La OTAN zancadillea a la UE, mientras Wall Street se desploma
16 de septiembre: Jaap de Hoop Scheffer, en directo desde Tbilisi: intentando aparentar la inarrugable determinación de introducir a toda costa a Georgia en la OTAN.
Las cosas estaban yendo bastante bien para la mayoría. Bruselas-UE parecía haber logrado sortear la tensa situación con Rusia, heredada de la guerra de agosto pasado con Georgia. Es cierto que no había logrado revertir la situación en esa república al estadio anterior a 1992, pero eso no lo había conseguido nadie en todos estos años, ni siquiera en tiempos de la gran debilidad rusa, bajo el presidente Yeltsin. Y recuérdese, esto es importante, que tanto Abjasia como Osetia del Sur vivían en virtual estado de rebelión e independencia de Georgia desde aquellas ya lejanas fechas, siete años antes de que la OTAN forzara a bombazo limpio una soberanía de facto para Kosovo.
Bruselas-UE incluso había logrado salvar la cara ante Moscú, ofreciéndole a Ucrania una cierta promesa de inclusión en el proceso de integración europea. Era una salida posibilista, porque Moscú no protestó; la clave estuvo en dejar claro que la iniciativa era de la UE, no se trataba de promesas militares ligadas a la OTAN. Tanto Medvedev como Putin aceptaron. Al fin y al cabo, ya Gorbachov buscaba puentes, y la promesa, ni que fuera lejana, de una Ucrania en la UE era eso, precisamente: una pasarela, una zona de contacto entre Rusia y la UE, no una barricada.
Y de repente ocurrió: amaneció el 16 de septiembre de 2008, día histórico donde los haya. Desde Tblisi (Tiflis) la capital georgiana, el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer proclamó que la organización mantenía las puertas abiertas a Georgia. Las declaraciones, hechas con tono más bien bronco, deslegimitaban completamente los esfuerzos de la UE por controlar la situación por su cuenta. No es ninguna percepción; es pura y simple labor de hemeroteca. Justamente el día anterior, Scheffer había delcarado al “Financial Times” que permitir la presencia de tropas rusas en los dos territorios "era inaceptable". Como no podía ser menos, tales declaraciones sentaron mal en Bruselas-UE.
Diego López Garrido se refirió expresamente a la "opinión" del Secretario General de la OTAN, en abierta defensa de lo que parecía una diplomacia independiente de la UE
Buena prueba de ello fueron, por ejemplo, las reacciones de la habitualmente timorata diplomacia española. Diego López Garrido, actual Secretario de Estado para Asuntos Europeos “comentó que las palabras de Scheffer, que revelan una ruptura en el frente occidental, no fueron comentadas por los ministros de la UE. ‘La UE no se siente vinculada en absoluto con lo que diga el secretario general de la Alianza’” –subrayó el secretario de Estado. Al mismo tiempo, ese más que mediocre diplomático que es Bernard Kouchner, quiso creer que el holandés había “quitado hierro” a sus palabras e incluso habló de “rectificación”. Scheffer "apoya el acuerdo de Sarkozy", dijo Kouchner. "Sólo ha presentado algunas reservas".
Pues caída con todo el equipo, y de morros al suelo. Al día siguiente Jaap de Hoop Scheffer dijo lo que dijo, y Bruselas-UE empezó a “comerse el marrón”, que en el castellano hablado en España en los últimos años es como viene a denominarse al antiguo “trágala”.
Ese mismo día tuvo lugar uno de los mayores terremotos financieros de los últimos setenta y cinco años, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos decidió acudir al rescate de AIG, la mayor aseguradora del mundo, a fin de evitar su quiebra. Dicho de otra forma, la crisis de Wall Street alteró el orden financiero internacional y provocó la mayor intervención desde la Gran Depresión: “Diez días que cambiaron el capitalismo”, cómo tituló el diario “El País” el amplio reportaje que publicó en sus páginas financieras, el pasado domingo 21 de septiembre.
De ahí el título que encabeza este post: "La OTAN zancadillea a la UE, mientras Wall Street se desploma”. La mayor crisis de las relaciones internacionales se complicaba con una implosión interna en las relaciones entre la UE y la OTAN, mientras los sumos sacerdotes del neoconservadurismo ultraliberal norteamericano debían aplicar medidas de urgencia del más puro intervencionismo estatal. para salvar a Wall Street: el modelo chino en sentido contrario. El pasado 16 de septiembre, la imagen que dió eso que llamamos Occidente, fue de incoherencia total.
El secretario del Tesoro USA, Henry Paulson. Junto con Timothy Geithner y Ben Bernanke han constituido un "grupo de los tres" para afrontar con medidas de choque el huracán financiero de septiembre, 2008
Lógicamente, la crisis no hizo sino ahondarse en días sucesivos, no podía ser de otra manera, porque el 16, nadie solucionó nada. Bruselas-OTAN saboteó la salida a la crisis con Rusia que había intentado Bruselas-UE. Era muy fácil ver que esto estaba ocurriendo. Mientras la situación financiera en los Estados Unidos ocupaba las primeras planas de la prensa mundial, el asunto de Georgia pasó a páginas muy interiores o incluso desapareció de las crónicas en muchos periódicos. Eso sí, se siguieron manteniendo los espacios de opinión; es decir, opinión sin compañía de información: mal asunto para la honestidad de la política informativa. El recurso a respetar las opiniones confrontadas: puede llegar a ser una engañifa destinada a enmascarar que, o bien no se posee información, o no se quiere ofrecer. Porque la labor de los opinadores puede ocurrir que vaya destinada a unos pocos lectores, amigos o adversarios; o sea una colección de párrafos tramposos a mayor gloria de la contumacia del opinador o de los servicios que rinde a los intereses que sean.
Por ejemplo, y volviendo a los sucesos del día 17 y a las palabras de López-Garrido, que se refirió explícitamente al secretario de la Alianza Atlántica. ¿Fue ese secretario, a título personal, quién abrió las puertas de la OTAN a Georgia el pasado día 17?¿Qué órgano de gobierno democrático respaldó ese paso?¿Tuvo un aval suficientemente rerpesentativo, o fue fruto de esos demonios que persiguen a los políticos y gobiernos holandeses desde que sus tropas en Srebrenica, 1995, fueron manipuladas por unos, otros y los de más allá?¿O acaso Scheffer recibió sugerencias concretas de Washington y estamos de nuevo ante una maniobra norteamericana para dividir a los europeos entre sí?
Tiene su gracia que hablemos genéricamente sobre "la OTAN", incluso en foros académicos o políticos de alto nivel, como si existiera una voluntad unánime, un perpetuo consenso interno y una fluidez de relaciones con la UE, que es mera teoría. Y menos ahora, ante la desastrosa situación en Afganistán, que está llevando la crisis interna de la OTAN a cotas insostenibles: conviene recordarlo de vez en cuando, por eso de que la opinión tiende a sustituir a la información.
