jueves, marzo 25, 2010

CK Way (4)













Pinchar sobre la fotografía de la isla de Akdamar para ampliación y localizar la iglesia de la Santa Cruz


Para los que se hayan sentido atraídos por la ruta CK Way, este próximo verano podrán disfrutar un atractivo inédito en decenas de años: la iglesia armenia de la Santa Cruz, en la isla de Akdamar, quedará abierta al culto un día al año, el 12 de septiembre.


25-03-2010


Turquía permite un día de oración al año en una histórica iglesia armenia


La bizantina iglesia de la Santa Cruz, situada en la isla de Akdamar en el lago Van, en el sudeste del país, se inauguró en 2007 tras ser restaurada, con una gran ceremonia a la que asistieron representantes armenios debido a la importancia del templo para esa vertiente del cristianismo.

La Santa Cruz se "abrirá de forma simbólica a la oración el segundo domingo de septiembre de cada año", anunció a los medios turcos el gobernador de la provincia de Van, Munir Karaoglu, y agregó que los armenios eran bienvenidos para la oración el próximo 12 de septiembre.

La decisión de abrir las puertas del templo cristiano a la oración se enmarca dentro de la intención del Ministerio de Turismo y Cultura de Turquía de incentivar el "turismo religioso" en Van, explicó.

Karaoglu aseguró además que con esta medida se responde a la petición armenia de permitir la oración en la Iglesia, pero descartó la posibilidad de que el ahora museo se utilice para esa finalidad de forma permanente.

El patriarca armenio de Constantinopla, Mesrop Mutafian, solicitó tras la restauración que se le permitiera rezar allí como un gesto para la reconciliación entre ambos pueblos.

Los comerciantes turcos de la provincia de Van también solicitaron a Ankara que permitiera la apertura del templo a la oración ante la posibilidad de que fuera una forma de promocionar el turismo en la zona.

Pero hasta ahora las autoridades turcas habían argumentado que la basílica de Santa Sofía (Hagia Sofía) de Estambul tiene el mismo estatus que esta iglesia bizantina, también es un monumento y no está abierta para la oración.

La Iglesia de la Santa Cruz se considera como el lugar sagrado más importante de los armenios en Turquía y fue construida entre los años 915 y 921 por el rey armenio Gargik I. EFE

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viernes, marzo 12, 2010

Turquía regresa a la senda europea (2)


















Fețullah Gülen recibido en audicencia privada por el Papa Juan Pablo II. Según la página de la Australian Catholic University: Gülen is especially noted in Catholic circles for his private audience with Pope John Paul II at the Vatican in 1998. This marked an important step forward in Muslim-Catholic relations"

Jueves, 4 de marzo: el Congreso norteamericano vota, por una ajustada mayoría –tanto que casi equivale a un empate- la resolución por la cual las matanzas de población armenia en 1915, durante la Primera Guerra Mundial, sean consideradas “genocidio”. Ese paso político, tiene lugar en un momento muy delicado para las relaciones entre Turquía y los Estados Unidos. En efecto, Washington cuenta con Turquía para la implantación del escudo antimisiles frente a Irán y en un momento en el que se está licitando el sistema antiaéreo de misiles de largo alcance de la propia Turquía (con jugosas ofertas rusas). También podría estar en juego la base aérea de İncirlik, bastión de la logística norteamericana, en suelo turco, y que cubre las operaciones en Irak y Afganistán. La misma Turquía mantiene 1.700 soldados en Afganistán y sus empresas gestionan una buena porción de las obras civiles y militares que se llevan a cabo por cuenta de Washington en el ocupado país.

¿Falta algo? Si: Ankara también ha jugado un rol clave en la estrategia de Estados Unidos para lograr que Afganistán y Pakistán trabajen juntas en la lucha contra militantes de Al Qaeda y talibanes en sus fronteras, y ha patrocinado conversaciones de alto nivel entre ambas naciones asiáticas.

