lunes, febrero 26, 2007

Sociedades civiles musulmanas

Dahiye, Beirut, 15 de agosto de 2007: la foto ganadora del World Press Photo. Autor: Spencer Platt, de Getty Images. Esta copia proviene de la web de fotografía Caborian




Ayer, el diario "El País", separata "Domingo", publicó un interesante reportaje firmado por Gert Van Langendonck dedicado a la "foto del año", esto es, la ganadora del World Press Photo, de Spencer Platt (Getty Images). El fotógrafo cuenta cómo el pasado 15 de agosto deambulaba por el Dahiye, suburbio al sur de Beirut bombardeado por los israelíes durante la guerra de un mes que acaba de finalizar. De repente, por entre la destrucción y los miles de refugiados, apareció un descapotable rojo ocupado por cinco chicas y conducido por un joven. En la pieza, Platt afirma: "Me gustó porque porque mostraba el otro lado de la guerra: el Beirut estupendo". En el reportaje, Gert Van Langendonck reúne a los protagonistas de la instantánea y cuenta su historia: un grupo de jóvenes libaneses cristianos en su veintena, con una amiga musulmana. En la entrevista, los chavales tratan de justificarse: aquel era su barrio, habían ido a ver los daños sufridos en el domicilio familiar, hacía calor y por eso iban con ropa ajustada y gafas de sol de diseño, una de las chicas trabaja en una ONG... Y sobre todo, no pertenecen a la burguesía cristiana.

Pero quizás, el mejor argumento lo aportó Noor Nasser, la única musulmana del grupo: "Somos libaneses. Nos vestimos así todos los días. Cualquier otro día, nadie se habría fijado en nosotros, ni siquiera en el Dahiye". Y efectivamente, compruébenlo: ninguna de las personas que roden el automóvil está reparando en él. Parece que la escena sólo le llamó realmente la atención al fotógrafo norteamericano, quizá presa él mismo de los estereotipos occidentales. Líbano es un país mayoritariamente musulmán, aquel era un barrio básicamente chií y controlado por Hezbollah, recién destruido por los israelíes, y aquel coche ocupado por lo que en apariencia era un grupo de jóvenes pijos, no cuadraba en el conjunto.

Al margen de lo que hicieran realmente los protagonistas de la fotografía en aquel escenario, tiene razón Noor Nasser: ellos son libaneses, forman parte de una sociedad civil libanesa muy desarrollada, más acostumbrada a la convivencia cotidiana que a la confrontación violenta. Las jóvenes del Morris Cooper no llevaban velo ni mostraban cautela o miedo; estaban en su barrio y formaban parte de ese Beirut que Platt, acertadamente, califica de "estupendo". Por lo tanto, el jurado de la World Press Photo ha tenido un gran acierto con el premio, porque la instantánea es en sí misma la muestra de una realidad social interesante: todo lo contrario de los estereotipos facilones a los que suele acudir la prensa fotográfica habitualmente.

















La enorme manifestación de despedida a los restos de Hrant Dink toma por la céntrica avenida Istiklal de Estambul. Es una de las fotografías tomadas por Andrés Mourenza, Rike Kalthoff y Selahattin Kaplan



Hace pocos días, el pasado 10 de febrero, Andrés Mourenza reproducía en su blog algunas fotografías tomadas por él mismo y algunos amigos, de la manifestación organizada en Estambul tras el asesinato de Hrant Dink. En total, seis instantáneas que por sí mismas testimonian sobre la diversidad de los que integraron la enorme despedida: viejos y jóvenes, cristianos y musulmanes, mujeres con velo procedentes del interior de Anatolia: la sociedad civil turca, rechazando la acción aislada del ultranacionalismo violento. Mourenza, que se está convirtiendo en el mejor periodista español experto en Turquía -ojalá pronto lo contrate alguno de nuestros grandes periódicos y ponga un poco de orden en el tema- me remitió también el link con el artículo que le habían publicado en "El Periódico" el pasado 24 de enero, ilustrado por una descriptiva fotografía de Reuters. Por desgracia, la mayoría de los periodistas han considerado que el scoop informativo y el hecho ilustrativo de lo que es Turquía en enero de 2007 estaba en el asesinato de Dink, no en la respuesta ciudadana. Si Spencer Platt hubiera cometido el mismo error, no le hubieran dado nunca el premio de la World Press Photo.

Tercera aparición del asunto en la prensa de las últimas semanas: Enric González, corresponsal de "El País" en Roma, entrevista a Pinar Selek, socióloga y feminista turca, acusada en 1998 de participar en un atentado del PKK. Tras pasar dos años en prisión y quedar demostrado que no tuvo nada que ver en lo que, de hecho, fue una explosión de gas, continúa procesada tras recurrir el fiscal. A pesar de ello, pudo salir de Turquía para participar en un seminario sobre feminismo organizado por el Instituto Cervantes de Roma. El periódico publicó la entrevista el pasado 12 de febrero en su página 43. Es muy recomendable la lectura de la entrevista, no exactamente por las preguntas de González, notablemente tópicas, sino por las afiladas respuestas de Pinar Selek.


Pinar Selek, sale de prisión, esposada, para su procesamiento

















"Turquia parece condenada a elegir entre el nacionalismo del Ejército y el islamismo" -pregunta, casi afirmando el periodista. La respuesta de Selek pone las cosas en su sitio: "Hay una tercera vía. Y el islamismo no representa un auténtico problema. En realidad, el actual Gobierno, con un fuerte componente islámico, ha sido votado por personas de izquierda que no se sentían con ánimos de votar a la izquierda política, demasiado dogmática y prohibicionista. Lo que quiere la gente es democracia, no islamismo. No hay que confundir a los musulmanes con los islamistas. Y la religión musulmana se practica en Turquía de forma mucho más relajada que en otros países". Enric González vuelve a al carga: "El asesinato del periodista Hrant Dink y la fuga por amenazas [sic] de Orhan Pamuk, premio Nobel de Literatura, parecen indicar una involución". Y la sociólga continúa poniendo los puntos sobre las íes con su respuesta: "El proceso es duro, no hay duda. Pero la dinámica hacia la democracia existe. Las manifestaciones son muy abundantes, y no hay que mirar sólo lo que ocurre en Estambul o Ankara. También hay movilizaciones en las pequeñas ciudades de las zonas rurales. Como activista del feminismo le aseguro que florecen por todas partes, incluso en las regiones más rurales y atrasadas, pequeñas cooperativas y asociaciones de mujeres. Lo que ocurre no es muy distinto de lo que ocurría en España en los últimos años de la dictadura: la sociedad va por delante del régimen político".

Un aplauso para Pinar Selek por sacar a relucir a la sociedad civil turca, aunque debe reconocerse que Enric González se lo pone a huevo con su insistencia en sentido contrario: "En las calles turcas hay más y más mujeres con la cabeza cubierta con el pañuelo tradicional". Respuesta: "Eso no significa gran cosa: a nuestras reuniones acuden también mujeres con el pañuelo. El movimiento feminista es fuerte. Por la vía del diálogo, entrevistándonos uno a uno con muchos diputados, hemos conseguido cambiar el código civil en lo referente a los matrimonios. Ahora, el marido tiene que compartir sus bienes con la mujer. También se ha modificado el código penal, para combatir los crímenes de honor dentro de la familia. Sigue habiendo malos tratos y asesinatos de mujeres en el ámbito doméstico, pero están perseguidos."

