En el proceso, registrado también en una cinta de video, actuaron como jueces un politólogo que había trabajado con la Securitate y que después sería nuevo jefe de los servicios de inteligencia rumanos (Virgil Măgurenau); un personaje extravagante, geólogo y adepto a las ciencias ocultas (Gelu Voican Voiculescu); y el general Stănculescu, futuro ministro de Defensa y hasta entonces jefe del complejo militar industrial. Él mismo había facilitado a Ceauşescu la huida de Bucarest en helicóptero intentando dirigirlo a algún lugar controlado por el ejército. Posiblemente para hacerlo prisionero y una vez a buen recaudo, negociar su destino con otros protagonista o grupos de presión. Sin menospreciar el protagonismo de militares y políticos en su ejecución, algunos recién llegados a la escena política demostraron un fanatismo que a veces resultó decisivo. El ya citado Gelu Voican Voiculescu, surgido literalmente de la calle para terminar convirtiéndose en ministro de Asuntos Exteriores, fue uno de los que más insistieron en ejecutar a Ceauşescu inmediatamente, en virtud de la "justicia revolucionaria". Tanto acudió a argumentos extraídos de la obra de Descartes referidos a la razón de estado, que la palabra clave para el proyecto de liquidación fue "Recurrid al método"[13].
Los civiles armados contribuyerona crear una enorme confusión en los desconcertantes tiroteos que tuvieron lugar en Bucarest. Algunos pertenecían a la milicia Apararea Patriotica (Defensa Patriótica) pero la mayoría fueron civiles que consiguieron armas con rapidez
Pero existe otra interpretación para los violentos enfrentamientos ocurridos en Bucarest entre el 22 y el 25 de diciembre, mucho menos alambicada que la expuesta. La clave estaría en la actitud despechada de los militares, que buscaron en todo momento borrar las trazas de su protagonismo en la represión de las multitudes de Timişoara y Bucarest entre el 17 y el 21 de diciembre. Exasperados por el hecho de que incluso la Securitate, o al menos el grueso de sus unidades se puso desde el mismo día 22 al lado de los sublevados, fueron los militares quienes inventaron un enemigo que no existía. Abonaría esa teoría la liquidación de unidades de la Securitate fieles a la revolución en Sibiu y Bucarest sin darles opción a defenderse o explicarse, hechos que posteriormente fueron presentados como errores trágicos. En cierta manera, Ceauşescu no fue el único ejecutado de aquellas Navidades para que no abriera la boca.
Una fotografía simbólica del nuevo poder encarnaado en el Frente de Salvación Nacional: Ion Iliescu, veterano del Partido (izquierda) y un aventurero del que todavía se sabe poco: Gelu Voican Voiculescu, con su distintiva barba blanca
NOTAS[1]La pretensión del periodistas Manuel Leguineche de que las multitudes gritaban "¡Draculescu!" es una invención pura y simple. Vid.: Manuel Leguineche,
La primavera del Este. 1917- 1990: la caída del comunismo en la otra Europa, Plaza y Janés/Cambio 16, Barcelona 1990; vid. pags. 204-205. Este libro es un buen compendio de los disparates que propagó la prensa occidental en esa época.
[2] La transcripción de los confusos discursos emitidos por los revolucionarios desde la televisión constituye un documento excepcional. Vid.:
Televiziunea Româna, Revoluţia româna în direct, Bucureşti, 1990. Sólo se ha editado el volúmen 1.
[3] Vid.: "Ţăranul român postdecembrist", por Petru Ionescu, en: "
Dilema", anul I, nr. 2, 21-27.01.1993, pag. 5. Se trata de una entrevista con dos campesinos. El de la anécodta era el jefe de una pequeña granja colectiva.
[4] Ion Iliescu, nacido en 1930 es hijo de padre comunista "histórico", muerto en 1945. Activista desde los 14 años en las Juventudes Comunistas, terminó sus estudios en la URSS (Instituto Molotov de Moscú). Gran parte de su carrera política tendrá que ver con las juventudes del PCR: en 1957-60 preside la Asociación de Estudiantes Comunistas, y es nombrado ministro de la Juventud en 1967. Después pasará a ser Secretario del Comité Central para asuntos de Propaganda, cargo clave que aseguraba el interregno tras la muerte eventual del Primer Secretario. Enfrentado con Ceauşescu a lo largo de los años setenta, será enviado a la ciudad de Iaşi, capital de Moldavia, como primer secretario del Partido (1971-79). Luego ocupará los cargos reseñados en el texto. Esta biografía procede de fuentes diversas, pero de manera orientativa es interesante la publicada en "
Le Monde", ("Un vieux routier du parti"), 28 février, 1990, pag. 4, que acompaña a una extensa entrevista al mandatario rumano. Para sus raíces políticas familiares, vid. la biografía oficial de su padre, Alexandru Iliescu, en: "Anale de Istorie", XVII, nr. 5/1971, pag. 164-168, art. de Titu Georgescu.
