sábado, septiembre 29, 2007

Nostalgia de consumo



Cartelera de "Son Osmanlı" ("El último otomano"), comic y film que tienen como protagonista a la réplica otomana de Lawrence de Arabia, aunque su estética "kıro" no tiene nada que ver con la del lampiño arqueólogo y agente secreto británico












A continuación, un artículo de Ricardo Ginés, stringer del diario barcelonés "La Vanguardia" en Estambul, sobre la recuperación del pasado histórico otomano como artículo de consumo en Turquía. El fenómeno no es de ayer, pero es evidente que tiene muy pocos años de existencia. Entendámonos: el recuerdo del Imperio otomano siempre ha estado ahí, instalado en el corazón de la República turca. Nunca les faltó el renombre a los buenos otomanistas en la academia turca. Desde 1918 casi cualqueir turco le explicará al visitante que los árabes les traicionaron durante la Gran Guerra; a ellos, los líderes del último gran estado musulmán desde la muerte de Mahoma. Y aunque haya buenas relaciones diplomáticas con unos y con otros, globalmente continúa existiendo una complicidad con los iraníes que no es tan fácil de detectar con los árabes.


El fez, prohibido por Atatürk, hace años que es un souvenir clásico para cualquier turista que visite el Gran Bazar. La foto de juventud del gran líder, disfrazado de jenízaro, nunca ha sido un tabú, muy al contrario. De hecho, hace muchos años que el mismo Ejército turco tiene una banda jenízara (Mehterhane), dado que los jenízaros fueron innovadores en música militar, que a su vez inspiró a Gluck ("El peregrino de La Meca", "Ifigenia en Táuride"), Mozart ("Marcha de los Jenízaros" incluida en "El rapto en el serrallo", "Rondó alla turca" de la Sonata para piano en La mayor K. 331"), Haydn ("Zaïre", "Marcha turca", "Sinfonía Militar") y Beethoven ("Marcha turca" que se escucha en "Las Ruinas de Atenas" y el finale de la Novena Sinfonía). Por supuesto, que tampoco es difícil adquirir música de los tiempos otomanos.




Carátula de un producto clásico y de gran calidad: el cd de la firma Kalan sobre "Música europea para la corte otomana"











¿Desean escuchar una barcarola o un vals compuestos por el sultan Abdülaziz en 1861, o prefieron otro vals del sultán Murad V? En ese caso, pueden disfrutarlos en el cd "European Music at the Ottoman Court", editado por Kalan ya en 2000. Pero ese no es el tipo de producto a que se refiere Ginés en su artículo, sino un consumo más popular e incluso reivindicativo de las glorias otomanas. Mi recuerdo personal es el de un fast foods turco de la cadena "Sultan Ahmet Köftecisi" en el moderno centro comercial Armada, en Ankara, con las paredes decoradas a base de cronologías ilustradas por imágenes de las glorias otomanas incluyendo, atención, una porción para el Imperio bizantino.


¿Alguna conexión con la situación política? Por supuesto. Pero no como el revival de una supuesta teocracia islámica (cosa que nunca fue el Imperio otomano) sino todo lo contrario: parece ser el camino hacia una auténtica reconciliación con el pasado histórico, que subraya lo que tiene de normalizador el actual gobierno del AKP y el acceso al poder de la burguesía específicamente no laica, es decir, tecnocrática o musulmana, pero no kemalista. Además resulta útil, porque sin desmitifcar la figura de Kemal Atatürk, tiende un puente hacia los militares y los sectores más nacionalistas, dado que el Imperio otomano -como específicamente "turco"- también es su tema. Tiene algo de sarampión, qué duda cabe. Pero esa nostalgia de consumo no es nueva en absoluta; ya se vivió durante la transición española y también existió una específicamente "austrohúngara" que recorrió algunos países de Europa del Este tras el hundimiento del bloque comunista en el otoño e invierno de 1989, y que algunos autores occidentales, como el historiador François Feytö impulsaron con sus obras.


Pero ahí queda todo. Paradójicamente, la nostalgia de consumo cansa con cierta rapidez, la misma con la que avanza la transición política y social; aunque, es cierto que el futuro trae recaídas, utilziadas a veces políticamente por unos y otros. Eso lo estamos viviendo aquí, en España, y sirve para entretener al gran público sobre algunos problemas reales, y más acuales, que los políticos no resuelven. Pero eso es otra historia, que en fútbol se denomina "tirar balones fuera".




















Camisetas "Ottoman Empire", montadas sobre maniquíes de rasgos asiáticos. La divertida provocación y el estilo gráfico de la publicidad recuerdan lejanamente los de alguna campaña de "United Colors of Benetton"


“La Vanguardia” - HISTORIAS DEL MUNDO

Los símbolos del antiguo imperio irrumpen en Turquía como artículo de consumo



Otomanía
RICARDO GINÉS - Estambul. Servicio especial - 28/09/2007

El resurgir otomano invade Estambul: las mujeres lucen anillos de la época, se graba su música, los restaurantes ofrecen platos del imperio, hacen furor series televisivas ambientadas en esos tiempos y en unas camisetas puede verse a Mehmet II.

