano entre las murallas de nichos. Por supuesto, de los barrios centrales casi ha desparecido la población habitual. El Borneglobal, las Dressn´globals, Correosglobal y toda esa galaxia de globulencias y barullo. Tomar el metro un sábado por la noche puede ser un espectáculo tirando a deprimente, a no ser que el pasajero local lleve unas cuantas copas encima, él mismo también. El turista, agrupado en manadas, adopta a veces gestos de zoombie. Entonces, resulta fácil imaginar lo que puede ser una ciudad tomada por un ejército conquistador, aunque a priori esté compuesto por soldadesca educada.
La biografía de Vincent Cronin sobre Napoleón Bonaparte le dedica un apartado muy interesante a los días de su estancia en la isla de Elba, que ilustran muy bien el verdadero trasfondo sicológico del Emperador. Leo divertido que fueron a visitarle un total de 61 turistas ingleses. Claro, no eran como los de ahora, todo chanclas, chándals y camisetas, sino los pioneros: gente con dinero y tiempo libre para dedicarse a los viajes de placer, todo un lujo para la época. Imaginen el atractivo que hubiera representado hoy en día visitar a Napoleón en Elba: las masas chancleteras hundirían la isla. O quizá no, porque constato que algunos turistas de la época gastaban una sensibilidad parecida a la de los actuales; por lo visto el turismo es un fenómeno de enorme capacidad niveladora. Uno de ellos anotó que el Emperador parecía “un sacerdote astuto e ingenioso” [sic.] Imagino al guiri de la época comentando con sus compañeros de viaje algo así como “My God, I can´t believe it!” o expresión parecida, antes de apuntar la aguda observación mencionada que resumía, según él, una de las décadas más agitadas de la historia de Europa.
Don Ramón María del Valle Inclán dijo en cierta ocasión que si el viajar ilustrara, los revisores de tren serían las personas más ilustradas de la sociedad. Supongo que hoy en día podría aplicarse a las tripulaciones de los aviones, que suelen tener mala fama por abusar de la botella y otros vicios, lo cual quizá no es cierto, pero a lo peor denota un escaso interés en las ofertas culturales de sus destinos. Hace muchos años mantuve amistad con una azafata y les puedo asegurar que se podía sacar más información de una postal que de sus experiencias viajeras. Algo así se puede aplicar a los turistas, la mayoría de los cuales apenas guardan algunas de tales postales en el recuerdo, fijadas en todo caso por el uso de la cámara fotográfica. Por desgracia, la enorme memoria de las digitales no siempre aporta más recuerdos. Y muchas veces, la interminable secuencia de megas cuyo visionado deben sufrir pacientemente los amigos y allegados, como trofeo incuestionable del viaje, se ve cortocircuitada por penosas lagunas de memoria: “¿Qué era esto?¿Qué hacíamos aquí?¿Cómo se llamaba esa iglesia?”
Todos hemos sido turistas, claro está. Muchos lo son cíclicamente, cada tres o seis meses. Sin embargo, solemos considerar a las manadas de visitantes que llegan a nuestra ciudad con un punto de menosprecio. Son los guiris, “que no se enteran”, despistados, perdidos, fuera de lugar. Cuando su presencia es masiva, los turistas se vuelven irritantes. Pero por algo pagan. Como nosotros, cuando viajamos por ahí, desde Cancún a El Cairo, ignorando las malas caras o expresiones despectivas de las buenas gentes del lugar. Que les den.
Con todo, las apreciaciones poco caritativas sobre la masa turística despersonalizada no suelen ir tan desencaminadas: "no se enteran", van de un lugar a otro en rebaño, eluden integrarse en la vida de los lugareños. Quizá comen los platos típicos un par de veces, por probar. Pero enseguida se decantan por lo más internacional y conocido, a veces lo más económico (o eso creen ellos): el macdonalds, la pizza, el kentuckypollo. Incluso la comida árabe o china de los chiringuitos más sospechosos les inspira mayor confianza que las especialidades locales. Claro está que los turistas no son estúpidos como personas, tomados individualmente. Insisto: usted ha sido turista, yo también. Pero a partir de nuestra propia experiencia, no me negarán que los mecanismos de la industria en cuestión despersonalizan considerablemente. A veces se asemejan a una cadena de montaje: los autocares traen a una masa lechosa y al cabo de unos días la retiran convertida en gambosa y resacosa.