Mientras tanto, en los últimos días fracasaba la maniobra de la UE –con aquiescencia de los rusos- para pacificar la zona. Así, Bruselas-UE acaba de abandonar sus planes de mantener conversaciones internacionales de alto nivel sobre el conflicto en Georgia, el mes próximo y en Ginebra. Se atribuye a “desencuentros con Rusia”, pero resulta evidente que Bruselas-UE se ha puesto firmes ante Bruselas-OTAN, aunque sólo sea para no agrandar más la crisis interna en la organización atlántica, empeñada en clavase a sí misma el aguijón. De hecho, en último término sí es una cuestión de vida o muerte, porque en Bruselas-OTAN cunde la alarma ante la posibilidad de que la crisis actual repercuta en la nutrida cartera de gastos militares. Al fin y al cabo, es una de las razones centrales que justifican la existencia de la OTAN y la continuada búsqueda de su implicación en conflictos “controlables” e hiperinflados, desde 1994.
"Condi" Rice en la sede de la OTAN, Bruselas. Ella se ha encargado de continuar con la presión sobre la UE y Rusia mientrras el presidente Bush intentaba atender al derrumbe financiero norteamericano
Paralelamente, la manipulación de la UE continúa implacablemente. Ayer mismo, La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice prometió el apoyo firme de Washington para la apuesta de Ucrania por unirse a la alianza militar OTAN. Y de paso, se tomó la libertad de implicar a la UE: “Nosotros, por supuesto, estamos, hemos estado y continuaremos apoyando las ambiciones de Ucrania. Y, por supuesto, la posición de EU sobre el MAP fue muy clara” -aseveró “lady Chevron”.
Por lo tanto, y de momento, la UE parece estar quedando fuera de juego. Como mínimo, en esa crisis ofrece un perfil mucho más bajo que hace diez días. Para el autor de este post, como europeísta que es, no resulta una buena noticia. Pero como anuncio de la aceleración de lo que parece inevitable “catarsis OTAN”, el autor de este post no puede por menos que alegrarse. Esperando, una vez más, que los intereses particulares de la organización atlántica, sus patrones y empleados –lo cual significa mucho dinero- no nos lleve a catástrofes irreparables: no olvidemos que en 1993, en plena era del decadente Yeltsin, Moscú amenazó a Turquía con utilizar el arma nuclear si ese país se mezclaba en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj.
Como afirma John Gray en la tribuna que sigue a continuación, más vale que vayamos despertando, que nos arremanguemos y que nos pongamos a solucionar seriamente el problema, aportando un poco más de imaginación y menos contumacia de la bravata barata. Partir de la base, como hacen nuestros analistas de derechosa tendencia, que un reloj parado marca la hora exacta dos veces al día, no es la solución. Ni siquiera para defender sus cargos.
Bruselas-UE incluso había logrado salvar la cara ante Moscú, ofreciéndole a Ucrania una cierta promesa de inclusión en el proceso de integración europea. Era una salida posibilista, porque Moscú no protestó; la clave estuvo en dejar claro que la iniciativa era de la UE, no se trataba de promesas militares ligadas a la OTAN. Tanto Medvedev como Putin aceptaron. Al fin y al cabo, ya Gorbachov buscaba puentes, y la promesa, ni que fuera lejana, de una Ucrania en la UE era eso, precisamente: una pasarela, una zona de contacto entre Rusia y la UE, no una barricada.
Y de repente ocurrió: amaneció el 16 de septiembre de 2008, día histórico donde los haya. Desde Tblisi (Tiflis) la capital georgiana, el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer proclamó que la organización mantenía las puertas abiertas a Georgia. Las declaraciones, hechas con tono más bien bronco, deslegimitaban completamente los esfuerzos de la UE por controlar la situación por su cuenta. No es ninguna percepción; es pura y simple labor de hemeroteca. Justamente el día anterior, Scheffer había delcarado al “Financial Times” que permitir la presencia de tropas rusas en los dos territorios "era inaceptable". Como no podía ser menos, tales declaraciones sentaron mal en Bruselas-UE.
Diego López Garrido se refirió expresamente a la "opinión" del Secretario General de la OTAN, en abierta defensa de lo que parecía una diplomacia independiente de la UE
Buena prueba de ello fueron, por ejemplo, las reacciones de la habitualmente timorata diplomacia española. Diego López Garrido, actual Secretario de Estado para Asuntos Europeos “comentó que las palabras de Scheffer, que revelan una ruptura en el frente occidental, no fueron comentadas por los ministros de la UE. ‘La UE no se siente vinculada en absoluto con lo que diga el secretario general de la Alianza’” –subrayó el secretario de Estado. Al mismo tiempo, ese más que mediocre diplomático que es Bernard Kouchner, quiso creer que el holandés había “quitado hierro” a sus palabras e incluso habló de “rectificación”. Scheffer "apoya el acuerdo de Sarkozy", dijo Kouchner. "Sólo ha presentado algunas reservas".
Pues caída con todo el equipo, y de morros al suelo. Al día siguiente Jaap de Hoop Scheffer dijo lo que dijo, y Bruselas-UE empezó a “comerse el marrón”, que en el castellano hablado en España en los últimos años es como viene a denominarse al antiguo “trágala”.
Ese mismo día tuvo lugar uno de los mayores terremotos financieros de los últimos setenta y cinco años, cuando la Reserva Federal de Estados Unidos decidió acudir al rescate de AIG, la mayor aseguradora del mundo, a fin de evitar su quiebra. Dicho de otra forma, la crisis de Wall Street alteró el orden financiero internacional y provocó la mayor intervención desde la Gran Depresión: “Diez días que cambiaron el capitalismo”, cómo tituló el diario “El País” el amplio reportaje que publicó en sus páginas financieras, el pasado domingo 21 de septiembre.
De ahí el título que encabeza este post: "La OTAN zancadillea a la UE, mientras Wall Street se desploma”. La mayor crisis de las relaciones internacionales se complicaba con una implosión interna en las relaciones entre la UE y la OTAN, mientras los sumos sacerdotes del neoconservadurismo ultraliberal norteamericano debían aplicar medidas de urgencia del más puro intervencionismo estatal. para salvar a Wall Street: el modelo chino en sentido contrario. El pasado 16 de septiembre, la imagen que dió eso que llamamos Occidente, fue de incoherencia total.
El secretario del Tesoro USA, Henry Paulson. Junto con Timothy Geithner y Ben Bernanke han constituido un "grupo de los tres" para afrontar con medidas de choque el huracán financiero de septiembre, 2008
Lógicamente, la crisis no hizo sino ahondarse en días sucesivos, no podía ser de otra manera, porque el 16, nadie solucionó nada. Bruselas-OTAN saboteó la salida a la crisis con Rusia que había intentado Bruselas-UE. Era muy fácil ver que esto estaba ocurriendo. Mientras la situación financiera en los Estados Unidos ocupaba las primeras planas de la prensa mundial, el asunto de Georgia pasó a páginas muy interiores o incluso desapareció de las crónicas en muchos periódicos. Eso sí, se siguieron manteniendo los espacios de opinión; es decir, opinión sin compañía de información: mal asunto para la honestidad de la política informativa. El recurso a respetar las opiniones confrontadas: puede llegar a ser una engañifa destinada a enmascarar que, o bien no se posee información, o no se quiere ofrecer. Porque la labor de los opinadores puede ocurrir que vaya destinada a unos pocos lectores, amigos o adversarios; o sea una colección de párrafos tramposos a mayor gloria de la contumacia del opinador o de los servicios que rinde a los intereses que sean.
