martes, mayo 29, 2007

Líbano 2007: Un embrollo apenas sofisticado

















Un miliciano de Al Fatah al-Islam, posa para el fotógrafo, Corán en mano y empuñando un fusil de asalto norteamericano M-16. el equipo y el arma son nuevos de trinca.


Conviene tener en cuenta la pista porque proviene de una fuente segura: Georges Corm, uno de los más lúcidos analistas árabes, ex ministro del gobierno libanés él mismo y autor de algunos de los libros y artículos más clarificadores sobre la compleja historia y política de su país. La alusión fue publicada en castellano en un artículo de opinión aparecido en ”La Vanguardia” el pasado 24 de mayo, titulado: “Líbano en la tormenta”. La pieza, obviamente, hacía referencia al actual enfrentamiento entre el Ejército libanés y los milicianos de Al Fatah al Islam en el campo de refugiados de palestino de Nahr Al Bared.

Corm sugiere de forma bastante explícita que la provocación de los combatientes de Al Fatah al Islam está relacionada con el descontento existente en diversos países intervinientes en la zona (Estados Unidos, Arabia Saudí) con la actitud del Ejército libanes que, desde la guerra del pasado verano, no ha intentado desarmar a las milicias de Hezbollah. Es más, de hecho ha confraternizado en numerosas ocasiones con esa organización. Mientras tanto, no es ningún secreto que Washington apoya al gobiernos libanés de Fouad Siniora, seriamente acosado por Hezbollah desde hace meses.
















Soldados del Ejército libanés en los recientes combates. Todavía intentan proteger sus cabezas con anticuados cascos italianos. De todas formas, su mayor debilidad es la estructuración de sus unidades en base a consideraciones étnicas y confesionales


El analista libanés sostiene que los actuales incidentes entre el Ejército libanés y el grupo yihadista estaban más que anunciados desde hace tiempo. Como apoyo documental cita un extenso artículo que es fácil de encontrar en internet y fue publicado ya hace más de tres meses en “The New Yorker”. La pieza, firmada por Seymour M. Hersh –otro gran experto en Oriente Medio y Líbano- se titula: “The Redirection. Is the Administration’s new policy benefitting our enemies in the war on terrorism?” aparecido el pasado 5 de marzo. La fecha es interesante, porque Hersh ya mencionaba por entonces el protagonismo que iba a tener Al Fatah al Islam, grupo que, en teoría era por entonces un perfecto desconocido. La prueba de la hemeroteca, funciona una vez más para probar la excelente calidad informativa de algunas piezas (Si prefiere escuchar y ver la entrevista concedida por Seymour Hersh a CNN, pinche aquí o visiónela al final de este post).

En esencia, Hersh explica que desde hace meses la administración norteamericana está apoyando a los países suníes moderados e incluso (indirectamente) a grupos suníes violentos, obsesionados por el auge del Irán chiíta en Irak pero también de sus aliados en Líbano, es decir, Hezbollah. La estrategia posee peligrosas contradicciones, porque hasta ahora, las tropas americanas en Irak han sido atacadas preferentemente, y tanto en cantidad como en intensidad, por grupos de resistencia predominantemente sunís. El lector puede comprobar por sí mismo hasta qué punto ese planteamiento es problemático en Irak. Pero aquí interesa en especial el caso de Líbano, donde el Washington apoya al gobierno libanés de Fouad Siniora, seriamente acosado por Hezbollah. En ese empeño, los norteamericanos cuentan con el activo apoyo del gobierno de Arabia Saudí, y muy en especial del príncipe Bandar, actual asesor de seguridad del gobierno de Riyad, y antiguo embajador en los Estados unidos durante veintidós años, amigo personal del presidente Bush y del vicepresidente Cheney. Los saudíes, en efecto, están muy preocupados por el auge los iraníes y del islam chiíta en la zona.






















La última moda en alarmismo: Hezbollah se está infiltrando en Latinoamérica e intenta seducir a pueblos indios descontentos, como los Wayuu. En algunos foros ya se afirma de forma contundente que "Hezbollah es la organización terrorista más peligrosa del mundo". Por suerte, algunos grupos ligados a Al Qaeda podrían echar una mano para frenarla, y de paso, quién sabe, liquidar también a Hugo Chávez...

El gobierno de Siniora ha recibido ayudas de todo tipo por parte de sus poderosos aliados. Y también mucho dinero, millones de dólares. Sin embargo, funcionarios norteamericanos en la zona han comentado que se pierde rápidamente la pista de esas ayudas y que algunas han ido a parar a malas manos. Ya en marzo se decía abiertamente que grupos de extremistas suníes yihadistas estaban recibiendo ayudas de círculos cercanos al gobierno Siniora. Estos grupos, aunque pequeños, deberían servir de amortiguador ante los chiíes de Hezbollah; lo malo era que, ideológicamente estaban próximos a Al-Qaeda. Hersh mencionaba dos en concreto: Asbat al-Ansar, radicado en el campo de refugiados palestinos de Ain al-Hilweh [también transcrito como Ain el Helu] ; y Al Fatah al Islam, una escisión del pro-sirio Al Fatah al Intifada, cuya base estaba en el campo de Nahr al-Bared, norte del Líbano. En ambos casos, el articulista recogía testimonios que mencionaban ayudas en dinero y armas de individuos que se presentaban a sí mismos como “representantes de los intereses del gobierno libanés” con el supuesto objetivo de enfrentarse a Hezbollah.

