sábado, julio 07, 2007

Comics y guerras de secesión yugoslavas (1)




















Una célebre viñeta de Sacco: el bombardeo del mercado de Sarajevo, procedente de su obra: El final de la guerra (2005)



Hace unos meses, mi amigo Antoni Guiral, editor y experto en teoría del comic, me invitó a impartir una clase en el curso: "Comics en guerra: reflejo y manipulación de los conflictos bélicos contemporáneos en la historieta”, uno de los 48 que componían la oferta de verano de la Universitat de Barcelona durante el presente mes de julio. Mi intervención, que tuvo lugar el pasado jueves, día 5, versaba sobre los autores que se había centrado en las guerras de la ex Yugoslavia.

Debo decir que acepté el encargo porque la idea me resultó divertida. Por otra parte, ya había prologado anteriormente dos libros de comics de Joe Sacco; y además, Antoni Guiralt me ofreció toda su ayuda, algo que cumplió sobradamente y que fue decisivo, porque mi conocimiento del mundo de la historieta gráfica es la de cualquier aficionado ocasional. Por lo tanto, se ofrece aquí un resumen de las conclusiones e ideas vertidas en esa clase.

El primer objetivo, al que Guiral y yo dedicamos varias semanas, fue identificar qué autores y libros de comics debíamos localizar y escoger. Al final de ese proceso nos quedamos con los trabajos del belga Hermann, el esloveno Tomaž Lavrič, el norteamericano Joe Sacco y el serbio Aleksandar Zograf. En cambio, descartamos obras que sólo se referían tangencialmente a las guerras de la ex Yugoslavia, a veces con fines oportunistas, a fin de aprovecgar el tirón emocional que provocaron aquellos conflictos entre el público occidental. Ese tipo de trabajos abordaban planteamientos simbólicos, reales o falsos, pero poco claros; o bien se centraban en digresiones moralizantes sobre el “intervencionismo humanitario”, tan de moda a lo largo de los años noventa del siglo pasado. En éste apartado entraban, sobre todo: Grendel Tales: Guerra de clanes, de los croatas Darko Macan y Edvin Biuković (publicado en castellano por Planeta De Agostini), así como el volumen: Como perros! de Max (Eds. La Cúpula, 1995). Ambos son trabajos muy meritorios, cada uno en su estilo, pero no se centraban en la dinámica concreta de los conflictos en la ex Yugoslavia.


En Grendel Tales, los guerreros de estética medio ninja y clanes con nombres extraidos de la topografía croata (Agramitas, Savas...) combatían en interminables guerras tribales del futuro, pero tales argumentos no explicaban lo que había ocurrido en las guerras de la ex Yugoslavia entre 1991 y 2001. En la viñeta, un pastor ante las ruinas de la catedral de Zagreb








Hecha la selección, vino el trabajo de interpretación. El análisis de los comics puede resultar complejo, puesto que deben tomarse en consideración elementos de todo tipo: gráficos, narrativos, y simbólicos; juntos y por separado, dado que el comic los integra en un todo orgánico. Después de darle muchas vueltas, surgieron dos parámetros. En el primero se desarrollaban aquellos conceptos esenciales que pueden encontrarse en las obras de todos o casi todos los autores. De alguna forma, se trataba de descubrir cuál era el perfil común de las guerras de secesión yugoslavas a ojos de los diversos autores de comics que se habían centrado en ellas. A continuación, el segundo parámetro articulaba el análisis de todos los autores a partir de un patrón cronológico, es decir, el orden de aparición de sus trabajos, lo que en parte coincidía con el desarrollo de los diversos conflictos.



1.- El perfil común

En primer lugar, queda bastante claro que los comics no han relatado las guerras de la ex Yugoslavia desde un bando determinado, a diferencia de las preferencias habituales de la historieta clásica centrada en ambos conflictos mundiales, guerra de Corea (e incluso Vietnam) o contienda civil española. En Bosnia o Kosovo no hay lugar para el “bando justo”, parecen decirnos los autores. En último término, el civil que se ve obligado a tomar las armas para defender su ciudad o sufre la violencia de la agresión militar es lo más parecido al héroe. Pero aún así, ese personaje anodino suele aparecer retratado como antihéroe por antonomasia. O incluso como pura víctima. Los ciudadanos de Sarajevo, Gorazde o Pančevo son gente común y corriente que intenta defenderse, a sí mismo y a los suyos o, simplemente, sobrevive como puede.

Los autores tampoco glorifican a los “cascos azules” de las Naciones Unidas como fuerzas de intermediación, ni incluso a las tropas de la OTAN. El tratamiento que reciben suele ser abiertamente sarcástico y hasta despectivo. Llegados a este punto, debe recordarse que actualmente los comics son un reflejo del discurso de los medios de comunicación de masas (especialmente la televisión), el cine y, recientemente, los videojuegos (aunque aquí también existe una clara interacción). Por lo tanto, esa imagen de inutilidad que tienen los “cascos azules” en Bosnia la podemos encontrar fielmente retratada en films como el célebre: “En tierra de nadie” (Danis Tanović, 2000).






















La obra del belga Hermann (Sarajevo - Tango) contenía una corrosiva crítica a las Naciones Unidas y sus tropas. En la viñeta, los cascos azules lucen un remate alegórico a los célebre "pitufos" (smurfs, schtroumpfs) del también belga Peyo. Además llevan anteojeras y las ametralaldoras de los vehículos son, en realidad, trompetas. Unos periodistas entrevistan al polémico general canadiense Mackenzie



Así, no es de extrañar que todos los autores terminen reservándole a la prensa un lugar destacado en sus historietas: a veces central, casi siempre positivo y hasta glorioso en ocasiones. El superventas de Arturo Pérez-Reverte, Territorio comanche (1994), una de las obras cumbre de la literatura popular a mediados de los 90, refleja a la perfección esta imagen. El periodista es presentado como alter ego positivo del combatiente, pero con los mismos rasgos épicos: un tipo cansado, desengañado de su profesión y del mundo en general, mal pagado y hasta marginado, que sin embargo sigue adelante por un difuso sentido del deber y el deseo de transmitir la verdad. En cualquier caso, los autores de comics se centran en el reportero de guerra más o menos eficaz o esforzado. Pero le ahorran el tratamiento que se le dedica a los demás protagonistas y evitan historias de reportajes fraudulentos, grandes figuras del “periodismo de hotel” y otras manifestaciones poco honorables de la profesión que también tuvieron excelente ejemplos en las guerras de la ex Yugoslavia.

Visto de una forma sencilla, una de las razones para convertir a la prensa en protagonista central (el bando que lo es sin serlo realmente) reside en que por entonces se le consideraba la “correa de transmisión” que denunciaba públicamente la sinrazón de unas guerras cuyas causas no estaban nada claras, la esforzada heroína que intentaba sacar a la luz la inoperancia de unos y los abusos de los otros. Dado que ni siquiera una visión muy ingenua puede aspirar a que sea creíble tal planteamiento a escala corporativa –los medios de comunicación son, en último término, empresas con intereses propios que se traducen en cifras de pérdidas y ganancias- los autores de comics (y los cineastas, o literatos) se centraron en la figura humana del periodista, adornándola con los atributos del “bad-good boy” de la literatura de serie negra.

Pero existe también una explicación de mucho mayor alcance, que será expuesta en detalle en el próximo post de esta serie.

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