Por ejemplo, y volviendo a los sucesos del día 17 y a las palabras de López-Garrido, que se refirió explícitamente al secretario de la Alianza Atlántica. ¿Fue ese secretario, a título personal, quién abrió las puertas de la OTAN a Georgia el pasado día 17?¿Qué órgano de gobierno democrático respaldó ese paso?¿Tuvo un aval suficientemente rerpesentativo, o fue fruto de esos demonios que persiguen a los políticos y gobiernos holandeses desde que sus tropas en Srebrenica, 1995, fueron manipuladas por unos, otros y los de más allá?¿O acaso Scheffer recibió sugerencias concretas de Washington y estamos de nuevo ante una maniobra norteamericana para dividir a los europeos entre sí?
Tiene su gracia que hablemos genéricamente sobre "la OTAN", incluso en foros académicos o políticos de alto nivel, como si existiera una voluntad unánime, un perpetuo consenso interno y una fluidez de relaciones con la UE, que es mera teoría. Y menos ahora, ante la desastrosa situación en Afganistán, que está llevando la crisis interna de la OTAN a cotas insostenibles: conviene recordarlo de vez en cuando, por eso de que la opinión tiende a sustituir a la información.
Mientras tanto, en los últimos días fracasaba la maniobra de la UE –con aquiescencia de los rusos- para pacificar la zona. Así, Bruselas-UE acaba de abandonar sus planes de mantener conversaciones internacionales de alto nivel sobre el conflicto en Georgia, el mes próximo y en Ginebra. Se atribuye a “desencuentros con Rusia”, pero resulta evidente que Bruselas-UE se ha puesto firmes ante Bruselas-OTAN, aunque sólo sea para no agrandar más la crisis interna en la organización atlántica, empeñada en clavase a sí misma el aguijón. De hecho, en último término sí es una cuestión de vida o muerte, porque en Bruselas-OTAN cunde la alarma ante la posibilidad de que la crisis actual repercuta en la nutrida cartera de gastos militares. Al fin y al cabo, es una de las razones centrales que justifican la existencia de la OTAN y la continuada búsqueda de su implicación en conflictos “controlables” e hiperinflados, desde 1994.
"Condi" Rice en la sede de la OTAN, Bruselas. Ella se ha encargado de continuar con la presión sobre la UE y Rusia mientrras el presidente Bush intentaba atender al derrumbe financiero norteamericano
Paralelamente, la manipulación de la UE continúa implacablemente. Ayer mismo, La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice prometió el apoyo firme de Washington para la apuesta de Ucrania por unirse a la alianza militar OTAN. Y de paso, se tomó la libertad de implicar a la UE: “Nosotros, por supuesto, estamos, hemos estado y continuaremos apoyando las ambiciones de Ucrania. Y, por supuesto, la posición de EU sobre el MAP fue muy clara” -aseveró “lady Chevron”.
Por lo tanto, y de momento, la UE parece estar quedando fuera de juego. Como mínimo, en esa crisis ofrece un perfil mucho más bajo que hace diez días. Para el autor de este post, como europeísta que es, no resulta una buena noticia. Pero como anuncio de la aceleración de lo que parece inevitable “catarsis OTAN”, el autor de este post no puede por menos que alegrarse. Esperando, una vez más, que los intereses particulares de la organización atlántica, sus patrones y empleados –lo cual significa mucho dinero- no nos lleve a catástrofes irreparables: no olvidemos que en 1993, en plena era del decadente Yeltsin, Moscú amenazó a Turquía con utilizar el arma nuclear si ese país se mezclaba en la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj.
Como afirma John Gray en la tribuna que sigue a continuación, más vale que vayamos despertando, que nos arremanguemos y que nos pongamos a solucionar seriamente el problema, aportando un poco más de imaginación y menos contumacia de la bravata barata. Partir de la base, como hacen nuestros analistas de derechosa tendencia, que un reloj parado marca la hora exacta dos veces al día, no es la solución. Ni siquiera para defender sus cargos.
Sigue también un interesante análisis sobre la crisis georgiana publicada en "Al Ahran" y firmada por Eric Walberg, un curioso analista que nos ofrece puntos de vista e información desde ángulos alternativos. Desde este blog no se asume la validez de tales extremos, sólo se reproduce como muestra de que los ángulos de aproximación a la crisis pueden ser mucho más variados de lo que habitualmente leemos en nuestra prensa.
El paseo del cadáver político de Misha Saakashvili forma parte de la campaña de presión y desafío de Washington contra Moscú. Aquí, el atribulado polítigo georgiano promete una "segunda revolución de las rosas" en la ONU el pasado 24 de septiembre. Mientras tanto, apenas ha sabido explicar lo que ocurrió el 7 de agosto y eso de forma balbuciente
TRIBUNA: JOHN GRAY
Los riesgos de la ampliación de la OTAN
Engañado sobre su verdadero lugar en el mundo, Occidente no valora suficientemente los riesgos de intervenir en la vecindad de Rusia. Lo prudente sería aplazar las incorporaciones del Este a la Alianza Atlántica
JOHN GRAY 20/09/2008
El pánico actual a propósito de Rusia es un fenómeno curioso. Si se aplican criterios objetivos, los rusos son más libres en el Estado autoritario instaurado por Putin que cuando vivían en la Unión Soviética. Muchos también viven materialmente mejor. Rusia ha abandonado el expansionismo mundial y es una versión disminuida de lo que ha sido a lo largo de casi toda su historia, un imperio euroasiático cuya principal preocupación es defenderse de las amenazas externas. Sin embargo, las actitudes occidentales son más hostiles de lo que lo fueron durante gran parte de la guerra fría, cuando mucha gente de izquierdas consideraba a la URSS, responsable de decenas de millones de muertes, un régimen benigno.
Para comprender cómo se ha llegado a esta situación, hay que entender la narrativa progresista -adoptada hoy tanto por la derecha como por la izquierda- que inspira las percepciones de Occidente. El derrumbe soviético fue una derrota del comunismo, una ideología prototípicamente progresista. Una Rusia como la de Putin era algo que se veía venir, pero el regreso de la historia no forma parte del guión progresista. Nuestros dirigentes son, en su mayor parte, discípulos de Woodrow Wilson, con una fe religiosa en lo que Francis Fukuyama describió hace nada como "la marcha de la historia hacia la democracia mundial". La prosperidad entraña el aburguesamiento y, por consiguiente, los valores liberales, o eso creen. Rusia -rica, nacionalista y autoritaria- no encaja en este cuento de hadas progresista, y la reacción de Occidente es una mezcla de bravata amenazadora y un pánico cada vez mayor.
No hay mayor error que hablar de una nueva guerra fría. Lo que estamos presenciando es el final de la era posterior a la guerra fría y una nueva oleada de conflictos geopolíticos como los que se producían a finales del siglo XIX. Los líderes occidentales, con las mentes empañadas por las tonterías de moda sobre la globalización, creen que la democracia liberal está extendiéndose de forma imparable. La realidad es que sigue habiendo diversidad política. Las repúblicas y los imperios, las democracias liberales y las no liberales y una amplia variedad de regímenes autoritarios estarán todavía con nosotros durante un tiempo, por mucho que se globalice el mundo. La globalización no es más que la industrialización constante del planeta, y el nacionalismo creciente respecto a los recursos forma parte intrínseca del proceso (también lo es la aceleración del cambio climático, pero ése es otro asunto). A medida que la industrialización se extiende, los países que controlan los recursos naturales los utilizan para impulsar sus objetivos estratégicos. Al desplegar la energía como arma, Rusia no está resistiéndose a la globalización, sino explotando sus contradicciones.