Casi parece que Washington se haya metido un gol en propia puerta, sin que se perciba la utilidad de tamaño sacrificio, y precisamente ahora. A menos que se explique como una maniobra impulsada por la oposición para dañar la política exterior de Obama. O que el asunto sea consecuencia del enfrentamiento que el actual gobierno turco mantiene con Israel desde la operación militar protagonizada por sus fuerzas de seguridad, en Gaza, concluida en enero de 2009. En este último caso, el lobby pro-israelí habría movido la celebración del voto en el Congreso para forzar, precisamente, una ruptura de la buena sintonía que mantenía el presidente Obama con el gobierno del AKP. Si es así, por parte de los israelíes también habría sido una maniobra arriesgada, dado que una buena parte del suministro de hidrocarburos de su país, pasa precisamente por Turquía; pero sobre todo, porque ese mismo gobierno israelí jamás consentiría que el genocidio armenio se convirtiera en un fenómeno histórico capaz de rivalizar, ni lejanamente, con la Shoah.

Pero el esquema se complica aún más (sin perder coherencia) si consideramos el peso que puede haber tenido en todo ello el pulso que mantienen desde hace más de siete años el gobierno islamista moderado turco con la oposición de la derecha tradicional laica, y que en fechas muy recientes se saldó con la detención de un total de 67 militares de alta graduación en menos de una semana.

Lógicamente, las detenciones, -el mayor golpe contra los golpistas en toda la historia de la República turca- vinieron acompañadas del socorrido mantra entonado por la oposición derechista laica sobre la “agenda oculta de Erdoǧan”. Pero dado que la dichosa agenda nunca ha podido ser localizada, últimamente se acompaña el relato con el asunto del poder oculto de los feţullahcı. Lean un excelente ejemplo en el último artículo de Soner Çaǧaptay, uno de los puntales intelectuales del lobby de la derecha ”laica” en los Estados Unidos. Allí, Çaǧaptay es leído con reverencia y arrobo por todos aquellos que no quieren perder más tiempo del necesario en entender qué ocurre en Turquía justamente porque, de hecho, ya han tomado posición contra el gobierno del AKP, por aquello de que es islamista. Con el tiempo, a medida que el gabinete de Erdoǧan se afianzaba en el poder, contra viento y marea, Çaǧaptay ha ido adoptando modos y maneras cada vez más ultras.

En el artículo a que se hace referencia, el autor señala con aplomo que tras la última saca de militares (presuntamente) golpistas que ha impulsado el ejecutivo turco, está la mano oculta de Fețullah Gülen. ¿Quién es ese misterioso personaje? Hace menos de dos años, “El País” lo definió como el padre del “Opus Dei islámico”. Aunque el artículo está recogido en la edición española de la página de Gülen, la definición no es exacta, pero sirve para que el lector español se maneje. En realidad, Fețullah Gülen no es sino una versión exitosa a escala turca de la moderna teología musulmana de clase media. Su equivalente en Egipto y también en Líbano es, por ejemplo, Amr Jaled (o Amr Khaled, en su transcripción inglesa). Este hombre, definido como “telepredicador evangelista”, es todo un fenómeno de masas en Egipto. Llegó a ser tan popular que el gobierno egipcio lo expulsó del país por miedo a su influencia política. Ahora difunde su mensaje vía satélite.

Amr Jaled y Fețullah Gülen son dos personalidades religiosas diferentes, pero les une poseer una marcada vis mediática, y el hecho de no ser fundamentalistas, sino conservadores y puristas, aunque insisten en convincentes aproximaciones entre el moderno pensamiento islámico, los avances científicos y un enfoque neoliberal del mundo de los negocios. El mensaje de ambos, consecuentemente, va dirigido con preferencia a las clases medias como articuladoras de un islam más adecuando a los nuevos tiempos. En buena medida, esos personajes tienden a ser considerados desde Occidente como diques de contención contra el yihadismo: lo que la socialdemocracia fue con respecto al comunismo en la década de los años veinte del siglo pasado.

El teólogo Fețullah Gülen, inicialmente seguidor de la línea de pensamiento de Said Nursî, fundó su propia cofradía hacia finales de la década de los años setenta del siglo pasado. A partir de ahí, el “movimiento de Gülen” aglutinó de manera informal a decenas de miles de seguidores, primero en Turquía y después en otros países del mundo, especialmente en Asia Central, entre los musulmanes rusos, las comunidades islámicas en Europa occidental o Filipinas. El movimiento de Gülen se centra en la creación e instituciones de enseñanza, desde escuelas a universidades, que acogen a unos dos millones de estudiantes. Pero también posee una vertiente comunicativa que integra estaciones de televisión, prensa escrita y radio, en turco, inglés y árabe.

