martes, septiembre 16, 2008

De Georgia a Eurasia, evitando el sexo de Kosovo






















Los viejos mapas étnico-lingüísticos fueron muy poco utilizados por periodistas, políticos y diplomáticos occidentales en la reciente crisis del Cáucaso. En ambientes nacionalistas e irredentistas de Europa, todavía se discute (en sordina) sobre si los osetios "tienen derecho histórico" o no a la soberanía. La noticia de que los osetios emparentan con los antiguos alanos parece haber sorprendido a más de uno. Clicar sobre el mapa para obtener ampliación

Con el paso de las semanas, el revuelo informativo e interpretativo en torno a la crisis georgiana se va apaciguando en la gran prensa, mientras empiezan a salir a la superficie, aquí y allá, los restos de los naufragios provocados por la borrasca.

Casi la totalidad de nuestros analistas habituales para todo han dado ya su versión interpretativa, e incluso algunos han tenido la oportunidad de repetir y remendar lo dicho, con aquello de que donde dijeron digo quisieron decir Diego. Pero en líneas generales, ésta ha sido una crisis que ha descolocado a muchos, y además, de forma flagrante. Buena prueba de ello es que interpretaciones hechas a menos de dos semanas vista, han quedado ya anticuadas.

Ahí tenemos la pieza publicada por Moisés Naím el pasado 31 de octubre: “La causa secreta de la guerra”. El autor no es precisamente un arribista: coeditor en jefe de “Foreign Policy”, ex ministro de Economía de Venezuela, opinión autorizada en los más prestigiosos medios occidentales. Por lo tanto, sorprende que en algunos casos, como el de la crisis georgiana, todo quede reducido a la idea –manejada extensamente por los mismos nacionalistas georgianos- de que la clave del asunto radica en que Osetia del Sur y Abjasia son “importantísimos centros mundiales de todo tipo de tráficos ilegales”. Se supone que el hecho de que Naím haya escrito un libro dedicado al fenómeno de la delincuencia global (Ilícito. Cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo, Debate, 2006) debería ser aval de seriedad para respaldar un argumento de factura básicamente conspirativa, que es el mismo que aplican los nacionalistas de cualquier país contra enclaves extranjeros en su propio territorio. Recuerdo a un joven universitario marroquí que conocí hace años, quejándose de Ceuta y Melilla como puertas hacia el Magreb de todo tipo de tráficos ilegales. ¿Y quién no ha escuchado el argumento de que Gibraltar no es sino un nido de piratas avalado por el proverbial cinismo británico y con bandera propia?














Nuevas banderas soberanas, temporada otoño-invierno 2008. En este caso, la enseña de la República de Abjasia. ¿Le gusta el diseño?

También resulta divertido recordar que se utilizó en numerosas ocasiones el mismo argumento para denostar, precisamente, la existencia de la autoproclamada República de Kosovo: un pequeño estado cuya existencia sólo se justifica por dar amparo a todo tipo de mafias, la puerta de entrada al tráfico de drogas hacia Europa central y las mil y una historias que llevan más de una década yendo de aquí para allá en la prensa internacional.

Dentro de las propuestas estrafalarias de los últimos días también se puede encontrar un extemporáneo artículo de José Ignacio Torreblanca dedicado, a lo que parece a insuflar de moral a la troika comunitaria que el pasado 8 de septiembre viajó a Moscú para discutir en torno a la reciente crisis georgiana. La pieza, jalea recios argumentos morales que Torreblanca supone darán mucho juego en la negociación; pero el autor pretende resucitar un asunto que fue caballo de batalla particular suyo y que a estas alturas está más que agotado: el bizantino debate en torno al sexo de Kosovo. Como si la pura fuerza militar de la OTAN en 1999 pudiera asimilarse a la fuerza moral y jurídica. Por lo visto, los aviones de la Alianza Atlántica no bombardearon Serbia y Kosovo con bombas supuestamente inteligentes y munición de núcleo de uranio, sino con pesados mamotretos jurídicos.

Torreblanca lleva meses pretendiendo “corregir” una de las decisiones españolas más acertadas de la política exterior española en la última década, tras la retirada de sus tropas de Irak. Pero claro, para aceptar eso, hay que reconocer que la intervención en Kosovo fue, en su cobertura jurídica, el precedente de la que llevó a los Estados Unidos y sus aliados de entonces al atribulado país de Oriente Medio. En puros términos militares, los rusos fueron bastante más eficaces y contundentes: estos hicieron su tarea en apenas una semana, mientras que las tropas de la OTAN, desencadenaron una campaña supuestamente basada en la última tecnologíaa militar de la época, que tardó más de diez semanas en doblegar a los serbios, causando importantes daños a las infraestructuras del país.