Estamos otra vez en la política de grandes potencias, alianzas cambiantes y esferas de influencia. La diferencia es que ya no manda Occidente. Con sus diferentes historias y sus intereses a veces contradictorios, Rusia, China, India y los Estados del Golfo no van a formar ningún tipo de bloque. Pero ésos son los países que están configurando la evolución del mundo en este comienzo del siglo XXI. Estados Unidos -con las instituciones hipotecarias en bancarrota y nacionalizadas, y la inmensa máquina de guerra financiada, en la práctica, mediante préstamos exteriores- está en un pronunciado declive. Occidente tiene un sistema financiero en peor situación que nunca desde los años treinta y, como consecuencia, su capacidad de influir en los acontecimientos disminuye día a día. Los sermones sobre "relaciones basadas en las leyes internacionales" resultan ridículos después de Irak y, en el fondo, son poco más que nostalgia por una hegemonía desaparecida.
Engañado sobre su verdadero lugar en el mundo, Occidente no valora suficientemente los riesgos de intervenir en un exterior próximo de Rusia. Los puntos débiles rusos -el declive demográfico, el amiguismo en la economía y la sensación generalizada de humillación nacional- son bien conocidos, pero Occidente también tiene sus aspectos vulnerables. Nuestros líderes insisten en que Rusia nos necesita tanto como nosotros a ella. La realidad es que, a pesar de algún traspiés reciente, las inversiones en aquel país son una consecuencia del mercado globalizado que seguirá adelante mientras sean rentables, mientras que el suministro energético ruso puede verse interrumpido en cualquier momento por decisión del gobierno. Los economistas nos dicen que el país depende demasiado del petróleo. Pero las reservas mundiales de crudo están llegando a su máximo tope mientras la globalización sigue avanzando, y es inevitable que Rusia salga beneficiada de cualquier conflicto internacional en el que el abastecimiento se vea afectado. Occidente también necesita a Rusia para resolver alguna vez la crisis nuclear iraní por medios pacíficos, y sin la cooperación logística rusa a las fuerzas de la OTAN les será cada vez más difícil poner algún tipo de fin a la guerra sin sentido e imposible de ganar en Afganistán.
Los biempensantes de derechas de todos los partidos opinan que Rusia estaría más dispuesta a tener en cuenta los intereses occidentales si fuera una democracia más auténtica. Pero la gran popularidad de Putin se debe precisamente a que está reafirmando el poder ruso frente a Occidente y, si tuviera que responder más ante su opinión pública, quizá sería un interlocutor todavía más duro. La democracia tiene numerosas ventajas, pero no garantiza una política exterior razonable.
El embrollo georgiano es una derivación de la política democrática. La temeraria incursión de Saakashvili en Osetia del Sur, donde las fuerzas rusas se encuentran estacionadas desde hace 16 años en virtud de acuerdos internacionales, fue espoleada seguramente por algunos elementos del Gobierno de Bush, con la esperanza de perjudicar a Obama en plena campaña para las presidenciales. El resultado ha sido un conflicto que aumenta el control de Rusia sobre la circulación de petróleo en la región y fortalece a Irán en Asia central. Si la promesa de apoyar a Georgia que hizo Dick Cheney era un movimiento de ficha en el Gran Juego, fue espectacularmente imprudente.
Con la excepción de algunos en la "vieja Europa", nuestros dirigentes no saben lo que hacen. La grandilocuencia de David Miliband y David Cameron en Ucrania es un ejemplo. No pararon de decir tonterías sobre la autodeterminación nacional y la integridad territorial de los Estados, sin que parecieran darse cuenta de que los dos principios suelen ser incompatibles. La autodeterminación significa la secesión y la ruptura de los Estados. En el Cáucaso, una región de múltiples enemistades nacionales, significa una guerra más generalizada y una limpieza étnica aún más terrible. En Ucrania, está en juego incluso más. Profundamente dividido y con una gran base naval rusa en el puerto de Sebastopol, en Crimea, el nuevo Estado acabará seguramente desgarrado si se intenta arrancarlo de la esfera de influencia de Rusia. El país se convertirá en un campo de batalla y las grandes potencias acabarán inmersos en él. Jugar en estas condiciones con las nociones wilsonianas de autodeterminación es coquetear con el desastre.
Que no haya equívocos: Rusia es, en ciertos aspectos, un Estado peligroso. Sus dirigentes, con su historial de pertenencia a los servicios de seguridad, son pragmáticos implacables, dispuestos a emplear cualquier medio para alcanzar sus objetivos. Por ahora, perciben que Occidente está en declive y están comprobando si tiene alguna estrategia coherente para proteger sus intereses. Y, por lo que hemos oído de nuestros dirigentes hasta la fecha, no la tiene.
Un buen punto de partida sería aplazar los planes de ampliación de la OTAN, aunque dejando claro que se van a cumplir los compromisos existentes en Europa del Este y los Estados Bálticos. Al mismo tiempo, es preciso hacer todos los esfuerzos posibles para reducir la dependencia europea de la energía rusa. Los líderes occidentales deben adquirir la capacidad de pensar de forma realista, o la fuerza de los acontecimientos les despertará de su sueño de progreso.
John Gray es profesor de Pensamiento Europeo en la Escuela de Ciencias Económicas de Londres. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. © John Gray, 2008.
Uno de los bombarderos estratégicos rusos Tu-160 destacados en la Base Aérea Libertador de Venezuela. En este caso se trata del Rojo 07 'Aleksandr Molodchiy'
"Al Ahran Weekly On-Line", 18 - 24 September 2008
Issue No. 915
The ghost of Stalingrad
Russia is determined to bring NATO's expansion eastward to a halt. Can it prevail, asks Eric Walberg
NATO's metamorphosis from Cold War Euro-policeman into the unabashed global military arm of the United States over the past 18 years has left a trail of debris from the Balkans to Afghanistan that will take decades to clear. It is a flagrant violation of the agreement James Baker III made with Soviet president Mikhail Gorbachev that the US would not extend the borders of NATO eastwards in return for Moscow allowing a united Germany to be a member of NATO. Russia was still in disarray and in no position to protest when the Eastern European countries and the Baltics joined, but as this policy of expansion turned into a blatant encirclement of Russia and a conquest of the Middle East, a furious, now self- confident Russia has finally drawn the line, at least in its immediate neighbourhood, with Georgia and Ukraine the last straws.
In a provocative analogy, Russian President Dmitri Medvedev called Georgia's 8 August attack on Ossetia Russia's 9/ 11, and said Russia would react the same even if Georgia is accepted as a prospective member of NATO. He announced to the Russian Information Agency 31 August "Five Points of Russian foreign policy" already dubbed the Medvedev Doctrine, as a response to what we might call the Bush I/ Clinton/ Bush II Doctrine, i.e., the dismemberment of the USSR/ Russia to ensure a US-dominated unipolar world. They include:
- A commitment to the principles of international law,
- A statement that "the world should be multipolar",
- The wish to have peaceful friendly relations with all nations,
- The intent to protect its citizens "wherever they may be", and
- The decisive fifth point: "as is the case of other countries, there are regions in which Russia has privileged interests. These regions are home to countries with which we share special historical relations and are bound together as friends and good neighbours. We will pay particular attention to our work in these regions and build friendly ties with these countries, our close neighbours."