Los feţullahcı o seguidores de Fethullah Gülen han tendido a organizar lobbies de negocios y think tanks, con presencia incluso en Bruselas y Washington. Todo ello ha hecho del movimiento de Gülen la “orden” musulmana más importante del mundo en la actualidad.

En 1998, tras el “golpe posmoderno” de los militares turcos, Fețullah Gülen se exilió a los Estados Unidos, donde todavía reside. Fue una opción consecuente con la que estaba cayendo, puesto que en Turquía el Consejo de Seguridad Nacional impulsóaba por entonces una potente ofensiva de desactivación y neutralización de los soportes de poder social y económico islamistas. Cofradías, centros de enseñanza, medios de comunicación, funcionarios simpatizantes con el islamismo: todos fueron estrechamente vigilados o recibieron duros golpes: medidas restrictivas, prohibiciones, despidos. En algunos casos, los líderes de las cofradías fueron perseguidos por la justicia y encarcelados o se exiliaron, como fue el ocurrió con los de las diversas ramas de la Nakşibendiya. Incluso los moderados feţullahcı fueron perseguidos con saña; en especial su líder en el exilio Feţullah Gülen, que había apoyado públicamente las medidas del gobierno para controlar los centros de enseñanza religiosos. En el año 2000 fue juzgado en ausencia por actividades contra el estado laico, pero fue absuelto en 2006.

Gülen y su movimiento tienen buena fama en Occidente. Ha sido reseñado elogiosamente por “Forbes” o “New York Times”, los gobiernos noruego y holandés han mostrado interés en sus ideas integradoras y su insistencia en el diálogo interreligioso. Pero, sobre todo, Gülen sigue residiendo en Pennsylvania; más que posiblemente, bajo estrecho control por parte del gobierno norteamericano, al que le haría muy poca gracia que Hocaeffendi (apelativo respetuoso que le confieren sus discípulos) anduviera moviendo los hilos del gobierno turco de Erdoǧan, y menos aún para detener generales golpistas a mansalva.

En consecuencia: Soner Çaǧaptay nunca ha dejado de profesar la ingenuidad argumental de la derecha turca cercana al kemalismo castrense. Lo que cuesta algo más de entender es qué le ha dado a “Foreign Policy” para publicar un artículo más propio de “Hürriyet”, cuando fue precisamente FP la que “descubrió” que Gülen encabezaba la lista de los 20 pensadores más influyentes del mundo a partir de una encuesta llevada a cabo por la revista y publicada en la primavera de 2008.

Pero, en definitiva: ¿Qué relación existe entre las afirmaciones de Çaǧaptay y la revancha israelí contra Turquía?

(Continuará)

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martes, marzo 09, 2010

Tener más deudas que Grecia






















Ilustración que acompaña al artículo original. - Leonard Beard

Actualización a 26 de marzo, 2010: según el diario griego "Kathimeri", el Hellenic Post Bank (TT por sus siglas en griego) "compró 1.200 millones de dólares en CDS (seguros contra riesgo de impago) de la República Helénica, un 15% de los 8.000 millones que existen en el mercado. Lógicamente, una compra de este tamaño por fuerza disparó el precio del CDS, es decir, el riesgo de invertir en Grecia, que fue el detonante de la crisis de febrero". Lean más pinchando aquí.



"El Periódico", 8/3/2010 - ESCÁNDALO FINANCIERO EN LA UE

Tener más deudas que Grecia

España sufre de un síndrome parecido al del país helénico: la desconfianza que genera su reputación histórica

Una amiga, veterana periodista de la desaparecida agencia Tanjug, jura y perjura que de pequeña oyó la siguiente expresión, típicamente serbia: «Tienes más deudas que Grecia». No es descabellado darle la razón: a lo largo del siglo XIX, y desde su independencia formal en 1830, el reino de Grecia resultó un quebradero de cabeza para las grandes potencias continentales, y más de una vez por su insolvencia.

El caso más conocido y escandaloso acaeció en 1850, cuando Londres envió a la flota para que el Gobierno griego compensara a don Pacífico. Este buen hombre, que era un comerciante judío gibraltareño, de origen portugués, había visto cómo una multitud destruía su casa y propiedades debido a un alboroto antisemita. Pues bien: la Royal Navy bloqueó el puerto griego del Pireo durante dos meses, hasta que Atenas accedió a resarcir al ciudadano británico don Pacífico.

