sábado, octubre 21, 2006

El contencioso armenio-turco (4): Nagorno-Karabaj


Francotiradores del Ejército de la autoproclamada República de Nagorjo-Karabaj. Ésta y las demás fotografías del post son de Yves Debay e ilustran su reportaje: "Nagorno-Karabagh. Powder Keg in the Caucasus", en: "Special Ops", vol. 37, 2006. En todos los casos se trata de unidades y material militar de las mencionadas fuerzas armadas


Una de las claves del ascedente ruso sobre Armenia, es la autoproclamada república de Nagorno-Karabaj. Escueto territorio de 4.400 kms cuadradados (una extensión algo inferior a la correspondiente a la provincia española de Pontevedra ) y menos de 200.000 habitantes, es una de las piedras de toque más conflictivas del ya de por sí problemático Cáucaso. La versión armenia sobre los orígenes de la disputa -la que más circulación y credibilidad tiene en los medios de comunicación occidentales- cuenta que en 1923, Moscú desgajó el territorio de la República soviética de Armenia cediendo el territorio autónomo de Nagorno-Karabaj (NKAO) a la República soviética de Azerbayán. La responsabilidad de la decisión habría sido de los comisarios soviéticos de nacionalidades, Gueorgui Chicherin y Josef Stalin, y los emisarios especiales Sergo Ordjonikidzé y Serguei Kirov. Por entonces, los soviéticos apostaban todavía por la baza turca para llevar la revolución a los antiguos territorios del Imperio otomano. Comenzando por la misma Turquía: no olvidemos el apoyo bolchevique a la decisiva victoria de Mustafa Kemal en la guerra contra los griegos, franceses, italianos y británicos que se habían repartido el territorio de Anatolia. Es sintomático que en septiembre 1920 se celebrara en Baku el Congreso de los Pueblos de Oriente, poco después del Segundo Congreso de la Internacional Comunista. La perspectiva histórica nos muestra que Moscú se llevaba un juego muy perverso con la totalidad del Caúcaso y sobre todo con Armenia, que en buena medida puede ser calificada como el "Israel de Rusia" en la zona.

Durante los años veinte y treinta, Stalin mantendrá contactos reservados con los dachnak en elexilio. La Dachnaksutiun o Federación Revolucionaria Armenia (FRA) había sido fundada en 1890 y constituía el movimiento nacionalista armenio más violento y radical. Por ello sorprende que el antiguo ministro de Defensa de la efímera República Armenia, el general dachnak Dro (alias de
Drastamat Kanayan), fuera recibido en el Kremlin durante la guerra civil rusa y terminara liderando batallones dachanko-bolcheviques que aplastaron la revuelta de los turcos basmachis en Asia Central. Posterioremente, Dro dejó Moscú sin problemas y regresó al exilio europeo. Durante la Segunda Guerra Mundial, los dachnaks, escindidos entre sí, jugaron una doble apuesta: algunos dirigentes colaborarán con los Aliados; pero el general Dro y otros líderes, ayudarán a los nazis a formar una unidad de voluntarios armenios en la Wermacht: el batallón 812. Mientras tanto, los hijos de la Armenia soviética se integraron en la división Taman, que encuadrada en el Ejército Rojo incluso llegó hasta Berlín en 1945. También en los años veinte, los hentchaks o militantes socialdemócratas armenios, colaboraron con la causa bolchevique ayudando a crear células del partido en Siria, por entonces bajo mandato francés. De otra parte, Moscú instó y facilitó el retorno de exiliados armenios a la república soviética, para ayudar a repoblarla.

Curiosa pero significativamente, Stalin favoreció a Armenia tras la Segunda Guerra Mundial. Los chechenos resultaron deportados en masa por connnivencia con el enemigo, pero los armenios fueron premiados con nuevos esfuerzos para reintegrar al exilio en la madre patria, y eso a partir de 1947. Según Gaïdz Minassinan en su libro ya citado sobre la geoestrategia de Armenia, el dictador soviético deseaba castigar a Turquía por su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial, y apoyó las aspiraciones más radicales del nacionalismo armenio: la asimilación de los antiguos "territorios armenios" en Turquía. Tanto es así que a tal efecto se creó en Paris el Comité de Defensa de Armenia, participado por comunistas y dachnaks. Stalin incluso recibió las felicitaciones del insumergible general Dro.