The crisis in Georgia will be seen by future historians as the beginning of the end for the grandiose plans of the US to bring its version of a New World Order in Eurasia to fruition, if not "Russia's 9/11". Instead of a seemingly inexorable march towards the Volga and the dismantling of the Russian Federation -- recall this was Hitler's goal -- we are now witnessing war preparations at full tilt across the globe, with little Georgia as the catalyst.
The spider's web of intrigue surrounding Georgia is thick indeed. It even reaches as far as Iran, which Israel appeared to be preparing to attack using nearby Georgian bases as a launching pad. This plan has been thwarted for the moment, though Iran proceeded last week with its war games to test its defences in anticipation of a US/Israeli attack from farther afield.
As Georgia welcomes a permanent US military presence to help restore its battered army, Russia is expanding its military presence at Tajikstan's Gissar Airport. As the US positions missiles in Russia's neighbours Poland and the Czech Republic, Russia is preparing to hold joint naval drills with US neighbour Venezuela (10-14 November) and station long- range anti-submarine patrol aircraft there "temporarily".
The Russian navy has resumed its (or rather its predecessor's) presence in different regions of the world's oceans. A naval task force from Russia's Northern Fleet conducted a two-month tour of duty in the Mediterranean Sea and North Atlantic from December 2007 to February 2008.
Russia's Foreign Ministry spokesman Andrei Nesterenko insisted that Russia's decision to send its armed forces to Venezuela was made before Russia's war with Georgia. "This deployment had been planned in advance, and it's unrelated to the current political situation and the developments in the Caucasus." But the announcement was made just a week after Prime Minister Vladimir Putin warned that Russia would mount an unspecified response to recent US aid shipments to Georgia.
Thankfully, the war is still at the level of hot air. "Go ahead and squeal, Yankees," Venezuelan President Hugo Chavez said in a national broadcast in which he announced the exercises. The US mocked the announcement. State Department spokesman Sean McCormack poked fun at Russia's navy, expressing surprise that "they found a few ships that can make it that far." Just in case Venezuela is too far from US shores for the outmoded Russian vessels, Russia has signaled it is keen to restore military and intelligence ties with Cuba. There are rumours it is seeking a naval base in Vietnam.
Not to be left out of the increasingly complex maritime equation, in June the US Navy announced it was re- establishing the Fourth Fleet, disbanded in 1950, which would direct naval operations in the Caribbean and Latin America. It is also negotiating with Georgia and Turkey to establish a naval base at the Georgian port of Poti. One of the responsibilities of US Special Forces in the region is to ensure the security of an oil pipeline passing through Georgia.
As US "aid" flows to the Black Sea in US warships, Russian military hardware flows to the Caribbean, as Venezuela recently bought 24 Russian Sukhoi fighter jets, as well as submarines and missiles. Chavez has said that he would allow Venezuela to be a strategic base for Russian bombers should it be required. "In Venezuela they will always have a green light, they will be welcome, because Russia is an ally of Venezuela," said Chavez. He proceeded to expel the US ambassador last week until after the November presidential elections.
Sergei Markov, a United Russia Duma member, sees this as posturing rather than the prelude to setting up a permanent base in the Americas. "We need bases on the territory of Iran and Syria where our strategic interests lie." While Russia will indeed re-establish a permanent presence in the Mediterranean using a Soviet-era base in Tarsus, Syria, this talk of bases in Iran is a new development. It is rumoured that Russia may set up bases there and supply Tehran with the cutting edge S-300 missile system to help protect its nuclear facilities from airstrikes.
But apart from Venezuela, the main posturing is going on in Tbilisi, where President Mikhail Saakashvili insisted the West would help his country regain control of South Ossetia and Abkhazia, the separatist regions of Georgia recognised as independent nations by Russia and a trickle of other countries, including Nicaragua and Belarus. "Our territorial integrity will be restored, I am more convinced of this than ever," Saakashvili said in a televised appearance. "This will not be an easy process, but now this is a process between an irate Russia and the rest of the world."
The hot air and military strutting by this collection of antagonists is beginning to look like the calm before the storm. If it is true that US military were part of the invasion of South Ossetia, if only as advisors, this could mean that Russian soldiers might have been killed by Americans, something that never happened even during the height of the Cold War. During the Cold War, "the sides were very careful of each other. They were careful not to come too close," said Alexander Pikayev. "The risk of direct military clashes is much higher. This situation is much riskier than the Cold War." Both US presidential candidates are talking tough, and vice presidential hopeful Sarah Palin said, "We will not repeat a Cold War", presumably meaning she preferred a hot one.
In such a hair-trigger atmosphere, Ukraine and Georgia can kiss any dream of joining the ersatz Western "defence" alliance do svidania.
Nevertheless, last week Vice President Dick Cheney toured ex-Soviet countries the US considers threatened by Russia, including Ukraine, Georgia and Azerbaijan, promising Georgia $1 billion (where do these nice round sums come from?), vowing the US will continue to back the country's NATO application and saying that Moscow's intervention "cast grave doubt on Russia's intentions and on its reliability as an international partner." In Ukraine, he spoke of the "threat of tyranny, economic blackmail and military invasion or intimidation" from Russia. That is an interesting slant on the Medvedev Doctrine. The reader can easily conjure up appropriate words that Medvedev might use to describe the Bush I/ Clinton/ Bush II Doctrine.
Ukraine is now embroiled in a mud-slinging match, with the collapse of the coalition government 3 September, when President Viktor Yushchenko withdrew his support over the refusal of Prime Minister Yulia Tymoshenko to back the president in his support for Georgia and condemnation of Russia. Yushchenko accused Tymoshenko of "treason and political corruption", over her failure to back a pro-US stand, and of seeking Moscow's support of her likely presidential bid. Ukraine's pro-Russian former prime minister Viktor Yanukovich, who heads the Party of Regions, did not rule out the possibility of forming a parliamentary majority with the Yulia Tymoshenko bloc. Such a move would remove from the discussion the entire issue of a Ukrainian application to join NATO. Tymoshenko could well pull off a metaphorical coup by campaigning in the upcoming presidential elections on a sober platform of peace with Russia, which would very likely hand her the presidency with the support of the large Russian population of Ukraine as well as astute Ukrainians.
Another such scandal is brewing in Georgia itself, with the arrest of former president Zviad Gamsakhurdia's son Tsotne as a Russian spy smack in the middle of Cheney's visit to Georgia. He was charged in late 2007 with an attempted coup and links with Russian security services after opposition protests against Saakashvili. The voices of sensible Georgians, fed up with President Mikheil Saakashvili's reckless chauvinism, are clearly being cut in the bud, as he consolidates a very nasty dictatorship backed by the Americans and Israelis. Of course, all Western media coverage of Georgia slavishly supports this loose cannon, but Medvedev's description of him as "a political corpse" probably is closer to the truth.
It is hard not to sympathise with the Russians. The Black Sea, once the domain of the Soviet navy, now is the home of three NATO members -- Turkey, Bulgaria and Romania -- and two applicants, Georgia and Ukraine. If the two applicants join the alliance, Russia's Black Sea coastline would be surrounded by NATO. The volatile Caucasus would then be the playground of the US.
"Now it looks like there is a certain red line that exists in the heads of Russian leadership and they are willing to do anything to stop it from being crossed," said Nikolai Petrov, at the Carnegie Endowment for International Peace. "And this red line is Ukraine and Georgia joining NATO."
