domingo, julio 15, 2007

Cartas cruzadas


















Cubierta del libro de Ergün Sav: Atatürk ve İki Büyük Türk Düşünürü: Namık Kemal - Ziya Gökalp (Bilgi Yayınevi, 2001): "Atatürk y dos grandes pensadores turcos: Namık Kemal y Ziya Gökalp". El primero fue uno de los intelectuales más influyentes del movimiento Jóvenes Otomanos, que entre otras cosas, logró justificar la democracia parlamentaria a partir del Corán. Gökalp es el padre del moderno nacionalismo turco y varias iniciativas sociales progresistas



A continuación se publican en este blog dos cartas al director, de reciente aparición. La primera está firmada por el señor Yilmaz İnal İnal, residente en Pozuelo de Alarcón, Madrid. La segunda, publicada en base al derecho de réplica, es de Francisco Veiga, Barcelona. Los nombres aclaratorios entre corchetes son del autor de este post

"El País", 9 de julio, 2007- Cartas al Director

Fundamentalismo laico

Decía monsieur [Raymon] Aaron en los años sesenta, en una larde de empathie raro en él, que los turcos y los judíos éramos dos pueblos no comprendidos. No sé de los judíos, pero yo, después de vivir medio siglo en Occidente, y de leer y escuchar todo lo que se ha dicho sobre Turquía y los turcos, empiezo a darla la razón

Estoy en parte de acuerdo con las opiniones de la señora Muñoz y de los señores Elorza y Vega [¿Veiga?], pero me gustaría insistir en la dimensión histórica de ese fundamentalismo laico. No voy a remontarme hasta el hombre enfermo de Europa (mire por dónde, ya en el siglo XIX se consideraba Europa al Imperio otomano); en los años cincuenta, los intelectuales se quejaban de que las reformas kemalistas -como gustan de llamarlas los franceses- habían sido demasiado rápidas y radicales. Aquí hay que hablar de las tan traídas urgencias históricas: después de siglos de oscurantismo debido a la arabización de la lengua turca y el integrismo islámico -causas principales para nosotros del hundimiento del imperio-, había que hacer una cirugía radical (lo cual explica también la reacción epidérmica de los militares e intelectuales hacia todo lo islámico). Es comprensible que esas reformas no fueran asimiladas enteramente por el pueblo. Éste aceptaba todo loque venía de Atatürk, dado su extraordinario carisma -cada vez que Atatürk encontraba resistencia en Ankara a algunas de sus reformas decía "entonces voy al pueblo"-


Al morir Atatürk se acabó el hechizo. Cuando, en el año 50, se celebraron las primeras elecciones pasablemente democráticas, sopló entre los jóvenes turcos un aire fresco de esperanza y oprimismo, pero por la misma ventana entró también el verde, color tradicional del islam que en Turquía consideramos el color del integrismo. Y el pueblo llano, generalmente analfabeto, empezó a murmurar: "Hemos perdido a nuestro Dios, hemos perdido nuestra fe". El resto ya lo conocen.


Ahora se suele presentar el problema como un concurso de europeísmo: ¿quién lo es más, quién lo es menos? Por lo menos en teoría, no debe haber incompatibilidad entre ser musulmán y anhelar Europa (lo hicimos desde 1923...)


Felicito al señor Vega [¿Veiga?] por su entusiasmo. (¡Ojalá pudiese compartirlo!)




Firmado: Yilmaz İnal İnal. Pozuelo de Alarcón. Madrid



El libro del profesor Hasan Kayalı, Arabs and Young Turks. Ottomanism, Arabism and Islamism in the Ottoman Empire, 1908-1918 (University of California Press, 1997) es una obra magistral, que analiza con gran rigor los intentos llevados a cabo por el Comité de Unión y Progreso para buscar un equilibrio entre la creación de un estado crecientemente laico, el manejo del islamismo y el importante componente árabe, en el último periodo dle Imperio otomano









"El País", 14 de julio, 2007 - Cartas al Director



La tradición laica turca

Lleva razón el señor Yilmaz İnal en su carta (Fundamentalismo laico, 9 de julio, 2007) cuando insiste en que existe una dimensión histórica turca del laicismo, pero empieza a ser tiempo de recordar que es anterior a Kemal Atatürk. Si insistimos en la idea de que la modernidad y la tradición laica arrancan en Turquía de 1923, haremos depender todo ello de la genialidad de una sola persona, arrinconando la tradición de todo un pueblo. La gran pregunta es: ¿Hubiera podido Atatürk hacer lo que hizo en otra sociedad musulmana? La respuesta es, posiblemente, un no rotundo. Y eso es así porque la tradición laica de la Turquía republicana también se erige sobre las ideas de Ziya Gökalp, iniciativas que habían puesto en marcha los Jóvenes Turcos, ideas políticas de los Jóvenes Otomanos, el hecho de que el Imperio otomano tuvo el primer parlamento de un país musulmán (1877), la obra legislativa y educativa de las Tanzimat y muchos otros ejemplos posibles. Ese trasfondo ayuda a explicar también que en los últimos años la economía turca haya empezado a funcionar realmente bien, y que el país se haya convertido en la única potencia emergente y socialmente musulmana.


Es debido a ello, y no a la caridad o al optimismo exagerado, que Bruselas le dio un voto de confianza para el ingreso en la UE. Es evidente que esto puede malograrse y esperemos que no vuelvan a repetirse meteduras de pata como, por ejemplo, la de Süleyman Demirel en 1980. Por lo demás, todos los países hemos atravesado por periodos en que se nos define como “diferentes” e “incomprendidos” (recordemos el “Spain is different” en la España franquista). Pero esas ideas no suelen ser muy positivas, porque tienden a justificar comportamientos políticos arbitrarios.


Francisco Veiga. Barcelona

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