Teniendo en cuenta que Pinar Selek ha sido una víctima real del sistema, en mucha mayor medida que Pamuk (por ejemplo) resulta admirable el temple que conserva para poner las cosas en su sitio. Reitera que el movimiento feminista turco confía en el proceso de integración en la UE, "pero la UE no debe caer en las provocaciones, e incluyo en esa categoría los asesinatos de gente ilustre, porque hay quien quiere sabotear el proceso de acercamiento. También necesita paciencia. Y tiene que ampliar las vías de diálogo. Turquía no es sólo el Estado. La UE ha de conectar también con la sociedad civil." Aplauso final.

El profesor Atilla Yayla (nuestros periodistas suelen escribir mal su apellido), cuyos estudios sobre la sociedad civil turca han sido publicados en otros países de mayoría social musulmana, como Indonesia. La prensa suele mencionar sus dificultades con los ultranacionalistas, pero nunca escribe sobre sus interesantes estudios científicos. Fotografía publicada en "Zaman"



La cuestión de las sociedades civiles en los países de mayoría islámica es abordado de vez en cuando por la prensa occidental en relación a los acontecimientos centrales de la actualidad informativa, aunque sea de forma tangencial. Por ejemplo, Joaquín Luna publicó, el pasado 17 de febrero en "La Vanguardia", un breve "reportaje de domingo" sobre los iraníes de a pie, en el centro de la tensión nuclear que protagoniza su país. Pero, por regla general, suelen ser piezas secundarias, a veces incluso "casuales" o que incluso parecen tratar la cuestión en contra de la voluntad del autor. Además, terminan formando parte de lo que hace años era definido como "reportaje colorista". En fin: sigue siendo impensable pedirle a la mayor parte de los periodistas que le echen un vistazo a cualquier libro académico especializado, aunque sólo sea de vez en cuando.

Es cierto que no abundan los instrumentos para entender el moderno fenómeno de las sociedades civiles en los países musulmanes, pero alguno hay. Como el libro de Amyn B. Sajoo (ed.), Civil Society in the Muslim World: Contemporary Perspectives, (London: I. B. Tauris, 2002). Y es que la clave sociológica resulta fundamental: es precisamente la marca distintiva de los países de mayoría social musulmana más modernos. Y no sólo eso: los especialistas de esos países son conscientes de su importancia, estudian el fenómeno y comparten sus descubrimientos con los colegas de otros países similares. Un ejemplo: el libro del profesor Atilla Yayla, Civil Society and Market Economy, publicado originariamente por la Asociación Turca para el Pensamiento Liberal, fue reeditado en Indonesia por la Fundación Friedrich Naumann (Yakarta). Precisamente, Atilla Yayla tuvo problemas en Turquía por criticar el legado de Atatürk. Además de él, otros académicos han explorado esta interesante cuestión en relación a Turquía u otros países: Ihsan Yilmaz, Norman Barry, Imad-ad-Dean Ahmad, Masoud Kamali, Norani Othman y otros nombres que estudian las claves que ya están logrando modernizar a las sociedades de los países de mayoría musulmana y terminar con los mitos sobre el "choque de civilizaciones" o el supuesto fracaso del islam frente a la modernidad.

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martes, febrero 20, 2007

NOTA: Hombres violentos

Gendarmes antidisturbios rumanos integrados en la fuerza de la ONU hacen prácticas wn Kosovo. Fotografía publicada por el diario rumano "Adevǎrul" el pasado 14 de febrero. Al parecer, los gendarmes rumanos fueron atacados a pedradas por los albaneses en ocasiones anteriores







El seguimiento del plan Ahtisaari en Kosovo está siendo de todo menos tranquilo. Si en las manifestaciones del sábado día 10 organizadas por el movimiento Vetëvendosja se produjeron 80 heridos y dos muertos (víctimas de las heridas sufridas) ayer tuvo lugar un atentado con explosivos contra vehículos de la ONU en Pristina. De momento, nadie ha revindicado la acción terrorista, pero está claro que se enmarca en las denuncias contra la supuesta brutalidad de la policía especial de la ONU integrada por agentes antidisturbios ucranianos y rumanos ("Koha Ditore", 13 de febrero, 2007). Es de señalar, junto con el lógico protagonismo de
Albin Kurti, líder de Vetëvendosje!- la activa presencia de
Adem Demaçi, que parece haber convertido en profesión su muy veterana militancia como disidente albanés en tiempos de Tito. El que en su día fue Premio Sajarov del Parlamento Europeo lleva ya años apuntándose a la contra de cualquier iniciativa mayoritaria en su Kosovo natal. Mientras tanto, sigue sin explicarse el hecho de que durante la guerra de Kosovo, permaneciera en la región, en paradero conocido por las fuerzas de seguridad serbias sin que nadie le tocara un pelo. Como anécdota complementaria sobre la personalidad de este contradictorio personaje, en ocasiones intentaba cobrar las entrevistas que concedía a los periodistas extranjeros.


Mientras tanto, el montenegrino "Vijesti" publicaba el pasado día 17 que había muerto en accidente automovilístico Kujtim Berisha, uno de los principales testigos de cargo contra Ramush Haradinaj, antiguo comandante de la guerrilla del UÇK, y posteriormente, primer ministro kosovar durante un corto periodo de tiempo (3 de diciembre 2004-marzo de 2005), además de líder de la Alianza para el Futuro de Kosovo o AAK (Aleanca për Ardhmërinë e Kosovës). El juicio contra este personaje comenzará en el TPIY de La Haya el próximo 5 de marzo, acusado de practicar la limpieza étnica y las represalias contra civiles serbios, diversas poblaciones minoratarias y albaneses "desleales", sobre todo en torno a Pec y Decani (1998). En total, 37 cargos por crímenes de guerra, emitidos en febrero de 2005. El testimonio del gitano Kujtim Berisha se refería al presunto asesinato de dos de sus familaires a manos de los hombres de Haradinaj en la localidad de Reznici, en agosto de ese año. La importancia de Berisha radicaba en que era uno de los muy escasos testigos que la fiscalía había podido conseguir contra Rasmush Haradinaj, un problema del cual se ha quejado en numerosas ocasiones Carla del Ponte. Aunque el accidente pudo haber sido casual (la biografía de Haradinaj en Wikipedia, claramente parcial, señala que el conductor montenegrino estaba bebido), la policía de la república ex yugoslava investiga activamente el caso. Tanto la prensa kosovar como la serbia han comentado en ocasiones que las víctimas de algunos asesinatos inexplicados en Kosovo podrían ser precisamente testigos protegidos de la acusación contra Haradinaj.

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jueves, febrero 15, 2007

NOTA: ¿Al Qaeda contra Pasdaran?


Enseña de los Guardianes de la Revolución iraníes. Ilustración procedente de Wikipedia


El atentado con coche bomba en las inmediaciones de la ciudad iraní de Zahedan, capital de la provincia de Sistán-Beluchistán, situada en el extremo este del país, junto a la frontera con Afganistán y Pakistan, acaparó hoy páginas destacadas de la prensa occidental. El ataque se perpetró contra un autobús de los Guardianes de la Revolución (conocidos en persa como Sepah -"ejército"- o Pasdaran -"guardianes"-) produjo once muertos, de la conocida milicia iraní. De momento, y que se sepa, existe todavía una cierta confusión en torno a la autoría del ataque, dado que la zona donde se produjo el ataque, situada cerca de las fronteras con Pakistán y Afganistán, es muy porosa y menudean los incidentes con organizaciones dedicadas al contrabando y plagada de refugiados e inmigrantes pocedentes de los países vecinos. Además, la región de Sistán-Beluchistan es la más pobre de Irán y es feudo de la minoría beluchi. Por lo tanto, la atribución de la autoría real del hecho puede variar en las próximas horas.

