miércoles, junio 06, 2007

Habana-Ankara















Carros de combate M-60 turcos transitan en las inmediaciones de la frontera con Irak, a comienzos de este mismo mes

Turquía está inmersa de lleno en el ambiente político de una precipitada campaña pre electoral, que se desarrolla como un chorro a presión. En medio de esa situación, el PKK ha irrumpido en el proceso electoral con sendos atentados, el último en Tunceli. Los militares, también se han incorporado a la vida política. No es un fenómeno tan nuevo en la presente legislatura: ya hicieron ruido en 2003, por boca del presuntamente moderado general Jefe del Estado Mayor, Hilmi Özkök. Pero en los últimos meses, su injerencia ha subido de tono y frecuencia, ya desde la protesta expresada en diciembre por el general Bÿükanıt ante las tímidas propuesta del primer ministro Erdoğan por encontrar una salida al contencioso de Chipre.

En los últimos días han estado creciendo los rumores de una intervención inminente del Ejército turco en el Norte kurdo de Irak. La operación podría reproducir la llevada a cabo en 1995, con 35.000 soldados respaldados por material pesado y aviación, que provocó una muy
dura condena del Parlamento Europeo, tanto por la violación de derechos humanos como por el hecho de que el Norte de Irak era, por entonces, zona de protección de las Naciones Unidas. En la actualidad, las repercusiones de una ofensiva unilateral a gran escala, con ocupación a tiempo parcial de territorios, podría tener todavía repercusiones más graves, por cuanto todo Irak es ya zona de guerra entre las tropas de la coalición aliada y fuerzas de la resistencia, locales e internacionales. Un choque militar directo entre tropas turcas y milicias kurdas iraquíes respaldadas por fuerzas americanas, daría lugar a un escenario bélico de difícil resolución. Y debe tenerse en cuenta que uno de los objetivos del Alto Mando turco parece ser “castigar a Barzani”, y no solamente al PKK.



El presidente George Bush recibe a Massoud Barzani en la Casa Blanca, octubre de 2005














En todo este asunto cabe resaltar el decidido respaldo político del gobierno Erdoğan a la presión militar. El ministro Gül ha planteado con firmeza el derecho de su país a actuar contra los milicianos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Irak. «Les he dicho claramente que Turquía tiene derecho a tomar cualquier tipo de medida en caso de sufrir cualquier movimiento o acto terrorista en su frontera», declaró Gül tras un encuentro en Ankara con el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank Walter Steinmeier; el comisario europeo para la Ampliación, Olli Rehn, y el secretario de Estado portugués de Asuntos Exteriores y Cooperación, João Cravinho.

Dado que la UE considera que el conflicto kurdo (y en él la cuestión del PKK) no puede ser resuelto por vía militar, y que Steinmeir salió de la reunión rezongando sobre la necesidad de que Turquía cumpla sus compromisos para con Bruselas, todo este asunto pinta mal para los intereses de Ankara. Por ello, tiende a sorprender la actitud del gobierno del AKP. Los analistas apuntan a que quizá busca poner la situación de emergencia militar como excusa para aplazar las elecciones. O bien, que intenta volver a forjar un pacto de complicidad con los militares, roto por el asunto de la elección presidencial a finales del pasado mes de abril. Como se sabe, la directiva del AKP había pactado con círculos militares la designación como candidato presidencial de tres posibles personalidades del partido, de escasa proyección islamista. Pero en el último momento, debido a la presión de las bases más radicales del partido, personificadas en el presidente del Parlamento, Bülent Arınç, se acordó proponer a Abdullah Gül. De ahí, supuestamente, la incomodidad de los militares expresada en el denominado “e-golpe” del 27 de abril.


El primer ministro Erdoğan conversa con el general Bÿükanıt tras un acto público








Por lo tanto, el decidido respaldo a una breve aventura militar en el norte de Irak, con la destrucción de los santuario del PKK y la humillación –ni que fuera parcial- del gobierno de Barzani, que ya habla como si existiera un estado kurdo soberano, restañaría heridas con la consiguiente ganancia de aplomo para el gobierno de Erdoğan; pero también para los uniformados, que se vienen sintiendo vilipendiados, marginados y desvalorizados por todo le mundo: la UE, los norteamericanos y hasta el propio gobierno turco.

