Secularismo contra democracia
Una joven modelo turca exhibe un türban para una revista de modas
Orhan Pamuk, reaparecido en Estambul y reutilizado una y otra vez por la prensa occidental
El centro comercial Kanyon, en Estambul. El último símbolo de la modernidad y pujanza económica turca
Afirma la abogada Selma Acuner: "Es cierto que hay claros signos de falta de laicismo en algunos sectores del gobierno, pero no creo que el AKP pretenda imponer el uso obligatorio del pañuelo a las mujeres, ni que tenga una agenda oculta para islamizar Turquía después de hacerse con el poder. Parecen estar más concentrados en combatir la pobreza del país y en impulsar el ingreso de Turquía en la UE, aunque en el partido de Erdoğan y Gül hay un sector mucho menos liberal que ellos. Claro que en Europa también se encuentran bastantes políticos conservadores que hablan un lenguaje dominante masculino"
Distintivo de las Fuerzas Armadas de la República de Turquía
“The Economist”, May 5th-May 11th 2007
Secularismo contra democracia
Se evitó un golpe militar, pero se avecinan unas elecciones anticipadas. Los problemas de Turquía se han pospuesto, no resuelto
Su primer ministro, Recep Tayyip Erdoğan, dijo que eso fue “un disparo contra la democracia”. Otros lo etiquetaron como un “e-golpe”. Llámesele como se quiera, la amenaza de intervenir contra la el gobierno islamista moderado de Turquía, posteada en la website del Estado Mayor el pasado 27 de abril lastimó a la democracia y ahondó la sima entre laicos y piadosos. Un desafiante Erdoğan llamó a elecciones generales anticipadas. Deberán tener lugar en julio, en vez de la fecha programada, el 4 de noviembre. Las encuestas de opinión sugieren que el AKP volverá a batir a sus rivales seculares.
¿Cómo responderá el Ejército a esto? Avezados observadores de la realidad turca, que alguna vez se burlaron de la posibilidad de un nuevo golpe, dicen ahora que no debería ser descartado. Algunos admiten que la Unión Europea es parcialmente culpable. Las vacilaciones de la UE sobre la candidatura turca abollaron los entusiasmos: cuando Olli Rhen, el Comisario para la Ampliación regañó al ejército por su intromisión, pocos prestaron atención.
El jaleo comenzó cuando Erdoğan designó a su primer ministro, Abdullah Gül, para reemplazar al presidente Ahmet Necdet Sezer, que concluía su mandato el 16 de mayo. Una vez Gül flirteó con el islam político; su esposa lleva una pañoleta (como el 55% de las mujeres turcas). Se supone que eso supone un peligro existencial para la república secular. Deniz Baykal, el líder del principal partido de la oposición, el Republicano del Pueblo (CHP), logró bloquear la elección de Gül en una primera ronda de voto parlamentario el 27 de abril, alegando, de forma dudosa, ante la Corte Constitucional, que faltaba quórum en el Parlamento.
Fue cosa de la Corte decidir si Baykal estaba en lo cierto. Pero los generales no tentaron la suerte. En su ultimátum, entregado antes de que los 11 jueces dieran su veredicto el 1º de mayo, el Ejército hizo una lista de ejemplos sobre cómo, supuestamente, el gobierno estaba llevando a la deriva al país hacia una teocracia islámica. Cuando más tarde la Corte dictaminó en favor de la oposición, nadie se sorprendió.
Cerca de un millón de turcos laicos se reunieron en Estambul el 29 de abril para poner en escena su segunda protesta de masas contra el gobierno en una quincena. Esto le pone difícil a Erdogan y su AKP reducir la crisis a un mero intento del Ejército por reafirmar su influencia. Cantando “no al golpe” y “no a la sharia” los manifestantes afirmaron que su estilo de vida liberal estaba amenazado. Muchos eran mujeres que decían ser las más vulnerables de todos. Algunos denunciaron intentos del AKP para crear “zonas libres de alcohol”; otros, los intentos de criminalizar el adulterio. Muchos proclamaban que un presidente, primer ministro y portavoz parlamentario era más de lo que podían soportar.
