I Wanna Be Like Osama (1)
Cartel del vodevil: "Yihad: el musical", estrenado el pasado 1º de agosto en Edimburgo. De momento, y que se sepa, sin incidentes
La música es pegadiza, no lo duden: se escucha un par de veces, y luego aparece y reaparece por la cabeza a lo largo del día: “I-Wanna…Be Like Osama…!” Supongo que es la melodía central de: "Jihad: The Musical" que se estrenó el 1º de agosto en el Edinburgh Fringe Festival, obra de la compañía neoyorkina Silk Circle Productions. La obra es una pieza clásica del vodevil anglosajón, que en su forma más simple puede ser utilizado para amenizar los finales de curso de instituciones académicas y educativas o incluso algún congreso, como los que describe David Lodge en su magistral novela: El mundo es un pañuelo (Small World, 1984). La historia que nos ocupa, esto es: "Yihad: el musical", cuenta cómo un ambiciosillo campesino afgano llamado Sayid al-Boom (un nombre que no necesita comentarios) sueña en llegar a ser un exitoso cultivador de adormidera. Pero una misteriosa mujer envelada le propone trabajar para una no menos intrigante compañía que exporta las amapolas a Occidente. El campesino pronto descubre que en realidad intenta captarle una organización terrorista musulmana que pretende atentar contra el supremo objetivo: “A Very Prestigious Landmark”.
Sin embargo, una siniestra reportera norteamericana llamada Foxy Redstate (otro nombre que no disimula complicadas alusiones) descubre el complot y pretende que Sayid le mantenga al corriente para obtener así el scoop, la gran exclusiva soñada por cualquier reportero que se precie. La recta y mandona hermana del afgano (Shazzia) acude al rescate ayudada por un francés, el profesor Jacques, de la Sorbona (!) aunque la decisión de Sayid queda pendiente hasta el último momento, otro elemento típico y tópico de la narrativa anglosajona.
El actor Sorab Wadia interpreta en la obra al reclutador y terrorista Hussein al-Mansur, que con un inglés de acento recortado y un espantoso traje de raya diplomática canta: "I Wanna be Like Osama". Obsérvense el coro de féminas de riguroso burka, armadas con lanzagranadas y ametralladoras de cartón
Los autores, argumentan que Yihad: el musical es “a madcap gallop through the wacky world of international terrorism; one that puts the powers that be in their place, and that invokes the Blitz spirit that we must laugh at those who seek to intimidate us. Stand back! This is a high-kicking chorus line!”. Resulta evidente que no estamos ante ninguna obra maestra de la dramaturgia universal. Yihad: el musical es una pieza que derrocha sal gruesa, argumento facilón y estilo voluntariamente zafio e infantil. Formalmente es cutre y salchichera, parece cosa de aficionados y está producida con cuatro céntimos. Pero de eso se trata, precisamente. El piano que acompaña la pieza “I Wanna Be Like Osama” es, en efecto, un aderezo indispensable del estilo cabaretero que los británicos tanto gustan de corear bebiéndose unas buenas pintas. Y, en efecto, si que recuerda mucho el fondo y la forma de aquellas obritas que ayudaban a mantener la moral británica en 1940 cuando llovían las bombas alemanas sobre la isla (la Batalla de Inglaterra o Blitz a que hace referencia la reseña).
Ante esta voluntaria provocación, los bienpensantes se han infligido aparatosos desgarros de vestimenta, llanto y crujir de dientes. Según la nota de Efe que reprodujeron fielmente “La Vanguardia” y “El País” sin quitar una coma, “ya hay algunos que, antes del estreno, se han levantado contra lo inapropiado de que este musical se estrene en Escocia, escenario hace un mes de un atentado fallido contra el aeropuerto de Glasgow, y en un país como el Reino Unido, que sigue en estado grave de amenaza terrorista. En la página web del 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro británico, varios ciudadanos piden a su inquilino, Gordon Brown, que "condene este retrato de mal gusto del terrorismo y sus víctimas".
Tiene gracia ese “algunos”, seguido más abajo del “varios ciudadanos”. ¿Cuántos son exactamente, qué peso social, intelectual, político e incluso moral tienen “algunos” que envían sus mails a las página web del gobierno británico o que se enzarzan en discusiones paletas entre ellos mismos, en los foros de las ediciones on-line de los periódicos, bien escudados tras los respectivos alias?. Hubiera estado bien leer las protestas de esos tipos en 1942, cuando se estrenó “To Be or Not to Be” de Ernst Lubitsch, que incluía mucha broma sobre la ocupación alemana de Polonia, los campos de concentración y, cómo no, el mismísimo Adolf Hitler. O contra Chaplin en “El gran dictador”.
Ante esta voluntaria provocación, los bienpensantes se han infligido aparatosos desgarros de vestimenta, llanto y crujir de dientes. Según la nota de Efe que reprodujeron fielmente “La Vanguardia” y “El País” sin quitar una coma, “ya hay algunos que, antes del estreno, se han levantado contra lo inapropiado de que este musical se estrene en Escocia, escenario hace un mes de un atentado fallido contra el aeropuerto de Glasgow, y en un país como el Reino Unido, que sigue en estado grave de amenaza terrorista. En la página web del 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro británico, varios ciudadanos piden a su inquilino, Gordon Brown, que "condene este retrato de mal gusto del terrorismo y sus víctimas".
