viernes, octubre 12, 2007

¿Controversia o instrumento?

















Bush y el congresista Tom Lantos (izquierda) en un momento divertido. Aparte de judío de origen húngaro y superviviente del Holocausto, y a pesar de militar en el Partido Demócrata, Tom Lantos fue un partidario acérrimo de la intervención norteamericana contra Irak, tanto en 1991 como en 2003. No es de extrañar que le esté echando una mano al presidente Bush para evitar la intervención turca en la zona, sacando a relucir la cuestión del genocidio armenio, palanca mediático-emocional que suele tener un éxito asegurado



De repente, Turquía vuelve a atravesar horas delicadas. Se terminó la feliz situación del "no news, goods news": no ha durado ni tres meses. Turquía paga, una vez más, el caro peaje de los países situados en las encrucijadas geoestratégicas más valiosas. Parece que es inminente una incursión militar en fuerza sobre territorio del norte iraquí, operación que en este mismo blog se insinuó que podría haber tenido lugar en julio. En todo caso, en la misma Turquía eran insistentes los rumores de que tendría lugar, más tarde o más temprano.

La sombra del conflicto armado se complica con la belicosa declaración del Congreso norteamericano ante el genocidio armenio. Porque eso, por cierto ¿a qué viene ahora?

Hace casi exactamente un año, en este mismo blog, se explicó por qué los grupos de presión armenios estaban trabajando activamente en los Estados Unidos para lograr alguna forma de protesta que lograra paralizar la financiación (especialmente por parte del US Export-Import Bank) para construir al tendido de ferrocarril azerí-georgiano-turco que seguía el recorrido del oleoducto BTC (Bakú-Tbilisi-Ceyhan) del cual Armenia quedaba excluida por actuar como un peón de Rusia en la zona del Cáucaso. Inicialmente, fue el congresista demócrata John Crowley el que comenzó a mover la campaña (que parece remontarse a julio de 2006) con el propósito explícito de denunciar el apartamiento de Armenia de los proyectos regionales en el Caúcaso, es decir, de los negocios en torno al petróleo y el gas.





Voluntarios armenios en el Ejército alemán, campaña de Crimea. Al parecer, unidades especiales de esta nacionalidad participaron en la represión de alzamiento de Varsovia, en 1944. Su trayectoria es objeto de culto en webs neonazis, como "Pan Aryan Alliance" de la cual procede esta foto. La manipulación propagandística y política del genocidio armenio ha sido tan intensa que se ha vuelto incontrolable



No deja de tener su amarga ironía el hecho de que hayan terminado por significarse en la campaña personajes como el demócrata Tom Lantos, el presidente del comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. El parlamentario norteamericano, de religión judía y orígen húngaro, hizo pesar su dramática experiencia como superviviente del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, la actual tendencia entre la ultraderecha dura (digamos nazi, por ejemplo) es la de denunciar que judíos y armenios no son lo mismo, ni de lejos. Estos son "arios", muchos de ellos combatieron como voluntarios en los ejércitos del Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial e incluso, pudieron haber sido víctimas de la "judería". Parece sorprendente y lo es, pero cualquier lector que tenga internet a su disposición puede ir al foro Nuevo Orden (el nombre lo dice todo) y leer, por ejemplo, una pieza firmada, desde Venezuela, por Carlos Vartkés Pozian titulada: "La Juderia Turca y su relacion con el genocidio armenio. Kemal Atatürk, la verdadera película"

Por lo tanto, parece que estamos, una vez más, ante el lamentable espectáculo de la manipulación de una tragedia con fines muy diferentes a la simples declamaciones buenistas referidas a la "justicia universal", que a veces lleven a ese infierno que está pavimentado de buenas intenciones. Y el incidente que nos ocupa, muy en especial, porque tiene todo el apsecto de estar destinado a presionar al gobierno turco para que no intervenga militarmente en Irak. ¿Coincidencia de fechas? Hay mucho en juego en el desgraciado país árabe como para suponer, ingenuamente, que estamos ante una simple coincidencia, sobre todo cuando ello se canaliza con algo algo tan fácil de manejar como el genocidio armenio de 1915





















Carros de combate turco patrullan por las inmediaciones de la frontera iraquí, durante el pasado verano. La intervención militar contra el PKK parece inminente, y va a complicar enormemente la posición norteamericana en Irak y ante Irán. ¿Estamos ante una nueva versión de la crisis de las Malvinas en 1982?