Sin embargo, de momento se ha atribuido a un oscuro grupo terrorista conocido como
Jundallah, es decir, “Ejército de Alá” dirigido por Abdulmalak Rigi. El grupo tiene sus bases en Pakistan y opera en la provincia baluchi de Irán. Su soporte ideológico es doble: de un lado parece defender los intereses de los baluchis en esa empoberecida provincia, y de otro se declara defensor del credo suní. Pero lo más interesante en este caso es que también parece poseer vínculos con Al Qaeda.

La primera impresión que deja el atentado podría ser la de que estamos ante un operativo preparado por los Estados Unidos, como respuesta a las recientes denuncias de que Teherán, a través de los Pasdaran y de Hezbollah, está armando con modernos arsenales a las milicias chiíes en Irak. De hecho, incluso podría estar suministrando armas de última generación a la insurgencia suní, lo que explicaría el derribo de seis helicópteros militares norteamericanos en las últimas semanas. Pero, muy significativamente, las mismas autoriades iraníes, muy dadas a culpar a Washington de cualquier acción de estas características, se han refrenado esta vez. Y sin embargo, el ataque ha estado ejecutado con letal profesionalidad y ha ido dirigido contra uno de los símbolos más claros del actual régimen iraní, los Guardianes de la Revolución; y además, en fechas conmemorativas del triunfo de la revolución los ayatollas, de 1979.

Por lo tanto, aquí tenemos de nuevo un escenario repetido una y otra vez en el mundo musulmán durante los últimos meses: enfrentamientos entre chiitas y suníes, como en Irak, como en Líbano y Pakistán, posiblemente manipulados desde el exterior. Y sobre todo, Al Qaeda contra chiíes, esta vez de una manera bastante evidente. Por lo tanto, un breve apunte para dejar marca de un tema a reseguir, sobre el que ya se escribió aquí este mismo verano, ante la posibilidad, precisamente, de que Hezbollah terminara enfrentándose a Al Qaeda (14 de septiembre, 2007); y también para insistir en que ese tinglado terrorista, definido muchas veces como “ultramoderno” e “ingenioso”, en realidad ha contribuido a abrir verdaderos supermercados del terrorismo y crimen de estado susceptibles de manipular la trade mark Al-Qaeda en busca de los objetivos más variados; incluyendo la lucha contra la misma organización liderada por el millonario saudí Osama Bin Laden.

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domingo, febrero 11, 2007

Doble rasero + hechos consumados = Kosovo (y 2)

El 20 de marzo de 2004, una turba de adolescentes albaneses asaltó y quemó la Iglesia de San Sava (Kosovska Mitrovica) sin que las tropas francesas de la OTAN en Kosovo (KFOR) hicieran nada por impedirlo. El contingente alemán raccionó de la misma forma pasiva en Prizren. La actitud de la OTAN en Kosovo, asimilada a su cuestionada eficacia militar en Afganistan, no parecen una garantía muy firme para mantener la paz social en misiones de ingerencia





El editorial de “El País” del pasado 8 de febrero venía a decir que esta vez los serbios no podrán eludir el trágala con el plan de Ahtisaari para Kosovo. Incluso Rusia, interpretaba el rotativo, “entiende que no puede haber una solución muy distinta de la actual”. Y continúa remachando, el autor del editorial: “Como debería entenderlo Belgrado. Todo retraso es absurdo, doloroso y muy caro para todos”. El editorial, claro está, no preveía las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Ivanov, dos días más tarde, en Sevilla, durante la última cumbre de la OTAN. Controvertidas afirmaciones, desde luego, pero también con un punto de razón: “No juguemos a ser dioses” – afirmó Putin al día siguiente en Munich, en referencia a la cuestionada forma de presentar el plan para Kosovo, por separado, a cada una de las partes, sin contar con el diálogo directo entre ellas.




Obra destructiva concluida: la Iglesia catedral de San Sava tras los incendios y saqueos




En pocas horas, la situación se ha torcido en Kosovo. Como era de esperar, como pronosticó Jean-Arnault Dérens en su artículo ya citado, los extremistas albaneses del movimiento Vetëvendosje (Autodeterminación), liderados por Albin Kurti, la armaron ayer en Pristina, con un balance de 70 heridos. Según
declaraciones publicadas por “El País”, el activista proclamó antes de la marcha: "Nos dicen que podemos tener una bandera, símbolos nacionales y un himno. Eso lo tienen hasta los equipos de fútbol (…) El plan no crea un Estado independiente y soberano. Divide Kosovo en dos entidades: una de mayoría albanesa, gobernada por la UE, y otra de mayoría serbia, gobernada por Belgrado". Si, se mustian los “optimismos orgánicos” expresados por aquellos medias occidentales que siguen buscando varitas mágicas para los Balcanes basadas en el doble rasero y los hechos consumados.

Por lo tanto, los albaneses ya han comenzado a rechazar el plan. Por su parte, los serbios (los locales y los de Belgrado) también han aprendido mucho desde 1999 (incluso desde 1991), y ahora vienen desplegando una estrategia parecida a la que mantuvieron los albaneses durante décadas. Como ellos, se muestran tozudos e intratables en la persecución de sus objetivos. Bloquean las posibilidades de llegar a acuerdos, no aceptan nada que no coincida con sus planes, se atrincheran y aguantan. Es una carrera de fondo, ellos van a seguir allí cuando los mediadores internacionales y potencias intervinientes se hayan ido. Y estos ya se muestran impacientes por hacerlo, o al menos, por ir desarrollando salidas al final del túnel. De ahí esa frase de aquel ya lejano editorial de “El País” (8 de febrero), referido a lo absurdo, doloroso y “caro” que resulta el “retraso” en aceptar un plan que, guste o no, una de las partes deberá asumir.















Bajas entre los manifestantes ultranacionalistas del movimiento Vëtevendosje, 9 de febrero, 2007. Ellos también rechazan el plan de Ahtisaari en base a la soberanía limitada que otorga a un Kosovo teóricamente independiente. Fotografía publicada por "El País"



He aquí un buen ejemplo de doble rasero. Las dos frases del editorial de “El País” podrían haberse publicado en cualquier diario serbio allá por 1993 ó 1994, referidos al gobierno de Sarajevo o a los musulmanes bosnios. ¿Por qué no aceptan la inevitable derrota ante los serbios? Al fin y al cabo, hubiera razonado “Politika” (por ejemplo) “no podría haber una solución diferente" a la existente en Bosnia en esos duros años. Pero no fue así, y por entonces las mismas potencias que entonces respaldaron a las autoridades de Sarajevo contra esa lógica, se la empaquetan a Belgrado en el plan de Ahtisaari.

¿Significa eso que el proyecto es injusto, mal pensado, mal intencionado? En modo alguno. Pero a estas alturas ya empieza a quedar claro que es un plan en parte ingenuo y también muy autolimitado en sus objetivos. Aparentemente, contempla un exquisito trato democrático hacia las minorías nacionales de Kosovo, entre las que no sólo se encuentran los serbios, sino también los gitanos, los turcos, los
ashkali, egipcios, gorani y hasta 300 croatas de Janjevo. El plan define a Kosovo como una sociedad multicultural, se habla incluso de crear una nueva bandera “a la Bosnia”, con inclusión de los símbolos nacionales de todos (¿también de la microminoría croata y de los gitanos?). Incluso se menciona la descentralización administrativa, inspirada en el ejemplarizante modelo de las islas Åland, que durante mucho tiempo fueron territorio de disputa entre Suecia y Finlandia.