Hasta aquí creo que no estoy escribiendo nada particularmente brillante o novedoso. Pero al menos creo que lo estoy planteando a la inversa, y eso es algo. Cada año ocurre lo mismo: cuando la campaña turística está a punto de concluir, salta el debate sobre si el modelo de sol y playa está agotado o no, y cómo debería afrontarse la reconversión del sector. Este tema es realmente vetusto: cosa de cada año de cada año, de cada año. Forma parte del rito. Pero nadie cuestiona el fenómeno turístico en su conjunto. ¿Es posible hacerlo?¿No resulta muy políticamente incorrecto?¿Es factible cuestionarlo desde una base puramente macroeconómica? Más en el siguiente post.
Etiquetas: Cataluña, Napoléon, Turismo, viajes
Trabajar los chalets
Hace pocos días y a raíz de que cundiera ese producto político-mediático denominado “alarma social”, debido en este caso a los asaltos a chalets y casas unifamiliares en el campo catalán, “La Vanguardia” publicó un reportaje que anunciaba desde la primera página: “Los asaltos a casas cuestionan el modelo de crecimiento urbano” (jueves, 25 de mayo de 2006); y en la página 31: “Casas aisladas, casas amenazadas”. De entrada, la construcción del titular principal no cuadraba mucho, porque si se habla de casas unifamiliares aisladas en pleno campo, el adjetivo “urbano”, pues como que no pega. El subtítulo del reportaje procuraba corregir el asunto: “La ola de asaltos pone en cuestión el modelo urbanístico disperso de Catalumya”. Aclarada la cuestión de que por estos pagos disponemos de un “modelo urbanístico disperso”, el dictamen de los expertos parece incuestionable: “En un escenario de inseguridad está más desprotegido quien más se aísla” –comenta al diario Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona.
Dicho así, parece inapelable. A no ser que recordemos la cara que ponen los testigos de tal o cual inmueble en barrio de populosa ciudad, cuando el periodista les pregunta por el vecino que acaba de ser detenido tras cometer un espantoso crimen: “Pues parecía una buena persona”. Les confieso que a mi me entra una risa un poco tonta, incluso cuando veo y escucho por enésima vez a la señora del 3º o al del bareto de la esquina: “Era muy educado, me saludaba todas las mañanas”. Aunque resulta mucho peor cuando la opinión cobra forma de sentensia: “Esos iban a terminar mal, estaba cantao”. Y no hace falta ser tan dramáticos: recuerdo perfectamente el día en que le desvalijaron la casa a mi vecino, en el puente de la Purísima, pleno mes de agosto de 2001, centro de Barcelona. No le robaron mucho, pero le reventaron la puerta blindada con un gato hidráulico y con ello le destrozaron un buen trozo de parqué. Y así se quedó el piso durante varios días, abierto de par en par, porque el hombre estaba de vacaciones en Mallorca con toda su familia y no había manera de dar con él. Estoy seguro de que ustedes conocen muchos otros casos similares, e incluso han sido víctimas de asaltos a sus propiedades inmuebles, sin que el vecindario al otro lado del tabique supiera, pudiera o quisiera hacer nada.
En una gran ciudad la sensación de aislamiento y desprotección resulta tan aguda y real como en un chalet más o menos aislado. Con una diferencia importante: en el campo puedes mantener una pareja de perros de presa de 40 kilos de peso, con funciones de vigilancia y defensa non stop, cosa mucho más complicada y molesta en un piso de 80 y pico metros cuadrados del casco urbano. Recuerdo a mi amigo Juanito, el embajador de Cuba en Belgrado. Como posiblemente su país no disponía de muchos medios para pagar vigilantes y sofisticados sistemas electrónicos de vigilancia, el hombre tenía dos rottweilers sueltos por el jardín de la residencia, un edificio aislado en las afueras de la capital. Nunca los llegué a ver, pero puedo asegurarles que sus ladridos ponían los pelos de punta cuando olían que a Juanito le acompañaba alguien más.
