miércoles, enero 31, 2007

Venganzas freakies: de "El Valle de los Lobos" a "International Gorillay"


Conocida carátula del film "El Valle de los Lobos", con el rostro del protagonista. El film fue rodado a partir de una popular serie televisiva turca, que narra las peripecias del agente secreto Polat Alemdar.












Hace ya unos cuantos meses, mi profesora de turco cumplió amablemente con el encargo que le hice y me compró en Estambul el DVD del film “El Valle de los Lobos” (“Kurtlar Vadisi: Irak”) dirigida por Serdar Akar y Sadullah Sentürk, con guión de Bahadir Ozdener y estrenada en 2005. La obra, recordarán, levantó una importante polémica. Resultaba ser la película más cara de la historia del cine turco, batió records de taquilla en el propio país y entre los emigrantes de esa nacionalidad, especialmente en Alemania. El argumento partía de un acontecimiento real: el arresto, por tropas norteamericanas, de un grupo de once combatientes de las fuerzas especiales turcas presentes en el norte de Irak, en Sulaymaniye. El incidente, que tuvo lugar el 4 de julio de 2003, fue denominado “Bags Incident”, porque a fin de ocultar la identidad de los militares turcos, sus captores norteamericanos les cubrieron las cabezas con sendas fundas de almohada.

Sinopsis: Polat Alemdar (interpertado por el actor Necati Şaşmaz), un oficial del servicio de intleigencia turco (MIT), al mando de dos de sus hombres, entra en Irak con el propósito de vengar el honor militar de su país. Lo hace en respuesta a la carta póstuma de un amigo, un teniente del Ejército turco implicado en el incidente de Suleymaniye, que se suicida ante la vergüenza sufrida. Polat Alemdar y sus hombres pretenden humillar al siniestro jefe local de la CIA (San Marshall, interpretado por
Billy Zane) y a sus mercenarios. Para ello minan con explosivo plástico un lujoso hotel de Mosul y toman como rehén al agente americano, al que planean hacer salir con la cabeza tapada por una de las fundas de almohada que se utilizaron con los turcos meses atrás. Pero Polat Alemdar minusvalora la astucia y el cinismo del americano y la situación se complica. Afortunadamente para el turco y sus hombres, serán ayudados por Leyla (Bergüzar Korel), una joven que enviudó el mismo día de su boda, cuando los hombres de Marshall irrumpieron en la fiesta en busca de “terroristas”, causando una carnicería.















Secuencia del film turco: ataque suicida con bomba en el norte de Irak. "El Valle de los Lobos" utiliza numerosos y espectaculares efectos especiales, a la manera de los films de acción de Hollywood


A partir de ahí, el film se mete en los característicos meandros del cine de acción hasta el previsible desenlace final. Por el camino, el guionista carga en el argumento todos los fantasmas del nacionalismo turco referidos al conflicto iraquí: los kurdos son unos felones de los americanos, con el único objetivo de crear un estado propio, limpiando de paso su zona de árabes y turcomanos. Esta situación juega un importante papel en el film, con abundantes alusiones a la crueldad de los kurdos, el triste destino de los turcomanos y las supuestas buenas relaciones históricas que, al fin y al cabo, mantienen turcos y árabes. Según el film, los turcomanos poseen una destacada influencia en el norte de Irak (no en vano la provincia de Mosul es una reinvidicación histórica del nacionalismo turco) y un buen símbolo de ello es la figura del jeque Abdurrahman Halis Kerkuki (un impresionante Ghassan Massoud) que resulta ser un derviche con enorme autoridad moral (hasta el jefe miliciano kurdo lo respeta) y que el guionista utiliza además para aleccionar sobre el lado más pacífico y humanista del islam. Por lo demás, hay también kurdos "amigos": uno de los hombres del comando de Polat Alemdar lo es, y pelea como un bravo hasta el final, liquidando a sus compatriotas "iraquíes" sin ningún miramiento.

Pero lo que causó una gran escandalera en Occidente fue el trato que el film le reservaba a los norteamericanos. Como se puede leer muy acertadamente en
un blog que reseña la película, el guionista parece haber tenido carta blanca para incluir cualquier barbaridad. Sam Marshall (vaya nombre) el jefe americano (se supone que de la CIA) es un malvado al que no se le ahorran ruindades: desalmado, cruel, sádico, traidor y en línea general, un tipo repugnante. En un momento determinado del film, sus plegarias y meditaciones metafísicas en off nos lo presentan como algo parecido a un fundamentalista católico, o al menos eso parece indicar el imponente Cristo al que reza. Sus mercenarios -el guionista insiste en que Sam y los suyos no son soldados, como los turcos- exhiben estampa macarra: músculación de culturista resaltada por camisetas de tirantes, cadenitas, peinados tribal y parafernalia segurata. Son meras máquinas de matar, y su jefe -el lugarteniente de Marshall-, un sádico insensible que no duda en liquidar sobre la marcha a un oficial norteamericano. Pero quien se lleva la palma es un médico que en la siniestra prisión de Abu Ghraib extirpa órganos de los detenidos para enviarlos a Tel Aviv, Londres y Nueva York; o al menos, así rezan las direcciones de las cajitas en las que congela y empaqueta riñones y todo tipo de vísceras. En realidad, el guión casi da a entender que las detenciones arbitrarias que lleva a cabo Sam Marshall tienen como objeto proveerle de vísceras frescas. El doctor luce una expresión desencajada y un look capilar que recuerdan al desalmado profesor judío de "Metrópolis". Pero es que además, el médico de Abu Ghraib es también judío en el film, y eso elevó varios grados la ebullición de la indignada crítica occidental.


