domingo, mayo 06, 2007

Secularismo contra democracia





Una joven modelo turca exhibe un türban para una revista de modas











Es lo que tiene el análisis de prensa: puede dar lugar a divertidas sorpresas. Hoy domingo, "La Vanguardia" perdió inesperadamente el pulso con "El País" en torno a la crisis turca. Ricardo Ginés, cuya calidad informativa ha mejorado considerablemente en los últimos meses, dejó de enviar crónicas o no fueron publicadas. Y en cambio, se incluyó un artículo de Carlos Nadal, en su columna de análisis de la actualidad internacional, Week-end Político Mundial, que por lo visto, nadie se preocupó por supervisar. O nadie quiso hacerlo. Ese es un problema de "La Vanguardia": su apego por un sistema de veteranos (por decir algo) comentaristas propio de una época periclitada en la que el periodista sabelotodo opinaba sobre lo divino y lo humano en cualquier de los cuatro puntos cardinales del globo. Hoy, la especialización se impone, sobre todo cuando miles de lectores, televidentes y cybernavegantes son bombardeados -les guste o no- por ofertas informativas de lo más variado y el contacto directo con el lugar de la noticia es, muchas veces, fácil e instantáneo. Claro que algunos tienen calidad para mantener el pulso -caso de Xavier Batalla- pero los más hacen aguas de una manera lamentable o se refugian en artículos que repiten obviedades y no aportan absolutamente nada, excepto el renombre de una firma pomposa.

Nadal comenzó bien, aunque tirando de las obviedades -que suelen gustar mucho en opinión de "La Vanguardia"- como aquello que siempre queda bien: "Recientes hechos ponen de relieve que la integración turca en la UE no puede ser objeto de simplificaciones". Pero a mitad de pieza, el hombre empezó a hacerse un lío, por aquello del aderezo sensacionalista. En su opinión, conviene apoyar al partido islamista moderado en el poder, aunque con reparos. "Mucho ha hecho, aunque no del todo convincente para establecer la normalidad democrática, los derechos fundamentales. Incluso ha prohibido el velo en las escuelas". Primera noticia de que en Turquía las mujeres usen "velo", al menos de forma tan extendida que deba ser prohibido en las escuelas. En ese país el 55% de la población femenina recurre al "türban", que es una pañoleta, usualmente estampada con vivos colores, que tapa más o menos el cabello (hay un margen para la coquetería). Algo similar al tocado de aquellas jóvenes europeas que iban en Vespa en los años cincuenta.

"Pero las sombras están ahí" -continúa Carlos Nadal invitándonos a un paseo tenebroso. Y entonces comienza a amasar una aparatosa croqueta a base de "asesinatos por razones religiosas o racistas". Bueno, no es exactamente lo mismo, porque en muchos casos no está claro quiénes son los autores reales o intelectuales de tales hechos: puede que en algunos casos hayan sido obra de algún islamo-nacionalista radical (opción que sí existe en Turquía, incluso la de islamo-kemalista ultra) aunque en ese caso quizá sería más achacable a los círculos islamistas radicales. Algo así como si a finales de los 80 alguien atribuyera los desmanes de los Guerrilleros de Cristo Rey a Convergencia i Unió. Pero es que además, en otros casos, la autoría de los crímenes pertenece claramente a los neofascistas y ultranacionalistas laicos, o sea del bando anti-islamista; y eso no se le puede apuntar a la cuenta del gobierno de Erdoğan. Al revés: fueron maquinados por sus enemigos para socavarlo.

Pero lo peor llegó a continuación, uno de esos resbalones que pueden dejar maltrecha una carrera periodística: "¿No ha tenido que salir del país el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk?" -se pregunta Carlos Nadal, rematando dramáticamente el párrafo.



Orhan Pamuk, reaparecido en Estambul y reutilizado una y otra vez por la prensa occidental





Bueno, bueno, bueno... Precisamente el periódico de Carlos Nadal, que es "La Vanguardia", envió a un corresponsal (Xavi Ayén) y un fotógrafo (Kim Manresa) a Estambul, no hace mucho, para realizar la oportuna entrevista al "fugado" Premio Nobel, que había reaparecido milagosamenrte en las calles de su querida ciudad tras un mes y pico de espectacular ausencia. El trabajo fue publicado, con gran despliegue de colorín fotográfico en la edición del "Magazine" de "La Vangurdia"... ¡el pasado 22 de abril! Aún está caliente el papel cuché. En la portada figuraba el mismo Orhan Pamuk, posando con sonrisa torcida ante la imprescindible mezquita de fondo. El título del reportaje: "No me escondo, vivo en Estambul". Es evidente. Y tras soltar una risita, el galardonado autor explica: "Parafraseando una broma de Mark Twain, que afirmó en una ocasión que la noticia acerca de su muerte era algo exagerada, yo les digo ahora: las noticias sobre mi exilio son un poco exageradas". Claro, en su momento no se preocupó o no le interesó desmentir los rumores, contribuyendo a sobrecargar la tensión política en su país. Pero el final la cosa ha estado bien, porque de esa forma Pamuk se ha despolitizado considerablemente, vuelve a ser un literato puro y duro, y eso es bueno para todos.

La excusa de Carlos Nadal es imaginable: él escribe que el Premio Nobel de Literatura tuvo que salir del país y eso fue lo que ocurrió, ¿no? Salir del país por un mes y pico, es salir del país, al fin y al cabo. Respuesta de Pamuk: "Fui utilizado como arma arrojadiza en medio del contencioso entre la Unión Europea y Turquía. Algunos medios deseaban un tipo de intelectual comprometido que, la verdad, yo no soy".

Claro, con un
material informativo tan exagerado, confuso y escasamente veraz como el que utiliza Carlos Nadal, no es de extrañar que la crisis turca esté tan desenfocada y los lectores se lleven un lío fenomenal. Y cuanto más revueltos están datos y apreciaciones con rumores y simples inventos, menos se atreve el resto de la grey periodística a opinar; o lo hace en base a filias y fobias, o salen por la tangente de lo que "les parece" en ese momento. No es de extrañar que haya comentaristas más o menos profesionales que digan sin rubor que todo este jaleo comenzó porque la esposa de Gül lleva pañoleta o que se crean a pies juntillas ese cuento de viejas sobre la "agenda oculta" de Erdoğan .

Por contra, en esta ocasión Juan Carlos Sanz se descolgó con una interesante iniciativa, reflejada en los reportajes de hoy, domingo 6 de mayo de 2007. Salió de Ankara y se dirigió a Konya, la ciudad santa de Turquía, equivalente local a nuestro Santiago de Compostela, donde hizo un reportaje entrevistando a
islamistas moderados y al líder local de CHP, presentado como el "partido socialdemócrata laico" (sic) y no como específicamente kemalista. Todo un avance y una sugerencia interesante para que algún día alguien se lence a fundar un partido socialdemócrata "islamista". Además, en Ankara Sanz llevó a cabo una entrevista con una abogada feminista laica (aunque olvida explicar que en Turquía hay feministas musulmanas) y un "diplomático europeo radicado en Ankara", es decir, miembro de alguna embajada. Conviene resaltar los párrafos finales de este trabajo, porque ponen de relieve con especial precisión el trasfondo de la actual crisis turca como nunca antes lo había hecho un reportaje de Juan Carlos Sanz:



El centro comercial Kanyon, en Estambul. El último símbolo de la modernidad y pujanza económica turca





Afirma la abogada Selma Acuner: "Es cierto que hay claros signos de falta de laicismo en algunos sectores del gobierno, pero no creo que el AKP pretenda imponer el uso obligatorio del pañuelo a las mujeres, ni que tenga una agenda oculta para islamizar Turquía después de hacerse con el poder. Parecen estar más concentrados en combatir la pobreza del país y en impulsar el ingreso de Turquía en la UE, aunque en el partido de Erdoğan y Gül hay un sector mucho menos liberal que ellos. Claro que en Europa también se encuentran bastantes políticos conservadores que hablan un lenguaje dominante masculino"

En cuanto al diplomático europeo radicado en Ankara: "La gran paradoja turca es que son los laicos quienes presentan hoy las actitudes más inmovilistas ante los cambios, y no quieren alterar un orden social kemalista que les ha beneficiado (...) Entre ellos surgen voces nacionalistas que critican a EEUU y a la UE como responsables de los actuales males de Turquía, al tiempo que defienden una economía más controlada por el Estado. Mientras tanto, los hechos hablan por sí solos en el campo de los islamistas moderados del AKP, que han reformado el sistema legal para homologarlo con los europeos, han abierto la puerta de la UE para Turquía y han emprendido una política de privatizaciones y de modernización de la economía".