Iglesia de Marihamn, en las Islas Aland. La bucólica estabilidad social de los países nórdicos es un referente casi utópico para un plan de paz aplicable a Kosovo




Pero en ese punto, que es central, el documento de Ahtisaari presenta importantes problemas. De un lado, que la autonomía que se otorgaría a los ayutamientos y enclaves serbios de Kosovo sería más amplia que la que poseen la Republika Srpska en Bosnia. Si es así, resultaría muy difícil creer que los albaneses van a aceptar esta cantonalización tardía, que llega tarde y pudo haber funcionado en 1999 ó 2000. Por otra parte, también resulta difícil de creer que la "comunidad internacional" o la OTAN serán capaces de respaldar o defender una tal autonomía cuando hace tan solo tres años fallaron estrepitosamente en impedir el pogrom antiserbio. Recordemos aquellas escenas sorprendentes: los soldados franceses y alemanes de la KFOR no movieron un dedo para impedir que algunos de los santuarios más sagrados de los serbios fueran incendiados por turbas de adolescentes albaneses. Tampoco en 1999 ni despues, supieron impedir la limpìeza étnica de decenas de miles de serbios. Además, la administración internacional de Kosovo ha ido abandonando los mínimos que ella misma había fijado en 2003 referidos al retorno de esos desplazados y refugiados, así como la libertad de circulación para los ciudadanos de la provincia.
Pero una vez más, el problema central, el que debe de ser solucionado no es el texto, sino las formas, el verdadero y real talante democrático. Eso ha fallado en Kosovo y anterioremente en Bosnia. De momento sólo ha ido bien en Macedonia, porque los negociadores occidentales trataron por un igual a macedonios y albaneses. Lo que debe ser solucionado en Kosovo es un problema de relaciones, no de retórica legal. No se trata de hacer una hermosa boda, con mucho boato, coros infantiles y meloso sermón del cura. La clave está en conseguir que aquellos que fueron cónyuges recobren un mínimo de confianza en sí mismos para sacar adelante a los restos de la familia, por el bien de los hijos. Y hoy, a tres años vista de los graves sucesos de 2004, ¿qué garantía existe de que la tutela internacional pueda recostruir los puentes rotos?


Joven, demócrata y claramente pro occidental, el presidente Boris Tadić está, políticamente y humanamente, en las antípodas de lo que representaba Slobodan Milošević






El problema reside en que Kosovo es el doble rasero hecho nombre, y convertido en reino del hecho consumado. Y cuando en algún rincón del mundo un grupo de potencias aplican la fórmula “doble rasero + hecho consumado” el resultado puede ser, en el peor de los casos, el infierno de Irak. Y en el mejor, la parálisis social institucional y económica perpétua. En medio de todo ello, otra posibilidad negativa: el encogimiento de hombros de las partes y esa espera tan balcánica –unos pocos años, quizás una generación tan sólo- para volver a armarla y que esta vez gane el mejor o el más fuerte.

Kosovo es aún peor que Bosnia. ¿Por qué? Porque en la antigua república ex yugoslava se buscó una solución en la que no hubiera ni vencedores ni vencidos, en la que serbios, musulmanes y croatas pudieran sentarse a negociar en una misma mesa y con las sillas al mismo nivel. En Kosovo no se hizo tal cosa: hubo unos vencedores por KO: los albaneses. Y unos vencidos, los serbios, que fueron perseguidos, expulsados, masacrados y, finalmente, acantonados en algo parecido a las reservas indias. A pesar de estar separados por muy pocos kilómetros y de responder la intervención occidental (en teoría) a un supuesto similar al de Bosnia, la solución arbitrada fue muy diferente. ¿Por qué? Ah, una pregunta incómoda. Cuando se ponía sobre la mesa, nadie parecía saber responderla.

La solución pasaba por entender qué había motivado la intervención internacional en Kosovo. ¿Terminar con los combates entre la guerrilla del UÇK y las fuerzas de seguridad serbias?¿La humanitaria misión de acabar con los sufrimientos de la población civil albanesa? Eso es como relatar una historia comenzando por su mitad. En 1996 e incluso en 1997, las potencias occidentales ignoraban olímpicamente que en Kosovo se estaba cociendo una guerra. No querían saber nada de las acciones terroristas lanzadas por el UÇK contra las fuerzas de seguridad y los organismos administrativos serbios así como los “colaboracionistas” albaneses. Les importaba un pimiento la desastrosa situación social y económica de la provincia, la mano dura de las autoridades serbias, los cambalaches entre mafias locales, serbias y albanesas. Kosovo era un pozo de problemas, sin fondo, y ya habían tenido bastante con solucionar (al menos de momento) la guerra de Bosnia. No: la intervención de 1999 tuvo como objetivo principal destrinar a Milošević, que para entonces parecía haberse convertido en una fuente de problemas. Se calculó que una derrota militar en Kosovo lo hundiría políticamente y de paso pacificaría la zona. Pero no fue así: los bombardeos de la OTAN aglutinaron a los serbios y Milošević sobrevivió más de un año en el poder, haciéndose necesarios nuevos esfuerzos e ingentes gastos (sobre todo norteamericanos) para sacarlo de enmedio.


Fuerzas serbias del Ministerio del Interior se retiran desafiantes de Kosovo, 14 de junio de 1999, haciendo el signo de la victoria. La intervención de la OTAN en la provincia no logró hundir el régimen de Milošević





Debido a que el objetivo de la intervención en Kosovo no fue solucionar el problema político y social de la provincia y no hubo opción a la negociación entre las partes, se optó por imponer cualquier solución, tanto a los vencedores como a los derrotados. De hecho, ni siquiera hoy se permite que negocien las partes entre sí. No se contempló la posibilidad de un acuerdo bilateral negociado entre Pristina y Belgrado a fin de lograr un estatuto final para Kosovo. A cambio de ello, Ahtisaari debe escuchar y negociar separadamente con unos y otros.

En fin: doble rasero y hechos consumados. Fácil es entender que los serbios, todos, adoptaran una posición defensiva y poco abierta al diálogo en la cuestión de Kosovo. Máxime cuando la célebre resolución 1244 de las Naciones Unidas, en base a la cual se firmó la paz en la primavera de 1999, contemplaba que el territorio continuaría siendo una provincia serbia. Pero ni siquiera eso fue respetado y hoy impone el cambio, la abolición de la 1244, y la aprobación de otra nueva que consagre la independencia real o neo de Kosovo: el colmo del “double standard” y la "politique du fait acompli". La guinda final ha sido presentar el plan de Ahtisaari después de las elecciones serbias, cuando aún no se ha formado ningún gobierno: le han complicado la vida sobremanera a los partidos más democráticos y pro occidentales, posiblemente con la mala idea de que al no existir ni siquiera un gobierno fuerte en Belgrado, será más fácil imponer el proyecto.

Por lo tanto, no es de extrañar que tampoco los serbios no vean nada clara la situación, ni el plan ni la actitud de las potencias occidentales, que ahora le susurran a Belgrado golosas promesas de integración en la UE y ¡flop!, final de todos los problemas. Pero claro, las políticas de doble lenguaje siempre terminan por pisarse los cordones de uno u otro zapato. Enseguida hizo su aparición Carla Del Ponte convertida en una hidra, clamando contra cualquier promesa hecha a Belgrado que no contemple antes la captura y entrega al TPIY del general Ratko Mladić."Sería nefasto para el tribunal y la justicia internacional"- largó en uno de sus recientes viajes por aquí y por allá. En realidad hace tiempo que ella misma resulta nefasta para el Tribunal Penal Internacional y su credibilidad, y dado que no ha dimitido tras el fallecimiento de Milošević en marzo del año pasado, que marcó el fracaso total de su estrategia procesal y mediática, no estaría de más que las negociaciones por el plan de Ahtisaari terminaran de desautorizarla. El TPIY tiene todo el aspecto de ser ya un juguete roto y como tal ha quedado en un segundo o tercer plano. Pero de momento, sigue desempeñando el papel de espejo de la bruja para las grandes potencias y sus dobles lenguajes según sople el viento.