Sam Marshall (Billy Zane) en un momento del film.










Por lo demás, "El Valle de los Lobos" añade algunos toques documentales sobre las atrocidades perpetradas por los ocupantes y el infierno en el que se ha convertido el país: dramatización de las torturas en Abu Ghraib (incluyendo una émula de Lyndie England, limpieza étnica, ataques injustificados contra objetivos civiles, terrorismo islamista. Desde luego, el guión queda bien sobrecargado con todo tipo de denuncias, ataques, símbolos, exorcismos, amarguras e indignaciones varias. El planteamiento narrativo no ayuda a soportar tal cantidad de quincalla argumental, pero es que además tiene problemas de ritmo narrativo, sobre todo en la primera media hora de metraje, cuando el espectador se puede hacer un cierto lío con las idas y venidas inesperadas entre agentes turcos, celebrantes de la boda y autoridades locales.










Torturas en la prisión de Abu Ghraib, dramatizadas en "El Valle de los Lobos" a partir de las conocidas fotografías que escandalizaron a la opinión pública mundial


Con todo, lo que hace del film un serie B de pura raza (a pesar del crecido presupuesto que se llevó el rodaje) es la ingenuidad con la que fue concebido. Algunas explicitaciones son infantiles y desde luego, el personaje del médico judío es innecesario. Tampoco sirve la excusa de que "El Valle de los Lobos" es una copia simétrica de los films de Rambo, James Bond o el Equipo A, porque el cine norteamericano de superhéroes siempre aporta un poso irónico y de autocrítica (a veces muy evidente, como es el caso de una parte de los films de Stallone, concluyendo en "Rocky Balboa"). Y el film turco está planteado con una pétrea seriedad cosa que, precisamente, lo hace más irreal. Resulta significativo que uno de los actores que se mueve con mayor naturalidad sea precisamente Billy Zane, al que se le ve muy cómodo en su papel de malo integral; tanto que veces deja escapar alguna sonrisa, un gesto, ese tipo de detalles que, paradójicamente, ayudan a tomarse más en serio la obra.
















Los mercenarios de Sam Marshall en acción

Es evidente que "El Valle de los Lobos" es un film de tono nacionalista pensado para consumo interior. Pero resulta más discutible que le haga un favor a las fuerzas armadas. Posiblemente, un militar inteligente actuando como director, hubiera hecho una película más creíble e interesante sobre el “Bags Incident”. Y sobre todo, más europea. Porque conforme el film va discurriendo, se tiñe con un orientalismo de pandereta que concluye en un final digno de título Bollywood, con Leyla en sus mejores galas, muriendo en brazos de Polat Alemdar, mientras amanece sobre el nuevo Irak libre de tipos como Sam Marshall, felizmente atravesado éste por la curva daga de la venganza. Los elegantes trajes descorbatados de los protagonistas turcos, la parafernalia de melenas o patillas, terminan de dar un look “kıro” que tampoco ayuda mucho en evitar que el film envejezca estéticamente. Pero en fin, hemos de entender que si un día existió en España un "Curro Jiménez" que arrasó en las pantallas con sus hazañas contra los gabachos, se le pueden perdonar ciertos excesos estéticos a "El Valle de los Lobos".



Poster del film paquistaní "International Guerrillas": una rareza, incluso en internet