Distintivo de las Fuerzas Armadas de la República de Turquía














“The Economist”, May 5th-May 11th 2007

Secularismo contra democracia
Se evitó un golpe militar, pero se avecinan unas elecciones anticipadas. Los problemas de Turquía se han pospuesto, no resuelto


Su primer ministro, Recep Tayyip Erdoğan, dijo que eso fue “un disparo contra la democracia”. Otros lo etiquetaron como un “e-golpe”. Llámesele como se quiera, la amenaza de intervenir contra la el gobierno islamista moderado de Turquía, posteada en la website del Estado Mayor el pasado 27 de abril lastimó a la democracia y ahondó la sima entre laicos y piadosos. Un desafiante Erdoğan llamó a elecciones generales anticipadas. Deberán tener lugar en julio, en vez de la fecha programada, el 4 de noviembre. Las encuestas de opinión sugieren que el AKP volverá a batir a sus rivales seculares.

¿Cómo responderá el Ejército a esto? Avezados observadores de la realidad turca, que alguna vez se burlaron de la posibilidad de un nuevo golpe, dicen ahora que no debería ser descartado. Algunos admiten que la Unión Europea es parcialmente culpable. Las vacilaciones de la UE sobre la candidatura turca abollaron los entusiasmos: cuando Olli Rhen, el Comisario para la Ampliación regañó al ejército por su intromisión, pocos prestaron atención.

El jaleo comenzó cuando Erdoğan designó a su primer ministro, Abdullah Gül, para reemplazar al presidente Ahmet Necdet Sezer, que concluía su mandato el 16 de mayo. Una vez Gül flirteó con el islam político; su esposa lleva una pañoleta (como el 55% de las mujeres turcas). Se supone que eso supone un peligro existencial para la república secular. Deniz Baykal, el líder del principal partido de la oposición, el Republicano del Pueblo (CHP), logró bloquear la elección de Gül en una primera ronda de voto parlamentario el 27 de abril, alegando, de forma dudosa, ante la Corte Constitucional, que faltaba quórum en el Parlamento.

Fue cosa de la Corte decidir si Baykal estaba en lo cierto. Pero los generales no tentaron la suerte. En su ultimátum, entregado antes de que los 11 jueces dieran su veredicto el 1º de mayo, el Ejército hizo una lista de ejemplos sobre cómo, supuestamente, el gobierno estaba llevando a la deriva al país hacia una teocracia islámica. Cuando más tarde la Corte dictaminó en favor de la oposición, nadie se sorprendió.

Cerca de un millón de turcos laicos se reunieron en Estambul el 29 de abril para poner en escena su segunda protesta de masas contra el gobierno en una quincena. Esto le pone difícil a Erdogan y su AKP reducir la crisis a un mero intento del Ejército por reafirmar su influencia. Cantando “no al golpe” y “no a la sharia” los manifestantes afirmaron que su estilo de vida liberal estaba amenazado. Muchos eran mujeres que decían ser las más vulnerables de todos. Algunos denunciaron intentos del AKP para crear “zonas libres de alcohol”; otros, los intentos de criminalizar el adulterio. Muchos proclamaban que un presidente, primer ministro y portavoz parlamentario era más de lo que podían soportar.

Pero ninguno fue capaz de nombrar una sola ley promovida por ese partido que amenazara de forma directa los principios seculares de la Constitución: porque de hecho no hay ninguna.

El malestar más profundo experimentado por esos “turcos blancos” urbanos y seculares está enraizado realmente en el fenómeno de las multitudinarias inmigraciones de millones de personas que llegaron a las grandes ciudades procedentes de la Anatolia rural en las pasadas décadas. Asertivamente piadosa y agresivamente emprendedora, esta nueva clase, cuyo campeón es Erdoğan, ha sido sistemáticamente sacudida del poder económico y político de la élite secular. “Los turcos blancos ven en el vecindario a una mujer con pañoleta paseando al perro [y] haciendo jogging y se les cruzan los cables”, dice Baskin Oran, un académico liberal en Ankara. Este shock puede atenuarse; con el tiempo será más difícil para los generales mutar la hostilidad secular hacia los vendedores de alfombras anatolios en paranoia sobre el islam reptante, considera.

Los laicistas también se han debilitado. El CHP, fundado por el héroe republicano de Turquía, Kemal Atatürk, ha permanecido fuera del poder durante más de una década. Hubo un tiempo en el cual el kemalismo transformó a Turquía, pero ahora ha fallado en transformarse a sí mismo, dice Oran.

Mientras el chulo Baykal no da signos de auto reprocharse nada, un ataque sin precedentes de examen de conciencia provocado por el cyber-golpe está comenzando a atenazar al AKP. Durante cuatro años y medio falló en aplacar las sospechas seculares y llegar a la oposición. El partido debería haberse percatado de que que el país no estaba listo para tener un presidente del AKP, reconoce un líder de esa formación. El jaleo actual podría haber sido evitado si Erdoğan hubiera elegido un candidato externo al partido. Ahora el primer ministro sugiere que se modifique la constitución para dejar que el pueblo elija por su cuenta al jefe del estado.

Esto podría ser un paso adelante, pero los liberales escépticos dicen que las miras de Erdogan en democracia son selectivas. “¿Dónde estaba él cuando los políticos kurdos iban a ser arrestados y golpeados y “Nokta” [una revista disidente] sufrió una redada de la policía?” pregunta uno.

La respuesta del gobierno al ultimátum del Ejército fue inusualmente crujiente. Cemil Çiçek, el ministro de Justicia, dijo que era “inaceptable” y recordó a los generales que estaban vinculados constitucionalmente a las órdenes del primer ministro y no viceversa.

Pero no es justamente el gusto del Ejército por la política lo preocupante. El general en jefe dijo recientemente que era “necesario” y hasta “útil” un ataque contra los rebeldes kurdos basados en el norte de Irak. Aunque estuvo de acuerdo en que la constitución concede al Parlamento autoridad sobre las fuerzas armadas, muchos temen que el ejército decida atacar de todas formas. “Lo están deseando”, susurra un occidental que analiza cuestiones sobre la seguridad turca. Esto podría explicar por qué la respuesta de América a la crisis política ha sido tan poco convincente. “Lo último que desean es una disputa con los militares turcos” observa un funcionario occidental. La pesadilla para América es que soldados turcos y americanos intercambien disparos en Irak. A partir de los eventos de la última semana, nada puede ser descartado.

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lunes, febrero 05, 2007

La "turkestroika" sigue en marcha



Antes y después: Ogün Samast custodiado en público y en privado. De todas formas, escenas como éstas no son tan ajenas a la reciente tradición política de diversos países europeos: sólo las banderas cambiarían


3 de febrero: en la página 8 de "La Vanguardia" se puede leer el caso de tres parejas flamencas que suspendieron su boda al enterarse de que la ceremonia civil iba a ser oficiada por un concejal de origen africano. El edil se llama Wouter van Bellingen y milita en un partido (Spirit) que defiende el particularismo nacional de Flandes -aunque no es nacionalista. Pero es de color y eso ha sido suficiente para que las tres parejas lo rechazaran como oficiante de sus bodas. Es más, en uno de los casos, los contrayentes acudieron al alcalde para que cambiara al concejal encargado de los enlaces matrimoniales. Pero lo más alarmante es que la noticia no despertó demasiado eco en Bélgica, según explica Fernando García, autor de la crónica. Y también resulta bien significativo que el mismo concejal tampoco esté muy afectado; casi le soprenden más las muestras de apoyo recibidas. Esto del ultranacionalismo europeo es ya un fenómeno bien preocupante: uno de cada tres flamencos vota al partido xenófobo Vlaams Belang

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La viva imagen de una sociedad civil no racista: Wouter van Bellingen con sus compañeros de partido


Pero lo cierto es que Wouter van Bellingen ocupa ese puesto porque fue votado en unas elecciones democráticas. Lo defendió su alcalde, del Partido Socialista Alternativo y el primer ministro belga, Guy Verhofstadt dijo sentirse horrorizado ante muestras de un racismo tan paleto. Además de racistas, en Bélgica existen antirracistas, y muy activos, además. Recuerdo el comentario de un compñaero y amigo hace ya muchos años, cuando le comenté que acaba de ver el film de Stephen Frears My Beautiful Laundrette (1985) que cuenta la relación homosexual entre un un par de jóvenes, uno británico de pura cepa y otro paquistaní. "Es una historia interesante porque refleja el otro lado de la noticia periodística, centrada en el detalle sórdido, que muchas veces es la excepción -dijo mi amigo. Muchas veces leemos acerca de un caso de xenofobia pero se omite que son miles y miles las parejas, grupos de amigos y familias enteras que cuentan con miembros de comunidades religiosas, étnicas o nacionales variadas. Por entonces, en España apenas había inmigrantes. Hoy podemos observar diariamente muestras de aquello que en los años ochenta aún nos parecía ajeno: existen tensiones ocasionales, pero son una enorme, inmensa mayoría los casos de concordia social cotidiana entre las decenas de miles de inmigrantes de todos los colores y nacionalidades, entre sí y con los autóctonos.

Los protagonistas de "Mi hermosa lavan- dería", el film de Stephen Frears estrenado en 1985. Una historia de amor que se apoya sobre los sentimientos de la sociedad civil británica en los ochenta.