En cualquier caso, los serbios, tanto los de Belgrado como los de Kosovo, saben perfectamente que debido a las propias torpezas de las grandes potencias occidentales, guardan algunas cartas en la manga. Una de ellas es que la OTAN necesita algún resultado positivo en alguna de sus misiones internacionales, después de los patinazos que está dando en Afganistán. Por lo tanto, no es de extrañar la firmeza de Boris Tadić ante Ahtisaari, ni que los serbios se hayan enrrocado ante el plan; y menos aún cuando Putin ha expresado públicamente y sin dobleces que piensa vetar la aprobación del plan en el Consejo de Seguridad si no le convence. Y esto si que es una actitud de gran potencia en busca de su propia política exterior.

25 de septiembre, 2006. Un helicóptero retira los restos de un soldado italiano de la OTAN, muerto en un atentado en Afganistán




Por otra parte, la presencia internacional en Kosovo es cara. Supone pagar los gastos de misiones militares civiles, programas de reconstrucción y sueldos muy elevados a funcionarios y expertos desplazados a la zona. Son ya ocho años de desembolsos, que en muchos casos han sido escasamente productivos, hay cansancio y deseos crecientes de ir delegando responsabilidades en los kosovares. De otra parte, la enorme acumulación de contradicciones hace que, cada día que transcurre, crezca la posibilidad de incidentes, de crisis o de errores fatales. La única manera de deshacer muchos de los nudos inextricables que se han liado, consiste en ir pasando página. En ese contexto, los serbios pueden jugar con ventaja a bloquear y detener ese proceso de retirada.

En definitiva, parece que el problema de Kosovo no está tan próximo a la resolución como dan a entender muchos periódicos occidentales por el mero hecho de que está en juego el término "independencia", que era lo que los albaneses querían y los serbios rechazan. Los medios siguen manejando viejos fetiches: no sólo por el hecho de que la independencia -aún total y sin cortapisas- no necesariamente ha de ser por sí misma la panacea a los problemas de Kosovo, que amenaza con seguir siendo la Bangladesh europea. Es que, además, lo que resulta completamente anacrónico es el planteamiento de que Kosovo puede ser un "precedente" o un "modelo" soberanista. Desde hace dieciséis años se ha sucedido un verdadero desfile de modelos; y aquí en España, si el aluvión de 1991 no tentó realmente a vascos o catalanes para convertirse en lituanos, eslovenos o croatas, poco debe esperarse de un “precedente” albanés para llegar al cual fue necesaria una dura guerra. Además, como se explicó en el post anterior, es un error suponer que el Consejo de Seguridad puede conceder legalmente la independencia a un territorio; es que además, en pleno 2007 la cuestión no es si la UE debe convertirse en un gran estado nación decimonónico con sus frontera, su moneda y su ejército; tampoco lo es la permanencia a toda costa de estados nación cada vez más pequeños y vulnerables, cada uno con su pequeño tramo de frontera, su magro ejército y su breve emisión de euroscon la efigie del preboste local. Esa no es en absoluto la cuestión que sugiere Kosovo.

En cambio si lo es la polémica sobre si Europa occidental debería darle cancha política a sus propias minorías étno-religiosas. ¿Habría que pensar que es imposible un Partido de los Magrebíes en Francia?¿De los pakistaníes en Reino Unido?¿De los turcos en Alemania y los marroquíes en España? Desde luego es un triunfo del doble lenguaje que se esté discutiendo sobre si la bandera de un territorio medio soberano del tamaño de la provincia de Valencia debe aceptar los símbolos nacionales de una minoría compuesta por 300 personas, mientras queda en la penumbra el inevitable debate sobre la ciudadanía europea, el derecho de voto de los inmigrantes o los ciudadanos de países miembros sometidos a apartheid, como es el caso de los rusos en Letonia.


El mencionado editorial de "El País" y el artículo de Jean-Arnault Dérens coinciden en un punto: la solución al problema de Kosovo (y de otras regiones problemáticas de los Balcanes) pasa por la integracióin en la UE de todos lo spaíses de la zona. Integrados en grandes líneas de desarrollo económico. Controlados por legislaciones comunitarias y viviendo en un contexto de fornteras más relativas que las defendidas a sagre y feugo hace pocos años, se atenuarían los problemas que hoy se discuten. Pero en ese caso, ¿hacían falta tamañas alforjas para ese viaje? Si no se hubiera descompuesto, Yugoslavia habría accedido a la UE en 2004. Y ahora resulta que deberemos reconstruir la Yugoslavia de 1990 pieza a pieza dentro de esa misma UE, y que las guerras que la asolaron y dislocaron entre 1991 y 2001 no fueron necesarias; o lo fueron sólo para que las oligarquías locales se hicieran con el control de los resortes de poder. La respuesta subyace en un brillante párrafo de Jean-Arnault Dérens: "En su gestión de las guerras yugoslavas de los años 90, la comunidad internacional siguió dos principios igualmente falsos y contraproducentes: separar los problemas unos de los otros, y ganar tiempo retrasando la solución de esos problemas. La solución de Ahtisaari encierra todavía hoy la inspiración en esos dos malos principios"

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viernes, febrero 09, 2007

Doble rasero + hechos consumados = Kosovo (1)


Albaneses de Kosovo dan la bienvenida a tropas turcas de la OTAN. Entre las banderas y enseñas, un par corresponden a los Lobos Grises. Como suele ser habitual, las potencias occidentales toleraron y aplaudieron en determinados lugares, actitudes políticas que prohibieron en otros. Fotografía de Peter Dejong exhibida en Visa Pour l´Image 2006, Perpignan






El 2 de febrero, con el suspense ya reventado por las filtraciones a la prensa, el finlandés
Martti Ahtisaari presentó en Pristina el plan de las Naciones Unidas para el futuro de Kosovo. A partir de ese momento, y en días sucesivos, la máquina del tiempo nos devolvió a 1999; a veces más atrás, a 1995 ó incluso 1993. Los periódicos desplegaron los decorativos mapas históricos, "indispensables" para ilustrar cualquier crisis balcánica. Volvimos a leer esos largos artículos de opinión que partiendo de explicaciones historicistas sobre los Balcanes, logran no decir nada. Además, como el tiempo va pasando y todo se reduce a repetir viejas fórmulas, empiezan a ser sistemáticos los errores de fechas, de situaciones ya históricas, de nombres. En algún caso, reaparecieron las polémicas y ajustes de cuentas personales entre los opinadores habituales: los Balcanes, como falso espejo deformado de nuestra realidad, siempre son un pretexto útil para sacar brillo a vanidades que apenas interesan ya a nadie, fuera de los estrechos círculos de compadres en las redacciones.



