miércoles, diciembre 10, 2008

Explosión social en Grecia















Contra el consumo: un joven contestatario ataca una tienda de artículos deportivos con un cóctel molotov. Las fotografías que acompañan al post, proceden EFE y fueron publicadas en la edición digital de "Público"
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Hace pocos meses, la todavía Secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, sugería un paralelismo directo entre la breve guerra ruso-georgiana y la intervención sovietica en Checoslovaquia. Verano de 1968 a verano de 2008: cuarenta años justos, tanques rusos por aquí y por allí: la simetría de las efemérides posee una magia irresistible para períodistas, políticos y una parte nada desdeñable del gran público. Pues bien: si el paralelismo tuviera alguna base comparativa realista, deberiamos considerar que los disturbios en Atenas son la versión contemporánea de aquel mayo del 68 francés. Tanto más significativa la comparación, si tenemos en cuenta que en 2008 los focos centrales de la actualidad ya no están sistemáticamente situadas en Paris, Londres, Berlín o Nueva York: Mumbai, 26 de noviembre, es un acontecimiento de referencia histórica; y lo mismo ocurrirá con Atenas, 6 de diciembre.

Lo que sigue a continuación es una breve pieza publicada deprisa y corriendo en el diario "Público". El lector no encontrará ideas novedosas ni información adicional por relación a lo que vienen explicando los diarios en estas últimas horas. Pero vale la pena conservar el artículo en este blog como posible punto de partida para reflexiones ulteriores.


















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"Público"

ANÁLISIS
Los jóvenes como caja de resonancia

FRANCISCO VEIGA - 09/12/2008 08:00

La
oleada de disturbios juveniles que se está viviendo en Grecia es susceptible de ser analizada a partir de varios niveles interpretativos. El primero y más evidente tiene que ver con la arraigada tradición de rebeldía de los estudiantes griegos, respondida en cada ocasión por la no menos clásica contundencia de la Policía local.

Podemos remontarnos a las históricas manifestaciones de 1973, cuya brutal represión culminó con el colapso de los siete años de la Junta Militar. En tiempos sucesivos, ya en la década de los ochenta, el barrio de Exarchia se convirtió en el bastión de la juventud rebelde y la pesadilla de la policía antidisturbios.

Pero sin ir tan lejos en el tiempo, recordemos que recientemente, el pasado mes de junio, los estudiantes griegos chocaron duramente contra las fuerzas de orden público tras ocupar varias facultades en protesta por los planes del Gobierno para fundar universidades privadas, mientras decrecían los presupuestos públicos destinados a la educación superior.

A su vez, esas manifestaciones se inscriben en las oleadas de protestas sociales que vive Grecia: recordemos la huelga general del año pasado por estas mismas fechas relacionada con el rechazo al recorte de las prestaciones de la seguridad social.

La conclusión de todo esto es doblemente interesante. Las rebeliones estudiantiles o más simplemente: juveniles suelen ser la caja de resonancia de malestares sociales más profundos. La unanimidad de las protestas en Grecia, aunque en apariencia pueda parecer que no existe una relación directa de causa a efecto, refleja un trasfondo de profundo desconcierto en el país: los socialistas del PASOK, desalojados del poder, atraviesan momentos de crisis. Pero la derecha en el Gobierno ha visto como su política neoliberal quedaba en entredicho, a poco de comenzar la legislatura, por la grave crisis económica y financiera que sus mentores occidentales han debido atajar a golpe de intervención de los poderes públicos. Por lo tanto, el reajuste neoliberal ha fracasado en Grecia, incluso antes de que diera sus primeros pasos. Sin embargo, tampoco es posible volver atrás y por ello Atenas está, políticamente, a mitad de camino hacia ninguna parte.

Hay un malestar profundo que ya se manifestó durante la picaresca que rodeó a los enormes incendios forestales de agosto de 2007 en paralelo al reventón de las subprime en EEUU y que ha continuado hasta ahora con reiterados escándalos de corrupción que salpican a los altos círculos del poder y la oposición. De ahí que mientras en otros países estamos llevando la crisis con una llamativa resignación social, Grecia parezca a punto de estallar.