La crónica periodística referida a la intolerancia repite una y otra vez el mismo lado de la doble imagen: el minoritario. La noticia se identifica con el caso individual, con la pretensión de que es lo representativo por "sintomático". Suele ser un error interesado, pues no siempre es así. Crónicas de la prensa occidental el sábado, 3 de febrero: la policía turca trata como un héroe al asesino del periodista turco-armenio Hrant Dink. Si, las imágenes de videoaficionado son conocidas: el detenido aparece flanqueado por dos polis de paisano; todos posan, el detenido, muy serio, con actitud de oráculo de la patria, despliega una bandera turca. Sobre las imágenes, los parámetros temporales registrados por la videofilmación: 21.01.2007, 1:19 horas: ¿Con nocturnidad y alevosía?

En España tenemos una amplia y reciente experiencia histórica en ese tipo de numeritos. Nuestra transición estuvo flanqueada por notorios agentes de policías fachas, algunos con nombres muy conocidos. Aparte de ser autores de todo tipo de tropelías y de tolerar los excesos de grupos radicales, ese ambiente desembocó en un lamentable intento de golpe de estado, el 23 de febrero de 1981, a sólo cinco años del acceso de España a la Comunidad Europea. Como se recordaba el otro día en otro post de este mismo blog, durante las maniobras finales para el amarre definitivo en el proceso de integración europea, hizo de las suyas un grupo de matones a sueldo pagados con fondos reservados del gobierno socialista de la época y rodeados de la misma iconografía ultra que ahora vemos en Turquía. Pero, a pesar de las numerosas voces en contra del ingreso de España en la CE -sobre todo en el país vecino, el mismo que ahora demuestra gran beligerancia hacia la candidatura turca- finalmente lo logramos; eso sí, con un considerable retraso debido a lo que en su día se denominó el “giscardazo” (junio de 1980).















Una imagen vergozosa de España que dió la vuelta al mundo: el TeCol Antonio Tejero toma el Congreso el 23 de febrero de 1981, al frente de 200 guardias civiles. La acción tuvo que ver con la pervivencia del "estado profundo" franquista; aún sobreviviría algunos años más


Si España fue admitida en la CE en 1986, fue debido, en buena medida, a que existía una sociedad civil muy activa con nulas ganas de regresar a los escenarios políticos de la guerra civil. La mayor parte de la sociedad española estaba compuesta por gente muy tolerante; la clase política era también de calidad. Los empresarios eran personas suficientemente emprendedoras y capaces. Algo similar sucede hoy en día con Turquía. Muchos periodistas europeos sacan estos días sus dobles varas de medir y nos venden su mercancía tarada. Vienen a decirnos que la sociedad turca mató a Dink; y olvidan las manifestaciones de repulsa por su muerte, sobre todo aquella, enorme, que acompañó al catafalco hasta el cementerio. La gente gritaba consignas en turco, en armenio y hasta en kurdo. Nunca se había visto nada así en Turquía. Pero la noticia pasó revoleteando rápidamente por las páginas amarillas. Y después, no se recuperó: nada de análisis o reportajes más amplios sobre quiénes recorrieron las calles de Estambul tras el cadáver de Dink, ni un esfuerzo por recoger opiniones, entrevistas, datos. El asesinato sirvió para sacar a la superficie una sociedad civil turca muy viva y activa, pero los chicos de la prensa venden mejor la escoria. La mayoría y lo cotidiano no son noticia.

La detención de Ogün Samast también ha puesto de relieve que la "turkestroika" (conjunto de medidas modernizadoras de tipo legal, económico e institucional de Turquía) sigue adelante. Claro que el video del asesino haciendo el paripé con los policias -o al revés- es indignante. Pero esa pieza la hemos visto gracias a que los compañeros de la prensa turca (concretamente, de la TGRT) le echaron el guante y la distribuyeron, tanto más indignados que los occidentales. Previamente, se había producido una filtración de la imagen de Samast sin los acompañantes policiales, lo que ya generó un considerable escándalo en los medios turcos. Y esos mismos periódicos denunciaron el hecho y dieron nombres. Y las autoridades destituyeron fulminantemente a funcionarios y agentes. Si Turquía fuera una dictadura, nada de eso hubiera sido posible. Si la mayoría del país estuviera compuesta por tipos como Samast, ningún periodista hubiera tenido valor para sacar toda esa porquería a la superficie. Y lo cierto es que algunso de los principalñes diarios del país (“Sabah”, “Milliyet”, “Bir Gün” y “Radikal”) están comprometidos en investigaciones sobre el turbio suceso y sus implicaciones.


Escudo del Royal Ulster Constabulary, el desaparecido cuerpo de policía implicado en numerosos escándalos de connivencia con el terrorismo partidista


Erdoğan ha dicho de forma bastante clara que el “derin devlet” o "estado profundo" aún existe en Turquía. Claro que sí, y tardarán en extirparlo. Mientras el primer ministro hacía esas declaraciones, en España comenzaba a airerarse que el servicio de inteligencia militar en Ceuta había investigado a "decenas de civiles": dirigentes sindicales de izquierdas, asociaciones de vecinos, y ciudadanos prominentes de la sociedad civil de esa ciudad. ¿Es eso el "estado profundo" español? Al margen del objetivo más o menos justificado que perseguía tal investigación, parece evidente que así es. También forma parte de esas profundidades la connivencia y colaboración del RUC o policía del Ulster con activistas protestantes en Irlanda del Norte, durante bastantes años. Todo un escándalo que agitó las páginas de la prensa europea hace pocos días. Pero parece que la sociedad civil pudo más; porque sobre ella se asentó el proceso de paz que puso fin a décadas de una verdadera guerra civil de perfil bajo. Y que, por cierto, tampoco impidió la entrada de Gran Bretaña en la Comunidad Europea durante unos años en los que, por cierto, el terrorismo de estado británico hacía de las suyas, apoyado por una jurisprudencia no precisamente muy ecuánime, por decirlo suavemente.Desde luego, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra contra Turquía. ¿Y qué decir de las profundas implicaciones de gobiernos y ministros europeos en los tristemente célebres “vuelos secretos de la CIA” y sus prisiones secretas? Eso so sí que es “estado profundo”, y de la peor calaña.

















Reciente caricatura francesa: la CIA descarga en Europa sus "basuras" (sic) producto de su campaña antiterrorista.


Coronando el pastel, llega la noticia de que Orhan Pamuk cambia de domicilio y se traslada a los Estados Unidos de América, al menos por un largo periodo. Ni siquiera ha optado por un país europeo, al parecer, por motivos de seguridad, aunque existe mucha confusión sobre este asunto. Qué decir: la decisión de Pamuk es muy personal, y como tal ha de ser respetada, aunque quizá resulte un tanto abusivo hablar de "exilio". Al fin y al cabo, el miedo es libre. Pero la noticia parece confirmar que existía un divorcio irreparable entre el escritor y su país. Durante muchos años, cientos de intelectuales vascos se negaron a dejar su tierra a pesar de saberse víctimas de presiones y amenazas. Es de suponer que, aparte del valor personal, muchos de los que no se movieron de Euskadi lo hicieron por sentirse suficientemente respaldados por una amplia mayoría de la sociedad civil. Era muy representativa de ese estado de ánimo aquella frase que, con todas las variantes que se quiera, se escuchó tantas veces: "Éste es mi país y las amenazas de una minoría no conseguirán expulsarme de él". No ha sido el caso de Pamuk que ha recogido el premio y sus ahorros, y a toda prisa se ha ido bien lejos, dejando a su país -es decir, a la gran mayoría de sus compatriotas- en la estacada cuando, seguramente, más lo necesitaban.

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miércoles, enero 17, 2007

NOTA: Mails cruzados sobre Pamuk

Yasar Kemal en su edad madura. Fotografía sin datar procedente de su blog









From: Andrés Mourenza Urbina
To: Wednesday, January, 16, 2007 15:04:30 +0100
Subject: Otro ex alumno, acerca de Pamuk

Hola profesor,


¿Qué tal va todo? Espero que bien. Por Estambul, todo sigue por estilo y por Turquía las elecciones y la posibilidad de que Erdogan sea presidente, ocupan prácticamente toda la información (hasta tal punto que el CHP de Baykal está ya pensando en bloquear la elección con su ausencia para que no haya quorum [en vez de seguir a ese ala más cabal que propone prepararse bien para las elecciones haciendo una alianza de todo el centroizquierda]).


(...)

Simplemente quería señalarle algunas aclaraciones acerca del post sobre Pamuk:
-Estoy de acuerdo en todo lo referente a esa relación de amor entre "El País" y Pamuk. Dicen que el amor ciega y es verdad: hace falta ser tonto o no haberse leído Estambul para que Juan Cueto llegue a decir en su entrevista de fin de año con Pamuk que éste "ha tenido una infancia difícil". Hombre, aparte de las discusiones paternas y de las peleillas con su hermano, ¿tuvo que arrastrar cárbón o vender pañuelos en la calle? El 90 por ciento de los niños de Estambul cambiaría su infancia por la del Nobel.

