sábado, septiembre 06, 2008

Memoria selectiva para otro juicio impreciso



El acusado sonríe en algún momento, durante la vista








El pasado 29 de agosto, tuvo lugar en La Haya la segunda comparecencia de Radovan Karadzic ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). Tan sólo había pasado un mes desde la primera, que tanta expectación cosechó, hasta el punto que TVE1 transmitió íntegra y en directo. Pero la del otro día pasó completamente desapercibida. Es cierto que ayudó mucho el silencio del acusado, que se negó a presentar alegato alguno por los cargos que se le imputan. Pero también lo es que ante la nueva situación de reorden internacional creada este verano por la guerra ruso-georgiana y el reconocimiento de la autodeterminación abjazia y surosetia por Rusia, el proceso contra Radovan Karadzic cobra todavía más carga política de la que tenía al comienzo.

Por si faltara algo, el proceso pronto adquirió una vertiente especialmente polémica ante las declaraciones del mismo acusado denunciando que existía un pacto de impunidad hacia su persona acordado con las autoridades norteamericanas a raíz de los acuerdos de Dayton, negociados en el otoño de 1995.

Karadzic apuntó directamente a Richard Holbrooke, el negociador especial norteamericano, el cual por aquellos meses puso en marcha los acuerdos diplomáticos que llevaron a la histórica negociación de Dayton y al final de la guerra en Bosnia. El americano, que fue un duro negociador pero siempre adoleció de calidades políticas, respondió abruptamente a las afirmaciones de Karadzic, y la disputa pronto alcanzó la categoría de patio de escuela. Holbrooke se limitó a negarlo todo y a argumentar que la denuncia del procesado era una vieja teoría sostenida por el entorno de Karadzic sin ninguna base que la sustentara. La televisión y las crónicas de prensa transmitieron el "si" del uno y el "no" del otro y poco más.

Pero ya saben que la prensa tiene la memoria de un crío de cinco años. Nadie pareció recordar (ni los medias,
ni incluso, quizá, la fiscalía) la existencia de un libro publicado hace tan solo un año, que investiga el célebre acuerdo de impunidad acordado a Karadzic, aunque extiende el protagonismo a Washington, Londres y Moscú.

Por si fuera poco, la autora es nada menos que Florence Hartmann, periodista y portavoz en su día de la fiscalía del TPIY, cuando estaba dirigida por Carla Del Ponte (y por tanto en absoluto sospechosa de ser lo que en otros tiempos se denominaba una "filoserbia"). Resultará interesante si Florence, a quien conocí en Belgrado en sus tiempos de periodista, es llamada a declarar.







Radovan Karadzic hace su entrada en la sala






Una colaboradora de la fiscal Carla Del Ponte revela que EE UU y Rusia pactaron no capturar a Karadzic

ISABEL FERRER ("El País") - La Haya - 12/09/2007

Apoyada en un título de alta carga simbólica, Paz y castigo, Florence Hartmann, periodista y antigua portavoz de la fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, ha escrito un libro donde asegura que Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido han entorpecido el arresto de los máximos responsables del genocidio de Srebrenica: el líder político serbobosnio Radovan Karadzic y su jefe militar, el general Ratko Mladic. Según la autora, de los testimonios de ambos podría deducirse que las potencias occidentales no evitaron a tiempo la matanza de cerca de 8.000 varones musulmanes perpetrada en aquella ciudad bosnia en 1995. Para eludir dicha responsabilidad, tanto Washington como Moscú y Londres les habrían permitido ocultarse.

Sirviéndose de documentos y notas confidenciales manejados durante los seis años en que trabajó junto a Carla del Ponte, fiscal jefe del Tribunal (TPIY), Hartmann señala que este organismo sufre las consecuencias de la obstrucción de las mismas potencias que lo constituyeron en 1993. Del Ponte siempre ha dicho que Mladic y Karadzic estaban localizables, pero Belgrado no colaboraba lo suficiente para detenerlos. Su opinión cambió con la entrega de varios acusados de alto rango, el pasaporte necesitado por Serbia para negociar su ingreso en la UE.

Entre los pasajes más significativos del libro, editado en francés por Flammarion, figura la revelación hecha en 2000 por el entonces presidente francés, Jacques Chirac, a Del Ponte. "Que Karadzic siga libre es cosa de Rusia. Borís Yeltsin [presidente ruso hasta final de 1999] me ha dicho que Karadzic sabe demasiado de Milosevic [ex presidente serbio] y nunca permitirá que le cojan".

Chirac también le habría dicho que durante la firma de los acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra de Bosnia en 1995, se habría llegado a un pacto de caballeros con Karadzic. El mandatario galo reconocía, sin embargo, no poder probarlo. Cuando la fiscal interpeló al general estadounidense Wesley Clark, representante entonces del Pentágono, obtuvo una respuesta bien distinta. Chirac habría pactado con el líder serbobosnio a cambio de la liberación de dos pilotos franceses.

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