Tiene gracia ese “algunos”, seguido más abajo del “varios ciudadanos”. ¿Cuántos son exactamente, qué peso social, intelectual, político e incluso moral tienen “algunos” que envían sus mails a las página web del gobierno británico o que se enzarzan en discusiones paletas entre ellos mismos, en los foros de las ediciones on-line de los periódicos, bien escudados tras los respectivos alias?. Hubiera estado bien leer las protestas de esos tipos en 1942, cuando se estrenó “To Be or Not to Be” de Ernst Lubitsch, que incluía mucha broma sobre la ocupación alemana de Polonia, los campos de concentración y, cómo no, el mismísimo Adolf Hitler. O contra Chaplin en “El gran dictador”.
Fotograma de "Ser o no ser" (1942), la celebrada sátira de Lubitsch contra el nazismo
Y es que Yihad: el musical es una obra que intenta ridiculizar al enemigo. Podemos discutir (y así se hará) sobre la entidad real de ese adversario; pero existe como tal, porque así se ha definido por sí mismo a través de los discursos y proclamas editados en internet o divulgados por todo el mundo a través de las cadenas de televisión (nunca, y es un detalle interesante, a través de la prensa escrita). Por lo tanto, un grupo de comediantes, tiene todo el derecho del mundo a montar una obrita de tres al cuarto en la que intentan ridiculizar al enemigo y con ello, desdramatizar la amenaza. El hecho de que haya participado algún judío no tiene por qué ser motivo de especial escándalo, y menos aún teniendo en cuenta que en el reparto haya actores como Daniella Rabbani, italo-americana, o Sorab Wadia (que es quien canta “I Wanna Be Like Osama”, nacido en Bombay, India (y no judío, como argumentaba, con gran indignación un comentario a pie de vídeo en You Tube).
¿Constituye el vodevil una falta de respeto explícito para con las víctimas? No parece que tenga mucha lógica el argumento de que atacar al verdugo suponga burlarse de aquellos que lo han padecido. Si fuera así, “La vida es bella” (1997), dirigida e interpretada por Roberto Benigni, habría recibido duras críticas de la comunidad judía, cosa que no fue así, por acercarse con humor a la tragedia del Holocausto. De forma más precisa, denunciar "Yihad: el Musical" como inapropiado podría equipararse a haberlo hecho con varias de las comedias de Monty Python en los años ochenta, comenzando con la divertida caricatura de los “movimientos de liberación” tan al uso por entonces, en “La vida de Bryan” (1979).
Bryan crucificado por haberse metido en los líos políticos del "Frente de Liberación de Judea", en el cáustico film de Monty Python
Pero quizá, en tal caso, y si es así, la afrenta de ridiculizar al terrorismo de Al Qaeda no sólo iría dirigida contra las víctimas del 11-S, del 11-M o del 7-J, sino también los miles de personas inocentes que mueren continuamente en Irak ante la casi total indiferencia universal. Ya saben: mujeres, niños, ancianos, atrapados entre la fracasada política de intervención angloamericana y la ineficacia criminal de las bombas extremistas de la insurgencia y de los supuestos aliados de Al Qaeda. Y algo similar podría decirse de las víctimas en Afganistán, también hombres, mujeres, niños, ancianos, todos civiles e inocentes, que son uno de los resultados colaterales de seis años de “intervención humanitaria”, liderada por una OTAN que nadie sabe ya para qué sirve, aparte de ayudar a reinventar una imposible guerra fría con Rusia.
Claro, aquí hay un problema añadido: ¿Es el vodevil de Silk Circle Productions un ataque contra el islam? Algunos pequeños miserables se regocijaban en los foros de que la obra atacara a los musulmanes. En realidad, “Yihad: el Musical” va dirigida contra el fanatismo de una organización terrorista, no contra el islam. De ahí precisamente este post: la sátira no tiene nada que ver con, “Borat”, por ejemplo, que fue acremente reseñada en este mismo blog, hace algunos meses. El “chorus line” de Silk Circle Productions no ataca a ninguna colectividad social o nacional de una forma tan gratuita, como lo hacía el film de Sacha Baron Cohen. De la misma forma, el vodevil angloamericano que se estrenó en Edimburgo tampoco tiene relación con las caricaturas contra Mahoma publicadas en septiembre de 2005 por el diario danés “Jyllands Postem” y que tan virulento rechazo cosecharon en el mundo musulmán. En aquella ocasión se atacó a un símbolo religioso universal identificando de paso a islam con terrorismo. Eso fue, ni más ni menos, que una notoria demostración del creciente racismo y la intolerancia que están creciendo en Europa. Para los nazis, cualquier judío del mundo era eso, antes que ciudadano de su nación. El ser judío era una calidad “cosmopolita” (entendido el adjetivo de forma despectiva) debido a su base “racial” y por ello, jamás se definiría como alemán, francés, ruso lo que fuera: siempre sería, antes y ante todo, judío.