-El ínclito Juan Cueto sigue (a pesar de todo su entrevista es mucho mejor que la de Rosa Montero, al menos le pregunta sobre literatura) con la "persecución" que ha sufrido Pamuk. Recientemente el señor Pamuk dirigió un número del periódico "Radika"l, fue periodista por un día. Y además de aprovechar para dar leña a sus adversarios, recogió los casos de dos grandes escritores turcos (mucho más que él) que anteriormente fueron perseguidos en Turquía: Nazim Hikmet y Yasar Kemal. Supongo que para intentar compararse. Lo cual es absolutamente exagerado.

Nazim Hikmet se pasó un tercio de su vida entre cárcel y cárcel. Sin que ningún país occidental moviera un dedo para su defensa. Finalmente la unión de varios escritores internacionales (Neruda entre ellos) consiguió presionar para que se le liberase a los 50 años. Se tuvo que refugiar en la Unión Soviética, donde terminó sus días. Yasar Kemal, que también ha tenido el placer de visitar la cárcel, era el eterno aspirante al Nobel por parte de Turquía. En cambio parece que se le ha adelantado para siempre el señor Pamuk, porque dudo que otorguen dos premios seguidos a Turquía y al pobre Kemal no le queda mucho. Pero también debe ser más fácil conceder un Nobel a un apadrinado por Occidente que a esos otros dos, que se declaran comunistas.


Nazim Hikmet, Autorretrato





-De todas formas tengo que puntualizar algo de su artículo: Pamuk sí que es leído en Turquía, o al menos en Estambul. Entre las listas de ventas en turco Estambul, Nieve y El libro negro se encuentran entre los diez más vendidos. Y entre los libros más "fotocopiados", ya sabe, esos puestos de venta informales, el año pasado destacaba Estambul (y aún más Baba ve piç, de Elif Safak). Entre la gente que lee -aquí existe el mismo problema que en España- hay opiniones de todos los gustos. Yo conozco desde los que dicen que es un escritor mediocre (los menos) a los que les encanta (sobre todo hasta que escribió Nieve).

Pero con todo esto, la gente lo tiene como un tipo "rarito". Y esa es la fama que tiene: una persona introspectiva, que nunca salía de su refugio en Nisantasi, que ha tenido poco éxito en sus relaciones personales e incluso, como su alter ego de Nieve, un tanto "pajillero" (la expresión es de un amigo, liberal él y seguidor de Pamuk)


(…)


Un saludo desde Estambul,

Andrés Mourenza





Eli Safak. Fotografía procedente del blog de Pere Julià, "Crónicas otomanas"





From: Francisco Veiga Rodriguez
Subject: RE: Otro ex alumno, acerca de Pamuk
Date: Tue, 16 Jan 2007 15:44:26 +0000


Hola Andrés,

(…)

Gracias por tus puntualizaciones. La crítica a la que te refieres es culpa de mi apresurada redacción, porque me refiero a que es poco leído aquí, en España, no en Turquía [ya corregido en el texto]. Como bien dices, posiblemente Cueto no se leyó Estambul... ni ninguno de los que lo entrevistaron o reseñan. Pero se muy bien que, lógicamente [Pamuk] tiene su público en Turquía y que además éste es exigente, como creo que se deduce de lo que decía mi profesora, eso de que escribía para turistas. Lo afirmaba porque originariamente los turcos consideraban que Pamuk era "muy turco", muy suyo. De ahí, supongo, el berrinche de los últimos tiempos y el que muchos lo vean como un renegado.

No creo que Pamuk sea mal escritor (en absoluto), pero me parece que es víctima de su incontinencia. Desde pequeñito escribe y escribe durante horas y horas, (describiendo, más que analizando) y el resultado son esas novelas-río de la primera época, con mucha filfa detallista pero un pesado ritmo narrativo (o argumentos originales pero malogrados o mal planteados). Decididamente, Borges lo hacía mejor tanto en el plano formal como en el argumental.

También me da la sensación de que Pamuk está en plena evolución de estilo, y que el Nobel lo va a malograr, más que ayudarle a mejorar. Puede que ahora escriba "para estar a la altura" del premio y eso no es bueno, porque le restará libertad creativa, lo anclará en una evolución prefijada... En fin, ya veremos.

(…)

A lo mejor meto en el post de Pamuk tus puntualizaciones. ¿Te importa?

Hasta pronto,

FV

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domingo, enero 14, 2007

¿Es Pamuk el Cela turco?

















Fue hace unos meses. Un tío me gritaba algo desde otro coche; el tráfico era espeso en la autopista y avanzábamos muy lentamente. Resultó ser un antiguo alumno. "¿Escribirás algo sobre Pamuk en el blog?" -preguntaba. La escena era surrealista, y prometí que lo haría. Poco antes le habían concedido el premio Nobel al escritor turco. Pero pasó el tiempo y no le dediqué ni una línea. Quizás ahora es el momento porque comienzo a estar un poco harto. Ayer, en "El País" la separata dedicada a viajes abría con un reportaje titulado: "En Estambul, con el Nobel Orhan Pamuk", firmado por Miguel Aguilar. Pronto lo disfrazarán con modelitos para fografiarlo en la sección de modas o inventarán el sudoku Pamuk. Aunque todos los periódicos se hicieron lenguas del nuevo Nobel, en "El País" lo adoptaron. Han batido el record de entrevistas en las cuales el célebre autor no dice nada demasiado interesante, aparte de soltar sus célebres carcajadas cada dos o tres preguntas, y darle muchas vueltas a notables obviedades. Pero da igual: en el periódico ya se han llevado dos sonoros chascos con escritores mascotas. Primero con Peter Handke, a quien tuvieron que sacrificar; y este mismo verano, con Günter Grass. Pamuk no es germano, pero al menos vino inicialmente recomendado desde Alemania, publica en Alfaguara y por ello es el último grito en adopciones. Además, le va que ni pintado a las tendencias críticas con Turquía que "El País" se empeña en sacar a relucir con asiduidad. Para la línea oficial del periódico, los turcos deberían ser una especie de copia clónica de Pamuk que logró sacar partido de la melancolía nacional por el destino adverso, hasta convertirse en mimado de las editoriales europeas y auparse hasta el Nobel.

No deja de ser curiosa esta forma de ver las cosas porque hace tres o cuatro años, la pesadez narrativa de Pamuk no le hubiera resultada nada occidental ni moderna a muchos críticos. Recuerdo ahora el film turco "Uzak" ("Lejano") dirigido por Nuri Bilge Ceylan y estrenado en España en octubre de 2003. El protagonista es pamukiano: un intelectual estambuliota occidentalizado y de clase media, debatiéndose en dudas existenciales en un Estambul arrasado por la nieve. Por si no quedara claro el referente, es un gran admirador de los films de Tarkovski y el mismo ritmo de la película forma parte del homenaje al director ruso; y sin embargo, todo ello mereció el despectivo epíteto de "cine asiático de contemplación" en una crítica publicada en internet. Así que "Uzak" es oriental, pero El libro negro, sobre el cual incluso muchos admiradores turcos opinan que le sobran ciento y pico páginas, es la obra de un intelectual moderno y occidentalizado.




Cartel de "Uzak" ("Lejanía") que refleja con precisión el tono narrativo del film. La fotografía, que es del mismo director (a la vez guionista y productor) es muy bella y da una imagen inusual de Estambul para el visitante occidental


"En sus últimas obras Pamuk parece que escriba para los turistas"-opinaba el año pasado mi profesora de turco, que es medio kurda y muy crítica con el establishment oficial de su país. Cuando dijo esta frase, el laureado novelista ni siquiera había publicado Estambul. Y sin embargo, es su obra más digerible. Porque Orhan Pamuk no es un autor demasiado leído en España, seamos sinceros. Ahora se les llena la boca a muchos plumillas autóctonos, pero pocos, muy pocos, habrán tenido la paciencia de enfrentarse hasta el final, página a página a El libro negro o Mi nombre es Rojo; no digamos La vida nueva. Mi recomendación -y fue la que le hice a mi alumno en un mail posterior a nuestro encuentro en la autopista- es que comiencen con El astrólogo y el sultán (cuyo título real es El castillo blanco) y si logran digerirlo, pueden pasar a la obra más clásica de Pamuk. Que no es ni Estambul ni Nieve, obras quizá más oportunistas y "comerciales", las que mi profe definía como "escritas para turistas".