TRIBUNA: Conflicto entre Washington y Ankara

¿Controversia o instrumento?

FRANCISCO VEIGA 12/10/2007

En abril de 1915, durante la I Guerra Mundial, el Imperio otomano estaba siendo atacado desde distintos frentes (Dardanelos, Mesopotamia, Cáucaso), lo cual hacía temer un inminente colapso militar. Una de las ofensivas más peligrosas estaba protagonizada por el Ejército ruso, ayudado por guerrilleros armenios en el Cáucaso. El 24 de abril, el Estado Mayor otomano ordenó evacuar a la población civil armenia de la zona para reasentarla en áreas muy alejadas del frente. Sin embargo, las operaciones de deportación, que se prolongaron durante meses, pronto degeneraron en matanzas, perpetradas muchas veces por los mismos encargados de escoltar a los civiles desplazados. Los responsables materiales fueron, en su gran mayoría, unidades irregulares de kurdos y circasianos, o bien grupos paramilitares formados incluso con presidiarios liberados. Además, las condiciones sanitarias de los traslados eran tan deficientes, que miles de mujeres, niños y ancianos perecieron de fatiga y enfermedades.

Las cifras de la masacre varían entre el millón y medio de víctimas que utilizan los nacionalistas armenios y las 300.000 que manejan sus homólogos turcos. En cualquiera de ambos casos, el evento puede ser calificado como genocidio. Sin embargo, la polémica ha evolucionado hasta centrarse en el esclarecimiento de la motivación real que guió a las autoridades otomanas: ¿Fue un genocidio intencionado de principio a fin, y planeado desde Estambul? ¿Fue cosa de autoridades locales o bien el resultado previsible de una operación de contrainsurgencia como las que previamente habían organizado los españoles en Cuba o los británicos en Suráfrica, con alto coste de vidas civiles? Falta de documentos, aparición de algunas pruebas falseadas y, sobre todo, la sempiterna y candente politización del acontecimiento hacen difícil la clarificación.

La campaña de represalias organizada por los nacionalistas armenios comenzó inmediatamente después de la Gran Guerra: dos miembros del triunvirato que gobernó el imperio entre 1913 y 1918 fueron asesinados por activistas armenios. Años después, un grupo terrorista denominado Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia, fundado en 1973, asesinó a más de 35 diplomáticos turcos a lo largo de 20 años. Con el tiempo, el debate sobre el genocidio armenio se ha ido convirtiendo en un instrumento de presión contra el Gobierno turco en diversos frentes. Recientemente, es un argumento muy utilizado desde aquellos países que se oponen al acceso de Turquía a la Unión Europea. Pero también han recurrido a ella los grupos de presión armenios en Francia o Estados Unidos en relación con los proyectos de tendido de gasoductos y oleoductos que discurren por el Cáucaso y evitan territorio de la República armenia, que por otra parte es un satélite militar ruso. Ahora, la reciente iniciativa del comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes estadounidense podría ser una forma escenificada de presionar a Ankara para que se abstenga de lo que parece una inminente intervención turca en Irak. Por último, sectores de la ultraderecha internacional podrán estar buscando la demostración de que el Holocausto judío no fue un hecho único y aislado, rebajando su importancia histórica al equipararlo con el genocidio armenio y el Holodomor, o genocidio ucraniano de 1932-1933.

F. Veiga es autor del libro El turco. Diez siglos a las puertas de Europa (Debate)

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