martes, abril 24, 2007

El contencioso armenio-turco (5): el factor francés















El obispo armenio Norvan Zakarian en la conmemoración del día del genocidio armenio, Lyon, 24 de abril de 2006. La comunidad armenia en Francia no parece ser, a la postre un factor tan importante en la política de ese país con respecto a Turquía. Al menos en relación a los problemas que puede generar la comunidad magrebí


Martes 24 de abril: se celebra el 92º aniversario del genocidio armenio. Decliné amablemente dos invitaciones para hablar del asunto en sendos programas de la televisión catalana. Voy a intentar explicar someramente el por qué de tal actitud para ir cerrando, de paso, una mini serie comenzada meses atrás sobre el contencioso turco-armenio (al menos, de momento).

Con la cuestión del genocidio armenio sucede lo mismo que con el sicoanálisis en sus primeros tiempos. Si alguien lo rechazaba por inapropiado, podía encontrarse con una apasionada respuesta de sus partidarios: algún complejo crítico o problema mental tendría el “negacionsita”, dado que no consideraba apropiada la terapia sicoanalítica. En el caso del genocidio armenio, ya saben, acaecido en 1915, la pregunta obsesiva es: ¿De qué parte está usted?¿Es revisionista o acepta que en efecto hubo un plan para aniquilar a los armenios y el gobierno turco debería pedir excusas y etcétera, etcétera? Personalmente entiendo que actualmente la cuestión no reside ahí. Cuando un fenómeno histórico acaecido hace un siglo levanta tan elevadas cotas de pasión, es que algo refleja de la realidad actual. Y en ese caso, lo interesante no es quedarse en el síntoma, sino ir a su origen.



Conmemoración del del 90º aniversario del genocidio turco en Paris, 2005. Entonces sí tenía lógica propia







¿Por qué hoy, precisamente el aniversario número 92, levanta tantas pasiones?. La pregunta no le pasa desapercibida ni a los programadores televisivos. Se ha previsto una manifestación en Madrid, al menos dos programas de la televisión catalana tocarán el tema con cierto detenimiento, son de esperar editoriales en la prensa, declaraciones apasionadas sin fin. Pero estamos hablando del 92º aniversario. No del 75º, ni del 90, ni siquiera el 95º, no digamos el siglo redondo que se celebrará en 2015. Y ya saben ustedes que en esto de las efemérides los números mágicos son el 25, el 50, quizás el 75 y desde luego el 100. Por lo tanto, ¿qué tiene de destacado este Armenia 92?

Mucho hemos de temernos que este año la conmemoración del genocidio armenio esté muy ligada a la campaña electoral de Nicolas Sarkozy, abril de 2007, a plena potencia hacia la segunda vuelta de las presidenciales francesas, el próximo 6 de mayo. De forma directa o indirecta o aprovechando a fondo las pulsiones de la izquierda socialista-nacional, la derecha francesa ha sido la principal beneficiaria (cuando no impulsora) de todo este apasionado “revivalismo”, con las consabidas presiones al gobierno turco para que reconozca la supuesta intencionalidad genocida de las autoridades otomanas, allá por el 1915 y emita las oportunas disculpas históricas. De la misma forma que desde esos mismos sectores políticos se ha impulsado el proyecto de ley para castigar las declaraciones negacionistas en Francia. Los réditos políticos que han obtenido con esta cuestión han sido lo suficientemente jugosos como para que la candidata socialista, Segolène Royal, se apuntara deprisa y corriendo, a última hora –-a comienzos de este mismo mes de abril-- a la bicoca armenia. Precisamente, estas actitudes a remolque de las iniciativas sarkozistas, siempre a salto de mata y a destiempo, son una explicación de por qué toda la campaña socialista va a varios puntos por detrás de su principal adversario. Porque aparte de demostrar falta de consistencia, en cada exabrupto anti turco, la izquierda francesa pierde votos de la banlieue inmigrante, preferiblemente magrebí. Pero en su conjunto, la manipulación política actual del genocidio armenio de 1915, como ya sabe o sospechará usted, está específicamente pensado para hostigar las negociaciones de acceso de Turquía a la Unión Europea.
















Sarkozy en estado de gracia mediática. No se trata de un fotomontaje



Llegados a este punto, surge la pregunta: ¿Por qué la derecha (y ultraderecha) francesa profesa tal inquina a la candidatura turca? Se ha esgrimido la importancia del lobby armenio en ese país, dado que no se puede comparar el peso de la inmigración turca en Francia con la existente en Alemania. Aún así, con todo el melodramatismo del que son capaces, muchos franceses tienden a sobredimensionar la importancia del factor conspirativo, mencionando de pasada algunos personajes situados en los vértices del poder, que son armenios o de tal origen, mientras deslizan en algunos productos culturales de muy escasa calidad todo tipo de fantasías sobre el poder de las mafias turcas. Historias de Landrú.

La derecha nacionalista francesa tiene dos problemas con Turquía. El primero es que si este país entra en la UE, y en virtud del actual sistema de representación, el recién llegado tendrá más parlamentarios en Bruselas, por detrás de Alemania. Epoustouflant. La segunda cuestión, ya sugerida más arriba, es que el rechazo de los turcos es una forma de tirar por elevación, de forma indirecta, contra los magrebíes: por inmigrantes, porque vete a saber si algún día a marroquíes y argelinos se les ocurre decir que son europeos y piden el acceso al club. Esa inquina fue precisamente una de las causas de aquellos célebres y muy violento
motines en las banlieues francesas en noviembre de 2005, el fenómeno de agitación francés más importante desde mayo del 68, no lo olvidemos. Nicolas Sarkozy dando salida a su faceta mediática más agria y utilizando la palabra “racaille” contra los jóvenes de los suburbios, preferiblemente magrebíes y gentes de piel oscura. También la política de Sarkozy, en su conjunto, como ministro de Interior. Y el uso y el abuso de la tirria antiturca (es decir, anti-magrebí) en los recientes y muy duros debates contra el referéndum por la Constitución europea en la primavera de ese mismo año.