Esta es una historia característica de la denominada «diplomacia de las cañoneras», que pocos años después vertebraría el clásico imperialismo europeo. Sin embargo, asombra lo poco que han variado los trasfondos y estereotipos de la política en el Viejo Continente.

Casi dos siglos más tarde, de nuevo una historia de la más que mala gestión financiera en Grecia, que provoca un escándalo de tomo y lomo en Europa. Ahora, con el agravante de que es la primera crisis balcánica de la Unión Europea: no todo van a ser guerras interétnicas. Los Balcanes también han dado mucha murga por su descontrol financiero en los últimos dos siglos, y en Bruselas deben estar rezando porque lo de Grecia no se repita en Rumanía o Bulgaria. Todo lo cual debe estar haciendo un flaco servicio a la candidatura de los Balcanes occidentales.

Pero en el contexto europeo también se perciben inquietantes reflejos hegemonistas de los de toda la vida. París y Berlín ya no esconden en absoluto sus deseos de gobernar para siempre los destinos de la Unión Europea. Y ahí está la razón principal para excluir a una Turquía que, solo con su peso demográfico, hipotéticamente desplazaría a Francia al frente de la Unión Europa ¡dentro de 50 años!

Desde ese punto de vista, la situación griega supone todo un desafío. Si París y Berlín desean imponer su peso como potencias dominantes en la Unión Europea, deberán aportar soluciones eficaces a la altura de los problemas más serios. La patata caliente griega es de consideración, y se nota que les ha caído entre las manos sin haberlo previsto hace unos meses. De ahí el sí, pero no, y ya veremos de Alemania, con Angela Merkel al frente. Porque, además, no se trata solo de aportar ayudas materiales, sino también de disciplinar a una sociedad, la griega, que prefiere seguir viviendo instalada en los viejos planteamientos. Y eso no va a ser posible cambiarlo desde París ni desde Berlín.

Pero hay otra reflexión que merece ponerse de relieve. Lo que está pasando en Grecia nos demuestra que a lo largo de su historia las sociedades, como las personas, tienden a cambiar poco en sus comportamientos. Problema añadido, y muy serio, es la percepción que tienen los demás de esas actitudes. En ese sentido, España no es Grecia, al menos en lo económico. Pero sufre de un síndrome parecido: la desconfianza que genera su reputación histórica, en este caso de enfrentamientos políticos eternamente reverdecidos. Un problema que predispone contra la cultura política de coaliciones, de pactos de Estado, esa práctica tan usual en Europa ante los momentos de crisis.

Y es que esas imágenes sempiternas son la causa de fondo de los extranjeros y de la desconfianza de los inversores. Parafraseando a un periodista catalán: los inversores huyen porque no confían en la imagen de escasa solvencia; no es lo mismo que afirmar que nuestra imagen de insolventes sea debida a la huida de los inversores.

En tal sentido, ya pueden investigar CNI y EYP, hermanados en el furgón de cola, si se produjeron conspiraciones o complots contra la puerta de atrás del euro. Y claro que los hubo: en la jerga financiera se denominan ataques especulativos, y los responsables son los de siempre, los grandes especuladores de los países que inventaron el capitalismo, los mismos que provocaron las crisis de 1996-1998 en Latinoamérica, el Sureste asiático y Rusia, que nuestros dirigentes no se han molestado en considerar, suponiendo que tengan idea de que existieron.

Lo grotesco es que el servicio de inteligencia se dedique a investigar asuntos que los servicios de análisis de los bancos, el Ministerio de Economía y las facultades de Económicas ya llevan años estudiando (y aportando medidas de prevención reales).

Por lo tanto, quizá hubiera sido más práctico poner una denuncia ante la Guardia Civil. Porque, caso de que al final den con un deus ex machina como el filántropo George Soros, que dirigió el ataque contra la libra esterlina el Miércoles Negro de 1992, ¿qué harán?¿Detenerlo, acaso?



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jueves, marzo 04, 2010

Turquía regresa a la senda europea (1)























Erdogan y Zapatero bromean en un momento relajado, durante la visita del mandatario turco a Madrid


El pasado día 22 de enero, mientras el primer ministro turco, Reyep Tayyip Erdogan estaba de visita en España, llegó la noticia de que la policía antiterrorista turca había detenido a casi medio centenar de militares retirados de alta graduación, acusados de haber planeado la operación “Martillo” ("Balyoz") en 2003, destinada a dar un golpe de estado castrense que habría derribado al gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), pocos meses después de que ese partido hubiera ganado las elecciones, el año anterior.