Detalle de la fotografía mostrada más arriba. Sobre la bandera de los Lobos Grises, grupo armado neofascista turco, el retrato de Kemal Atatürk










Al cabo de muy pocos días, la cuestión inicial, que es el destino de Kosovo, ya va quedando olvidado. Debe reconocerse que es normal, porque en realidad poco se ha avanzado realmente. ¿Es bueno el Plan Ahtisaari? En sí mismo no es bueno ni malo. Aparentemente, parece seguir la filosofía de los acuerdos de Dayton: hacer pero sin nombrar. Kosovo recibe una suerte de independencia aunque no quedan muy claros los límites de esa definición, que por otra parte no se menciona ex profeso. En muy acertada definición de Miguel Ángel Bastenier, se trata de una "cuasi-independencia, una independencia interna, una independencia light, una independencia condicionada, en definitiva, una realidad neo que mantenga alguna forma de poder superior al Ejecutivo kosovar, pero sobre todo, que permita a cada quien interpretar ese apaño como quiera". Algunos comentaristas han sugerido que todo ello es una concesión a Belgrado. En realidad es producto de la simple necesidad: el documento de Ahtisaari no puede contener referencias a la independencia de Kosovo porque sería ilegal. El Consejo de Seguridad no puede decidir sobre la independencia de un territorio, cosa que sería contrario a la Carta de las Naciones Unidas.

Por lo tanto, uno de los problemas potenciales de esa estrategia puede ser que a la postre, no resulte realmente operativa para el nuevo Estado kosovar. En las relaciones internacionales y peor aún, en el alto mundo de las finanzas y la economía, las definiciones a medias y los estatus excepcionales no suelen ser bienvenidos. En parte, Bosnia es un ejemplo: una parte de su parálisis económica y de sus problemático funcionamiento institucional es debido a que es y a la vez no es un estado soberano, sometido a la tutela internacional. Para Kosovo se reserva esa misma fórmula, con un Representante Civil Internacional, una Misión Europea de Defensa y Seguridad y una presencia militar internacional de la OTAN. Quizá falta por definir qué competencias tendría esa tutela sobre aspectos financieros, por ejemplo, dado que uno de los grandes problemas de Kosovo es la falta de inversión y apoyo económico internacional. Desde luego, aún en el caso de que el “medio estado” kosovar funcionara, parece que poca confianza internacional podría generar. Eso suponiendo que las relaciones con la minoría serbia fueran de máximo respeto y no se reprodujeran los tristes pogroms de 2004 ni nada parecido y la situación política general del nuevo estado fuera estable. También sería imprescindible que la mayoría albanesa de Kosovo no cayera en la tentación de la unificación con Albania o no ejerciera influencias negativas sobre la minoría albanesa en Macedonia. Claro que si el Representante Civil Internacional tiene que tutelar tantos posibles imponderables y atar corto al nuevo estado, ¿qué margen de soberanía real le quedará a Pristina?

Aparte de que la tutela internacional genera un régimen esencialemnte no democrático, hay quien afirma, y de nuevo con el precedente bosnio en mente, que la soberanía tutelada por la "comunidad internacional" favorece la irresponsabilidad de lo spolíticos locales, la demagogia y el populismo, y sobre todo, una gestión muy poco transparente de los fondos públicos. Dicho de otro modo, que la tutela internacional puede ser un semillero de corrupción que no sólo afecte a los administradores locales, sino también, de vez en cuando, a los internacionales. Como afirma
Jean-Arnault Dérens, un experto francés en esta región balcánica, "la independencia de un Kosovo pobre, subdesarrollado y bajo una pesada tutela internacional, se reducirá a bien pocas cosas". Para este autor, muy crítico con el plan de Ahtisaari, Kosovo tiene una dramática necesidad de autogobierno real, pero no necesariamente de independencia, al menos por el momento. "Existen en el mundo cierto número de países que se auto administran con gran éxito, sin haber proclamado formalmente su independencia total". En realidad, continúa Dérens, hacer de Kosovo un país en que la ciudadanía pueda convivir pacífica y normalmente supone solucionar tres problemas esenciales: lograr una verdadera democratiuzaciuón-sin tutela internacional- extirpación de las redes político-mafiosas y un desarrollo económico real.

Cierto es que hay aspectos técnicos que pura y simpemente, no se han hecho públicos –sobre administración local, por ejemplo- que son muy importantes. Los medias tienden a explicarnos que los albaneses se han tomado bien las propuestas de Ahtisaari. Pero también es un planteamiento con claroscuros. De entrada, es lógico que los albaneses hayan puesto buena cara, porque el plan les es favorable: todos los partidos de Pristina pedían la independencia, y hacia ahí apunta la solución propuesta por el finalndés. Por otra parte, parece que los serbios de Belgrado son muy reticentes a aceptar el plan, y los albaneses han reaccionado como en su día lo hicieran los musulmanes de Bosnia cuando les presentaban planes para terminar con la guerra: no les gustaban un pelo, pero firmaban porque los serbios los rechazaban. De esa forma se aseguraban el apoyo de las potencias occidentales.



Símbolo del UÇK o Ejército de Liberación de Kosovo, la guerrilla que se enfrentó contra las fuerzas de seguridad serbias entre 1996 y 1999.






Pero además, como traslucía un artículo Arben Atashi en “Koha Ditore” en su edición del 3 de febrero, los políticos de Pristina comparten la desorientación que experimentamos todos cuando leimos el plan de Athisaari. Muchos piensan que el texrto puede cambiar muhco todavía. Para el periodista, empresario y político Veton Surroi, muy en su finción de oráculo reconocida por todos, “pocas cosas podrán ser cambiadas, si es que puede tocarse alguna”. Y añade que la futura presencia internacional en Kosovo todavía “tendrá demasiadas competencias”. Incluso el presidente, Fatmir Sejdu, se mostraba optimista pero cauto : al menos, decía, “si el documento no habla de independencia, los contornos del estado independiente han sido fijados”. Para los antiguos hombres del UÇK, hoy convertido en el TMK o Cuerpo de Protección de Kosovo (Trupat Mbrojtëse të Kosovës) la cuestión del futuro ejército es crucial, por cuanto es una de bases irrenunciables de la soberanía. Según el documento de Ahtisaari, el TMK será disuelto, pero tanto el primer ministro Agim Çeku como el presidente del Partido Democrático de Kosovo, Hashim Thaqi, confían en que el Cuerpo sea integrado en el nuevo Ejército kosovar o incluso sirva de plantilla para la creación de las nuevas fuerzas armadas. Este último político declara con un punto desafiante: "Somos nosotros quienes tenemos la independencia y el ejército, no es Ahtisaari quien nos los ha traído".


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Enseña del TMK, que muestra un evidente parentesco iconográfico con la del UÇK. De hecho, el Cuerpo de Protección de Kosovo fue una forma de encuadrar a una buena parte de los combatientes y mandos de la guerrilla. Actualmente forma parte del debate político en Kosovo la posibilidad de que se convierta en la plantilla de un posible Ejército kosovar


En definitiva, un apaño, como dice Bastenier, que cada uno pueda interpretar como quiera. Y que además, apenas esconde que la ONU no se fía de los albaneses para la concesión de la total independencia. Es lógico, porque las hicieron muy gordas: recordemos el mencionado progrom de marezo de 2004 dirigido contra la minoría serbia y su herencia cultural y religiosa en Kosovo. Pero también contra las autoridades internacionales encargadas de la administración de la provincia. Y podrían repetir, porque en muchos aspectos, han mantenido la actitud de "indomables" que durante años desplegaron ante las autoridades de Belgrado.