En círculos gubernamentales se expresaba la opinión de que la actual administración libanesa demostraba una actitud “liberal” hacia militantes de Al Qaeda en el país. La preocupación obsesiva es, una y otra vez, Hezbollah, capaz de poner contra las cuerdas al gobierno, quizá también a las fuerzas de mayoría suní. Por lo tanto, todo vale con tal de cortarle las alas a Hezbollah y, si fuera posible, desarticularla. Al parecer, los norteamericanos tampoco verían con malos ojos la infiltración y apoyo de grupos radicales integristas en Siria, como la Hermandad Musulmana. Los saudíes también estarían activamente interesados en tales maniobras.

Si hacemos caso de Corm y Hersh, y son dos firmas de peso, los norteamericanos y sus aliados saudíes se han embarcado claramente en una estrategia activa de enfrentar a suníes y chiítas en Oriente Medio y, de momento, en Irak y Líbano. Resultaría tragicómico -con fuerte desequilibrio hacia el segundo componente- que al final los norteamericanos terminaran apoyando a Al Qaeda abiertamente; entonces, no sería tan extraño que alguien preguntara desde cuándo dura esa situación. Pero sin ir tan lejos, parece claro que la estrategia norteamericana no se centra específicamente en apoyar a suníes contra chiítas. Más bien parece que de lo que se trata es de enfrentar a unos con los otros, al margen de que se alternen los beneficiarios de los apoyos concretos.

En realidad, las cosas pueden ir incluso más lejos, dado que uno de los efectos del actual alzamiento en el campo de Nahr Al Bared ha sido el apresurado
rearme del Ejército libanés con material norteamericano; y por las imágenes que ofrecieron las televisiones, un plus de equipos procedentes de los Emiratos Árabes Unidos y, pronto, otros amigos del americano en la zona (Egipto, por ejemplo). En definitiva: un ejército armado, fogueado y con las manos ya manchadas de sangre, debería mostrar menos respeto hacia la milicia de Hezbollah.






Un avión de transporte C-130 Hércules del Ejército de las Emiratos Árabes Unidos, cargado de armas y equipos militares, se apresta a aterrizar rozando los techos de Beirut, 28 de mayo, 2007








Y a partir de aquí, las puertas quedan abiertas de par en par para todo tipo de conclusiones y elucubraciones. El marco general de las maniobras descritas por Hersh y refrendadas por Corm, es de manual sobre intervencionismo en el espacio ex otomano. Podríamos estar hablando, por ejemplo, de las viejas maniobras franco-británicas en torno a Monte Líbano en la década de 1840. En ese contexto, la reunión de embajadores norteamericano e iraní en Bagdad, el pasado lunes 28 de mayo no excluye todavía nada. Como apunta Corm, si el Ejército libanés no da los resultados apetecidos, podría ser desmontado y liquidado como un saldo. Eso entra, por ejemplo, en la lógica de los estrategas de sofá que pueblan la Brookings Institution: todo es despiezable: Bosnia (Kosovo no, por lo visto), Irak y, por supuesto, Líbano. Dado que ahora están tan obsesionados por el poder de Iran como el mismo presidente Bush, todo lo demás es secundario, incluyendo al mismísimo Osama Bin Laden. Es la estrategia del último minuto, que esconde carencias básicas, como por ejemplo, la falta de objetivos estratégicos de fondo en toda la región de Oriente Próximo e incluso Asia Central.

De todas formas, no deja de ser inquietante ver cómo van cobrando forma concreta las sospechas de que, tras el esquema monocolor de la "guerra contra el terrorismo internacional" que ha venido trompeteando la administración Bush desde hace casi seis años, emergen sombras y tonalidades variadas, contrapuestas y desconcertantes. Los ataques del 11-S inauguraron un amplio supermercado de grupos terroristas, franquicias reales e imaginarias, siglas políticas, secciones de servicios de inteligencia, aliados reales e inventados, surtidos tutti frutti de objetivos posibles y beneficios directos e indirectos todo tipo de formatos. Es lógico: la guerra de contrainsurgencia siempre fue terreno abonado para las fantasías y exageraciones, tanto por parte de las fuerzas insurgentes como las del "orden". ¿Recuerdan por qué los guerrilleros castristas comenzaron a dejarse la barba a finales de la década de los 50 en la Sierra Maestra cubana? Para que el ejército de Batista no presentara las ejecuciones de campesinos lampiños como "bajas" de los insurgentes en "batallas" inventadas.


Individuo armado, en las calles de Beirut, presentado como miliciano de Hezbollah. A destacar el distintivo de su camiseta deportiva












Por lo tanto, la tentación de la mentirijilla está siempre presente en el día a día de la lucha entre los USA y Al Qaeda. Pero claro: si la invasión de un país y el despanzurramiento de su estado, su tejido social y su economía se justificaron sobre delirantes mentiras sobre su capacidad de destrucción masiva "en 45 minutos", ¿qué podemos creernos a estas alturas? Y si resulta que ahora mismo, a la administración Bush y a los chicos de la Brookings les resulta más amenazador un Irán real que los tentáculos de Al Qaeda, e incluso les atrae la posibilidad de utilizarlos coyunturalmente para hacer alguna que otra chapucilla (por ejemplo, contra el muy concreto Hezbollah) la pregunta que surge naturalmente es: ¿Desde cuándo es esa la realidad del problema, tal como se percibe desde Washington?

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