Pero ninguno fue capaz de nombrar una sola ley promovida por ese partido que amenazara de forma directa los principios seculares de la Constitución: porque de hecho no hay ninguna.
El malestar más profundo experimentado por esos “turcos blancos” urbanos y seculares está enraizado realmente en el fenómeno de las multitudinarias inmigraciones de millones de personas que llegaron a las grandes ciudades procedentes de la Anatolia rural en las pasadas décadas. Asertivamente piadosa y agresivamente emprendedora, esta nueva clase, cuyo campeón es Erdoğan, ha sido sistemáticamente sacudida del poder económico y político de la élite secular. “Los turcos blancos ven en el vecindario a una mujer con pañoleta paseando al perro [y] haciendo jogging y se les cruzan los cables”, dice Baskin Oran, un académico liberal en Ankara. Este shock puede atenuarse; con el tiempo será más difícil para los generales mutar la hostilidad secular hacia los vendedores de alfombras anatolios en paranoia sobre el islam reptante, considera.
Los laicistas también se han debilitado. El CHP, fundado por el héroe republicano de Turquía, Kemal Atatürk, ha permanecido fuera del poder durante más de una década. Hubo un tiempo en el cual el kemalismo transformó a Turquía, pero ahora ha fallado en transformarse a sí mismo, dice Oran.
Mientras el chulo Baykal no da signos de auto reprocharse nada, un ataque sin precedentes de examen de conciencia provocado por el cyber-golpe está comenzando a atenazar al AKP. Durante cuatro años y medio falló en aplacar las sospechas seculares y llegar a la oposición. El partido debería haberse percatado de que que el país no estaba listo para tener un presidente del AKP, reconoce un líder de esa formación. El jaleo actual podría haber sido evitado si Erdoğan hubiera elegido un candidato externo al partido. Ahora el primer ministro sugiere que se modifique la constitución para dejar que el pueblo elija por su cuenta al jefe del estado.
Esto podría ser un paso adelante, pero los liberales escépticos dicen que las miras de Erdogan en democracia son selectivas. “¿Dónde estaba él cuando los políticos kurdos iban a ser arrestados y golpeados y “Nokta” [una revista disidente] sufrió una redada de la policía?” pregunta uno.
La respuesta del gobierno al ultimátum del Ejército fue inusualmente crujiente. Cemil Çiçek, el ministro de Justicia, dijo que era “inaceptable” y recordó a los generales que estaban vinculados constitucionalmente a las órdenes del primer ministro y no viceversa.
Pero no es justamente el gusto del Ejército por la política lo preocupante. El general en jefe dijo recientemente que era “necesario” y hasta “útil” un ataque contra los rebeldes kurdos basados en el norte de Irak. Aunque estuvo de acuerdo en que la constitución concede al Parlamento autoridad sobre las fuerzas armadas, muchos temen que el ejército decida atacar de todas formas. “Lo están deseando”, susurra un occidental que analiza cuestiones sobre la seguridad turca. Esto podría explicar por qué la respuesta de América a la crisis política ha sido tan poco convincente. “Lo último que desean es una disputa con los militares turcos” observa un funcionario occidental. La pesadilla para América es que soldados turcos y americanos intercambien disparos en Irak. A partir de los eventos de la última semana, nada puede ser descartado.