Hasta aquí, un juego peligroso en el filo de la navaja, pero al menos con actores habituales. Alguien puede sorprenderse de que militares supuestamente kemalistas e islamistas, por muy moderados que sean, logren alcanzar alguna forma de complicidad. Pues a lo mejor se equivocan, porque en el pasado reciente, durante la Guerra Fría, el Ejército turco propició el resurgimiento de un islamismo controlable como forma de contrarrestar la presión de la izquierda radical. Esto sucedió tras el golpe de 1971, pero lo impulsó sobre todo en general Evren tras el de 1980. Y recordemos que en la guerra sucia contra el PKK, las fuerzas de seguridad utilizaron los servicios del muy radical Hezbollah turco, un episodio muy turbio pero muy real acaecido en los años noventa. Por último, deberíamos considerar que la base anti islamista del laicismo turco es de origen religioso, de la misma forma que en ocasiones, las furibundas reacciones antirreligiosas de la izquierda española hunden sus raíces en la intransigencia de la tradición católica.

Y en eso llegó Fidel: en medio de la situación, irrumpe inesperadamente en el escenario una delegación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA) que se reunió anteayer con su contrapartida turca (TUBITAK) para establecer vínculos de colaboración. Aparentemente se trata de una visita meramente técnica a fin de intercambiar experiencias y establecer mecanismos de colaboración en materia medioambiental. Yadira González recordó que Naciones Unidas acababa de aprobar un programa para el desarrollo de energías renovables en Cuba, cuya financiación se prevé cuente con el apoyo de Turquía.



Fídel Castro Díaz Balart, imagen de archivo. El parecido con su padre llegó a ser sorprendente








Sin embargo, el acto tiene lugar poco antes de las discusiones sobre el cambio climático que debería llevar a cabo la reunión del G-8 en Alemania y en el cual se ve venir que el presidente Bush no va a aportar grandes novedades en relación a las posturas norteamericanas. La presidente de la Agencia del Medio Ambiente en Cuba, Gisela Alonso, barrió para casa detallando las prioridades cubanas en desarrollo sostenible, lo avanzado de su legislación al respecto y la red de instituciones encargadas de cuestiones conexas con el medio ambiente con que cuenta la isla.

Pero es que, además, también visitó Ankara el hijo mayor del máximo líder cubano, Fidel Castro Díaz Balart que es, tomen nota, presidente del Centro de Investigaciones Atómicas de Cuba. Tuvo un encuentro con el viceprimer ministro turco Abdullatif Sener “para intercambiar experiencias sobre ese sector energético”, dice la nota de Efe. El cubano también se reunió con instituciones y funcionarios turcos vinculados con la energía nuclear. Y a cambio, el islamista Sener afirmó que “el marxismo ha dado una identidad a Cuba”, confesó que el viaje realizado el año pasado a la isla le había impresionado profundamente y regaló a Fidel Castro Díaz Balart un retrato del Ché Guevara (¿?).

No se trata de pensar en complots ni cosas raras. Pero parece evidente que, aún contando con que estos actos no se improvisan, esta historia difícilmente es una inocente reunión técnica. Puede que se haya incorporado algún elemento de última hora (como la visita del hijo de Fidel) o que el guión haya sido parcialmente reescrito. Pero da toda la sensación de que el gobierno turco le ha dedicado una oportuna mueca de burla a los americanos. En un momento en el que “Condi” Rizze vuela de aquí para allá hecha una hidra, largando desplantes a diestro y siniestro y
regañando a “Migüel” [Moratinos] por lo que ella entiende es pusilánime política del ejecutivo español hacia Cuba, los turcos se permiten el lujazo de hablar de política nuclear con el hijo de Fidel Castro. Y eso en plena histeria USA con respecto al programa nuclear iraní y los estrafalarios proyectos para crear un eje del Mal Teherán-Caracas. ¿Si Washington apoya a los kurdos, Ankara lo hará con los cubanos? La cosa se pone interesante.

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