Si es esto es así, también es debido, en parte, a que las potencias occidentales, y sobre todo los Estados Unidos, Alemania, la OTAN y el TPIY les toleraron muchos excesos, miraron hacia otro lado ante sus desbordamientos nacionalistas y tomaron partido por ellos desde aquella mascarada que fue la conferencia de Rambouillet a comienzos de 1999. Allí estuvo Thaqi quien, por cierto, no leía los documentos y en ocasiones ni tan sólo sabía de qué se hablaba. Las conversaciones tuvieron que suspenderse durante veinte días por causa de los enfrentamientos políticos en la misma delegación albanesa. Durante ese paréntesis, los organizadores, con los norteamericanos al frente dirigidos por Madeleine "Maddy" Albright se emplearon a fondo para convencer a los albanokosovares para que firmaran los acuerdos porque, caso contrario "no podrían presionar a los serbios" y la OTAN no tendría plataforma argumental sobre la cual comenzar los bombardeos.

Aceptar aquello que los occidentales ponen delante, para hacer luego lo que realmente quieren: una lección que los albaneses de Kosovo parecen haber aprendido. Hoy más que nunca, porque el gobierno en el poder en Pristina es una plataforma de coalición tan débil que los “big powers” les han avisado de que se eviten los devaneos y las críticas. Toca aceptar lo que se ofrece. Y para asegurarse, se ha impulsado la creación de un denominado Equipo de la Unidad que deberá aceptar, “en nombre de Kosovo” el plan que se les presente. Esta curiosa célula está formada por el presidente Fatmir Sejdu, el portavoz de la asamblea, Kole Berisha, el primer ministro Agim Ceku y los líderes de la oposición Hashim Thaqi y Veton Surroi. Dentro de la provincia se han elevado voces muy críticas con este Equipo de la Unidad, que puentea de forma flagrante al gobierno y órganos representativos. Se habla de falta de transparencia y de ir contra los principios democráticos más elementale.
La prensa occidental no dice ni media palabra del asunto. Y así van las cosas en Kosovo, como siempre, dentro y fuera de Yugoslavia.

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lunes, febrero 05, 2007

La "turkestroika" sigue en marcha



Antes y después: Ogün Samast custodiado en público y en privado. De todas formas, escenas como éstas no son tan ajenas a la reciente tradición política de diversos países europeos: sólo las banderas cambiarían


3 de febrero: en la página 8 de "La Vanguardia" se puede leer el caso de tres parejas flamencas que suspendieron su boda al enterarse de que la ceremonia civil iba a ser oficiada por un concejal de origen africano. El edil se llama Wouter van Bellingen y milita en un partido (Spirit) que defiende el particularismo nacional de Flandes -aunque no es nacionalista. Pero es de color y eso ha sido suficiente para que las tres parejas lo rechazaran como oficiante de sus bodas. Es más, en uno de los casos, los contrayentes acudieron al alcalde para que cambiara al concejal encargado de los enlaces matrimoniales. Pero lo más alarmante es que la noticia no despertó demasiado eco en Bélgica, según explica Fernando García, autor de la crónica. Y también resulta bien significativo que el mismo concejal tampoco esté muy afectado; casi le soprenden más las muestras de apoyo recibidas. Esto del ultranacionalismo europeo es ya un fenómeno bien preocupante: uno de cada tres flamencos vota al partido xenófobo Vlaams Belang

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La viva imagen de una sociedad civil no racista: Wouter van Bellingen con sus compañeros de partido


Pero lo cierto es que Wouter van Bellingen ocupa ese puesto porque fue votado en unas elecciones democráticas. Lo defendió su alcalde, del Partido Socialista Alternativo y el primer ministro belga, Guy Verhofstadt dijo sentirse horrorizado ante muestras de un racismo tan paleto. Además de racistas, en Bélgica existen antirracistas, y muy activos, además. Recuerdo el comentario de un compñaero y amigo hace ya muchos años, cuando le comenté que acaba de ver el film de Stephen Frears My Beautiful Laundrette (1985) que cuenta la relación homosexual entre un un par de jóvenes, uno británico de pura cepa y otro paquistaní. "Es una historia interesante porque refleja el otro lado de la noticia periodística, centrada en el detalle sórdido, que muchas veces es la excepción -dijo mi amigo. Muchas veces leemos acerca de un caso de xenofobia pero se omite que son miles y miles las parejas, grupos de amigos y familias enteras que cuentan con miembros de comunidades religiosas, étnicas o nacionales variadas. Por entonces, en España apenas había inmigrantes. Hoy podemos observar diariamente muestras de aquello que en los años ochenta aún nos parecía ajeno: existen tensiones ocasionales, pero son una enorme, inmensa mayoría los casos de concordia social cotidiana entre las decenas de miles de inmigrantes de todos los colores y nacionalidades, entre sí y con los autóctonos.

Los protagonistas de "Mi hermosa lavan- dería", el film de Stephen Frears estrenado en 1985. Una historia de amor que se apoya sobre los sentimientos de la sociedad civil británica en los ochenta.


La crónica periodística referida a la intolerancia repite una y otra vez el mismo lado de la doble imagen: el minoritario. La noticia se identifica con el caso individual, con la pretensión de que es lo representativo por "sintomático". Suele ser un error interesado, pues no siempre es así. Crónicas de la prensa occidental el sábado, 3 de febrero: la policía turca trata como un héroe al asesino del periodista turco-armenio Hrant Dink. Si, las imágenes de videoaficionado son conocidas: el detenido aparece flanqueado por dos polis de paisano; todos posan, el detenido, muy serio, con actitud de oráculo de la patria, despliega una bandera turca. Sobre las imágenes, los parámetros temporales registrados por la videofilmación: 21.01.2007, 1:19 horas: ¿Con nocturnidad y alevosía?

En España tenemos una amplia y reciente experiencia histórica en ese tipo de numeritos. Nuestra transición estuvo flanqueada por notorios agentes de policías fachas, algunos con nombres muy conocidos. Aparte de ser autores de todo tipo de tropelías y de tolerar los excesos de grupos radicales, ese ambiente desembocó en un lamentable intento de golpe de estado, el 23 de febrero de 1981, a sólo cinco años del acceso de España a la Comunidad Europea. Como se recordaba el otro día en otro post de este mismo blog, durante las maniobras finales para el amarre definitivo en el proceso de integración europea, hizo de las suyas un grupo de matones a sueldo pagados con fondos reservados del gobierno socialista de la época y rodeados de la misma iconografía ultra que ahora vemos en Turquía. Pero, a pesar de las numerosas voces en contra del ingreso de España en la CE -sobre todo en el país vecino, el mismo que ahora demuestra gran beligerancia hacia la candidatura turca- finalmente lo logramos; eso sí, con un considerable retraso debido a lo que en su día se denominó el “giscardazo” (junio de 1980).















Una imagen vergozosa de España que dió la vuelta al mundo: el TeCol Antonio Tejero toma el Congreso el 23 de febrero de 1981, al frente de 200 guardias civiles. La acción tuvo que ver con la pervivencia del "estado profundo" franquista; aún sobreviviría algunos años más


Si España fue admitida en la CE en 1986, fue debido, en buena medida, a que existía una sociedad civil muy activa con nulas ganas de regresar a los escenarios políticos de la guerra civil. La mayor parte de la sociedad española estaba compuesta por gente muy tolerante; la clase política era también de calidad. Los empresarios eran personas suficientemente emprendedoras y capaces. Algo similar sucede hoy en día con Turquía. Muchos periodistas europeos sacan estos días sus dobles varas de medir y nos venden su mercancía tarada. Vienen a decirnos que la sociedad turca mató a Dink; y olvidan las manifestaciones de repulsa por su muerte, sobre todo aquella, enorme, que acompañó al catafalco hasta el cementerio. La gente gritaba consignas en turco, en armenio y hasta en kurdo. Nunca se había visto nada así en Turquía. Pero la noticia pasó revoleteando rápidamente por las páginas amarillas. Y después, no se recuperó: nada de análisis o reportajes más amplios sobre quiénes recorrieron las calles de Estambul tras el cadáver de Dink, ni un esfuerzo por recoger opiniones, entrevistas, datos. El asesinato sirvió para sacar a la superficie una sociedad civil turca muy viva y activa, pero los chicos de la prensa venden mejor la escoria. La mayoría y lo cotidiano no son noticia.