Por si no fuera suficiente la relación entre el 92º aniversario del genocidio armenio y la campaña electoral en curso en el vecino hexágono, ahí está también el reciente conflicto entre Ankara y la compañía francesa Gaz de France en torno al proyecto del gasoducto Nabucco para transportar gas del Mar Caspio a Europa. Con un presupuesto de 4.600 millones de euros, el proyecto prevé solucionar el transporte de gas natural desde Turquía a Austria a través de Bulgaria, Rumania y Hungría, haciendo que la UE fuera menos dependiente del petróleo ruso. El grupo de gas y petróleo de Austria OMV dirige el consorcio que planea construir el gasoducto. También son socios del proyecto las compañías Bulgargaz, Transgaz de Rumania, MOL de Hungría y la empresa estatal turca Botas. Pues bien, esta última se negó a que Gaz de France se convirtiera en el sexto socio, mostrándose favorable, en cambio, a la entrada de compañías alemanas y ucranianas. El conflicto, que se ha venido arrastrando precisamente a lo largo del mes de abril, discurre todavía por tormentosos meandros, no en vano es mucho el dinero y la influencia que están en juego: hace algo más de un año, en marzo de 2006, Gaz de France se ofreció a financiar hasta un 30% del tendido de Nabucco. El pasado 10 de abril, el ministro turco de Energía, Hilmi Güler, afirmó que Gaz de France aún no había sido apartada del proyecto.


Un oleoducto en Turquía: muhco dinero, mucha importancia geoestratégica, mucho conflicto







Pero es evidente que hay mucha disputa y navajeo bajo cuerda; y tampoco es ningún secreto que la iniciativa turca está relacionada con la polémica ley francesa sobre la negación del genocidio, votada en la Asamblea Nacional el pasado 12 de octubre por 106 votos a favor y 19 en contra cuando, precisamente ese día, estaban ausentes la mayoría de los 577 diputados de la cámara. La iniciativa fue de un grupo de parlamentarios socialistas, que esperaban sacar una buena tajada electoral del asunto. Pero quien sacó magros beneficios de la maniobra fue Sarkozy, incluso superando las reticencias de un sector de su propio partido, el MUP.

Después de esa iniciativa, que levantó una gran polémica en Europa, las relaciones turco-francesas se deterioraron de forma apreciable. La primera manifestación de esa tensión fue la negativa del gobierno turco a invitar a Francia a la feria de armamento IDEF 2007 que se celebra anualmente en Ankara. Las declaraciones excluyentes fueron pronunciadas por el ministro turco de Defensa en noviembre de 2006, pero el evento se celebrará dentro de poco, en mayo. A efectos de celebraciones filoarmenias: qué oportuno. Y lo cierto es que IDF 2007 es el mayor muestrario de armamento de Europa Sudoriental y Oriente Medio. En tono a ese descalabro andan también, a la baja, los volúmenes de negocio de empresas como Carrefour y Total en Turquía. O el apartamiento de Crédit Agricole de la puja por el banco OYAK. En fin, todo este asunto amenaza con mermar el volumen de negocios entre Turquía y Francia, que había aumentado en un 15% a lo largo de 2006.

















Arde la banlieue, noviembre de 2005. La inmigración magrebí se percata de que los ataques contra la candidatura turca van dirigidos, de forma indirecta pero reconocible, contra lo que ya empiezan a ser ninorías nacionales argelinas y marroquíes en Francia


Por si faltara algo, las relaciones germano-turcas van mejorando, en paralelo al enfrentamiento Ankara-Paris, y eso también está sucediendo en este mes de abril. El pasado día 15, la canciller alemana Angela Merkel anunció, junto al primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan, que la UE podría de aquí a finales de junio, dos nuevos capítulos en sus negociaciones de adhesión con Turquía, coincidiendo con la presidencia alemana. Eso ocurría en la inauguración de la Feria de Hannover, una vez que a finales del mes de marzo se hubiera reactivado el segundo capítulo de las negociaciones. Una situación que no augura buenos tiempos para las futuras relaciones entre el nacionalismo alemán y el francés en el seno de la baqueteada UE.

En definitiva, Paris le está viendo las orejas al lobo durante esta primavera en que, paradojas de la historia, transcurren en paralelo las presidenciales francesas y las turcas. Y de ahí que a través de los habituales canales informativos y mediáticos, se haya decidido desempolvar de nuevo, a conveniencia propia, el ya habitual instrumento de presión, manipulando las celebraciones del genocidio armenio a conveniencia propia. Es por ello, y también por el hecho de que la equiparación histórica y jurídica del genocidio armenio al Holodomor ucraniano y el Holocausto judío se esté convirtiendo en bandera de la extrema derecha europea, y la negación del genocidio turco en palanca de la derecha turca, por lo que, el autor de este post declina implicarse en una campaña que a estas alturas tiene muy poco de académico, moral o simplemente conmiserativo, a 92, precisamente 92 años vista. Si hay cuestiones históricas a discutir o aclarar en torno a las matanzas de armenios en la primavera de 1915, ya se harán en otra ocasión; pero de momento, no parece que sea imprescindible contribuir en shows mediáticos a mayor beneficio y gloria de la derecha francesa y el señor Sarkozy, aunque estén arropados de la mejor y santa intención del mundo.

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