miércoles, agosto 22, 2007

ЛOMO o la moda postsoviética
















Una LOMO L-C original, gastada y hasta agrietada. El aspecto externo, desde luego, no es en absoluto impresionante. Pero se considera una joya de la fotografía, y los resultados son realmente chocantes. Imagen obtenida de Wikipedia



Entiendo que no es este un asunto demasiado propio del presente blog, aunque posee innegables conexiones con la Europa oriental, y además es muy de verano, estación todavía en curso, a pesar de la lluvia. Pero sobre todo, desconocía que existía un fenómeno llamado “lomografía”, que además está bastante extendido y asentado en numerosos países y tiene ya más de quince años. Eso quiere decir: clubs, exposiciones específicas, “lomoembajadas”, “lomoolimpiadas”, la Lomo en verso.















El característico "efecto lomográfico", aunque en este caso, el excesivo cuidado en el encuadre contraviene el manifiesto. La instantánea pertenece a Rikisamoto y ha sido premio en LomoSpain


En esencia, consiste en la utilización de viejas cámaras soviéticas de la marca LOMO (ЛOMO, en cirílico) para hacer un tipo de fotografía con un característico perfil “lomográfico”: colores saturados y tendencia a la distorsión de gran angular. Existen clubs, encuentros de aficionados al asunto y hasta un manifiesto que propugna, básicamente, fotografiar intuitivamente, nunca enfocando, a ser posible “desde la cadera” y sin pensar. Foto instintiva, foto de ambientes: “lomografiar no interrumpe tu vida cotidiana, la pone en escena” –reza el breve manifiesto. Es lógico que sea así, porque casi cualquier instantánea que se haga con una LOMO va a dar como resultado un enfoque distorsionado y una coloración sobresaturada que producirá una foto abigarrada. Además, si se desea, se puede utilizar algún carrete caducado, para que el conjunto sea más imprevisible. Porque la LOMO es una cámara analógica, por supuesto, y ello hace que la afición puede salir algo cara, teniendo en cuenta que los viejos ejemplares originales son objetos de culto y que hacer fotos a tontas y a locas implica aplicar la filosofía digital a la analógica con el consiguiente desembolso de carretes y revelado.

No recuerdo dónde leí que para el aficionado, la historia de la “lomografía” no tiene mayor importancia, viene a ser un adorno que le da cierto pedigrí a lo que es una moda snob, pero tiene su gracia, porque además viene entreverada por alguna que otra leyenda urbana.















Un técnico de LOMO, supuestamente en los años ochenta del siglo pasado. La empresa desarrolló diversos modelos de cámaras compactas. Fotografía procedente de una web sobre lomografía e historia de la LOMO LC-A

LOMO son las siglas de: Leningrádskoje Optiko Mechanitschéskoje Objedinénie, esto es: “Unión de Ópticos y Mecánicos de Leningrado”, una empresa estatal soviética que, entre otros productos, manufacturaba cámaras fotográficas. En un momento indeterminado que algunas fuentes sitúan a comienzos de los años ochenta (1982) el general Igor Kornitzky y Mihail Panfilov, ponen en marcha el diseño y la producción de un modelo de cámara muy sencilla, muy barata, copia de una japonesa que a su vez se inspiraba en una Minox alemana. El primero de los dos personajes mencionados era un importante asesor del ministro de Defensa; Mihail Panfilov era el director de la factoría óptica leningradense. Según explica la leyenda, la idea de los directivos y técnicos de LOMO era la de crear una cámara simple y resistente, el aparato del pueblo soviético por antonomasia.

Esa parte de la historia no es muy consistente, porque en la antigua URSS se desarrolló una
importante industria fotográfica que generó una amplia gama de marcas y modelos, algo lógico si tenemos en cuenta que la fotografía y el cine fueron dos destacados elementos del agit-prop revolucionario, ya en los años veinte. Por lo tanto, las Fotokor de los años treinta, la FED de esa misma época y de los cincuenta, la EFTE-1 (primera cámara soviética de fabricación en serie, de 1930), la Sport, o primera cámara réflex de la historia (1937), fueron modelos que prefiguraron la saga de las cámaras comerciales soviéticas: las Moskva, Kiev, Smena, Zenit, Zorki o las Chaika, un producto estándar, muy sencillo de usar, similar a las LOMO: ejemplares que hoy hacen las delicias de los coleccionistas de aparatos fotográficos, algunos de ellos especializados en los viejos cacharritos soviéticos.




Parte del atractivo de trabajar con la LOMO proviene del morbo de fotografíar nuestro mundo actual con los ojos de tiempos pasados. En la imagen, una foto contemporánea realizada por el coleccionista ucraniano Valdis con una antigua FED-5 soviética





¿Qué fue, pues, lo que hizo de las LOMO un mito occidental? En 1991, Matthias Fiegl y Wolfgang Stranzinger, que eran un par de estudiantes vieneses, se tomaron unas vacaciones en Praga y en la capital de ese país socialista que había sido Checoslovaquia, encontraron un remate de viejas LOMO LC-A que ya no quería nadie: comenzaba la invasión de baratos y más perfectos productos asiáticos, que los checos preferían a los viejos trastos del antiguo aliado soviético. Hicieron las primeras fotos con las gangas recién compradas, y cuando regresaron a Viena y revelaron los carretes, descubrieron unas fotos deliciosamente anticuadas, con los colores de las cámaras de calidad popular en los setenta: colores desvaídos pero sobresaturados, y brillantes, enfoques viñeteados, imágenes distorsionadas.