Es lo que tiene el análisis de prensa: puede dar lugar a divertidas sorpresas. Hoy domingo, "La Vanguardia" perdió inesperadamente el pulso con "El País" en torno a la crisis turca. Ricardo Ginés, cuya calidad informativa ha mejorado considerablemente en los últimos meses, dejó de enviar crónicas o no fueron publicadas. Y en cambio, se incluyó un artículo de Carlos Nadal, en su columna de análisis de la actualidad internacional, Week-end Político Mundial, que por lo visto, nadie se preocupó por supervisar. O nadie quiso hacerlo. Ese es un problema de "La Vanguardia": su apego por un sistema de veteranos (por decir algo) comentaristas propio de una época periclitada en la que el periodista sabelotodo opinaba sobre lo divino y lo humano en cualquier de los cuatro puntos cardinales del globo. Hoy, la especialización se impone, sobre todo cuando miles de lectores, televidentes y cybernavegantes son bombardeados -les guste o no- por ofertas informativas de lo más variado y el contacto directo con el lugar de la noticia es, muchas veces, fácil e instantáneo. Claro que algunos tienen calidad para mantener el pulso -caso de Xavier Batalla- pero los más hacen aguas de una manera lamentable o se refugian en artículos que repiten obviedades y no aportan absolutamente nada, excepto el renombre de una firma pomposa.
Nadal comenzó bien, aunque tirando de las obviedades -que suelen gustar mucho en opinión de "La Vanguardia"- como aquello que siempre queda bien: "Recientes hechos ponen de relieve que la integración turca en la UE no puede ser objeto de simplificaciones". Pero a mitad de pieza, el hombre empezó a hacerse un lío, por aquello del aderezo sensacionalista. En su opinión, conviene apoyar al partido islamista moderado en el poder, aunque con reparos. "Mucho ha hecho, aunque no del todo convincente para establecer la normalidad democrática, los derechos fundamentales. Incluso ha prohibido el velo en las escuelas". Primera noticia de que en Turquía las mujeres usen "velo", al menos de forma tan extendida que deba ser prohibido en las escuelas. En ese país el 55% de la población femenina recurre al "türban", que es una pañoleta, usualmente estampada con vivos colores, que tapa más o menos el cabello (hay un margen para la coquetería). Algo similar al tocado de aquellas jóvenes europeas que iban en Vespa en los años cincuenta.
"Pero las sombras están ahí" -continúa Carlos Nadal invitándonos a un paseo tenebroso. Y entonces comienza a amasar una aparatosa croqueta a base de "asesinatos por razones religiosas o racistas". Bueno, no es exactamente lo mismo, porque en muchos casos no está claro quiénes son los autores reales o intelectuales de tales hechos: puede que en algunos casos hayan sido obra de algún islamo-nacionalista radical (opción que sí existe en Turquía, incluso la de islamo-kemalista ultra) aunque en ese caso quizá sería más achacable a los círculos islamistas radicales. Algo así como si a finales de los 80 alguien atribuyera los desmanes de los Guerrilleros de Cristo Rey a Convergencia i Unió. Pero es que además, en otros casos, la autoría de los crímenes pertenece claramente a los neofascistas y ultranacionalistas laicos, o sea del bando anti-islamista; y eso no se le puede apuntar a la cuenta del gobierno de Erdoğan. Al revés: fueron maquinados por sus enemigos para socavarlo.
Pero lo peor llegó a continuación, uno de esos resbalones que pueden dejar maltrecha una carrera periodística: "¿No ha tenido que salir del país el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk?" -se pregunta Carlos Nadal, rematando dramáticamente el párrafo.
Nadal comenzó bien, aunque tirando de las obviedades -que suelen gustar mucho en opinión de "La Vanguardia"- como aquello que siempre queda bien: "Recientes hechos ponen de relieve que la integración turca en la UE no puede ser objeto de simplificaciones". Pero a mitad de pieza, el hombre empezó a hacerse un lío, por aquello del aderezo sensacionalista. En su opinión, conviene apoyar al partido islamista moderado en el poder, aunque con reparos. "Mucho ha hecho, aunque no del todo convincente para establecer la normalidad democrática, los derechos fundamentales. Incluso ha prohibido el velo en las escuelas". Primera noticia de que en Turquía las mujeres usen "velo", al menos de forma tan extendida que deba ser prohibido en las escuelas. En ese país el 55% de la población femenina recurre al "türban", que es una pañoleta, usualmente estampada con vivos colores, que tapa más o menos el cabello (hay un margen para la coquetería). Algo similar al tocado de aquellas jóvenes europeas que iban en Vespa en los años cincuenta.