A riesgo de incurrir en las iras de algún lector turco, la película me ha traído a la memoria uno de los títulos estrella de la filmografía paquistaní: "International Guerrillas", que el lector curioso también puede buscar en internet por su transliteración fonética: "International Gorillay". Recuerdo haber leído un amplio reportaje firmado por un tal Enrico Ragazzoni, junto con algunas fotografías hoy imposibles de encontrar en un diario ya extinto: "El Observador", domingo 27 de enero de 1991. Dirigida por Jan Mohammad, el film se estrenó en 1990 y tuvo un resonante éxito en Pakistán, sobre todo en los feudos fundamentalistas de Peshawar y Quetta: enormes recaudaciones y 19 semanas en taquilla. Dos horas y cuarto de metraje y un argumento delirante y sobrecargado hacen de este film algo que cualquier joven de hoy en día calificaría como de auténtica "frikada". El barroco y bizarro entramado argumental parte de una idea principal: el escritor Salman Rushdie (si, el autor de Los versos satánicos, interpretado en el film por Afzal Khan ) encabeza una organización terrorista dedicada a destruir el Islam. El objetivo principal de su campaña es Pakistan, que según el guionista es la “fortaleza” del islam en nuestros días. Para ello, el “satánico” escritor planea abrir una red de discotecas y casinos que extiendan el vicio y la corrupción por el país. Por lo demás, Salman Rushdie es en el film un refinado sádico-sicópata que crucifica a sus enemigos, se empapa con su sangre o bien, lo que a juicio del guionista es casi peor, les tortura leyéndoles pasajes de sus Versos satánicos.

Ante la amenaza, un policía pakistaní (interpretado por
Mustafa Qureshi) organiza un comando de “muyahidines” con sus dos hermanos, ambos en el desempleo. Les une la venganza, pues el hermano menor ha muerto en una protesta contra los Versos satánicos (la histórica y real, acaecida el 19 de febrero de 1989). A partir de ahí, el acabose, el delirio argumental: una frenética mezcla surrealista de farsa, guasa y fanatismo infantil. No he podido visionar el film, pero al parecer hay de todo: desde una épica secuencia en la cual los protagonistas han de disfrazarse de Batman, hasta la espectacular conversión de Dolly (la ayudante de Rushdie) a la fe verdadera, en medio de un alud de efectos especiales. Además, cantos, bailes y lentejuelas al mejor estilo Lollywood, bombas, hombres rana, litros de sangre y un jeque árabe con limpiaparabrisas en las gafas. Lo que sí podemos admirar, gracias a You Tube, es el apoteósico final de Salman Rushdie, atacado por ejemplares del Corán que volando en círculo sobre su víctima, lanzan rayos destructores de color violáceo.



Otro poster de "International Gorillay" en el que se resalta su abigarramiento argumental













Un comentarista define al film como una “maniacal high farce”. Por ello insisto una vez más: desde un punto de vista argumental y de calidad, nada que ver con “El Valle de los Lobos”. Políticamente, defienden causas diametralmente opuestas: la película turca se asienta sobre argumentos nacionalistas, no islamistas. En cambio hay dos factores que los emparentan. De un lado, que en ambos casos se trata de “venganzas cinematográficas”. En el caso del film turco, contra la actitud de los norteamericanos en el tercio kurdo de Irak (además de funcionar como un desahogo por el incidente de Suleymaniye). La obra paquistaní, planteaba también un desquite, en este caso contra Salman Rushdie, que a mediados de 1989 había sido condenado a muerte por el ayatola Jomeini. Por lo tanto, dos burlas contra los occidentales, que recurren a los mismos o parecidos vehículos argumentales, que de paso, también quedan ridiculizados. Y en segundo lugar, dos películas denunciadas con una misma inmerecida y envarada seriedad desde Occidente, confundiendo el culo con las témporas, como suele decirse. En el caso de “International Guerrillas”, el mismo Salman Rushdie llegó a escribir al British Board of Film Classification (BBFC) a fin de que levantara el veto (por “criminal libel”) para la exhibición del film en Gran Bretaña. El célebre escritor –que en aquella época aún permanecía escondido y estaba sujeto a drásticas medidas de seguridad- demostró una vez más su inteligencia desactivando él mismo la instrumentalización que se podía haber hecho de tan descabellado film. Y así fue como “International Guerrillas” se estrenó en Londres, fue comercializada como vídeo para consumo de la comunidad paquistaní, y hasta emitida por televisión. Y después, nada. Hoy parece haber desaparecido completamente, incluso de eMule.


Salman Rushdie es atacado por el rayo violáceo de un Corán volador. Fotograma del film "International Gorillay" cuyas secuencias finales se pueden visionar todavía en You Tube






Las conclusiones que se pueden sacar de todo esto son muy sencillas. Primero, que desde Europa no debemos precipitarnos en el rasgado de vestiduras ante este tipo de films. Muchas veces son síntomas de algo que está sucediendo y conviene reflexionar sobre ello, sin precipitarnos a cavar más trincheras que perpetúen esa ficción llamada “choque de civilizaciones”. Además, puede ocurrir que el contenido real de las películas sea más suave que el de otros muchos estrenos occidentales, que no dejan de ser basura brutal, asimilada sin más como parte de nuestra cultura. Y por último, recordemos que, sin más, hay un público para este tipo de frikadas, qué le vamos a hacer. Por cierto: ¿Alguién sabe dónde conseguir una copia en buen estado de “International Gorillays”?¿Algunos fotogramas de calidad, cuanto menos?

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