Dado que el mero ejercicio de la fuerza militar no es suficiente para asimilar Kosovo a los casos de Osetia del Sur y Abjasia, Torreblanca regresa de nuevo, una y mil veces, con el conocido mantra: “El caso de Kosovo es absolutamente sui géneris, sólo puede ser entendido en el marco de la desintegración de la Federación Yugoslava, en modo alguno pone en cuestión el principio de integridad territorial ni tampoco concede a ninguna minoría ni Estado el derecho automático a redibujar unilateralmente o por la fuerza frontera alguna”. ¿Y quién respalda tales afirmaciones?¿La Organización de Naciones Unidas?¿La “comunidad internacional menos Rusia, China, India, la gran mayoría de los países latinoamericanos…”? Por supuesto, redactar asertos sin sujeto claro puede llevar a la veja trampa retórica de la tautología.













Bandera de Osetia del Sur. Tanto ésta enseña como la de Abjasia vienen siendo enarboladas desde 1992. La autoproclamación de la soberanía de ambos territorios no viene de este verano, sino del proceso de desintegración de la URSS, en 1991


Resulta mucho más clarificador tener en cuenta el mensaje de Moscú de este verano dirigido hacia la política unilateralista practicada desde Washington en los últimos ocho años: “Quien siembra vientos, recoge tempestades”. Pretender que una delegación comunitaria vaya a Moscú para discutir si los vientos son alisios o puro siroco, si las tempestades del mozón son equiparables a las del Atlántico Norte, es puro bizantinismo de salón, más propio de un periodista que de un moderno profesional de la "diplomacia cuántica".

Se llama escribir con trazo grueso (y con notable ingenuidad en relación a la inteligencia de los lectores) la pretensión de que los actos de fuerza militar no basados en alguna forma de legalidad internacional solvente o, al menos, en las resoluciones de las Naciones Unidas, poseen un diferente peso moral al amparo de los diferentes intereses que cada potencia tuvo en su momento. En 2008 rusos no buscaron obtener ninguna resolución 1244 de la ONU para Osetia meridional y Abjasia, como se hizo para Kosovo en 1999. Pero ¿para qué? Si precisamente lo que intentaron los rusos este verano fue recordarle a Torreblanca que la resolución 1244 fue totalmente violada por los países que reconocieron la autodeterminación de Kosovo el pasado mes de febrero.

Ahora bien: aconsejar a los compañeros diplomáticos de la troika europea que viaja hacia Moscú, que se olviden del amigo americano y lo metan debajo de la alfombra, parece cosa de conjuro mágico. Zas, y de repente, hacemos que se esfume en el aire la base norteamericana de Bondsteel, en el centro de Kosovo, utilizada en su momento como centro de interrogatorio o “cárcel secreta” en la ya olvidada “guerra internacional contra el terrorismo”, por cierto. De momento, los rusos no tienen nada parecido en Osetia del Sur o Abjasia; deben estar esperando el correspondiente permiso de no se sabe quién en Occidente. ¿Podrán construir una similar en Venezuela o Bolivia, el día de mañana?¿Quizás en Siria?














Uno de los diseños que compitieron en su día para convertirse en la enseña nacional de la República de Kosovo. Pretendía ser un homenaje a la bandera norteamericana y fue una suerte que no se aprobara, visto el parecido final con la de Abjasia


Por fortuna, como recordaba el editorial de “El País” el mismo día en que se publicó el artículo de Torreblanca, en Moscú primó el pragmatismo. Los rusos no debieron quedar muy impresionados por el convincente poder del comodín kosovar. Aunque posiblemente, el pretendido pragmatismo era más bien la actitud profesional de unos diplomáticos que saben muy bien lo que andan buscando desde hace ya algún tiempo, y no dejarán de hacerlo. La fenomenal quiebra de Lehman Brothers, acaecida ayer mismo, demuestra una vez más que los neocons norteamericanos ni siquiera han sabido gestionar aquello de lo que más presumían: la pura y simple economía liberal. Los rusos hace tiempo que decidieron que las recetas neoliberales que les dictaba Jeffrey Sachs en los noventa, eran puro veneno. Desde el otro lado del Atlántico nunca perdonaron ese desaire, nunca aceptaron el fracaso y rechazaron que Rusia siguiera su propio camino.
















Tropas regulares chechenas integradas en el Ejército ruso (como las de la fotografía) operaron en Osetia meridional (y posiblemente en Georgia) durante el pasado mes de agosto.


"El Periódico de Catalunya", 13/9/2008

EL CONTROL DE UNA ZONA GEOESTRATÉGICA EN EBULLICIÓN


La batalla por Eurasia ha empezado

En parte, los norteamericanos cuentan con salir de la actual situación de crisis invirtiendo en desarrollo tecnológico militar

• La UE espera lograr energía barata, mientras que el objetivo de EEUU es mantener su hegemonía

FRANCISCO Veiga*

En apariencia, las cosas están yendo como la seda para casi todos, menos para los norteamericanos. La Unión Europea entreabrió la puerta a Ucrania: algunos comentaristas lo han confundido con una señal de que también va en el paquete la inclusión en la OTAN. Pero no es así: la oferta viene de Bruselas, es un acuerdo de asociación comercial privilegiado y no hay referencia a cuestiones militares. La OTAN es un asunto básicamente norteamericano, y la respuesta rusa a su despliegue naval en el mar Negro son las anunciadas maniobras en el Caribe. Significativamente: hasta el momento, Moscú no ha protestado en voz alta contra el trato de favor de la UE a Ucrania. Algo muy sintomático, si se liga al protagonismo que le ha dado Moscú a Bruselas a lo largo de toda la crisis de Georgia.