El "Jyllands-Posten", venerable diario danés (1781) que, en 2005 no dudó en explotar a fondo la "comercialización de la libertad de expresión" a base de unas caricaturas islamofóbicas, expresión del auge de la opinión ultra y racista en Europa. Aún hoy, la edición on line del diario sólo permite a los abonados el acceso a las caricaturas, aunque éstas pueden ser vistas a través de Wikipedia. De otra parte, el periódico acapara en su propio país duras controversias sobre sus opiniones en relación a temas como la inmigración. Y según "Media Guardian" en su edición del 6 de febrero de 2006, el "Jyllands-Posten" rechazó publicar caricaturas sobre Jesucristo en abril de 2003 con el pretexto de que podrían herir la sensibilidad del lector danés.
Actualmente asistimos a la reactivación de esa misma mentalidad racista, fomentada incluso desde medios de comunicación presuntamente progresistas. Un sirio, un egipcio, un iraquí, un paquistaní o un afgano, son simplemente y ante todo “musulmanes” para miles de cristianos bienpensantes del Viejo Continente. Seguramente, a toda esa gente les resulta imposible concebir que el Holocausto o el genocidio de Ruanda fueron perpetrados por cristianos. ¿Qué opinarían si un periódico no blanco ni europeo publicara una caricatura en la que Cristo se identificara con el fascismo, el nazismo o el simple racismo?¿Acaso los viejos antisemitas del siglo XIX no se esforzaron por “demostrar” que Jesucristo no había sido judío sino ario?
De otra parte, “Yihad: el musical” aporta su granito de arena contra la prepotente y zorruna prensa occidental y sus pretensiones de “libertad de expresión” cuando le conviene, lo que muchas veces se traduce en el objetivo de lograr una mejor venta de la propia mercancía informativa. El nombre de la periodista norteamericana que pretende manipular a Sayid no tiene desperdicio: “Foxy Redstate”. Si, desde luego que hace referencia a cierto canal de televisión; y a alguna que otra profesión menos correcta políticamente. Habrá que visionar la obra para comprobar qué papel juega el profesor francés que quiere salvar a Sayid; quizá se haya introducido alguna modificación de última hora que recuerde la forma en que Sarko se dedica a hacer “intervencionimso humanitrario” a costa de vender misiles antitanque Milan a Gadafi (por valor de 168 millones de euros) y pactar la construcción de una central nuclear en Libia, con el pretexto de haber contribuido a la liberación de las enfermeras búlgaras.
Sarkozy acompaña a Gadafi durante la reciente visita de presidente francés a Libia. El dictador exhibe un look próximo al de los disfraces de Michael Jackson
Por lo tanto, amigos, ya lo saben: sobran los motivos. Dejen atrás los miedos y prejuicios, no se queden encogidos en una esquina cagándose en los zapatos. En el mejor de los casos y aunque sea en una microscópica proporción, contribuirán a la paz mundial. Vean y escuchen el videoclip, dejense llevar por la pegadiza tonadilla, pongan su mejor voz cazallosa para hacer el coro y entonen: “I-Wanna…Be Like Osama!!” (La letra, a pie del video)
Letra de la canción por gentileza de Jauhara al Kafirah, que vive en Infidelphia y se define en su blog como "THE Najiest Kuffar in all of Dar el Harb!"
I Wanna Be Like Osama!
I wanna be like Osama
I wanna bomb a path to fame across the earth!
I know people may abhor me, but by God they won’t
ignore me
When the CIA determines what I’m worth.
I will delegate the killing to the malleable and willing
But be sure to have top billing when the news gets
around,
Please make me like Osama B.
I’ll be Islamically renowned!
I wanna be like Osama
I want aplomb, allure and flair that can convince!
If I hadn’t been so rowdy, they’d have let me stay in
Saudi,
But I couldn’t play the big leagues as a prince.
So I film eloquent reminders that the Yanks have yet to
find us,
Though we’re happy to attack them on home ground!
Please make me like Osama B.
I’ll be Islamically renowned!
And they will speak of me throughout history,
Oh, what bliss to be al Mansour!
I’ll enact my plan, be the bogeyman!
With a brand new holy war!
I wanna be like Osama
I wanna wear designer clothes beneath a robe!
While my lackeys loom like vultures, I’ll declare a clash
of cultures,
Kill civilians by the millions round the globe!
Grow a beard down to my navel, conquer YouTube, get
on cable,
And be wealthier than any man I know!
Please make me like Osama B.
With an al Jazeera Show!
Who could ask for more, to be six-foot-four,
Oh, the name Mansour will be known!
And I won’t be missed on the wanted list,
With a jihad of my own! Yes a jihad of my own!
I wanna be like Osama
I want celebrity and riches that astound!
Please make me like Osama B
I’ll be Islamically renowned! I’ll be Islamically renowned!
Etiquetas: Al Qaeda, cine, Osama Bin Landen, teatro, terrorismo, Yihad
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