Puede dar la sensación de que considero que Pamuk no se merecía el Nobel; pero no es así. Todo lo contrario: me alegró el galardón porque supone que el gran público se acercará con mayor interés a la moderna cultura turca. Pero me hubiera resultado más convincente dentro de algunos años, dado que Pamuk aún no ha madurado como escritor. Algo similar decía Xavier Bru de Sala en una reseña muy valiente publicada en el suplemento "Culturas" de "La Vanguardia" el pasado 8 de noviembre y titulado: "Pamuk sospechoso". El autor opina que a partir de 1997 (con la concesión del premio a Darío Fo) el Nobel de Literatura ha dado un giro hacia la radicalidad, "a veces más ética que estética". Dado que ninguna opción está exenta de peligros, "el principal de la presente etapa es rebajar la exigencia en la calidad de la escritura a cambio de fijar posiciones éticas. Fue el caso del mencionado Fo. ¿Es también el del turco Pamuk?" Bru de Sala admite honestamente no haber leído nada del nuevo laureado. Pero con todo y ello opina que "aún suponiéndole un valor literario de primera magnitud, parece fuera de duda que sin el escándalo suscitado en su país por las declaraciones sobre el genodicio armenio, y la inadmisible persecución posterior a cargo de los tribunales de justicia de su país, Orhan Pamuk hubiera tenido que esperar por lo menos diez, sino veinte años, hasta llegar a las votaciones finales (...) ¿Puede hablarse de oportunismo por parte de ambos, el autor y la Academia Sueca? No quisiera pronunciarme de modo rotundo hasta haberle leído, pero no parecen nada infundamentadas las sospechas. Por si acaso, como todos aprenden de sus errores, mejor será, para cualquier escritor, insistir en la radicalidad estética".

En efecto, el Nobel de Pamuk ha levantado acusaciones de ser demasiado político, sobre todo en la misma Turquía. En una de sus últimas entrevistas publicadas en "El País", el autor denota una clara amargura por el trato que se le ha dado en su propia tierra. Y lo peor es que no se refiere a los sectores de la ultraderecha nacionalista o el establishment más reaccionario. En realidad cita acusadoramente a la prensa en general y a la "opinión pública". Los periódicos occidentales han hecho frente común con Pamuk y eso ha terminado de agravar la situación. Por lo tanto, algo chirría entre el laureado escritor y sus compatriotas: parece que no se comprenden ni se aceptan muy bien el uno a los otros y viceversa.


¿Ha podido usted con él? Portada de la edición española de El libro negro, publicado en turco en 1990



Desde aquí eso no se entiende y se toma como prueba de que el problema no está en Pamuk, sino en Turquía, que no es una sociedad moderna, sino algo parecido a una autocracia militar, una especie de Chile en los setenta donde es fácil ir a la cárcel por un mal chiste o un quítame allá esas pajas. La conclusión -y de ella se abusa con liberalidad- es que Turquía no es un país europeo ni un candidato a entrar en la UE. Pamuk contribuye echando leña al fuego: "Lo que es verdaderamente fatal para Turquía es que no tenga una democracia desarrollada. Eso sí que me importa de verdad. Lo de la UE me importa un pito, en tanto en cuanto en Turquía haya una democracia". Eso decía, por ejemplo, en una reciente entrevista concedida a Rosa Montero y que apareció una semana antes de que fuera publicada Estambul en España. Y en otro momento añadió (entresacado por el periódico): "En Turquía has de tener cuidado con las palabras. No es una sociedad occidental y te castigan por lo que dices". Conclusión final de los redactores de "El País" y derivados: ¿Cómo pueden ser los turcos tan cerriles para no caer de rodillas ante Pamuk? En realidad todos ellos deberían tomarlo como modelo de lo que debe ser un turco moderno en nuestros días. Y no les cabe en la cabeza otro enfoque. Pero sí que existe y precisamente desde aquí deberíamos entenderlo mejor que en otros países europeos.



Primero, en relación al espectáculo que se organizó en torno a las denuncias contra Pamuk. Algún que otro medio español llegó a escribir poco menos que Pamuk había obtenido el Nobel en la cárcel, cuando lo cierto es que las dos denuncias que se interpusieron contra él ni siquiera dieron lugar a juicio. Es verdad que en Turquía una parte de la judicatura tiende a la derecha conservadora, pero eso no es tan original. Precisamente, por estos pagos tenemos cierta experiencia similar con algunos jueces de la Audiencia Nacional, asunto que, por cierto, está de lamentable actualidad. Por otra parte, en ningún país democrático se puede impedir que cualquier ciudadano vaya y presente una denuncia contra otro por la motivación más carca que ocurrírsele pueda. El hecho de que las denuncias contra escritores como Perihan Magden o Eli Safak (entre otros) no hayan prosperado, parece probar que no hay una campaña consistente organizada desde el poder. Por cierto que en el mundo mediático hispano se acumulan las denuncias de los unos contra los otros por ofensas tan reales como irreales y mucho se iba a indignar buena parte de la ciudadanía si eso sirviera para respaldar la candidatura al Nobel de algún impresentable que todos tenemos en mente, por mucho que lo apoyaran desde cualesquiera país europeo o americano.


Ceremonia de concesión del Premio Nobel de Literatura a Camilo José de Cela, 1989




Por otra parte -y esto también ayuda a entender los parámetros del caso Pamuk desde aquí-, en internet aún se conservan los ecos de aquellos panegíricos que levantó la muerte de Camilo José Cela en 2002. En líneas generales, fue un fallecimiento lamentado, a pesar de la avanzada edad del autor y de que había acumulado los premios literarios más importantes de habla hispana y, él también, el Nobel de Literatura, en 1989. Pero hubo muchos que lo denostaron, incluso en el momento de su óbito. La cosa venía de atrás: sus extravagancias no siempre fueron bien entendidas, sobre todo aquellas más relaciondas con el simple afán de notoriedad y dinero. Existía un Cela vanidoso que siempre se consideró un genio e hizo lo que le vino en gana. Con los años, no llevó bien que nuevas generaciones le restaran notoriedad, y asomó cada vez más el viejo cascarrabias. Su obra literaria era realmente excelente, pero sus actitudes personales terminaron por distanciarlo del país. Para muchos era, simplemente, un "facha".

Finalmente, y apenas dos años después de su muerte, un historiador y colega de mi Departamento, el profesor Pere Ysàs, descubrió documentos según los cuales Cela había sido informador del régimen franquista y que en fechas tan avanzadas como los años sesenta, llegó a ofrecer consejos y asesoramiento al Ministerio de Información y Turismo, presidido entonces por Manuel Fraga. Ysàs publicó su hallazgo en el libro: Disidencia y subversión. La lucha del régimen franquista por su supervivencia (1960-1975), editado por Crítica en 2004. Pero la noticia tuvo tanto eco que hasta la publicó "The Guardian": "El novelista español y premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, fallecido hace dos años, fue un informante del régimen fascista de Francisco Franco y en los 60 traicionó a los intelectuales cercanos a él"-podemos leer en una crónica publicada en la red por "El Mundo" (25.09.2004). Según rezaba la noticia, en un documento interno del citado ministerio, Cela sugirió los nombres de algunos escritores disidentes que podrían ser "subordinados, domesticados y reconvertidos". Era el año 1963, esos autores habían firmado una carta contra la represión de los mineros asturianos -también lo había hecho el escritor gallego- y Cela comentaba que algunos de los intelectuales eran ''recuperables si se les estimulaba publicando sus obras o mediante sobornos''. Entre ellos figuraba Pedro Laín Entralgo (!) que más tarde devendría director de la Real Academia.



Cela a finales de los años sesenta


Según la crónica, existió intencionalidad explícita en los comentarios del escritor. Cela "aconsejó", "relató al gobierno", "recomendó al régimen franquista", por lo que no parece que las afirmaciones fueran meros exabruptos casuales -muy característicos de ese autor- contra determinados colegas, recogidos sin él saberlo por algún chivato ministerial. Prometo preguntárselo a Pere cuando lo vea por el pasillo pero, de todas formas, el dato preciso posee escasa relevancia para este post. La anécdota, tergiversada o no, contribuyó a darle contundente consistencia al sordo rechazo que alentaba en España contra Cela. Muchos vieron confirmada la sensación epidérmica de que era un facha, un tiranuelo en lo íntimo o una persona tornadiza y poco íntegra en lo ético, convertido al final en el nombre de una fundación o una universidad de pago. Y así fue como la amarga causticidad que asomaba en el Viaje a la Alcarria o La colmena, regresó a sus orígenes en los ásperos torrentes de la mala leche hispana.