"Pero las sombras están ahí" -continúa Carlos Nadal invitándonos a un paseo tenebroso. Y entonces comienza a amasar una aparatosa croqueta a base de "asesinatos por razones religiosas o racistas". Bueno, no es exactamente lo mismo, porque en muchos casos no está claro quiénes son los autores reales o intelectuales de tales hechos: puede que en algunos casos hayan sido obra de algún islamo-nacionalista radical (opción que sí existe en Turquía, incluso la de islamo-kemalista ultra) aunque en ese caso quizá sería más achacable a los círculos islamistas radicales. Algo así como si a finales de los 80 alguien atribuyera los desmanes de los Guerrilleros de Cristo Rey a Convergencia i Unió. Pero es que además, en otros casos, la autoría de los crímenes pertenece claramente a los neofascistas y ultranacionalistas laicos, o sea del bando anti-islamista; y eso no se le puede apuntar a la cuenta del gobierno de Erdoğan. Al revés: fueron maquinados por sus enemigos para socavarlo.
Pero lo peor llegó a continuación, uno de esos resbalones que pueden dejar maltrecha una carrera periodística: "¿No ha tenido que salir del país el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk?" -se pregunta Carlos Nadal, rematando dramáticamente el párrafo.
Orhan Pamuk, reaparecido en Estambul y reutilizado una y otra vez por la prensa occidental
Bueno, bueno, bueno... Precisamente el periódico de Carlos Nadal, que es "La Vanguardia", envió a un corresponsal (Xavi Ayén) y un fotógrafo (Kim Manresa) a Estambul, no hace mucho, para realizar la oportuna entrevista al "fugado" Premio Nobel, que había reaparecido milagosamenrte en las calles de su querida ciudad tras un mes y pico de espectacular ausencia. El trabajo fue publicado, con gran despliegue de colorín fotográfico en la edición del "Magazine" de "La Vangurdia"... ¡el pasado 22 de abril! Aún está caliente el papel cuché. En la portada figuraba el mismo Orhan Pamuk, posando con sonrisa torcida ante la imprescindible mezquita de fondo. El título del reportaje: "No me escondo, vivo en Estambul". Es evidente. Y tras soltar una risita, el galardonado autor explica: "Parafraseando una broma de Mark Twain, que afirmó en una ocasión que la noticia acerca de su muerte era algo exagerada, yo les digo ahora: las noticias sobre mi exilio son un poco exageradas". Claro, en su momento no se preocupó o no le interesó desmentir los rumores, contribuyendo a sobrecargar la tensión política en su país. Pero el final la cosa ha estado bien, porque de esa forma Pamuk se ha despolitizado considerablemente, vuelve a ser un literato puro y duro, y eso es bueno para todos.
La excusa de Carlos Nadal es imaginable: él escribe que el Premio Nobel de Literatura tuvo que salir del país y eso fue lo que ocurrió, ¿no? Salir del país por un mes y pico, es salir del país, al fin y al cabo. Respuesta de Pamuk: "Fui utilizado como arma arrojadiza en medio del contencioso entre la Unión Europea y Turquía. Algunos medios deseaban un tipo de intelectual comprometido que, la verdad, yo no soy".