[5] Vid.: "
Herald Tribune", 29.XII.1989, pag. 3: "Roman, a Party Aristocrat", por David Blinder. Este artículo es particularmente interesante: a pesar de estar escrito a los pocos días de la llegada de Petre Roman al poder, lo retrata, tanto en su faceta humana como política, de forma apenas superada en apreciaciones posteriores. También aporta una clave básica para entender la procedencia real del núcleo original del FSN y de su primer aparato de poder. Como complemento: Francisco Veiga, "Los Roman en sus épocas", en: "
El País", 28 de abril de 1990.
[6] El libro de Ion Târlea
Moartea pândeşte sub epoleţi. Sibiu '89 (Blassco 2000 & Mustang, Bucarest, 1993) es una de las poquísimas obras existentes sobre los poco conocido hechos de Sibiu. Desgraciadamente su estilo coloquial le resta autenticidad.
[7] A modo de paralelismo histórico, sin otro motivo que el de la reflexión, conviene recordar lo siguiente: durante la Segunda Guerra Mundial, tras la liberación de Paris por las tropas franco-americanas, la multitud jubilosa que desfilaba por las calles el 25 de agosto de 1944 fue tiroteada desde algunas azoteas y tejados. Se creó una situación de pánico y la reacción inmediata de las fuerzas de la Resistencia francesa fue disparar durante horas sobre los tejados de la capital. Apenas existen documentos sobre este incidente con datos sobre víctimas, detenidos o motivaciones (la mayoría de los francotiradores eran soldados alemanes rezagados). Pero es interesante destacar que Charles De Gaulle creyó por un tiempo que el incidente había sido creado o aprovechado por los comunistas para justificar el mantenimiento de un poder revolucionario y un estado de excepción. Posteriormente terminó asumiendo que la multitud armada y descontrolada había tenido la culpa de todo aquel desorden. Vid.: Pierre Bourget, "Ombres et légendes d'une semaine glorieuse", en: "
Le Monde", dossier "Paris libéré", 25.08.1994, pags. VIII y IX.
[8] En los comicios de 1992, el FSN-pro Iliescu se transmutó en Frente Democrático de Salvación Nacional (FDSN), aunque más adelante pasaría a denominarse Partido Demócrata Social Rumano (PDSR) mientras el FSN de Roman (consumada la ruptura entre ambos líderes), se metamorfoseó en el Partido Demócrata.
[9] Durante un tiempo algunos periodistas occidentales siguieron manteniendo exageraciones tales como que los fantasmagóricos combatientes de la Securitate, eran unos verdaderos atletas robotizados, actuaban drogados, atacaban a con rifles dotados de rayos infrarrojos o armas más fantásticas y que cuando se quedaban sin munición recurrían a los golpes de kárate. Se dijo que existía una unidad formada con huérfanos supervivientes del terremoto de 1977, que habían sido educados como jenízaros en la obediencia más absoluta. Vid. Manuel Leguineche, op. cit., pags. 204-205.
[10] En la dotación de un batallón de tropas regulares de la Securitate entraban, además de las armas ligeras, 27 morteros de 82 y 120 mm., y 6 cañones sin retroceso de 82 mm., además de 15 transportes blindados tipo BTR-60 y BMP popularmente conocidos en Rumania como TAB. Vid.: Nicolas Peucelle, art. cit., pag. 15.
[11] Poco a poco, en Rumania van apareciendo documentos y testimonios sobre la ejecución de los Ceauşescu. Por ejemplo: Dorian Marcu,
Moartea Ceauşestilor, Ed. Excelsior, Bucureşti, 1991 (con entrevistas a los dos personajes más importantes del tribunal: Gelu Voican Voiculescu y el general Victor Atanasie Stănculescu). Existe también la transcripción íntegra del juicio:
Procesul Ceauşestilor, Ed. Excelsior, Bucuresti, 1991. Un compendio muy interesante de las últimas informaciones sobre la ejecución de los Ceauşescu fue ofrecido en el programa en lengua rumana de Radio Free Europe el 26 de diciembre de 1994.
[12] Vid. un intento de recopilar los sucesos más oscuros de la revolución en: Aurel Perva y Carol Roman,
Misterele revoluţiei române, Rascruci de milenii ed., (1991).
[13] Ion Petcu, op. cit., pag. 352. Posteriormente, Voican Voiculescu no tuvo empacho en admitir repetidamente, incluso por televisión, que él había insistido ya desde el 22 de diciembre en la liquidación sumaria de Ceauşescu.