Kruschev continuó algunos de los pasos dados por Stalin y favoreció el resurgimiento del nacionalismo armenio. Aparentemente, la Guerra Fría colocará a cada uno en su sitio durante los años venideros; y desde el exilio, los dachnaks se alinearán con Occidente. Pero seguirán manteniendo contactos secretos con Moscú, y desde aquí se continuará con la política de favorecer el regreso de los exiliados a la República soviética de Armenia. En definitiva, los soviéticos siempre se mostraron muy permisivos con el nacionalismo armenio, hasta el punto de mantener contactos discretos con los nacionalistas del exilio, a sabiendas de que eso incomodaba a las autoridades soviéticas de Erevan. En los años sesenta permitieron la creación, en esa capital armenia, del Partido Nacional Unificado, hecho insólito en la URSS. Y en 1962 hicieron la vista gorda ante la petición de 2.500 armenios de Nagorno-Karabaj para la unificación de la región autónoma a la República Socialista Soviética de Armenia. Tres años más tarde, se conmemoró, con asistencia de personalidades dachnaks, el 50º aniversario de los sucesos de 1915. En 1975, tuvo lugar una nueva manifestación masiva en Erevan, con asistencia de un millón de personas. Lo que incluyó un reportaje del diario "Pravda" sobre el genocidio armenio. Si se considera que ya en 1970 el primer secretario del PC armenio viajó a Moscú para pedir la devolución de Nagorno-Karabaj, se comprenderá que las piezas de la tragedia se habían ido acumulando con mucha antelación.


Un carro de combate pesado T-72 de la Brigada Blindada de Nagorno-Karabaj. Un monstruo de este calibre aún conserva mucho poder en los modernos campos de batalla. Obsérvese la bandera de la autoproclamada república, casi idéntica a la de Armenia, en el lado derecho de la torreta.

El conflicto de Nagorno-Karabaj comenzó en 1988, prefigurando la dinámica de las guerras yugoslavas muy pocos años después, como lo había hecho el conflicto chipriota en 1973. También se adelantó en dos años al comienzos de la guera en Chechenia. En conjunto se puede decir que el estallido de la crisis estuvo directamente relacionado con la liberalización política que llevó a la Unión Soviética el proceso de la perestroika. Ya en 1987, el “lobby armenio” en el PCUS de Moscú poseía un personaje de gran influencia: Abel Aganbeguian, consejero personal del secretario general, Mijail Gorbachev. Quizá por influencia de este personaje y desde luego en la estela de la política de glasnost, se permitió a los armenios de Nagorno Karabaj formular su deseo de integrarse en la República soviética de Armenia. El 20 de febrero de 1988, el consejo regional del NKAO hizo públicos los resultados de un referéndum según el cual la mayoría de la población armenia del territorio respaldaba esa propuesta: unas 80.000 personas de un total de 123.000 armenios y 37.000 azeríes (se suele utilizar el censo de 1979: 162.000 habitantes en total).

A partir de ahí, la catástrofe. Se produjeron enfrentamientos violentos entre armenios y azeríes en Nagorno-Karabaj (2 muertos azeríes) que fueron seguidos por un pogrom de población armenia en la ciudad azerí de Sumgaıt (26 armenios muertos). El Ejército soviético intervino en Azerbayán y Armenia para evitar un baño de sangre interétnico, con discutibles resultados. Pero ya era tarde: en verano las autoridades de la República de Armenia mostraban abiertamente su respaldo a las demandas secesionistas de Nagorno-Karabaj, los diputados de la NKAO votaron públicamente por la secesión, se organizaron agresivas manifestaciones nacionalistas en las dos repúblicas implicadas y ya en noviembre y en el corto espacio de dos semanas se sucedieron las limpiezas étnicas y los intercambios de poblaciones: 200.000 armenios escaparon de Azerbayán contra 165.000 que lo hicieron desde Armenia y Nagorno-Karabaj. Hubo también miles de desaparecidos. Desde Moscú, Gorbachev intentaba atajar el desastre repartiendo palos y zanahorias a ambas partes, consciente de que se jugaba ante Occidente su imagen y la de la perestroika. Precisamente por ello, y sabiendo de la debilidad occidental por la causa armenia, terminó favoreciéndola. Así, organizó la gestión directa del enclave, desde Moscú, nombrando a Arkadi Volski como director del Comité de Administración Especial, que a la postre favorecvió los vínculos entre Nagorno-Karabaj y Armenia. Así la secesión se consumó, de facto, con la bendición de Moscú.


Sistema de misiles antiaéreos SA-3 GOA, de origen ruso.