Claro, con un material informativo tan exagerado, confuso y escasamente veraz como el que utiliza Carlos Nadal, no es de extrañar que la crisis turca esté tan desenfocada y los lectores se lleven un lío fenomenal. Y cuanto más revueltos están datos y apreciaciones con rumores y simples inventos, menos se atreve el resto de la grey periodística a opinar; o lo hace en base a filias y fobias, o salen por la tangente de lo que "les parece" en ese momento. No es de extrañar que haya comentaristas más o menos profesionales que digan sin rubor que todo este jaleo comenzó porque la esposa de Gül lleva pañoleta o que se crean a pies juntillas ese cuento de viejas sobre la "agenda oculta" de Erdoğan .
Por contra, en esta ocasión Juan Carlos Sanz se descolgó con una interesante iniciativa, reflejada en los reportajes de hoy, domingo 6 de mayo de 2007. Salió de Ankara y se dirigió a Konya, la ciudad santa de Turquía, equivalente local a nuestro Santiago de Compostela, donde hizo un reportaje entrevistando a islamistas moderados y al líder local de CHP, presentado como el "partido socialdemócrata laico" (sic) y no como específicamente kemalista. Todo un avance y una sugerencia interesante para que algún día alguien se lence a fundar un partido socialdemócrata "islamista". Además, en Ankara Sanz llevó a cabo una entrevista con una abogada feminista laica (aunque olvida explicar que en Turquía hay feministas musulmanas) y un "diplomático europeo radicado en Ankara", es decir, miembro de alguna embajada. Conviene resaltar los párrafos finales de este trabajo, porque ponen de relieve con especial precisión el trasfondo de la actual crisis turca como nunca antes lo había hecho un reportaje de Juan Carlos Sanz:
La excusa de Carlos Nadal es imaginable: él escribe que el Premio Nobel de Literatura tuvo que salir del país y eso fue lo que ocurrió, ¿no? Salir del país por un mes y pico, es salir del país, al fin y al cabo. Respuesta de Pamuk: "Fui utilizado como arma arrojadiza en medio del contencioso entre la Unión Europea y Turquía. Algunos medios deseaban un tipo de intelectual comprometido que, la verdad, yo no soy".
Claro, con un material informativo tan exagerado, confuso y escasamente veraz como el que utiliza Carlos Nadal, no es de extrañar que la crisis turca esté tan desenfocada y los lectores se lleven un lío fenomenal. Y cuanto más revueltos están datos y apreciaciones con rumores y simples inventos, menos se atreve el resto de la grey periodística a opinar; o lo hace en base a filias y fobias, o salen por la tangente de lo que "les parece" en ese momento. No es de extrañar que haya comentaristas más o menos profesionales que digan sin rubor que todo este jaleo comenzó porque la esposa de Gül lleva pañoleta o que se crean a pies juntillas ese cuento de viejas sobre la "agenda oculta" de Erdoğan .
Por contra, en esta ocasión Juan Carlos Sanz se descolgó con una interesante iniciativa, reflejada en los reportajes de hoy, domingo 6 de mayo de 2007. Salió de Ankara y se dirigió a Konya, la ciudad santa de Turquía, equivalente local a nuestro Santiago de Compostela, donde hizo un reportaje entrevistando a islamistas moderados y al líder local de CHP, presentado como el "partido socialdemócrata laico" (sic) y no como específicamente kemalista. Todo un avance y una sugerencia interesante para que algún día alguien se lence a fundar un partido socialdemócrata "islamista". Además, en Ankara Sanz llevó a cabo una entrevista con una abogada feminista laica (aunque olvida explicar que en Turquía hay feministas musulmanas) y un "diplomático europeo radicado en Ankara", es decir, miembro de alguna embajada. Conviene resaltar los párrafos finales de este trabajo, porque ponen de relieve con especial precisión el trasfondo de la actual crisis turca como nunca antes lo había hecho un reportaje de Juan Carlos Sanz:
El centro comercial Kanyon, en Estambul. El último símbolo de la modernidad y pujanza económica turca
Afirma la abogada Selma Acuner: "Es cierto que hay claros signos de falta de laicismo en algunos sectores del gobierno, pero no creo que el AKP pretenda imponer el uso obligatorio del pañuelo a las mujeres, ni que tenga una agenda oculta para islamizar Turquía después de hacerse con el poder. Parecen estar más concentrados en combatir la pobreza del país y en impulsar el ingreso de Turquía en la UE, aunque en el partido de Erdoğan y Gül hay un sector mucho menos liberal que ellos. Claro que en Europa también se encuentran bastantes políticos conservadores que hablan un lenguaje dominante masculino"
En cuanto al diplomático europeo radicado en Ankara: "La gran paradoja turca es que son los laicos quienes presentan hoy las actitudes más inmovilistas ante los cambios, y no quieren alterar un orden social kemalista que les ha beneficiado (...) Entre ellos surgen voces nacionalistas que critican a EEUU y a la UE como responsables de los actuales males de Turquía, al tiempo que defienden una economía más controlada por el Estado. Mientras tanto, los hechos hablan por sí solos en el campo de los islamistas moderados del AKP, que han reformado el sistema legal para homologarlo con los europeos, han abierto la puerta de la UE para Turquía y han emprendido una política de privatizaciones y de modernización de la economía".
