martes, julio 07, 2009

CK Way (2): de Kars a Doğubeyazıt


















La mezquita cercana al İshak Paşa Sarayı era, de hecho, el templo del antiguo pueblo de Beyazıt, hoy destruido y convertido en Doğubeyazıt, unos 5 kilómetros más al este ("doğu" significa, en turco, "oriental"). Hoy es un templo abandonado al culto, pero posee un perfil ascético y agreste, acorde con la personalidad de su fundador: el sultán Selim I, que extendió el Imperio otomano por Oriente. Tras la mezquita, lo que parecen son restos de una muralla de origen hurrita.


Lógicamente, en el espíritu de la CK Way no se trata ir desde Kars a Doğubeyazıt vía Horasan, dando un enorme rodeo. La carretera que contornea la frontera armenia es más corta pero más difícil, y por tanto, es la ruta adecuada. A veces se pasa a pocos metros de la línea divisoria o de los no man´s land minados y estrechamente vigilados por las tropas de guardafronteras. Aquí ya se comienza a notar de forma casi continuada la presencia militar. Se suceden las bases, los apostaderos guardados incluso por vehículos blindados más o menos camuflados, los observatorios, los ocasionales controles de carretera. No en vano, y a pesar de que han mejorado mucho las relaciones, la frontera turco-armenia está cerrada desde 1993.

Pero lo más sorprendente es el cambio de paisaje que se opera en unos pocos kilómetros, unos cuantos más al este de la aldea de Digor y hasta Tuzluca la cual, vista desde arriba, bajando por la empinada carretera, parece un oasis. El viajero desciende desde los paisajes verdes y ondulados de la meseta, a los perfiles terrosos y abruptos. Es como iniciar la bajada desde el Cáucaso hacia Mesopotamia por un primer y empinado escalón. La falla es tan brusca que se puede apreciar en un mapa de relieve mínimamente detallado, o en las fotos satélite que ofrece Google Maps.

Sin embargo, termina por recuperarse la horizontalidad, y hacia el frente comienza a dibujarse la silueta del monte Ararat, que el viajero contornea por el oeste y el sur, y que será punto de referencia constante hasta salir de Doğubeyazıt. Pero es a la vez un gigante esquivo; se puede ver incluso de noche, a la luz de la luna; y, con todo, resulta difícil incluso fotografiarlo de día. Su cumbre nevada está casi permanentemente oculta por densos penachos de nubes.


















El Monte Ararat, en su nombre armenio, es en realidad un volcán extinto de 5.165 metros. Por su altura, es el segundo pico de Europa, tras el Elbrus, en el Cáucaso ruso (5.642). Una vez más, como de costumbre, sestea en el horizonte tras la cortina de nubes

En el cruce de la carretera que desde Iğdir lleva directamente al paso fronterizo de Markara, nuevo control, en este caso de la gendarmería, que corta completamente la carretera en ambos sentidos. Y luego, unos pocos kilómetros más adelante, Doğubeyazıt

Es una ciudad pequeña, decididamente más kurda que Kars, y denota una actividad que parece muy relacionada con negocios de todo tipo vinculados a la cercana frontera iraní, incluido el contrabando. En cualquier caso, abundan las tiendas de móviles y los acuartelamientos; es también célebre en la región un almacén situado en tierra de nadie del paso fronterizo de Bāzargān, entre Turquía e Irán, del que se dice que vende electrónica a precios imbatibles. Pero esos días, la frontera está medio cerrada, hay preocupación por lo que pueda ocurrir en Irán por causa de las manifestaciones a favor de Musaví, y una larga fila de camiones turcos hace cola ante la verja que se abre y se cierra de forma inesperada. Ante ella, todo un abigarrado mundo de transportistas y comerciantes, como hace centenares de años. La carretera, se dice, formaba parte esencial de la Ruta de la Seda: más allá de la frontera está Tabriz, y después, Asia Central.

Doğubeyazıt es pequeña, pero tiene un punto cosmopolita; los visitantes extranjeros no llaman la atención por las calles, como en Kars, a pesar de que no se ve ni un guiri occidental. No es de extrañar ese carácter desenvuelto, dado que además de la frontera iraní, está muy cerca la armenia, y detrás de ella, a pocos kilómetros, Yerevan. Al margen de las relaciones de tapadillo que se mantienen desde hace tiempo con la aislada república, es de esperar que no tarde en reabrirse la frontera, dados los recientes contacos entre los gobiernos de ambos países. Pero es que además, retomando esa misma carretera hacia Iğdir y Markara y tirando por un desvío hacia el este, por la carretera vecinal D080, el viajero llega a una de las fronteras más extrañas de la zona: los 9 kilómetros que separan a Turquía de la República Autónoma de
Najicheván, que en realidad es un enclave azerí separado del resto del país por Armenia.

















Tras un jalón levantado con simples piedras apiladas (muy característico en los prados de la zona), se puede ver el perfil de lo que se presenta como el Arca de Noé, en el yacimiento Durupınar. Como mínimo, una leyenda exótica.

El Monte Kapydzhik, el punto más alto de Najicheván, es a la vez parte central de la iconografía nacional, pues tiene una llamativa hendidura que, según la leyenda, le produjo la quilla del Arca de Noé cuando navegaba hacia el Monte Ararat, mientras descendía el nivel de la inundación causada por el diluvio universal. La leyenda de Noé y su Arca tienen mucho predicamento en toda la zona: desde comienzos del siglo XX se han organizado numerosas expediciones en torno al Monte Ararat, en busca de los restos del Arca.

