jueves, agosto 17, 2006

Chipre acerca a Grecia y Turquía

















Las primeras tropas turcas aerotransportadas llegan al norte de Chipre en julio de 1974: Operación Atila.


El pasado 20 de julio se cumplía el correspondiente aniversario del desembarco de tropas turcas en Chipre acaecido en 1974. Según informaciones fiables, dos o tres periódicos españoles habían enviado corresponsales a la isla para redactar la inevitable crónica-efemérides combinada con la actual situación del escollo chipriota para las negociaciones de ingreso de Turquía en la UE. Al parecer, la nueva guerra del Líbano acaparó toda la atención informativa y convirtió en una fruslería la cuestión chipriota. Además, la isla estaba siendo utilizada como base avanzada para el rescate de ciudadanos occidentales procedentes del atacado país árabe, y no convenía enturbiar la situación innecesariamente.

Más adelante, en algún otro post, se volverá sobre los orígenes históricos del problema chipriota y la coyuntura política y militar interna en aquella isla. Pero ahora resulta más útil e interesante insistir en algo sobre lo que pasa de puntillas la tropilla de políticos y periodistas turcófobos; al menos los de nuestro país.

Chipre está dejando de ser un asunto griego. Tampoco es la piedra de toque de un supuesto enfrentamiento greco-turco en el Egeo: ya no. Chipre se está convirtiendo en la china en el zapato de la política exterior helena. Y paradójicamente, al ser un problema para Atenas y Ankara, deviene un factor de acercamiento para turcos y griegos.

Desde hace ya meses, no hace falta esforzarse demasiado para comprobar que el marco general de las relaciones greco-turcas viene dando señales de acercamiento que van más allá de la anécdota, y que son realmente muy significativas y alentadoras. En relación a la cuestión de Chipre contemplada desde el ángulo griego, no es ninguna novedad la publicación en la prensa de ese país, y la de mayor difusión, por ende, de artículos de análisis y opinión en los que se cuestiona la tradicional actitud de Atenas hacia Nicosia ahora que Chipre ha ingresado en la UE. El pasado 2 de julio, el periodista
Alexis Papahelas [lámina adjunta] publicaba en el influyente “To Vima” un significativo artículo titulado: “¿Por qué la cuestión chipriota está siempre candente?”. En la pieza, Papahelas hacía su propia contribución al resquebrajamiento del tabú que impide a Grecia amonestar en manera alguna a sus “hermanos” grecochipriotas: como gran tema nacional, Chipre es el talón de Aquiles de la política exterior ateniense desde hace más de medio siglo. Por un lado, siempre vidriosa y resbaladiza, la “cuestión chipriota” resulta ineludible para cualquier partido político, y un error de gestión –mediático, diplomático o político– conserva intacta su capacidad de hundir la carrera de cualquier político griego de talla. Por el otro, el columnista se quejaba de que Nicosia conoce demasiado bien los juegos de poder en Atenas y los explota a menudo a su favor; ahora, como miembro de pleno derecho de la UE, Chipre puede jugar esa baza aún con más ventaja y autonomía. El artículo se hace eco del malestar de la administración griega, que ha empezado a hacerse visible: comienza a evidenciarse que los objetivos estratégicos de Chipre y Grecia en relación con Turquía no son plenamente coincidentes y que, debido a la tradicional adhesión incondicional de Atenas a la República grecochipriota, aquella sufre tensiones en su propia política hacia Turquía.

El artículo de Papahelas no es el único síntoma de esta actitud griega. En esa misma línea, el diario “Eleftherotipia” publicó el pasado 5 de abril un sondeo que reflejaba el importante rechazo que existe, por parte de los grecochipriotas, a la convivencia con sus vecinos de la isla. Como respuesta, otro periodista griego, Giannis Giannoulopoulos rompió también el tabú sobre Chipre y criticó la postura de Nicosia en un artículo publicado en ese mismo diario el 19 de abril y titulado: “¿Puede saberse qué es lo que quieren?”. Y suma y sigue. El 18 de julio, Anny Podimata escrtibía en “To Vima”: “La guerra no declarada entre Dora (Bakoyanni) y Tassos (Papadopoulos)”, incidiendo sobre el mismo tema: los grecochipriotas se están aprovechando de Grecia, actúan según sus conveniencias.

La ministro de AAEE griega, Dora Bakoyanni y su homólogo chipriota, George Iaocovou: disparidades no sólo físicas


Por lo tanto, la cuestión chipriota ha dado un vuelco importante para los intereses de Atenas: ciertamente, con la entrada de la isla en la UE estamos ante una nueva era. Nicosia tiene ahora capacidad de maniobra propia frente a Turquía; está respaldada por Bruselas y otros socios del club europeo. Tiene en sus manos claves importantes para el ingreso o rechazo de Turquía en la UE. Se puede decir que de la misma forma que le ocurre al gobierno griego, al grecochipriota también le molesta en muchas ocasiones la actitud de Atenas.

Tanto Grecia como Turquía conservan fuerzas militares en Chipre. Es normal que así sea, porque en todo el ámbito balcánico y hasta caucásico han proliferado las “dobles estatalidades” que en muchos casos son activamente defendidas por la “madre patria”: Rumania-Moldavia, Albania-Kosovo, Serbia-Republika Srpska, Croacia-Herceg Bosna, Bulgaria-Macedonia, Grecia-Chipre, Armenia-Nagorno Karabaj, Turquía-RTNC. Pero la “duplicación” siempre ha terminado por dar disgustos a la correspondiente madre patria. Y además, en el caso de Grecia, son las relaciones con Turquía en su conjunto las que están cambiando.

Las razones son diversas, pero valga aquí reseñar una de ellas, muy importante: la incapacidad de mantener una carrera de armamentos como la existente hasta hace muy pocos años, que amenazaba con asfixiar la economía griega y que en Turquía también generaba tensiones sociales a comienzos del presente siglo XXI. Por supuesto, la “détente” ha dado lugar a todo tipo de resistencias por parte del estamento militar e incluso del mundo político. Pero la realidad se ha ido imponiendo y en los últimos meses han podido observarse síntomas claros de tal distensión. Así, las reacciones de ambos gobiernos ante el choque de dos aviones de combate, uno griego y otro turco, cuando realizaban una de las habituales maniobras de combate ficticio sobre la isla de Karpathos, el pasado 23 de mayo, fueron de lo más templadas. No hubo declaraciones tensas por parte de ninguno de los gobiernos, los ministros de Asuntos Exteriores se reunieron y como remate se estableció una “teléfono rojo” de conexión directa entre Atenas y Ankara para casos de extrema gravedad.

Por lo tanto esa es la situación: frente a Turquía, Chipre cuenta ahora con sus propias fuerzas, su capacidad de maniobra en el laberinto de la Europa comunitario y su tozudez. Pero cada vez menos con aquel incondicional apoyo de la madre patria griega, que a su vez soñaba con la
enosis. Desde aquí podemos seguir creyendo que Turquía y Grecia están al borde de la guerra y analizar la situación en el Mediterráneo oriental y el Egeo en base a las fantasías más convenientes. Pero la realidad es siempre más tozuda. Y también lo son esos suculentos negocios multimillonarios que abordan conjuntamente griegos y turcos. Aunque esa es otra historia digna de un post; o más.

Perfil de un caza turco F-16 como el que colisionó con otro igual, griego, en mayo de 2006. Pincha aquí para ver sus evoluciones con música de Lenny Kravitz

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