Russia's success in thwarting the Georgian attempt to wrest back Ossetia has shown its resolution. Russian warships have been sent to the coast of nearby Abkhazia. In the relatively close proximity in which the Russian and American ships operate there and elsewhere in the Black Sea, one misunderstanding could create an international incident. "We remember very well the Tonkin Gulf incident" in which untrue reports of North Vietnamese ships firing on US ships started the Vietnam War, said Markov. This was seconded by Republican California Congressman Dana Rohrabacher in a sharp criticism of US support for the Georgian attack.
Aleksandr Dugin, whose ideas about America's weakening geopolitical standing are popular with many Russian leaders, said Russia was challenging US dominance and that confrontation may be unavoidable. Russia's move into Georgia was "an irreversible decision that will mean in the future a serious, profound, irreversible confrontation with the United States. The stakes are so high that Moscow has placed all its chips on the table."
It is not surprising that the Shanghai Cooperation Organisation, which includes Russia, China and the former Soviet Asian republics Kazakhstan, Kyrgyzstan, Tajikistan and Uzbekistan, are supporting Moscow for "assisting peace and cooperation in this region." Nor that Armenia and Belarus also support Russia, and the non-Yushchenko forces in the Ukraine are backing away from the flirtation with NATO. It is clear now that the US has insufficient power to cope with the occupations of Iraq and Afghanistan. Both were to have been an essential part of a US policy to militarily control Eurasian rivals, especially Russia and China.
If the Russians hold firm, and it is worth remembering their spectacular defeat of the Nazis at Stalingrad in this regard, this crisis will defuse with or without fireworks, US hawks will find their feathers clipped, and the world will adjust to a "post-America" multilateral sanity.
The tide has already turned. The latter-day Strangelove was pointedly ignored on his cheerleading tour of countries supposedly threatened by Russia, except by his pal Saakashvili, and the European Union disregarded the US veepee's bluster, hammering out an agreement with Russia to replace Russian troops with EU observers in undisputed Georgian territory by 1 October.
The bottom line here is a very mundane one: the EU is Russia's neighbour and dependent on it for gas, whether her politicians like it or not. It is one thing for the US to wage wars far from its shores, as it is doing in Afghanistan and Iraq, or to play war games in other people's backyards, as it is doing in Poland and Georgia, but it is quite another thing to expect a war-weary Europe to sign up and prepare to freeze in the dark.
Los riesgos de la ampliación de la OTAN
Engañado sobre su verdadero lugar en el mundo, Occidente no valora suficientemente los riesgos de intervenir en la vecindad de Rusia. Lo prudente sería aplazar las incorporaciones del Este a la Alianza Atlántica
JOHN GRAY 20/09/2008
El pánico actual a propósito de Rusia es un fenómeno curioso. Si se aplican criterios objetivos, los rusos son más libres en el Estado autoritario instaurado por Putin que cuando vivían en la Unión Soviética. Muchos también viven materialmente mejor. Rusia ha abandonado el expansionismo mundial y es una versión disminuida de lo que ha sido a lo largo de casi toda su historia, un imperio euroasiático cuya principal preocupación es defenderse de las amenazas externas. Sin embargo, las actitudes occidentales son más hostiles de lo que lo fueron durante gran parte de la guerra fría, cuando mucha gente de izquierdas consideraba a la URSS, responsable de decenas de millones de muertes, un régimen benigno.
Para comprender cómo se ha llegado a esta situación, hay que entender la narrativa progresista -adoptada hoy tanto por la derecha como por la izquierda- que inspira las percepciones de Occidente. El derrumbe soviético fue una derrota del comunismo, una ideología prototípicamente progresista. Una Rusia como la de Putin era algo que se veía venir, pero el regreso de la historia no forma parte del guión progresista. Nuestros dirigentes son, en su mayor parte, discípulos de Woodrow Wilson, con una fe religiosa en lo que Francis Fukuyama describió hace nada como "la marcha de la historia hacia la democracia mundial". La prosperidad entraña el aburguesamiento y, por consiguiente, los valores liberales, o eso creen. Rusia -rica, nacionalista y autoritaria- no encaja en este cuento de hadas progresista, y la reacción de Occidente es una mezcla de bravata amenazadora y un pánico cada vez mayor.
No hay mayor error que hablar de una nueva guerra fría. Lo que estamos presenciando es el final de la era posterior a la guerra fría y una nueva oleada de conflictos geopolíticos como los que se producían a finales del siglo XIX. Los líderes occidentales, con las mentes empañadas por las tonterías de moda sobre la globalización, creen que la democracia liberal está extendiéndose de forma imparable. La realidad es que sigue habiendo diversidad política. Las repúblicas y los imperios, las democracias liberales y las no liberales y una amplia variedad de regímenes autoritarios estarán todavía con nosotros durante un tiempo, por mucho que se globalice el mundo. La globalización no es más que la industrialización constante del planeta, y el nacionalismo creciente respecto a los recursos forma parte intrínseca del proceso (también lo es la aceleración del cambio climático, pero ése es otro asunto). A medida que la industrialización se extiende, los países que controlan los recursos naturales los utilizan para impulsar sus objetivos estratégicos. Al desplegar la energía como arma, Rusia no está resistiéndose a la globalización, sino explotando sus contradicciones.
Estamos otra vez en la política de grandes potencias, alianzas cambiantes y esferas de influencia. La diferencia es que ya no manda Occidente. Con sus diferentes historias y sus intereses a veces contradictorios, Rusia, China, India y los Estados del Golfo no van a formar ningún tipo de bloque. Pero ésos son los países que están configurando la evolución del mundo en este comienzo del siglo XXI. Estados Unidos -con las instituciones hipotecarias en bancarrota y nacionalizadas, y la inmensa máquina de guerra financiada, en la práctica, mediante préstamos exteriores- está en un pronunciado declive. Occidente tiene un sistema financiero en peor situación que nunca desde los años treinta y, como consecuencia, su capacidad de influir en los acontecimientos disminuye día a día. Los sermones sobre "relaciones basadas en las leyes internacionales" resultan ridículos después de Irak y, en el fondo, son poco más que nostalgia por una hegemonía desaparecida.
Engañado sobre su verdadero lugar en el mundo, Occidente no valora suficientemente los riesgos de intervenir en un exterior próximo de Rusia. Los puntos débiles rusos -el declive demográfico, el amiguismo en la economía y la sensación generalizada de humillación nacional- son bien conocidos, pero Occidente también tiene sus aspectos vulnerables. Nuestros líderes insisten en que Rusia nos necesita tanto como nosotros a ella. La realidad es que, a pesar de algún traspiés reciente, las inversiones en aquel país son una consecuencia del mercado globalizado que seguirá adelante mientras sean rentables, mientras que el suministro energético ruso puede verse interrumpido en cualquier momento por decisión del gobierno. Los economistas nos dicen que el país depende demasiado del petróleo. Pero las reservas mundiales de crudo están llegando a su máximo tope mientras la globalización sigue avanzando, y es inevitable que Rusia salga beneficiada de cualquier conflicto internacional en el que el abastecimiento se vea afectado. Occidente también necesita a Rusia para resolver alguna vez la crisis nuclear iraní por medios pacíficos, y sin la cooperación logística rusa a las fuerzas de la OTAN les será cada vez más difícil poner algún tipo de fin a la guerra sin sentido e imposible de ganar en Afganistán.