Distintivo de las Fuerzas Armadas de la República de Turquía
“The Economist”, May 5th-May 11th 2007
Secularismo contra democracia
Se evitó un golpe militar, pero se avecinan unas elecciones anticipadas. Los problemas de Turquía se han pospuesto, no resuelto
Su primer ministro, Recep Tayyip Erdoğan, dijo que eso fue “un disparo contra la democracia”. Otros lo etiquetaron como un “e-golpe”. Llámesele como se quiera, la amenaza de intervenir contra la el gobierno islamista moderado de Turquía, posteada en la website del Estado Mayor el pasado 27 de abril lastimó a la democracia y ahondó la sima entre laicos y piadosos. Un desafiante Erdoğan llamó a elecciones generales anticipadas. Deberán tener lugar en julio, en vez de la fecha programada, el 4 de noviembre. Las encuestas de opinión sugieren que el AKP volverá a batir a sus rivales seculares.
¿Cómo responderá el Ejército a esto? Avezados observadores de la realidad turca, que alguna vez se burlaron de la posibilidad de un nuevo golpe, dicen ahora que no debería ser descartado. Algunos admiten que la Unión Europea es parcialmente culpable. Las vacilaciones de la UE sobre la candidatura turca abollaron los entusiasmos: cuando Olli Rhen, el Comisario para la Ampliación regañó al ejército por su intromisión, pocos prestaron atención.
El jaleo comenzó cuando Erdoğan designó a su primer ministro, Abdullah Gül, para reemplazar al presidente Ahmet Necdet Sezer, que concluía su mandato el 16 de mayo. Una vez Gül flirteó con el islam político; su esposa lleva una pañoleta (como el 55% de las mujeres turcas). Se supone que eso supone un peligro existencial para la república secular. Deniz Baykal, el líder del principal partido de la oposición, el Republicano del Pueblo (CHP), logró bloquear la elección de Gül en una primera ronda de voto parlamentario el 27 de abril, alegando, de forma dudosa, ante la Corte Constitucional, que faltaba quórum en el Parlamento.
Fue cosa de la Corte decidir si Baykal estaba en lo cierto. Pero los generales no tentaron la suerte. En su ultimátum, entregado antes de que los 11 jueces dieran su veredicto el 1º de mayo, el Ejército hizo una lista de ejemplos sobre cómo, supuestamente, el gobierno estaba llevando a la deriva al país hacia una teocracia islámica. Cuando más tarde la Corte dictaminó en favor de la oposición, nadie se sorprendió.