Por entonces, estaba en pleno auge la recuperación y regurgitación comercial de productos de “estilo socialista”, estudiados y analizados detenidamente por expertos como Susan E. Reid y David Crowley, de ahí que los avispados estudiantes vieneses cosecharan un verdadero éxito en su idea de comercializar las LOMO en Occidente, compradas a precio de saldo. Los snobs siempre buscan afanosamente distanciarse de la inmensa mayoría de ciudadanos aburridos mediante un selecto gregarismo que no renuncia a ampliar el círculo abarcando más y más miembros. Por lo tanto, no tardaron en aparecer la Sociedad Lomográfica en Viena (denominación de reconocible estilo freudiano), la primea exposición lomográfica internacional simultánea en Moscú y NY (1994) y hasta la primera Embajada Lomográfica en Berlín, a la que siguieron otras 70 en más de 30 países. En 1996, la Sociedad Lomográfica convenció a los responsables de la factoría LOMO para que reiniciaran la producción de la emblemática cámara con, atención, la inestimable ayuda de Vladimir Putin, por entonces alcalde de Leningrado, sede de la fábrica. Al parecer, el hoy presidente ruso era ya por entonces un fanático de las cámaras LOMO, lo cual contribuye a hacerlo definitivamente simpático (sin que importe demasiado la opinión de los periodistas occidentales más estreñidos) sobre todo frente a un Bush que parece muy lejos de entender el mecanismo básico de la rueda.
















Bush prueba un venerable Volga, con Putin de pasajero. El presidente ruso ha impulsado con éxito diversos items de la moda postsoviética, incluyendo la cámara LOMO


En 2005, dejaron de fabricarse las LOMO rusas: salían muy caras. Entonces comenzarán a producirse réplicas “mejoradas” o alteradas de la LC-A, con nuevos complementos y diseño más moderno, sumergibles, con ojo de pez, carcasas atrevidas e incluso, se comenta, para un futuro cercano, digitales. Se fabrican en China pero, según afirma la publicidad, las lentes siguen facturándose en la antigua Leningrado, hoy San Petersburgo. Existen centros y tiendas especializados (por supuesto, también en España), muchas páginas web de fans, un grupo específico en Flickr y las mil y una posibilidades de acceder y explotar este objeto de consumo, incluyendo la posibilidad de aplicar el "efecto LOMO" sobre cualquier foto digital.















Ejemplo de un contrapicado sobresaturado realizado con una LOMO. Este tipo de fotos, aunque lógicamente más definidas, eran usuales en los equipos de seguimiento de sospechosos, tanto en el Este como en el Oeste, y la LOMO parece que podía resultar especialmente práctica para estos fines



La leyenda de la LOMO LC-A sugiere que pudo ser una cámara para espías, historia aderezada con argumentos como el de que era muy capaz de hacer fotos de calidad con muy poca luz ambiente o por su sobresaliente capacidad métrica. Es de suponer que el hecho de que el mismo Vladimir Putin las conociera y le gustaran podría derivarse de su época como oficial de la KGB en Berlín Este. En principio, parece una leyenda sin mucho calado, porque no existen “cámaras de espías”, si exceptuamos la legendaria Minox B, creada con este fin, y la larga línea de microcámaras disimuladas en encendedores, patillas de gafas y los lugares más inadvertidos, que hoy se han terminado de comercializar instaladas en los móviles. Más allá de los “productos James Bond”, el agente de campo suele utilizar cualquier cámara comercial, a veces incluso el modelo más trillado, para pasar lo más desapercibido posible.

Pero sí que existe un detalle que podría apuntar a la posibilidad de que la LOMO fuera utilizada en la habilidosa y artesanal técnica de la instantánea a bocajarro empleada por los equipos de seguimiento: la cámara disimulada entre los pliegues del periódico, accionada con mano firme por el agente, un disparo de abajo hacia arriba, desde la cintura y casi a bocajarro, sin posibilidad de enfocar al objetivo, intuitivamente. Es de suponer que la LOMO disponía de una serie de características que ayudaban a que este tipo de “disparo” tuviera éxito, como su robustez y simple manejabilidad, pero sobre todo, el objetivo de 32 mm que proporcionaba un gran angular medio (ideal para abarcar el mayor campo posible en una foto a ciegas) copia del Minotar 32 de la Minox. De hecho, es posible que los estudiantes Fiegl y Stranzinger hubieran hecho broma con esa táctica durante aquellos días de bromas y fotos “desde la cintura” en Praga, 1991, y de ahí los puntos 4 a 7 del manifiesto lomográfico; aunque la esencia, claro está, reside en el décimo y último: "No te preocupes por ninguna de las reglas". Algo que, al fin y al cabo, está en el centro de la esencia operativa de cualquier buen agente.





















Dos ejemplos de las peculiaridades cromáticas de la célebre cámara soviética. Abajo, Venecia según LOMO

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