Los biempensantes de derechas de todos los partidos opinan que Rusia estaría más dispuesta a tener en cuenta los intereses occidentales si fuera una democracia más auténtica. Pero la gran popularidad de Putin se debe precisamente a que está reafirmando el poder ruso frente a Occidente y, si tuviera que responder más ante su opinión pública, quizá sería un interlocutor todavía más duro. La democracia tiene numerosas ventajas, pero no garantiza una política exterior razonable.
El embrollo georgiano es una derivación de la política democrática. La temeraria incursión de Saakashvili en Osetia del Sur, donde las fuerzas rusas se encuentran estacionadas desde hace 16 años en virtud de acuerdos internacionales, fue espoleada seguramente por algunos elementos del Gobierno de Bush, con la esperanza de perjudicar a Obama en plena campaña para las presidenciales. El resultado ha sido un conflicto que aumenta el control de Rusia sobre la circulación de petróleo en la región y fortalece a Irán en Asia central. Si la promesa de apoyar a Georgia que hizo Dick Cheney era un movimiento de ficha en el Gran Juego, fue espectacularmente imprudente.
Con la excepción de algunos en la "vieja Europa", nuestros dirigentes no saben lo que hacen. La grandilocuencia de David Miliband y David Cameron en Ucrania es un ejemplo. No pararon de decir tonterías sobre la autodeterminación nacional y la integridad territorial de los Estados, sin que parecieran darse cuenta de que los dos principios suelen ser incompatibles. La autodeterminación significa la secesión y la ruptura de los Estados. En el Cáucaso, una región de múltiples enemistades nacionales, significa una guerra más generalizada y una limpieza étnica aún más terrible. En Ucrania, está en juego incluso más. Profundamente dividido y con una gran base naval rusa en el puerto de Sebastopol, en Crimea, el nuevo Estado acabará seguramente desgarrado si se intenta arrancarlo de la esfera de influencia de Rusia. El país se convertirá en un campo de batalla y las grandes potencias acabarán inmersos en él. Jugar en estas condiciones con las nociones wilsonianas de autodeterminación es coquetear con el desastre.
Que no haya equívocos: Rusia es, en ciertos aspectos, un Estado peligroso. Sus dirigentes, con su historial de pertenencia a los servicios de seguridad, son pragmáticos implacables, dispuestos a emplear cualquier medio para alcanzar sus objetivos. Por ahora, perciben que Occidente está en declive y están comprobando si tiene alguna estrategia coherente para proteger sus intereses. Y, por lo que hemos oído de nuestros dirigentes hasta la fecha, no la tiene.
Un buen punto de partida sería aplazar los planes de ampliación de la OTAN, aunque dejando claro que se van a cumplir los compromisos existentes en Europa del Este y los Estados Bálticos. Al mismo tiempo, es preciso hacer todos los esfuerzos posibles para reducir la dependencia europea de la energía rusa. Los líderes occidentales deben adquirir la capacidad de pensar de forma realista, o la fuerza de los acontecimientos les despertará de su sueño de progreso.
John Gray es profesor de Pensamiento Europeo en la Escuela de Ciencias Económicas de Londres. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. © John Gray, 2008.
Uno de los bombarderos estratégicos rusos Tu-160 destacados en la Base Aérea Libertador de Venezuela. En este caso se trata del Rojo 07 'Aleksandr Molodchiy'
"Al Ahran Weekly On-Line", 18 - 24 September 2008
Issue No. 915
The ghost of Stalingrad
Russia is determined to bring NATO's expansion eastward to a halt. Can it prevail, asks Eric Walberg
NATO's metamorphosis from Cold War Euro-policeman into the unabashed global military arm of the United States over the past 18 years has left a trail of debris from the Balkans to Afghanistan that will take decades to clear. It is a flagrant violation of the agreement James Baker III made with Soviet president Mikhail Gorbachev that the US would not extend the borders of NATO eastwards in return for Moscow allowing a united Germany to be a member of NATO. Russia was still in disarray and in no position to protest when the Eastern European countries and the Baltics joined, but as this policy of expansion turned into a blatant encirclement of Russia and a conquest of the Middle East, a furious, now self- confident Russia has finally drawn the line, at least in its immediate neighbourhood, with Georgia and Ukraine the last straws.
In a provocative analogy, Russian President Dmitri Medvedev called Georgia's 8 August attack on Ossetia Russia's 9/ 11, and said Russia would react the same even if Georgia is accepted as a prospective member of NATO. He announced to the Russian Information Agency 31 August "Five Points of Russian foreign policy" already dubbed the Medvedev Doctrine, as a response to what we might call the Bush I/ Clinton/ Bush II Doctrine, i.e., the dismemberment of the USSR/ Russia to ensure a US-dominated unipolar world. They include:
- A commitment to the principles of international law,
- A statement that "the world should be multipolar",
- The wish to have peaceful friendly relations with all nations,
- The intent to protect its citizens "wherever they may be", and
- The decisive fifth point: "as is the case of other countries, there are regions in which Russia has privileged interests. These regions are home to countries with which we share special historical relations and are bound together as friends and good neighbours. We will pay particular attention to our work in these regions and build friendly ties with these countries, our close neighbours."
The crisis in Georgia will be seen by future historians as the beginning of the end for the grandiose plans of the US to bring its version of a New World Order in Eurasia to fruition, if not "Russia's 9/11". Instead of a seemingly inexorable march towards the Volga and the dismantling of the Russian Federation -- recall this was Hitler's goal -- we are now witnessing war preparations at full tilt across the globe, with little Georgia as the catalyst.
The spider's web of intrigue surrounding Georgia is thick indeed. It even reaches as far as Iran, which Israel appeared to be preparing to attack using nearby Georgian bases as a launching pad. This plan has been thwarted for the moment, though Iran proceeded last week with its war games to test its defences in anticipation of a US/Israeli attack from farther afield.
As Georgia welcomes a permanent US military presence to help restore its battered army, Russia is expanding its military presence at Tajikstan's Gissar Airport. As the US positions missiles in Russia's neighbours Poland and the Czech Republic, Russia is preparing to hold joint naval drills with US neighbour Venezuela (10-14 November) and station long- range anti-submarine patrol aircraft there "temporarily".
The Russian navy has resumed its (or rather its predecessor's) presence in different regions of the world's oceans. A naval task force from Russia's Northern Fleet conducted a two-month tour of duty in the Mediterranean Sea and North Atlantic from December 2007 to February 2008.
Russia's Foreign Ministry spokesman Andrei Nesterenko insisted that Russia's decision to send its armed forces to Venezuela was made before Russia's war with Georgia. "This deployment had been planned in advance, and it's unrelated to the current political situation and the developments in the Caucasus." But the announcement was made just a week after Prime Minister Vladimir Putin warned that Russia would mount an unspecified response to recent US aid shipments to Georgia.
Thankfully, the war is still at the level of hot air. "Go ahead and squeal, Yankees," Venezuelan President Hugo Chavez said in a national broadcast in which he announced the exercises. The US mocked the announcement. State Department spokesman Sean McCormack poked fun at Russia's navy, expressing surprise that "they found a few ships that can make it that far." Just in case Venezuela is too far from US shores for the outmoded Russian vessels, Russia has signaled it is keen to restore military and intelligence ties with Cuba. There are rumours it is seeking a naval base in Vietnam.