Cerca de Doğubeyazıt, en las montañas Tendürer que caen sobre la carretera que lleva a Irán, el viajero puede visitar una curiosa formación geológica, con cierto parecido a lo que podría ser la base del casco de una ancha embarcación, y que se anuncia como resto verídico de la célebre Arca de Noé. La historia del descubrimiento se remonta a 1960, cuando el capitán Ilhan Durupınar, de las FFAA turcas, publicó fotos aéreas de lo que parecía ser el perfil de una nave. Inicialmente, el asunto pasó desapercibido, pero unos años más tarde, se sucedieron las expediciones de los arqueólogos creacionistas norteamericanos, que tras mediciones y análisis con sofisticados instrumentos de la época (como un radar de exploración subterránea) certificaron la autenticidad de lo que se decía, eran los restos fósiles del Arca de Noé, incluyendo un ancla. Posteriormente, en 1987, el gobierno turco secundó esa certificación y convirtió la zona en parque nacional, con el nombre de “yacimiento Durupınar”. En la actualidad, el viajero puede visitar un pequeño museo con artículos de prensa y restos de las excavaciones, y hasta es posible que sea agasajado con una serie interminable de tés por el afable conservador, cuya tetera parece tener una capacidad ilimitada.























Detalle del gran salón del Palacio de Ishak Pasha, con su característica simbiosis de estilos decorativos: tradicionales, neoclásicos y vegetales



Doğubeyazıt tiene algo de lugar encantado, con cierta propensión a los fenómenos paranormales, quizá por estar en el cruce de símbolos tan poderosos ligados a los orígenes de la Humanidad. Justo a dos kilómetros de la frontera iraní se puede visitar un enorme cráter, producido por la caída de un meteorito, en 1892. Para llegar hasta el lugar hay que pasar un control militar de los guarda fronteras turcos; el suboficial advierte que sólo se puede acceder para fotografiar el boquete, lo demás es de “interés militar”. El impacto debió ser formidable, porque el agujero mide nada menos que ¡35 metros de diámetro y 60 de profundidad! Asombra la forma, como si el meteorito hubiera sido un obús compacto de metal macizo. Para evitar caídas, alguien tendió una alambrada en torno al perímetro, que mide un centenar de metros. Dentro, anidan y vuelan siniestros pájaros oscuros, algunos de ellos, cuervos. Frente al cráter, un banco para que el viajero descanse; pero el lugar siempre está vacío y muy silencioso; el conjunto es surrealista e intimidante a la vez.














İshak Paşa Sarayı: la biblioteca, y acceso a la mezquita interior



Con todo, la estrella de todo viaje a Doğubeyazıt es el İshak Paşa Sarayı; en kurdo, el Koşka Îshaq Paşa. Se trata de una construcción espectacular, tanto por su concepción arquitectónica como por su localización escenográfica, dominando el vacío del valle con solitaria autoridad. Se considera el complejo administrativo más extenso del Imperio otomano tras el mismo Topkapı, puesto que en realidad, tanto Colak Abdi Paşa, quien inició las obras en 1695, como su nieto İshak Paşa, que las concluyó en 1784, fueron gobernadores de la provincia de Beyazıt. El palacio, por lo tanto, es de los años de decadencia del Imperio otomano, pero de una época deliciosamente crepuscular: el Lale Devri, o “periodo de los tulipanes”, en que los poderosos del imperio rivalizaban por ostentar sus riquezas, mientras comenzaban a abrirse a las influencias estéticas de occidente. De ahí la mezcla entre la delicada ornamentación vegetal, de inspiración georgiana, pero quizá también rococó, y la rudeza del perfil fortificado, marcado por la estética de los caravanserrallos selyúcidas. Hombres de origen kurdo que vigilaban la frontera persa para el sultán, los gobernadores de Beyazıt fueron personajes adelantados a su tiempo, que instalaron en aquel rincón del imperio innovaciones como agua corriente por el palacio, un lujo futurista para la época.

No es fácil encontrar información biográfica sobre Colak Abdi Paşa o İshak Paşa y el teólogo y poeta kurdo Ahmed-i Hani, cuyos restos reposan cerca del palacio, en una türbe. Nacido en 1651, la fecha de su muerte no se conoce con precisión (1707?) pero se sabe que fue consejero de Colak Abdi Paşa. Los kurdos se quejan de que siendo una autoridad en el islam, los turcos no le hayan concedido la importancia históricaque merece. En su poesía épica, recogida en la obra Mem u Zin, no faltan, por cierto, referencias al orgullo de ser kurdo:

Mira, desde los árabes a los georgianos,
los kurdos se yergen como torres,
turcos y persas son rodeados por ellos.
Los kurdos están en las cuatro esquinas
ambos lados han hecho de los kurdos
blanco de las flechas del destino.
Dicen que son las llaves de las fronteras
formando cada tribu formidable baluarte.
Siempre que el Mar Otomano y el Mar Tayiko se encrespan
crecen las aguas y se agitan,
los kurdos quedan empapados en sangre
al separarlos como un itsmo








İshak Paşa Sarayı: la gran vista del conjunto, uno de los tópicos principales de la oferta turca de turismo, por suerte aún poco visitado debido a su remoto emplazamiento

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