ESTO PODRÍA probar que, en efecto, Rusia y la Unión Europea están en pleno proceso de acercamiento, intentando los europeos eludir la interferencia norteamericana. Las lágrimas de cocodrilo de algunos analistas --sobre todo de derechas-- por la supuesta decadencia occidental ante el oso ruso descontrolado esconden esas contradicciones. La razón del acercamiento ruso-europeo está en los desastres que han comportado los ochos años de presidencia de George Bush, tanto militares como económicos. Al final, algunas potencias de la Unión Europea se han decidido a buscar la iniciativa en determinados escenarios geoestratégicos, aprovechando los meses finales de su presidencia.

Uno de ellos, quizá el más importante, es Eurasia, y más concretamente las rutas y países que conectan a Europa con los yacimientos de gas y petróleo del mar Caspio. Pero también Rusia, superpotencia energética. El tercer actor de esta historia es Irán, que tiene un peso nada desdeñable porque está dispuesto a ofrecer esa misma energía a Europa, pero más barata que la procedente de las repúblicas de Asia Central.

Por su parte, los norteamericanos, que se abastecen mayoritariamente de gas y petróleo procedentes de Canadá, México, Venezuela y Bolivia, tienen un interés básicamente hegemonista, dado que buscan dejar fuera de juego a determinados productores (como Irán), controlar los ductos procedentes de algunos países de Asia Central exsoviética hacia Europa y, sobre todo, establecer condiciones beneficiosas para ellos en el mercado de la energía: fijar precios y condiciones en las necesarias inversiones para llevar a cabo y modernizar las extracciones, y mantener la hegemonía del dólar como medio de pago.

ESTO ES muy importante, porque hacer los desembolsos del crudo y el gas en su propia moneda permite a los norteamericanos operar con malabarismos financieros cuando es necesario: pagar en bonos, negociar aplazamientos y, sobre todo, no pagar por el cambio de divisas. Si el dólar perdiera un apreciable protagonismo en el mercado de la energía, los norteamericanos afrontarían un déficit extra que, posiblemente, les obligaría a controlar el consumo interno y ralentizar su carrera de armamentos. ¿Y por qué es esto tan importante? Porque, en parte, los norteamericanos cuentan con salir de la actual situación de crisis invirtiendo en desarrollo tecnológico militar. Al fin y al cabo, piensan, la segunda guerra mundial ayudó a superar la larga Depresión de los años 30, y la carrera de armamentos de la era Reagan ha sido presentada muchas veces como el detonante de una beneficiosa recuperación económica en los años 80. Los jugosos contratos multimillonarios son la esencia del tan célebre como inútil y provocador escudo antimisiles que Washington pretende instalar en Polonia.

En este tira y afloja financiero, los iranís están interesados en imponer el euro como moneda de pago preferente de los hidrocarburos, con el argumento de que el dólar se devalúa con facilidad y ocasiona grandes pérdidas, lo cual también afectó a los rusos, y mucho, el año pasado. Varios países relacionados con la compra y venta de energía en grandes cantidades --como China-- abogan por desvincularse del dólar e imponer sus propias monedas nacionales, cestas de divisas o el euro.

La crisis de Georgia, que ha propiciado la devaluación del rublo, todavía ha hecho más atractivo el precio de su petróleo y su gas para los europeos, sobre todo si lo pueden pagar con euros fuertes. La neutralización temporal de la presión norteamericana contra Irán podría posibilitar la construcción de un oleoducto a través del Cáucaso, y quizá Ucrania, hacia Europa. Por lo tanto, las perspectivas de una energía cara y los cuentos sobre posibles extorsiones rusas a Europa pueden no ser precisamente las correctas a medio plazo.

ESO SÍ: el guiño a Ucrania le puede salir bien caro a Bruselas. Es un país problemático, con una clase política demasiado volátil y una estructura nacional interna ciertamente explosiva. Posiblemente, a Moscú no le parezca tan mal que la UE cargue con su propia cuota de responsabilidad en controlar a la díscola Ucrania, que hasta ahora ha dado muchos quebraderos de cabeza a los rusos. Como dice el viejo y sombrío refrán chino, aplicable ahora a las potencias europeas más favorables a Kiev: "Ten cuidado con lo que deseas: podría llegar a cumplirse".

*Profesor de Historia Contemporánea de Europa Oriental y Turquía (UAB).

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