El escritor yugoslavo Ivo Andric, premio Nobel en 1961. Fallecido en 1975, su figura fue víctima de las pugnas nacionalistas durante la destrucción de la república: tras los debates sobre si era croata o bosnio, siguió el de su implicación en lo que se quiso ver como un temprano plan de limpieza étnica

Sí, es evidente que tanto en el rechazo de Cela como en el de Pamuk late la envidia, corrosivo pecado mediterráneo que los turcos consideran el peor de todos, y contra el que intentan protegerse con ese amuleto tan castizo consistente en un ojo azul de vidrio. O quizás estamos realmente ante la verdadera maldición de los Nobel. Ahí está Ivo Andrić, al que en 1999 pusieron a la altura del betún en Occidente cuando se aireó que como joven funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores yugoslavo había trabajado en un proyecto para deportar a la población turca de Kosovo, allá por 1938. O las críticas dirigidas a Neruda por sus loas líricas al stalinismo en aquellos tiempos en los que nadie cuestionaba al “Padrecito”. La vida e imagen de los Nobel pueden devenir azarosas; pero quizás ello es debido al empeño de la Academia Sueca por demostrar, ni que sea implícitamente, que el premiado es la esencia de lo mejor que posee un determinado país y sus ciudadanos. Y este espejismo –por lo que tiene de convertir al Nobel en espejo de virtudes- es no sólo cuestionable, sino incluso abusivo. Los turcos tienen hoy todo el derecho a dudar de eso, como en su momento lo ejercieron los españoles que consideraron a Cela un soberbio escritor, pero no necesariamente lo mejor que había dado el país y no había por qué identificarse con él como supuesto modelo intelectual, humano o político y, lo peor y más forzado, ético. Creo que entonces nos asistía el derecho a pensar así, de la misma forma que a una parte de los turcos –no necesariamente militares, nacionalistas o de extrema derecha- pueden hacerlo también ahora.




ADENDA


Carta publicada por "El País" el 14 de septiembre de 2005 y firmada por el autor del post


Vaya por delante mi rechazo a la obtusa postura de las autoridades turcas ante cualquier asomo de debate público sobre la cuestión armenia, que la pasada primavera ocasionó la cancelación de unas conferencias académicas sobre este asunto; y ahora, la denuncia contra el escritor Orhan Pamuk. Pero tampoco es como para rasgarse las vestiduras. En primer lugar, porque las declaraciones de Pamuk son ya del pasado 6 de febrero, y mientras la fiscalía de Sisli es la que ha persistido en la denuncia, la de Estambul la ha retirado al no considerar las declaraciones constitutivas de delito; por lo cual, el asunto parece tener componentes de show mediático a la vista del próximo 3 de octubre [Nota: Fecha en la cual la Unión Europeoa aprobó formalmente la candidatura turca]

En cualquier caso, algunas reacciones de las autoridades turcas no son producto del kemalismo, sino reflejo de aquellos años, no tan lejanos, en que desde altas instancias occidentales se les daban instrucciones concretas para que hicieran el trabajo sucio contra izquierdistas e islamistas. Eso fue precisamente lo que liquidó al kemalismo histórico y lo sustituyó por un militarismo que la OTAN se encargó de controlar y utilizar. Pero es que además, en el corazón de la muy democrática UE perviven distorsiones legalistas mucho más preocupantes que el asunto de Pamuk. Hace muy poco tiempo, el Tribunal Constitucional alemán denegó a España la entrega del presunto terrorista Darkazanli, y lo dejó en libertad, saltándose la aplicación de una euro orden, en base al hecho de que el acusado posee la nacionalidad alemana. Este mismo verano, Serbia accedió a la extradición del presunto terrorista Boucher a las autoridades españolas. ¿Quién hubiera imaginado una situación así hace pocos años?¿Qué hubiera pasado si Ankara o Belgrado se hubieran negado a extraditar acusados de terrorismo en base a los recovecos nacionalistas de sus respectivas legislaciones? Puede que Turquía no acceda nunca a la UE, aunque a lo peor es porque sus mismos fundadores, o la derecha europea, aliada con cierto nacional-progresismo de nuevo cuño, terminan por reventarla desde dentro, distorsionando las leyes que sus mismos gobiernos aprobaron y escondiendo los restos del estropicio bajo la pesada alfombra del doble rasero, de chillones colores populistas.

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lunes, octubre 30, 2006

De Nansen a Grass: historia de dos silencios
























De 1922 a 1945 y 2006: historia de dos silencios

El sorprendente suceso ocurrió el 13 de diciembre de 1922. En plena conferencia de Lausana, el ya célebre humanista y Alto Comisionado de la Liga de Naciones, el noruego Fridtjof Nansen, expuso su informe ante los delegados presentes, recomendando un intercambio de poblaciones entre Turquía y Grecia, como “única forma de asegurar la pacificación del Próximo Oriente”. Los representantes turcos, y en especial el caústico doctor Riza Nour, se frotaron las manos. Como este diplomático reconoció más tarde en sus memorias, la propuesta de Nansen fue miel sobre ojuelas, pues incluso el mismo İsmet Paşa –luego İsmet İnönü, jefe de la delegación y presidente de Turquía a la muerte de Kemal Atatürk- deseaba que la minoría griega abandonara Anatolia lo antes posible. Pero no sabían cómo vencer las seguras retincencias de los británicos y franceses. De ahí la importancia de la intervención del noruego: no sólo abrió camino, sino que avaló la que sería una de las operaciones de limpieza étnica más descomunales del siglo XX en la que estuvieron implicadas Grecia y Turquía con la bendición de las grandes potencias de la época, Gran Bretaña y Francia en especial.

Recordemos cuál era la situación por entonces: en 1922, las tropas nacionalistas turcas lideradas por Mustafa Kemal habían derrotado a las fuerzas griegas, que habían ido ocupando más y más territorio de Anatolia desde que en 1919 los británicos les permitieran desembarcar en Esmirna. El intento de recuperar Anatolia y recrear la Megali Idea (Gran Idea) o suerte de nuevo Imperio bizantino, terminó en desastre militar para los griegos, pero de paso también llevó a la expulsión de franceses, italianos y británicos, las fuerzas ocupantes que se habían repartido Turquía en zonas de influencia. La victoria militar turca dejó obsoleto el tratado de Sèvres, impuesto por los vencedores de la Primera Guerra Mundial al fenecido Imperio otomano; de ahí que en 1923 se convocara la conferencia de Lausana. Ésta dio origen al moderno Estado turco, pero además fue la alfombra bajo la cual se disimuló el enorme intercambio de poblaciones entre Turquía y Grecia, que significó la expulsión y reasentamiento de 400.000 musulmanes y 1.300.000 griegos. El impacto en Grecia fue brutal, dado que por entonces su población total era de unos cuatro millones y medio de habitantes: el reasentamiento de parte de esos refugiados en algunas de las regiones más pobres del país tuvo mucho que ver con la posterior guerra civil de 1946 a 1949.


Fotografía de Fridtjof Nansen cuando era todavía un joven explorador. Ésta y la siguiente proceden de una web hagiográfica sobre el humanista noruego.













En Grecia existe la leyenda de que Eleuterios Venizelos, el gran estadista que representó al país en Lausana, fue el verdadero artífice del acuerdo. Una paradoja añadida al hecho de que un explorador, ecologista y pacifista como Nansen resultaba ser el padre intelectual de la idea. Nansen, que había recibido el Premio Nobel de la Paz en 1922 por su labor en pro de los campesinos rusos y ucranianos durante la gran hambruna de 1921 fue ayudado en su humanitaria labor, nueva paradoja, por un desconocido oficial del Ejército noruego llamado Vidkun Quisling, que devendría primer ministro al servicio de los nazis, durante la ocupación del país, y cuyo nombre sería para siempre, sinónimo de traición.

Hasta ahora, el devastador intercambio de poblaciones auspiciado por la conferencia de Lausana había sido objeto de muy escasos estudios monográficos, lo cual es comprensible, porque constituye una vergüenza histórica para la diplomacia occidental, voluntariamente olvidada. No así por los nacionalistas serbios y croatas, que en 1991 la recordaron como referencia para justificar las limpiezas étnicas que acompañaron las guerras de la ex Yugoslavia. Pero ahora, el evento se estudia con detalle en un libro de reciente aparición: Twice a Stranger. How Mass Expulsion Forged Modern Greece and Turkey (Doblemente extranjero. Cómo las expulsiones masivas forjaron las modernas Grecia y Turquía) firmado por el periodista británico Bruce Clark.


Un "pasaporte Nansen", documento ideado para apátridas y refugiados sin papeles de identidad internacional

















El papel de Nansen viene a cuento de la conmoción levantada este verano por la última confesión de Günter Grass sobre su pasado como recluta de las Waffen SS, y también el intento de explicar la adscripción del actual Papa Benedicto XVI a las Hitlerjugend desde 1941. Aparentemente todo se reduciría a una conclusión bien sencilla: casos como los mencionados hay muchos, sobre todo en personalidades de más edad, por la sencilla razón de que eso comporta el haber vivido una amplia gama de épocas históricas. Es cierto que lo bueno y lo reprobable está en función de los demás, del contexto social en el que se vive, y por ello el pasado es otro mundo. Nansen no fue aplaudido por lo que puso en marcha en Lausana, ni siquiera en aquella época; pero fue justificado y el hecho no quebró su biografía gloriosa. Evidentemente, de haber propuesto lo mismo para el caso de Yugoslavia en cualquier foro internacional, allá por 1991 ó 1992 podría haber terminado siendo juzgado en el Tribunal de La Haya pocos años más tarde.