En realidad lo que deseo expresar aquí es mi malestar ante un reportaje como el de “La Vanguardia”, que parece destinado a echar pelotas fuera. Si asumimos que hay más asaltos a chalets porque hay más chalets que antes, estamos poniendo el carro delante de los caballos. El problema no es ese, porque desde siempre han existido habitats dispersos en la geografía rural catalana, vasca, gallega y de otros muchos países en todo el mundo; y en esas zonas no es crónica la delincuencia especializada en asaltos y robos a las casas con o sin ocupantes dentro. Por otra parte, el modus operandi de algunas de las bandas de ladrones es ahora muy sofisticado: montan operativos de seguimiento y vigilancia, organizan equipos de despiste, son rápidos y precisos, muy profesionales. Los medios de comunicación ya nos han informado de que en algunos casos se trata de antiguos policías, soldados y hasta guerrilleros procedentes de países del Este donde, o bien han actuado en guerras recientes o han formado parte de aparatos de inteligencia o represión muy activos.
Ese perfil, en apariencia, es nuevo. O relativamente, porque las muy profesionalizadas bandas de albaneses de Kosovo comenzaron a operar en Catalunya en el año 1999. Por aquella época, los medios de comunicación evitaban mencionar el asunto, posiblemente por aquello de la corrección política, dado que los albanokosovares acababan de montar una exitosa guerra de liberación contra los serbios respaldados por la OTAN, eran los héroes del momento y ustedes ya saben o intuyen lo que es el papanatismo mediático. Pero les puedo asegurar que incluso por entonces, al menos un cuerpo de seguridad del estado había logrado pinchar las comunicaciones de algunas bandas y tenía serios problemas para traducir del albanés. Después, los tipos se volvieron mucho más cautos y desechaban el teléfono móvil con su tarjeta prepago después de hacer la primera llamada. También por esos meses, mi amigo Veton Surroi me contó que en una visita a Barcelona, un compatriota le comentó en el avión que “muchos chicos estaban yendo a trabajar las fábricas” a Catalunya. A Veton le extrañó la extraña construcción de la frase: “¿A trabajar las fábricas?” ¿No sería más bien: “A trabajar en las fábricas?” Pues no, el tipo del avión se refería a las bandas que desvalijaban los polígonos industriales.
Bien: la cosa es que los delincuentes profesionales que se vienen dedicando a robar en fábricas y chalets en Catalunya –y otras partes de España- desde hace ya tiempo, manejan muy bien una herramienta que el ciudadano de a pie no suele considerar: la información. Y no sólo de los objetivos concretos, sino de todo el territorio de trabajo. En ello entra la documentación sobre la calidad y capacidades de su principal adversario en la zona de operaciones: la policía local. Hoy mismo, “El País” publica un reportaje titulado: “Vente para España, que esto es un paraíso. Aquí la policía ni te toca” (Domingo, 28 de mayo, pag. 26). La frase es la que escuchó la policía tras pinchar el teléfono de un delincuente rumano que animaba a un compinche en el país de origen.
Mucho debemos temer que éste sea el quid de la cuestión. Delincuentes y bandas del Este poseen información sobre las fuerzas de seguridad de determinados países; pero en cambio, éstas no la tienen sobre los agresores. La actuación de la policía se centra en la respuesta puntual ante el delito, pero no parece que exista una estretegia preventiva o disuasoria. Es significativo que en ese capítulo algunos países cercanos al foco del fenómeno han encontrado la solución. Por ejemplo, en la isla de Creta, Grecia. No es una zona tercermundista o pobre, carente de interés para los cacos de países vecinos. Hay campesinos pudientes y turismo internacional con propiedades. Pero allí el asunto de las bandas de delincuentes albaneses y similares no existe. ¿Saben por qué? La respuesta en otro post.
Etiquetas: Cataluña, Delincuencia, Grecia, inmigración, Kosovo, mafias, política informativa, Surroi