Cerca de un millón de turcos laicos se reunieron en Estambul el 29 de abril para poner en escena su segunda protesta de masas contra el gobierno en una quincena. Esto le pone difícil a Erdogan y su AKP reducir la crisis a un mero intento del Ejército por reafirmar su influencia. Cantando “no al golpe” y “no a la sharia” los manifestantes afirmaron que su estilo de vida liberal estaba amenazado. Muchos eran mujeres que decían ser las más vulnerables de todos. Algunos denunciaron intentos del AKP para crear “zonas libres de alcohol”; otros, los intentos de criminalizar el adulterio. Muchos proclamaban que un presidente, primer ministro y portavoz parlamentario era más de lo que podían soportar.
Pero ninguno fue capaz de nombrar una sola ley promovida por ese partido que amenazara de forma directa los principios seculares de la Constitución: porque de hecho no hay ninguna.
El malestar más profundo experimentado por esos “turcos blancos” urbanos y seculares está enraizado realmente en el fenómeno de las multitudinarias inmigraciones de millones de personas que llegaron a las grandes ciudades procedentes de la Anatolia rural en las pasadas décadas. Asertivamente piadosa y agresivamente emprendedora, esta nueva clase, cuyo campeón es Erdoğan, ha sido sistemáticamente sacudida del poder económico y político de la élite secular. “Los turcos blancos ven en el vecindario a una mujer con pañoleta paseando al perro [y] haciendo jogging y se les cruzan los cables”, dice Baskin Oran, un académico liberal en Ankara. Este shock puede atenuarse; con el tiempo será más difícil para los generales mutar la hostilidad secular hacia los vendedores de alfombras anatolios en paranoia sobre el islam reptante, considera.
Los laicistas también se han debilitado. El CHP, fundado por el héroe republicano de Turquía, Kemal Atatürk, ha permanecido fuera del poder durante más de una década. Hubo un tiempo en el cual el kemalismo transformó a Turquía, pero ahora ha fallado en transformarse a sí mismo, dice Oran.
Mientras el chulo Baykal no da signos de auto reprocharse nada, un ataque sin precedentes de examen de conciencia provocado por el cyber-golpe está comenzando a atenazar al AKP. Durante cuatro años y medio falló en aplacar las sospechas seculares y llegar a la oposición. El partido debería haberse percatado de que que el país no estaba listo para tener un presidente del AKP, reconoce un líder de esa formación. El jaleo actual podría haber sido evitado si Erdoğan hubiera elegido un candidato externo al partido. Ahora el primer ministro sugiere que se modifique la constitución para dejar que el pueblo elija por su cuenta al jefe del estado.
Esto podría ser un paso adelante, pero los liberales escépticos dicen que las miras de Erdogan en democracia son selectivas. “¿Dónde estaba él cuando los políticos kurdos iban a ser arrestados y golpeados y “Nokta” [una revista disidente] sufrió una redada de la policía?” pregunta uno.
La respuesta del gobierno al ultimátum del Ejército fue inusualmente crujiente. Cemil Çiçek, el ministro de Justicia, dijo que era “inaceptable” y recordó a los generales que estaban vinculados constitucionalmente a las órdenes del primer ministro y no viceversa.
Pero no es justamente el gusto del Ejército por la política lo preocupante. El general en jefe dijo recientemente que era “necesario” y hasta “útil” un ataque contra los rebeldes kurdos basados en el norte de Irak. Aunque estuvo de acuerdo en que la constitución concede al Parlamento autoridad sobre las fuerzas armadas, muchos temen que el ejército decida atacar de todas formas. “Lo están deseando”, susurra un occidental que analiza cuestiones sobre la seguridad turca. Esto podría explicar por qué la respuesta de América a la crisis política ha sido tan poco convincente. “Lo último que desean es una disputa con los militares turcos” observa un funcionario occidental. La pesadilla para América es que soldados turcos y americanos intercambien disparos en Irak. A partir de los eventos de la última semana, nada puede ser descartado.
Etiquetas: AKP, CHP, Ejército turco, Erdoğan, feministas turcas, Gül, Orhan Pamuk, política informativa, Turquía
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