El caso de Günter Grass contiene una variable interesante: fue él mismo quien confesó ese pecado biográfico y lo hizo a una edad avanzada. Parece claro que han pesado conveniencias muy personales. Por ejemplo, de haberlo hecho al inicio de su carrera literaria, en los años sesenta, ésta habría quedado muy obstaculizada o incluso interrumpida. La confesión de Günter Grass es de “final de época” y vistas las cosas así quizá no sería un acto tan reprobable. Vendría a ser la calculada pieza final que haría cuadrar en su justa medida toda la trayectoria literaria de Grass: no es lo mismo escribir bajo el peso de la culpa que en posesión de la total tranquilidad de conciencia. También cabría pensar en interpretaciones más maliciosas: los últimos veteranos de la Segunda Guerra Mundial están muriendo, quedan cada vez menos testigos, y el momento es apropiado para confesiones limitadas. Pero quizás ese planteamiento sería más apto para el actual papa Benedicto y su pasado en la Segunda Guerra Mundial, que para Grass.


Fotografía de Günter Grass. Procede de su biografía en Wikipedia
















De lo que no cabe duda es que, de nuevo, la época histórica ha ejercido su tiranía. En 2006, aquella contienda comienza a quedar realmente lejos. Y no sólo por el lapso temporal de los sesenta y un años. También los códigos morales, éticos y hasta políticos heredados en 1945, empiezan a estar obsoletos. Eso no quiere decir que el alistamiento de Günter Grass en la 10ª división de choque de las Waffen SS “Frundsberg” no sea un hecho menos reprobable en sí mismo, sino que para la sociedad actual el dato resulta menos significativo que hace un par de décadas. Lógicamente, para la generación de más de cuarenta años de edad sigue siendo una cuestión central. Pero las pirámides de población son más anchas por la base, lo cual quiere decir que a una porción creciente de la ciudadanía no les afecta el asunto de la misma manera. Y no necesariamente por ignorancia: pura y llanamente porque los miedos apocalípticos del siglo XX ya no son los del XXI. Hoy por hoy, el sistema democrático de las sociedades occidentales no está globalmente amenazado, ni por el fascismo ni por el bloque soviético. El “islamofascismo” de Bush, aunque nos lo creyéramos, no tiene nada que ver con ninguno de los grandes conceptos gestados entre 1918 y 1947, matriz ideológica de nuesta época hasta 1991. Los pecados de Nansen y Grass coinciden cronológicamente con la delimitación de esa época. Ahora, la globalización ha hecho que cada país, cada grupo social o político, cada disciplina científica tenga serios problemas estructurales de coherencia interna, pero los grandes esquemas de confrontación con el otro ya son cosa del siglo XX. Por mucho que las generaciones de entonces nos empeñemos en seguir defendiendo esos esquemas como actuales, la realidad de la nueva época es mucho más tozuda. Y por ello, es muy posible que Grass, lúcido como siempre, tuviera muy en cuenta el por qué y el cuándo de su revelación.

Foto de un grupo de "reenactment" o reconstrucción histórica de la 10ª Division der Waffen SS Frundsberg, la misma en la que sirvió Günter Grass durante la guerra. Los miembros de este grupo son norteamericanos de New Jersey, New York, Pennsylvania y West Virginia y poseen su propia página web. Por lo demás, existen numerosos grupos de figuración histórica que toman como sujeto las diversas divisiones de las SS y afirman solemnemente no defender en absoluto la ideología nazi que representaban estas unidades. Para muchos jóvenes de 2006, este tipo de iconos no posee el mismo significado aterrador que veinte o treinta años atrás.

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martes, julio 04, 2006

EP [FF] “El País de las Filias y las Fobias” (2): Pajas, vigas y ojos, ajenos y propios

Nuevo artículo de Juan Carlos Sanz, contra Turquía, ayer a día 3 de julio. El fenómeno parece ya diario y destinado a promocionar al reportero hasta las mismas puertas del cielo, es decir, la directiva de la redacción, qué menos. Como ya casi no quedan revelaciones que exhumar, Sanz le da un repaso a “Los viejos tabúes que amordazan a Turquía”. Y como no, comienza resucitando a Orhan Pamuk, el asunto del pasado y repasado tema del juicio –que no juicios- que concluyó hace ya meses como parto de los montes anatolio. Orhan Pamuk, zarandeado a las puertas de un juzgado en Estambul, que según el autor de la crónica “disparó las alarmas de la UE sobre el escaso compromiso del Gobierno de Ankara con la libertad de expresión”. Hace pocos días, Sanz escribía sobre el zarandeo del patriarca de la iglesia ortodoxa armenia. Le ha dado por el asunto de los zarandeos como síntoma político, quizá porque nosotros sabemos bastante de eso, desde el zarandeo de Bono al de Arcadi Espada, con los escándalos subsiguientes.

Juan Carlos Sanz maneja informes de la UE con una envidiable versatilidad. Su artículo del pasado 26 de junio parece estar construido en buena parte sobre una
conferencia de prensa de Olli Rehn, comisario europeo para la Ampliación, fechada a 20 de junio. Aunque el tono es severo, porque difícil está la negociación, Juan Carlos Sanz tergiversa el contenido –no demasiado hábilmente, no crean- para darle el cariz que a él o a su diario le interesan. Por ejemplo, escribe: “La falta de protección de la libertad religiosa de las minorías griega (unas 100.000 personas) y armenia (60.000) y los crecientes recortes de la libertad de expresión…” Pues bien, en el informe para la prensa de Rehn, el asunto no se plantea exactamente así, sino de esta otra forma:

“Another series of shortcomings relates to the lack of any progress in addressing the difficulties faced by Muslim and non-Muslim religious minorities and communities. The draft law on Foundations currently pending in Parliament will only address some of these difficulties, namely the property regime. We have repeatedly written to the Turkish authorities asking them to amend the draft law in line with the relevant European standards. But this not does replace the need for other more far reaching measures covering all remaining aspects, such as the training of the clergy, as well as the legal status and the internal management of the religious communities.”

Rehn no habla de la “falta de protección de la libertad religiosa de las minorías”, sino de las dificultades que afrontan “minorías y comunidades musulmanas y no musulmanas”, que es otra cosa. Se refiere al borrador de ley de fundaciones, que no sólo afecta a los dichosos griegos y armenios, muy microminoritarios por otra parte en la Turquía actual –las cifras que cita Sanz parece que están hinchadas y son sobre un total de 70 millones de habitantes. Tiene que ver, sobre todo, con los alevis, nurcus, nakşibendis, fetullahcı y toda esa constelación de cofradías y cemaats (asociaciones) musulmanas que viven o sobreviven entre dos aguas: la legalidad y la ilegalidad. Y no estamos hablando necesariamente de entidades arrinconadas en la miseria, perseguidas y en jaque perpetuo. En algunos casos se trata de cofradías poderosas, con medios propios e influencia política. Por lo tanto es un problema que cara a los estándares comunitarios debe definirse legalmente, pero que no resulta fácil y menos en la actual situación de crispación política a la que contribuye el largo periodo preelectoral que vive Turquía y la continuada pesca en río revuelto de aquellos que se oponen al acceso de ese país a la UE.

Dado que Juan Carlos Sanz está más interesado en disparar emociones a base de las vetustas imágenes de griegos y armenios perseguidos por turcos sanguinarios, también podría añadir algún paralelismo con la precaria situación de derechos humanos que viven numerosas comunidades islámicas en España. Porque mucho hablar de persecución de derechos religiosos o de minorías en países distantes y luego resulta que no hay manera de que los musulmanes de Badalona tengan su propia mezquita. ¿Recuerdan el escándalo
? Cierre ilegal del templo existente, campaña vecinal en contra, ayuntamiento local –del mismo color que el periódico de Sanz- que hace mangas con capirotes para darles la razón, asunto metido bajo la alfombra y un algo etcétera muy, pero que muy desagradable para un país que se supone respeta el acervo comunitario. Si estas cosas pasan en el barrio de un ayuntamiento periférico, pueden imaginarse la que se armaría si el muy nutrido colectivo de musulmanes que viven en Catalunya pidiera una mezquita en toda regla en alguna calle céntrica de Barcelona.

Imaginemos entonces las reacciones a que daría lugar un hipotético Partido de los Marroquíes de España, o un Movimiento de los Subsaharianos. ¿Qué no puede ocurrir?¿Por qué? Ayer mismo, en un programa de TV3, varios inmigrantes, algunos de ellos expresándose en un más que correcto catalán, pedían el derecho a voto. Una mujer marroquí se quejaba de que su marido llevaba más de catorce años en Catalunya y todavía no podía emitir sufragio. Mientras tanto, en Europa, muchos inmigrantes tienen derecho a participar en las municipales. Pero incluso a escala continental: ¿Está la UE preparada para dar a sus minorías el trato que le pide a los candidatos? Al fin y al cabo han dejado entrar a Letonia sin que este país haya concedido los necesarios derechos a su enorme minoría rusa. Y han permitido a los grecochipriotas tirar abajo el plan de la ONU para la reunificación de la isla. Pero ese es otro de las trampas que diplomáticos profesionales manejan con maestría profesional y los periodistas agitan con la torpeza habitual. Queda para otro post sobre la incontinente campaña anti turca de “El País” este verano. Y sobre las cosas que Olli Rehn dice pero Juan Carlos Sanz no explica, ni bien, ni mal. Hay de sobras para post y más post.