Segundo colofón: estos conflictos definen la plena occidentalidad de Grecia, pese a estar situada geográfica y culturalmente en los Balcanes: el día en el que en otros países de la zona se organicen manifestaciones para reivindicar mejoras en la atención del estado a la ciudadanía o el rechazo de la brutalidad policial, dejando de lado cuestiones relacionadas con retoques fronterizos, rechazo del vecino e indignaciones nacionalistas varias, será síntoma de que están avanzando seriamente en el camino de la normalización civil y la integración real en Europa, aunque ello no deje de comportar pugnas duras e inquietantes.

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domingo, diciembre 07, 2008

Un proyecto para Afganistán






Soldados turcos llegan a Kabul por vía aérea, junio 2002













Asuntos profesionales prioritarios han mantenido este blog inactivo durante algunas semanas. Sin embargo, esa situación no se ha resuelto completamente. Y mientras tanto, los asuntos a tratar, se acumulan.

A efectos de ir restableciendo el pulso del blog (sin garantías de que vaya a continuar editándose por mucho tiempo) se ha optado de momento por ir publicando algunos post a base de comentarios breves o mediante la reedición de meras noticias, que a su vez hacen referencia a las anteriores líneas de análisis trabajadas en este blog. Por supuesto, todo ello sin concesiones al diseño de edición: de momento no hay disponibilidad de tiempo para incluir apoyo gráfico. De todas formas, y dado que este blog cuenta con algunos fieles seguidores, se confía en su paciencia y comprensión para subsanar el bache.


El artículo que se reproduce a continuación fue publicado hace pocos días y se refiere a una cuestión que últimamente suscita mucha polémica en la prensa española y, por extensión, en la occidental. ¿Debe continuar la presencia de la misión ISAF en Afganistán?¿Qué postura debe tomar el gobierno español al efecto? El lector encontrará una respuesta en el artículo que sigue, asociada al papel (poco conocido) que juega Turquía en ese escenario. Debe tenerse presente que ese país cuenta con muy útiles relaciones en la zona, además de tener excelentes expertos y analistas en Afganistán y Asia Central, a los que posiblemente le dedicaremos atención en futuros post.


El profesor Akın Özçer ha tenido la gentileza de incluir la pieza en la revista que dirige: "Hispanatolia". Es por esa razón, y por la afortunada coincidencia de que s eesté celebrando en Estambul la Trilateral turco-afgano-paquistaní, por lo cual el autor decidió editar su propio artículo en su propio blog, aún contando con los problemas de tiempo y disponibilidad mencionados más arriba.












Pinchar sobre la imagen para ampliar: Restos de los 96 vehículos de transporte de la misión OTAN-ISAF destruidos por un comando talibán en Peshawar, Pakistán, el pasado 7 de diciembre. 96 vehículos son muchos vehículos. El ataque se volvió a repetir al día siguiente contra otra terminal cercana. Todo indica que los talibanes están iniciando las operaciones para el estrangulamiento de Kabul; las tropas ISAF podrán seguir siendo abastecidas, pero posiblemente la población civil de la capital sufrirá las consecuencias y la insurgencia prenderá en el interior de la ciudad. El margen para aplicar soluciones políticas se estrecha a cada día que pasa.



"El Periódico", 29/11/2008

Un proyecto para Afganistán

La Alianza de Civilizaciones es el marco apropiado para vehicular los estudios, ideas y propuestas que pudieran hacerse desde Turquía

• Es de temer que, en el plano militar, la posición de España en el país sea insostenible a medio plazo

FRANCISCO Veiga

Hace cuatro años, el contingente militar español en Irak era un "eslabón débil", dado que, políticamente, España no podía permitirse encajar pérdidas elevadas participando en un conflicto que era muy impopular. Por razones que no se van a discutir aquí, Madrid continuó enviando tropas en misiones internacionales a zonas de crisis en el mundo islámico: Afganistán y el Líbano. La diferencia con lo ocurrido en Irak es que ahora el Gobierno sabe que, le guste o no, ha de estar preparado para encajar golpes de la insurgencia o el terrorismo. Retirar unilateralmente las tropas de alguno de esos puntos amenazadores puede resultar contraproducente para la seguridad del Estado, porque convertiría al resto de los contingentes, y a la población española en su conjunto, en el perfecto rehén del terrorismo islamista o de cualquier otro.