Curiosamente, entre la prensa occidental se produjeron comentarios adversos, por activa o por pasiva. De una forma u otra, volvió a resonar la vieja cantinela sobre Turquía, compuesta a base de un gastado mantra que a fuerza de repetirse pretende adquirir consistencia de realidad. En España el grueso de la campaña antiturca ha estado respaldada básicamente por medios afines a la clásica derechona (incluyendo ultracatólicos), a los que se han unido “eurábicos” y nueva ultraderecha pro-israelí (también la hay anti-israelí), además de socialistas-nacionales. Desde hace pocos años, se han añadido sectores supuestamente afines al socialismo, pero dispuestos a torpedear cualquier opción original que persiga el gobierno Zapatero.

La idea central de la cantinela, con melodía de la temporada primavera-verano de 2010, la encontramos, por ejemplo, en un vistoso editorial de “El País”, publicada a raíz de la visita del primer ministro Erdogan a España: Turquía es Oriente. Da igual que haga ya cuatro años y pico que Turquía haya sido admitido formalmente como país candidato a la Unión Europea. El hecho es que, según remata el autor del editorial, últimamente Turquía se mueve demasiado bien por Oriente Medio, y ello aparta a ese país de Europa.

La afirmación parte de una tautología en su estado más simple, la del puro sí-o-sí: hace unos pocos años, se afirmaba que uno de los activos de Turquía como futuro miembro de la UE era su capacidad para actuar como broker de Europa entres los países árabes, en Oriente Medio. Ahora que demuestra poseer tal cualidad, resulta que eso precisamente juega contra su candidatura. Pero si hubiera renunciado a ella, ¿de qué le serviría Turquía a Europa?

Por lo tanto, ya se sabe, hagan lo que hagan los turcos, está mal hecho, y no conviene a Europa.

¿A Europa? En mayo del año pasado, el mismo diario “El País” precisaba con claridad a quién no le conviene la integración de Turquía en la UE: a Francia y Alemania. Por supuesto, eso no es una novedad, si por el primer país entendemos las posturas políticas del presidente Sarkozy, y el segundo lo identificamos con la canciller Angela Merkel. Pero el artículo aludido iba mucho más allá de esas precisiones coyunturales:

“La cuestión de fondo de la firme oposición franco-alemana es el temor a la pérdida de poder político. Con el nuevo Tratado de Lisboa, la población pasará a ser un elemento determinante para medir la importancia de cada país en la UE. La gran conquista de Alemania en el nuevo tratado, que es nada menos que el reconocimiento a su mayor peso tras la reunificación, se desvanecería a la luz de la bomba demográfica que representa Turquía.

Mientras Europa envejece y su población se estanca, la de Turquía se dispara. En el horizonte de 2060, Alemania contará sólo con 70 millones de habitantes frente a los 82 actuales. En cambio, en Turquía sus 71 millones de ciudadanos de hoy se convertirán en 97 millones dentro de cuarenta años. Francia, aunque también crecerá hasta los 71 millones, deberá asumir que el mayor poder político en el Consejo Europeo y el Parlamento lo ejercerá un país de mayoría islámica como Turquía”.

Resulta incluso divertido el descaro con el que se plantea la cuestión: el Tratado de Lisboa se redactó primando el tamaño de los países que, vaya casualidad, son los que ahora reivindican para sí el liderazgo hegemónico de la Unión Europea, es decir: Francia y Alemania. Y por lo tanto, todo el tinglado queda amenazado por la natalidad turca. Pero, ojo al dato: no es una consideración coyuntural. Turquía no pone en cuestión la hegemonía franco-alemana en la UE en el 2015 o el 2020, sino… ¡a cuarenta o cincuenta años vista! No cabe duda de que Berlín y Paris cuentan con blindar su “liderazgo” a largo, muy largo plazo.

No es de extrañar que la prensa conservadora española se frote las manos ante tales noticiones. ¿Pero sólo cabe esa opción o es precisamente lo que nos quieren hacer creer? Les invito a la lectura del artículo de Johan Galtung: “Turquía, la Unión Europea, Francia y Alemania”, en su versión castellana o inglesa.

(Continuará)

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