La medida favoreció el drástico crecimiento del nacionalismo azerí, del cual surgió el Frente Nacional de Azerbayán y enfrentamientos directos con tropas del Ejército soviético, a lo largo de 1990. Por fin, tras el fracasado golpe de estado en Moscú, de agosto de 1991, Baku proclamó la independencia de la república, a lo que siguió la creación de la República de Nagorno-Karabaj, el 2 de septiembre, y la independencia de la misma, decidida por el Soviet Supremo local, el 10 de diciembre. Todo ello desembocó en la guerra abierta entre dos ejércitos más bien famélicos, desorganizados e infradotados: el azerí y el armenio de Nagorno-Karabaj, apoyado desde Armenia con voluntarios y material, con abundantes bajas entre la población civil.

El conflicto se prolongó hasta mayo de 1994, olvidado por los medios de comunicación occidentales, embebidos por las guerras de Croacia y Bosnia. El resultado fue que los armenios se hicieron con el control de Nagorno Karabaj y expulsaron a la población del territorio. Y al final la guerra se detuvo por un alto el fuego al que nunca siguió (al menos hasta hoy en día) un acuerdo de paz formal, a pesar de los esfuerzos de la OSCE y el denominado grupo de Minsk en el que estaban presentes Rusia y Francia.

En este mismo año, la revista “Special Ops” (publicación para los forofos de las fuerzas de élite mundiales) publicó en su número 37 un reportaje sobre el Ejército de la República de Nagorno-Karabaj, firmado por Yves Debay, un periodista especializado en este tipo de temas. En tono abiertamente admirativo, el especial ofrecía un espectacular despliegue gráfico, algunas de cuyas fotografías ilustran este post. Conociendo la entidad territorial y poblacional de la minúscula república, resultaba un chocante ejercicio propagandístico, sólo apto para los más rendidos sectores del público occidental. El exiguo territorio convertido en exultante república, “mantiene” 20.000 soldados a los que se suman 60.000 reservistas, 316 carros de combate y 324 TOA´s, 322 piezas de artillería pesada, 44 lanzacohetes y modernos sistemas de defensa antiaérea. Oficialmente, se trata de las fuerzas de la República de Nagorno-Karabaj, pero es un secreto a voces que son contingentes militares de la República de Armenia con armamento y equipo suministrados por Rusia y quizá también, Grecia. Como el gobierno de la RNK no reconoce el Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa, en su territorio se pueden almacenar todo tipo de sistemas de armas, a pesar de que Erevan haya firmado, por ejemplo, la Convención de Armas Químicas en 1993.



Batería de obuses de campaña de 152 mms. La clásica artillería de la tradicional doctrina militar soviética y rusa.


El mantenimiento en pie de guerra de la RNK supone un esfuerzo más que considerable para un estado tan pequeño como Armenia, que oficialmente declara disponer de 107 carros de combate y 204 TOA´s y vehículos blindados de todo tipo, 225 piezas de artillería pesada y 50 lanzacohetes. Eso para defender un territorio de sólo 29.800 km² y poblado por 3.000.000 de habitantes. Pero existe un problema de base política de ámbito internacional. Cuando los serbios de Croacia proclamaron la República de Krajina en 1991, los medios de comunicación occidentales insistían puntillosamente y con marcado retintín en adjetivarla como la “autoproclamada” República Serbia de Krajina. Por otra parte, esos mismos medios nos recuerdan, siempre que pueden, que la República Turca del Norte de Chipre sólo está reconocida por Turquía y ningún estado más. Pues bien, la República de Nagorno-Karabaj es también “autoproclamada” y sólo la reconoce Armenia. Todo un poema al doble rasero de los medios de comunicación (y en parte diplomáticos) de Occidente.

Mapa del territorio y bandera de la autoproclamada república de Nagorno-Karabaj. La enseña es exactamente igual a la armenia, con excepción del galón blanco escalonado.

Por lo tanto, el status militar de la RNK y la base rusa en Armenia contribuyen a complicar lo que se podría denominar “problema de los enclaves armados” en la periferia anatolia, junto la presencia militar turca en la RTNC y las bases griegas y contingente militar griego en Chipre (ELDYK) o islas del Egeo. Los unos encuentran en los otros las excusas y agravios comparativos necesarios para no desmantelar sus infraestructuras militares semiclandestinas o paralelas. Pero además, Nagorno-Karabaj es una de las claves principales que permite a Moscú mantener a la República de Armenia sujeta y bien sujeta a su poder.

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