La detención de Ogün Samast también ha puesto de relieve que la "turkestroika" (conjunto de medidas modernizadoras de tipo legal, económico e institucional de Turquía) sigue adelante. Claro que el video del asesino haciendo el paripé con los policias -o al revés- es indignante. Pero esa pieza la hemos visto gracias a que los compañeros de la prensa turca (concretamente, de la TGRT) le echaron el guante y la distribuyeron, tanto más indignados que los occidentales. Previamente, se había producido una filtración de la imagen de Samast sin los acompañantes policiales, lo que ya generó un considerable escándalo en los medios turcos. Y esos mismos periódicos denunciaron el hecho y dieron nombres. Y las autoridades destituyeron fulminantemente a funcionarios y agentes. Si Turquía fuera una dictadura, nada de eso hubiera sido posible. Si la mayoría del país estuviera compuesta por tipos como Samast, ningún periodista hubiera tenido valor para sacar toda esa porquería a la superficie. Y lo cierto es que algunso de los principalñes diarios del país (“Sabah”, “Milliyet”, “Bir Gün” y “Radikal”) están comprometidos en investigaciones sobre el turbio suceso y sus implicaciones.


Escudo del Royal Ulster Constabulary, el desaparecido cuerpo de policía implicado en numerosos escándalos de connivencia con el terrorismo partidista


Erdoğan ha dicho de forma bastante clara que el “derin devlet” o "estado profundo" aún existe en Turquía. Claro que sí, y tardarán en extirparlo. Mientras el primer ministro hacía esas declaraciones, en España comenzaba a airerarse que el servicio de inteligencia militar en Ceuta había investigado a "decenas de civiles": dirigentes sindicales de izquierdas, asociaciones de vecinos, y ciudadanos prominentes de la sociedad civil de esa ciudad. ¿Es eso el "estado profundo" español? Al margen del objetivo más o menos justificado que perseguía tal investigación, parece evidente que así es. También forma parte de esas profundidades la connivencia y colaboración del RUC o policía del Ulster con activistas protestantes en Irlanda del Norte, durante bastantes años. Todo un escándalo que agitó las páginas de la prensa europea hace pocos días. Pero parece que la sociedad civil pudo más; porque sobre ella se asentó el proceso de paz que puso fin a décadas de una verdadera guerra civil de perfil bajo. Y que, por cierto, tampoco impidió la entrada de Gran Bretaña en la Comunidad Europea durante unos años en los que, por cierto, el terrorismo de estado británico hacía de las suyas, apoyado por una jurisprudencia no precisamente muy ecuánime, por decirlo suavemente.Desde luego, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra contra Turquía. ¿Y qué decir de las profundas implicaciones de gobiernos y ministros europeos en los tristemente célebres “vuelos secretos de la CIA” y sus prisiones secretas? Eso so sí que es “estado profundo”, y de la peor calaña.

















Reciente caricatura francesa: la CIA descarga en Europa sus "basuras" (sic) producto de su campaña antiterrorista.


Coronando el pastel, llega la noticia de que Orhan Pamuk cambia de domicilio y se traslada a los Estados Unidos de América, al menos por un largo periodo. Ni siquiera ha optado por un país europeo, al parecer, por motivos de seguridad, aunque existe mucha confusión sobre este asunto. Qué decir: la decisión de Pamuk es muy personal, y como tal ha de ser respetada, aunque quizá resulte un tanto abusivo hablar de "exilio". Al fin y al cabo, el miedo es libre. Pero la noticia parece confirmar que existía un divorcio irreparable entre el escritor y su país. Durante muchos años, cientos de intelectuales vascos se negaron a dejar su tierra a pesar de saberse víctimas de presiones y amenazas. Es de suponer que, aparte del valor personal, muchos de los que no se movieron de Euskadi lo hicieron por sentirse suficientemente respaldados por una amplia mayoría de la sociedad civil. Era muy representativa de ese estado de ánimo aquella frase que, con todas las variantes que se quiera, se escuchó tantas veces: "Éste es mi país y las amenazas de una minoría no conseguirán expulsarme de él". No ha sido el caso de Pamuk que ha recogido el premio y sus ahorros, y a toda prisa se ha ido bien lejos, dejando a su país -es decir, a la gran mayoría de sus compatriotas- en la estacada cuando, seguramente, más lo necesitaban.

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sábado, febrero 03, 2007

NOTA: Divertidas coincidencias

Martes, 30 de enero, 2007: "El País” publica una crónica titulada: “Irak, primera guerra civil panárabe”, firmada por Guillermo Altares desde Madrid. El artículo, elaborado con pretensiones de información técnica y detallada, presentaba un estudio sobre los análisis de la “Brookings Institution” sobre la intervención norteamericana en el Próximo Oriente titulado: “El desmoronamiento: contener las consecuencias de la guerra civil en Irak”. Hasta ahora, que se recuerde, este diario no le había dedicado ni media línea a la Brookings Institution; lo hace ahora, diez días después de que en este blog se publicara: “De Bosnia a Irak: miseria del intervencionimo en el espacio ex otomano”, donde se escribía sobre el tono ideológico y los proyectos del think tank norteamericano con respecto a Irak. Eso sí: ni una alusión al plan estrella de la Brookings: el reparto de Irak en líneas “étnicas” a la manera de Bosnia, inspirándose explícitamente en el caso de la ex república yugoslava. ¿Recuerdan lo que se podía leer en el post?: “Desde luego, la idea debe poner los pelos de punta a sectores mediáticos y políticos del ámbito socialista en Madrid (y también Barcelona) donde cualquier alusión a que la intervención en Irak es comparable a las que tuvieron lugar en Bosnia o Kosovo deviene riguroso anatema”. Pues bien, pueden comprobarlo en la crónica de Altares: ni rastro sobre la idea de convertir a Irak en una “Bosnia bis” y a ésta en un incómodo precedente del actual desastre final de la política de ingerencia, tan en boga hace una década.

Pero lo más divertido del artículo es considerar la sospecha de que en el rotativo madrileño alguien e incluso alguien más, entra regularmente en este blog y en él se inspira (o al menos, lo tiene en cuenta). Es evidente que puede sonar presuntuosa tamaña suposición, pero es que en el mundo de la prensa estas cosas son posibles. Hay otros indicios de esa regocijante hipótesis. Vean por ejemplo, el post deicado a las relaciones entre Grecia y Chipre del pasado verano: “Chipre acerca a Grecia y Turquía”, del jueves, 17 de agosto de 2006. Bien, pues pasan las semanas, luego los meses y el pasado 9 de diciembre, Juan Carlos Sanz, de gira por el Mediterráneo Oriental, se detiene en Atenas y ¿a qué no saben a quién entrevista? Pues a Alexis Papahelas, el periodista de “To Vima” en torno al cual giraba el post señalado. Y la conclusión del artículo era similar a la del post, claro está: “Grecia, de enemigo a aliado estrategico. Atenas apoya la integración de Turquía en Europa para que se mantenga en la vía de las reformas”. ¿Casualidad? Claro, es lo más posible. Seguiremos informando.

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