Las esencias otomanas reviven en el arte y en las costumbres de Turquía: como los muñecos de la foto, que reproducen a Nasrettin Hoca y Cömezleri

“No veo contradicción en mezclar motivos del imperio otomano con los de la República. Mustafa Kemal era un oficial del ejército otomano al servicio del sultán Abdülhamid II antes de convertirse en Atatürk". Ozkan Ari, de 33 años, tiene las ideas claras y el verbo fácil. Suele vender joyas cerca de la Istiklal, la céntrica calle de Estambul, otrora capital del imperio.

Ahora en el Ramazán, el Ramadán turco, Ozkan vende su nueva mercancía: tazas con la imagen de Atatürk y sus soldados. Junto a éstas, otras tazas con caracteres arábigos propios de la caligrafía otomana. Destacan los que forman la palabra Alá. "El imperio otomano sigue siendo muy importante. Se trata de nuestra gente, nuestros ancestros", recalca el joven.

Estambul se ha puesto de gala para celebrar el primer viernes santo del Ramazán en el recinto del Feshane, en Eyüp, uno de los barrios más tradicionalmente religiosos del Cuerno de Oro. El Feshane, la casa del fez (gorro de fieltro rojo y con forma de cubilete), fue construido en 1839 por el sultán Abdülmecit I para abastecer al ejército otomano de este tipo de gorros, usados por los turcos hasta su prohibición por Atatürk en 1925. Ahora, con motivo del Ramazán, el Feshane se reinventa en un centro de conciertos, puestos de venta y comida.

Curiosamente, entre las ofertas de televisiones, cuberterías o videojuegos, los productos de Ari no desentonan en una fiesta que en Turquía cada vez tiene un carácter más consumista. El imperio otomano se ha convertido en un producto más en la paleta comercial y no sólo en estas fechas.

Los ejemplos son muchos. El nuevo James Bond turco se llama Son Osmanli (el último otomano), que salva la vida incluso al mismo Atatürk en el celuloide. Elveda rumeli (Adiós a Tracia) es una serie televisiva de éxito ambientada en el periodo prerrepublicano. Y como Parfums Ottomans se ha bautizado la grabación en CD de una interpretación fidedigna de partituras de dos músicos de la corte otomana del siglo XVII. La osmanli mutfagi (cocina otomana) hace furor en restaurantes como Asitane y Haci Baba, ambos en Estambul, y el Sultan Menü se ofrece en el Burger King. Cuando Güler Sabanci, empresaria al mando del holding Sabanci - una de las diez mujeres más ricas del mundo- tuvo la idea de lucir un anillo otomano de grandes dimensiones, las joyerías turcas no tardaron en mostrar modelos similares. En el Ramazán, los niños disfrutan con los muñecos que reproducen a Nasrettin Hoca y su ayudante Cömezleri, que se hicieron muy populares en el imperio otomano.

En camisetas de la marca Ottoman Empire, de diseño pop, puede verse la figura de Mehmet II, el conquistador de Constantinopla. Una de las tiendas de la compañía lleva como único mensaje 1299, año del comienzo del imperio otomano según el calendario gregoriano.

Para el catedrático de la Universidad del Bósforo Edhem Eldem la importancia dada al imperio otomano no es nueva: "En los ochenta, con el primer ministro Turgut Özal, ya tuvimos un intento de síntesis del islam turco con su pasado glorioso". "Ahora con la aparición de una burguesía más conservadora se han añadido otros factores. Se conjugan tanto el revanchismo hacia una Europa que parece no aceptar a Turquía y la decepción por el republicanismo en el poder, como el auge del islam consciente de la economía encarnado por el Gobierno. Todo ello da pie a algo nuevo: lo otomano como un artículo de consumo", añade el experto en el siglo XIX otomano a La Vanguardia

La moda del renovado interés por un pasado glorioso está además presente en el mercado inmobiliario y hotelero. También lo está en el de las antigüedades, la tercera fuente internacional de divisas. "Tenemos un nivel de educación más alto que en el pasado y esto nos hace capaces de juzgar de manera más objetiva lo que significó el imperio otomano", asegura Marcel Behmoaram, dueño de la tienda de antigüedades otomanas Denizler (mares). "Fue una exitosa mezcla de religiones, etnias y culturas durante seis siglos. Y muchos piensan ahora que puede ser un buen modelo para salir del caos actual", añade Behmoaram, ciudadano turco de ascendencia sefardíaragonesa
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Vídeo promocional de "Son Osmanlı". Atención a Mustafa Kemal, el futuro Atatürk, que aparece en las últimas escenas: muy logrado

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