sábado, agosto 11, 2007

Comics y guerras de secesión yugoslavas (4): Hermann





Portada de la obra de Hermann, Sarajevo - Tango tal como se presentó en la edición belga original, y en la española











Asumiendo que los medios de comunicación tuvieron un enorme protagonismo en la guerra de Bosnia (1992-1995) queda por analizar de qué forma los diferentes autores de comics o novelas gráficas explicaron su versión del conflicto, introduciendo a los medias de forma diversa: como protagonistas directos de la historia, asumiendo la estructura narrativa de la crónica periodística o utilizando como argumento la versión mediática de los hechos.

Por otra parte, el estudio de los diversos autores dará pie a evaluar los diferentes estilos narrativos, gráficos y literarios, y la forma en que estos fueron evolucionando paralelamente al desarrollo de los conflictos yugoslavos, hasta llegar al final de los mismos con la obra del serbio Zograf.

El primero de los autores, por derecho propio, fue el belga Hermann [Huppen], que ya en 1995 publicó: Sarajevo – Tango (editado en España, al año siguiente, por Planeta De Agostini). Aunque la guerra de Bosnia estaba próxima a concluir definitivamente cuando apareció el comic, tuvo una cierta repercusión en el mundo de la historieta gráfica, no en vano era la primera obra comercial destacada sobre este tema. Sin embargo, lo que por entonces parecía un trabajo destacable, ha envejecido mal.


















Viñetas del estilo clásico de Hermann, pertenecientes en este caso a la serie Comanche, en colaboración con Greg, que redactó el guión


En parte eso tiene una sencilla explicación: la dinámica de la guerra de Bosnia no cuadraba con el estilo narrativo de Hermann, que además hizo en este álbum una importante excepción. Entendámonos: el belga es un importante autor de “aventuras en estado puro”. En la biografía que publica Wikipedia se puede encontrar un interesante cuadro con la lista de sus obras desde 1969 (Hermann nació en 1938), en la que es dado comprobar la amplia variedad de personajes que creó: cazadores en África, guerreros de la Reconquista, delincuentes de ciencia-ficción, caballeros de la Edad Media, piratas, rudos cuatreros del Far West, cangaçeiros brasileños y tipos por el estilo. Esto es: toda la parafernalia del comic clásico de aventuras, muy bien dibujado, pero dentro de un estilo clásico, con mucha épica y personajes tópicos: duros, audaces e ingeniosos.

En Sarajevo – Tango
resulta evidente que Hermann tiene problemas a la hora de cuadrar ese mundo de aventuras, en el que se distingue con claridad entre buenos y malos, con el esquema relativista pero a la vez tendencioso que por entonces transmitían los medios de comunicación sobre la guerra de Bosnia. El resultado es una narración muy de “cartón piedra” en el que se intentan encajar todos los tópicos de 1995: en apariencia no hay buenos ni malos (aunque los serbios son mayoritariamente alcohólicos, cínicos y primitivos), las fuerzas de paz han fallado estrepitosamente, la indignación de la opinión pública mundial es patente y la náusea del descreimiento lo invade todo.

Lo peor es que Hermann exagera y caricaturiza algunos extremos, mientras hace esfuerzos demasiado evidentes para nivelar otros. Así, la crítica continua contra las Naciones Unidas y su secretario general de entonces (el egipcio Boutros Boutros Ghali) resulta excesiva y hasta agobiante. Por otro lado, y para no parecer demasiado tendencioso, el malo es un mafioso bosnio musulmán, mientras que el amigo del héroe es un viejo serbio que ha escogido quedarse en el Sarajevo presuntamente multiétnico





















La página 18 condensa la mayor acumulación de burlas y estereotipos negativos contra la ONU. En la primera viñeta se ridiculiza a los cascos azules, y en las que siguen, un grotesco Boutros Ghali que reside en una sede de las Naciones Unidas rediseñada como enorme queso de gruyère, recibe al mediador Lord Carrington, con el que baila un tango "de 1938 ó 1939": alusión a la Conferencia de Munich por la que las potencias occidentales entregaron Checoslovaquia a Hitler, un paralelismo muy en boga durante los años iniciales de la guerra de Bosnia. Para ampliar la página, pulsar sobre la ilustración


El mismo argumento de la obra refleja esa preocupación por hacer una crítica del conflicto (o mejor, de la ONU) desde una posición cómoda. El protagonista es un mercenario, un aventurero de origen sudeslavo con amplia experiencia en el mundo militar por haber servido en la Legión Extranjera. El hombre llega a Sarajevo contratado por una millonaria que intenta recuperar a su hija, secuestrada por su anterior ex marido, un mafioso bosníaco. Este argumento le sirve a Hermann para introducir el tipo de aventura que a él le gusta: hay muchos tiros y acción, y el héroe se comporta como el clásico “good-bad boy”. Y al final, muere por un arrebato de sentimentalismo: ya se sabe cómo son los tíos duros, todos esconden un corazoncito bajo el áspero caparazón. Además, se desliza por las viñetas una moraleja de tipo social: el mundo de los ricos está al margen del que vive el resto de la marea humana, incluyendo las guerras con sus causas y sus injusticias.





