Más allá de esa consideración, es de temer que, desde un punto de vista militar, nuestra posición en Afganistán sea insostenible a medio plazo. Argumentar que las tropas españolas permanecen en aquel remoto país para defender una red de centros de atención médica y escuelas o para echar una mano en la habilitación de infraestructuras básicas resulta, como poco, escasamente realista. Todo ese tinglado flota en el aire sin beneficiarse del apoyo de unas instituciones administrativas locales que tampoco tienen claro el futuro de su país. Mientras decae irremisiblemente la estrella del presidente Karzai, ni militares extranjeros ni autoridades locales poseen un plan político claro al margen de consignas bienintencionadas. Analistas occidentales empecinados abogan por enviar más tropas allí, lo que equivale a más fuerza militar para defender un proyecto político que sigue sin existir. Así que, mientras en Madrid esperan a que lo elaboren otros, la opción parece ser mantener en zona de guerra unas tropas sin material pesado y que pueden convertirse en el pim pam pum de los insurgentes talibanes.

Y, sin embargo, el momento es apropiado para pensar que España podría contribuir, con ideas propias, al diseño de ese plan para Afganistán, en el marco de la Alianza de Civilizaciones, esto es, en colaboración con Turquía. En los últimos meses, el Gobierno de Ankara, que no termina de ver aplicaciones prácticas al proyecto, pretende encontrarlas en alguna forma de colaboración hispano-turca para abordar conjuntamente los problemas que suponen ETA y el PKK. Pero la Alianza de Civilizaciones no es un programa antiterrorista conjunto. Ante una idea tan escasamente práctica, cabe pensar que el Gobierno de Erdogan esté siendo mal asesorado desde sectores de la derecha laica, interesados en deteriorar las relaciones entre Madrid y Ankara.

En cambio, la experiencia turca resulta altamente valiosa para buscar una solución práctica para Afganistán. El mundo turco siempre ha sido un laboratorio de innovaciones políticas en torno al islam; posee un enorme conocimiento histórico del Asia central, y buenas relaciones allí. Prueba de ello es la privilegiada relación que tiene Turquía con Pakistán, por poner un ejemplo. Y ese país es precisamente una de las claves para el destino de Afganistán. Además, Ankara colabora con un contingente propio de soldados en la misión de la ISAF (la fuerza internacional de seguridad).

Turquía es un país con una política exterior muy compleja, dado que debe moverse en escenarios dispares. Por ello, no va a dar el primer paso para desarrollar por su cuenta ningún plan político para Afganistán. En cambio, la Alianza de Civilizaciones sí es el marco apropiado para vehicular los estudios, ideas y propuestas que pudieran hacerse al respecto. Madrid tendría una ocasión única para reflotar un proyecto que nació a raíz de la retirada de las tropas españolas de Irak, en el 2004, y que podría tener los días contados, desaparecido Bush de la Casa Blanca y restablecidas las buenas relaciones con Wa- shington a través de un presidente Obama que parece llegar con actitudes propias sobre las civilizaciones, sus choques y alianzas, si es que todo ello se puede enfocar así.

En estos tiempos, Ankara también necesita de alguna baza brillante al servicio de sus aliados en la OTAN y amigos en la Unión Europea. El Gobierno de Erdogan se ha atascando sine díe en una interminable guerra contra el PKK, bajo unas directivas estratégicas marcadas por los militares, que no sirvieron de gran cosa en la guerra de 1984-1999 y que ahora parecen llevar el mismo camino. Los oleoductos que pasan por el país están amenazados por el PKK, mientras el precio del petróleo no para de bajar, y Turquía como camino alternativo de los oleoductos desde el Caspio a Europa se devalúa en paralelo al acercamiento entre la UE y Rusia. Rematando todo el conjunto, el proceso de reformas que deberían llevar al país a la UE parece haberse atascado también.

En definitiva, los errores cometidos en Irak son responsabilidad histórica del presidente George W. Bush, y ello contribuyó precisamente a que Estados Unidos haga frente a una crisis de credibilidad internacional sin precedentes. En cambio, las responsabilidades en Afganistán están más distribuidas e implican no solo a los norteamericanos, sino también a los europeos y a la OTAN. Es decir, a nosotros también nos alcanzan.

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