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domingo, junio 04, 2006

Cuentos chinos explicados en turco

Hace un par de días, me encontré, casi por casualidad, con la noticia de que la policía turca había desbaratado un comando y un plan para atentar contra la vida del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan, en Ankara. El asunto era tratado, casi de pasada por “La Vanguardia”, pero apenas merecía más atención en “El País”. Ya se sabe: Turquía. ¿Y todavía hay quien se empeña en meterla en la Unión Europea? La consabida actitud supuestamente bienpensante de buena parte de la presna española.

Ayer, en cambio, se podía leer todo un extenso artículo de opinión en ese mismo “El País”, firmado por Orhan Pamuk (3 de junio, 2006, pag. 17). En la pieza, el egregio escritor turco pedía solidaridad internacional para Perihan Manden, una muy desconocida escritora turca que se ha metido en líos por defender el derecho de Mehmet Terhan a cumplir el servicio militar. Al parecer, el quinto es homosexual, pero se hubiera librado de la mili tras someterse a un examen médico: el Ejército turco considera la homosexualidad una discapacidad. Pero Mehmet Terhan ejerció su derecho a la objeción y a no pasar por un reconocimiento que considera degradante. Como la escritora Perihan Manden defendió su opción públicamente, un fiscal militar pide para ella tres años de cárcel.

Ya se sabe cómo son los militares, y más cuando les tocas el asunto de la homosexualidad en filas: en Turquía, en los Estados Unidos y hasta en España, donde hace seis años ya, el caso de un coronel que se declaró públicamente gay (¿lo recuerdan?) levantó un revuelo embarazoso que todos, uniformados y encorbatados, se apresuraron a meter bajo la alfombra, y aquí paz y allá gloria. Pero ya se sabe: “El País” adoptó a Orhan Pamuk a finales del pasado verano, en significativa coincidencia con la proximidad de las negociaciones en Bruselas para admitir a Turquía como candidato a la UE, que debían celebrarse el 3 de octubre. Desde las páginas del rotativo se hinchó todo lo que se pudo el asunto de la denuncia contra Pamuk por parte de dos fiscalías turcas, a raíz de unas declaraciones “antipatrióticas” realizadas por el escritor… siete meses antes. Uno de los juicios debía celebrarse en diciembre, pero la campaña emergió en Alemania un mes antes de que se debatiera el derecho de Turquía a la candidatura UE; vaya casualidad.

Como era de esperar, al final nadie le tocó un pelo al bueno de Pamuk. Pero la conclusión de la aparatosa historia de las acusaciones retiradas y el juicio suspendido ya no era digno de cobertura informativa. Pasó sin pena ni gloria.

Abro el diario “Zaman”, edición electrónica del 2 de junio, 2006. En cabecera una crónica titulada: “Quinta organización criminal en 7 meses”, firmada por Ahmet Donmez. El articulista se refiere a toda una serie de atentados o conspiraciones organizados por elementos de la extrema derecha, ligados de una forma u otra con círculos militares. Se puede datar que la oleada comenzó el 9 de noviembre último, con un atentado en el siempre crítico Sudeste turco (Semdinli, Hakkari) y continuó con el arresto de un coronel de la Gendarmería en Bursa; luego siguió la detención del “Gang de la Sauna” (febrero 2006) que acumulaba información sobre ministros y preparaba chantajes contra políticos. En todos estos operativos figuraban, de una forma u otra, miembros retirados o en activo de las fuerzas de seguridad turcas.

El atentado del pasado día 17 de mayo, en que un abogado intentó asesinar a cinco jueces del Consejo de Estado y terminó con la muerte de un magistrado, Mustafa Yücel Özbilgin, fue inicialmente atribuido por los nacionalistas laicos a círculos islamistas, instigados incluso desde el gobierno de Erdoğan. Pero luego resultó que el terrorista, Alparslan Aslan, militaba en un grupo de extrema derecha, el Partido de la Gran Unión, escisión islamista del Partido del Movimiento Nacionalista. Su líder, Alparslan (tomen nota del nombre) Türkeş, llamado Başbuğ (Führer) por sus seguidores, fue el mentor del neofascismo turco en el último medio siglo. Por si fuera poco, resulta que un militar expulsado del Ejército está detrás de la acción de Aslan y éste lo acusó ante el tribunal de haber participado en un reciente atentado contra el diario “Cumhuriyet”, diario de tendencias laico-izquierdistas-postkemalistas. Y ahora se descubre un grupo paramilitar denominado Atabey, que poseía armas de guerra y explosivos e integraba a miembros en activo y retirados de las fuerzas armadas, algunos de unidades especiales, así como un par de mandos. El Estado Mayor del Ejército intervino y los oficiales fueron dejados en libertad sin cargos.

En Turquía hay quien dice que los militares la están armando. Que desean dar un golpe o, cuanto menos, sacar al gobierno “islamista” de en medio. Que el objetivo final es torpedear la candidatura turca a la UE. Al parecer, en las fuerzas armadas existe toda una gama de motivaciones para reventar el proceso. Desde los ultras puros y duros, para los cuales las esencias patrias están amenazadas por los mercaderes occidentales, a los más pragmáticos que desean seguir “trabajando” con los padrinos USA más que con los amigos europeos. Supongo que otros ven peligrar en la UE el enorme (literalmente: enorme) sector de la economía militar en el seno de la economía turca.

En realidad las cosas han de ser forzosamente más complicadas, porque Washington es el principal valedor del candidato turco ante la Unión Europea. Por lo tanto, ya pueden ponerse como quieran los uniformados turcos: donde manda capitán, no manda marinero. El pasado 31 de mayo, el “New York Times” pedía que alguien les dejara bien claro que la actitud de Washington era de “tolerancia cero a las interferencias militares”. Pero… siempre hay grupitos aquí y allá, old boys networks, rancios hombres de acción y deteriorados comandos a base de pringaos de todo pelaje. Y no digamos si los servicios de algún país de la misma UE estuvieran detrás de la intentona; porque de todos es sabido que Turquía tiene poderosos enemigos en el selecto club europeo.

En cualquier caso, la situación está delicada. Es evidente que los viejos partidos laicos verían con deleite la caída en desgracia del Partido de la Justicia y el Desarrollo y del mismo Erdoğan. Porque a pesar de los pesares (y precisamente a ello es debido tanto complot) parece que a todas luces el actual partido en el poder volverá a obtener mayoría absoluta en las cercanas elecciones. ¿Significará eso el triunfo de los islamistas, la posibilidad de que Turquía se convierta en una república fundamentalista? Ni de lejos. El Partido de la Justicia y el Desarrollo tiene poco de islamista y mucho de tecnócrata. Agrupa a votantes y militantes de muy diversas tendencias, hartos de los politiqueos y el desgobierno de las mil y una coaliciones de gobierno en los últimos cincuenta años, que si Ecevit, que si Demirel, que si la Çiller y el estrafalario Erbakan de por medio. En parte, el partido del actual gobierno representa también a una amplia burguesía verde surgida en los años ochenta: profesionales liberales, empresarios de pyme´s, comerciantes, hombres de negocios. Gentes poco inclinadas al fundamentalismo, conservadores y ciudadanos de Turquía tan válidos y con tantos derechos como el sector de la burguesía laica, heredera histórica del kemalismo que ahora temen se le acabe el chollo. En todo caso, no ha lugar para planes de exterminio mutuo, ni nuevos golpes. Ha comenzado una nueva era para una nueva Turquía: es tiempo de reconciliación y modernidad, de trabajar unidos para integrarse plenamente en Europa.

Ese es el asunto gordo, lo que se está jugando en Turquía. La libertad de objeción es muy importante, sí. Los libros que gracias a su martirologio pueda vender Orhan Pamuk para consumo de intelos occidntales, también. Las guerritas montadas por tal o cual plumilla han de tener asimismo su rinconcito corporativo, ¿por qué no? Pero da la sensación de que nuestra prensa, y en especial “El País” no se enteran mucho de la copla. Porque al fin y al cabo, el régimen que dicen defender los militares turcos en sus soflamas neokemalistas (por llamarles algo) es una especie de socialdemocracia laica. Si los “expertos” de “El País” no se alinean con el partido de la Justicia y el Desarrollo (seguramente alguien se empeña en asimilarlo mecánicamente al PP) ni con el opositor Deniz Baykal y su Partido Republicano Popular (el CHP: un lejano resto kemalista, formalmente social-demócrata), ¿qué opción les parecería más aconsejable?. A lo mejor el despiste está en la raíz de lo que cada vez parece manifestarse más claramente como actitud turcófoba del periódico.

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