viernes, agosto 31, 2007

NOTA: Grecia en negro















Una espectacular fotografía publicada en el diario costarricense "Nación": los incendios amenazan las ruinas de Olimpia

Anteayer mismo, un amigo recién llegado de Grecia, un profesor español perfectamente integrado en la realidad social del país desde años, comentaba varias novedades relativas a las consecuencias políticas que están generando los recientes incendios en ese país. La primera ya había sido cubierta por la prensa española: al gobernó le falló estrepitosamente la “denuncia” de que los incendios habían formado parte de una provocación criminal. De forma más o menos indirecta, los señalados como culpables fueron la oposición y (eso no se mencionó por estos pagos) los turcos, deseosos de terminar con la competencia del turismo griego. La teoría conspirativa, de rancia tradición balcánica, no coló. La ciudadanía está más que enfadada. Y ahora, a pocos días de las legislativas de septiembre, Nueva Democracia pierde posiciones.

Mi amigo añadió que en este momento, la pugna más o menos soterrada (y para muchos griegos, una de las claves de los incendios) es el reparto de las ayudas y subvenciones de la Unión Europa. ¿Quién repartirá más, cómo lo hará? Ha sido una agradable sorpresa encontrar en “El País” de ayer (30 de agosto) un reportaje de Ramón Lobo, desde una de las zonas más afectadas por los incendios, centrado precisamente en esa cuestión y titulado: “
Tras el fuego, llueven las ayudas. La picaresca se cuela en el cobro de indemnizaciones por el descontrol del Estado griego”.



Fotografía satélite del Peloponeso, Ática y la isla de Eubea, arrasadas por los incendios







Este asunto me ha traído a la memoria las excelentes novelas del autor griego (nacido en Estambul y de padre armenio) Petros Markaris, traducidas y publicadas casi todas ellas en castellano. Esa serie de obras de serie negra tienen como protagonista al comisario (teniente)
Jaritos, un ex policía durante la dictadura militar, de concepciones deliciosamente anticuadas que, como contraste, nos permiten entender mejor la sociedad griega de nuestros días. A lo largo de las diversas novelas, Jaritos debe enfrentarse a casos policiales relacionados con la explotación de la mano de obra inmigrante, especialmente la albanesa, los mangoneos financieros que tapan los clubs de fútbol, el tráfico de órganos, la reconversión de un antiguo progre de izquierdas en un perfecto neocon sociata, la especulación inmobiliaria, las irregularidades en los medios de comunicación, las corruptelas en la seguridad social, los chanchullos con las subvenciones de la UE y cosas así.

El escritor griego Petros Markaris, en una pose característica














Es cierto que los últimos títulos han caído un poco en cierta exageración argumental; pero en todo caso, no es sino una técnica para introducir a la vez, en una misma novela, más rasgos distintivos –negativos- de la Grecia actual. Por cierto: en medios españoles se ha comparado a veces, erróneamente, al comisario Jaritos con el Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán. Como caracteres no pueden ser más opuestos; pero además, el desaparecido escritor barcelonés tendía a insistir en la utilización del tradicional “esperpento”, desarrollado magistralmente por la pluma de Valle-Inclán un siglo antes. Lo de Markaris es otra cosa, no lo duden.

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