Otra chanza de Hermann: enormes globos con forma de dedo acusador que flotan inútilmente sobre Sarajevo, única "iniciativa" de las Naciones Unidas para intervenir en el conflicto. La labor de desprestigio que se llevó a cabo contra los ONU durante la guerra de Bosnia, a todos los niveles, contribuyó a que fuera neutralizada por la OTAN en el conflicto de Kosovo y más adelante, en 2003, por la coalición organizada por el presidente Bush para invadir Irak en aplicación del concepto de "guerra preventiva". Para ampliar la viñeta, pulsar sobre la ilustración



Dado que en aquellos momentos este argumento podía parecer frívolo, Hermann añadió páginas enteras de burlas e ironías caústicas sobre Boutros Boutros-Ghali, los negociadores lord Carrington y David Owen, y la ONU. Ridiculizar a los cascos azules le obsesionaba más que cargar contra los “chetniks” serbios. La idea que subyace a este planteamiento es la de que el Ejército de la Republika Srpska que asediaba Sarajevo no poseía mayor importancia militar, eran unos “primates” (sic) y sólo la indiferencia criminal de la ONU les permitió subsistir y seguir matando durante cuatro años. En realidad aparecen poco por la historieta. Los malos son los secuestradores de la niña, con el padre al frente, pero no tienen nacionalidad, es el mundo de la mafia y hasta se deja caer que podrían tener conexiones de alto nivel entre las autoridades de Sarajevo.




Algunas viñetas de la trama narrativa central de Sarajevo - Tango: el héroe y protagonista rescata a la niña secuestrada por su padre. Las historias de acción son el elemento en el que se mueve con mayor comodidad Hermann Huppen. Para ampliar la página, pulsar sobre la ilustración





En definitiva, una obra de calidad irregular, al menos en relación al nivel que Hermann tenía acostumbrados a sus lectores. Él mismo explicaba desde las páginas introductorias del comic que la indignación fue el motor de Sarajevo - Tango. Un sentimiento rabioso muy de aquella época, motivado por la aparente incapacidad de las potencias occidentales por “hacer algo” (que no parece haber prendido en nuestros días ante la espantosas masacres cotidianas en Irak) y que al parecer también se inspiraba en la suerte de su amigo, el bosniaco Ervin Rustemagić, que era agente en el mercado internacional del comic, y fundador de la agencia de representantes de autores de historieta Strip Art Features. Rustemagić quedó atrapado en Sarajevo, y Hermann se movilizó para rescatarlo de la ciudad, cosa que consiguió finalmente, pero no sin que le decepcionara profundamente la actitud de las autoridades de la ONU. Pero Hermann no nos explica que, en realidad, las historias que enviaba Rustemagić desde la ciudad asediada iban a parar a Joe Kubert, quien los estructuró a su vez como una novela gráfica titulada, precisamente: Fax from Sarajevo (Dark Horse Comics, 1996)






















La obra de Joe Kubert que narraba las vicisitudes de Rustemagic y su familia en Sarajevo no lograba transmitir el damatismo del asedio: los protagonistas podrían haber sido una familia de clase media en una pulida Levittown norteamericana bombardeada por extrarterrestres. La culpa era en parte del ya anticuado trazo de Kubert, un autor de reconocida fama en los años cincuenta, ilustrador de aventuras de Tarzan y creador de personajes como el Sargento Rock, pero que en 1996, fecha de publicación de Fax from Sarajevo, tenía ya 70 años de edad y no se documentó demasiado para crear su obra. Se basó en los sobrecogedores faxes que enviaba su amigo desde la ciudad, cierto; pero en el mundo del comic, el guión sólo es la mitad de la fórmula


Por lo tanto, hemos de concluir que en Sarajevo – Tango está presente cierto ajuste de cuentas personal que hoy, transcurrida ya una docena de años, resulta tan ortopédico que una acertada reseña de la obra se atreve a decir que podría ser reeditada aunque ganaría sin las caricaturas sobre la ONU. Sin embargo, cualquiera que la haya leído desapasionadamente sabe que la obra de Hermann –como cualquier otro comic, en realidad- es un trabajo orgánico, un todo que no admite la amputación de viñetas: habría que reescribirlo y volverlo a dibujar, y entonces ya no sería el Sarajevo – Tango de Hermann, editado en 1996, con las limitaciones y pasiones de aquella época, sino otro producto diferente.

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