Not to be left out of the increasingly complex maritime equation, in June the US Navy announced it was re- establishing the Fourth Fleet, disbanded in 1950, which would direct naval operations in the Caribbean and Latin America. It is also negotiating with Georgia and Turkey to establish a naval base at the Georgian port of Poti. One of the responsibilities of US Special Forces in the region is to ensure the security of an oil pipeline passing through Georgia.
As US "aid" flows to the Black Sea in US warships, Russian military hardware flows to the Caribbean, as Venezuela recently bought 24 Russian Sukhoi fighter jets, as well as submarines and missiles. Chavez has said that he would allow Venezuela to be a strategic base for Russian bombers should it be required. "In Venezuela they will always have a green light, they will be welcome, because Russia is an ally of Venezuela," said Chavez. He proceeded to expel the US ambassador last week until after the November presidential elections.
Sergei Markov, a United Russia Duma member, sees this as posturing rather than the prelude to setting up a permanent base in the Americas. "We need bases on the territory of Iran and Syria where our strategic interests lie." While Russia will indeed re-establish a permanent presence in the Mediterranean using a Soviet-era base in Tarsus, Syria, this talk of bases in Iran is a new development. It is rumoured that Russia may set up bases there and supply Tehran with the cutting edge S-300 missile system to help protect its nuclear facilities from airstrikes.
But apart from Venezuela, the main posturing is going on in Tbilisi, where President Mikhail Saakashvili insisted the West would help his country regain control of South Ossetia and Abkhazia, the separatist regions of Georgia recognised as independent nations by Russia and a trickle of other countries, including Nicaragua and Belarus. "Our territorial integrity will be restored, I am more convinced of this than ever," Saakashvili said in a televised appearance. "This will not be an easy process, but now this is a process between an irate Russia and the rest of the world."
The hot air and military strutting by this collection of antagonists is beginning to look like the calm before the storm. If it is true that US military were part of the invasion of South Ossetia, if only as advisors, this could mean that Russian soldiers might have been killed by Americans, something that never happened even during the height of the Cold War. During the Cold War, "the sides were very careful of each other. They were careful not to come too close," said Alexander Pikayev. "The risk of direct military clashes is much higher. This situation is much riskier than the Cold War." Both US presidential candidates are talking tough, and vice presidential hopeful Sarah Palin said, "We will not repeat a Cold War", presumably meaning she preferred a hot one.
In such a hair-trigger atmosphere, Ukraine and Georgia can kiss any dream of joining the ersatz Western "defence" alliance do svidania.
Nevertheless, last week Vice President Dick Cheney toured ex-Soviet countries the US considers threatened by Russia, including Ukraine, Georgia and Azerbaijan, promising Georgia $1 billion (where do these nice round sums come from?), vowing the US will continue to back the country's NATO application and saying that Moscow's intervention "cast grave doubt on Russia's intentions and on its reliability as an international partner." In Ukraine, he spoke of the "threat of tyranny, economic blackmail and military invasion or intimidation" from Russia. That is an interesting slant on the Medvedev Doctrine. The reader can easily conjure up appropriate words that Medvedev might use to describe the Bush I/ Clinton/ Bush II Doctrine.
Ukraine is now embroiled in a mud-slinging match, with the collapse of the coalition government 3 September, when President Viktor Yushchenko withdrew his support over the refusal of Prime Minister Yulia Tymoshenko to back the president in his support for Georgia and condemnation of Russia. Yushchenko accused Tymoshenko of "treason and political corruption", over her failure to back a pro-US stand, and of seeking Moscow's support of her likely presidential bid. Ukraine's pro-Russian former prime minister Viktor Yanukovich, who heads the Party of Regions, did not rule out the possibility of forming a parliamentary majority with the Yulia Tymoshenko bloc. Such a move would remove from the discussion the entire issue of a Ukrainian application to join NATO. Tymoshenko could well pull off a metaphorical coup by campaigning in the upcoming presidential elections on a sober platform of peace with Russia, which would very likely hand her the presidency with the support of the large Russian population of Ukraine as well as astute Ukrainians.
Another such scandal is brewing in Georgia itself, with the arrest of former president Zviad Gamsakhurdia's son Tsotne as a Russian spy smack in the middle of Cheney's visit to Georgia. He was charged in late 2007 with an attempted coup and links with Russian security services after opposition protests against Saakashvili. The voices of sensible Georgians, fed up with President Mikheil Saakashvili's reckless chauvinism, are clearly being cut in the bud, as he consolidates a very nasty dictatorship backed by the Americans and Israelis. Of course, all Western media coverage of Georgia slavishly supports this loose cannon, but Medvedev's description of him as "a political corpse" probably is closer to the truth.
It is hard not to sympathise with the Russians. The Black Sea, once the domain of the Soviet navy, now is the home of three NATO members -- Turkey, Bulgaria and Romania -- and two applicants, Georgia and Ukraine. If the two applicants join the alliance, Russia's Black Sea coastline would be surrounded by NATO. The volatile Caucasus would then be the playground of the US.
"Now it looks like there is a certain red line that exists in the heads of Russian leadership and they are willing to do anything to stop it from being crossed," said Nikolai Petrov, at the Carnegie Endowment for International Peace. "And this red line is Ukraine and Georgia joining NATO."
Russia's success in thwarting the Georgian attempt to wrest back Ossetia has shown its resolution. Russian warships have been sent to the coast of nearby Abkhazia. In the relatively close proximity in which the Russian and American ships operate there and elsewhere in the Black Sea, one misunderstanding could create an international incident. "We remember very well the Tonkin Gulf incident" in which untrue reports of North Vietnamese ships firing on US ships started the Vietnam War, said Markov. This was seconded by Republican California Congressman Dana Rohrabacher in a sharp criticism of US support for the Georgian attack.
Aleksandr Dugin, whose ideas about America's weakening geopolitical standing are popular with many Russian leaders, said Russia was challenging US dominance and that confrontation may be unavoidable. Russia's move into Georgia was "an irreversible decision that will mean in the future a serious, profound, irreversible confrontation with the United States. The stakes are so high that Moscow has placed all its chips on the table."
It is not surprising that the Shanghai Cooperation Organisation, which includes Russia, China and the former Soviet Asian republics Kazakhstan, Kyrgyzstan, Tajikistan and Uzbekistan, are supporting Moscow for "assisting peace and cooperation in this region." Nor that Armenia and Belarus also support Russia, and the non-Yushchenko forces in the Ukraine are backing away from the flirtation with NATO. It is clear now that the US has insufficient power to cope with the occupations of Iraq and Afghanistan. Both were to have been an essential part of a US policy to militarily control Eurasian rivals, especially Russia and China.
If the Russians hold firm, and it is worth remembering their spectacular defeat of the Nazis at Stalingrad in this regard, this crisis will defuse with or without fireworks, US hawks will find their feathers clipped, and the world will adjust to a "post-America" multilateral sanity.
The tide has already turned. The latter-day Strangelove was pointedly ignored on his cheerleading tour of countries supposedly threatened by Russia, except by his pal Saakashvili, and the European Union disregarded the US veepee's bluster, hammering out an agreement with Russia to replace Russian troops with EU observers in undisputed Georgian territory by 1 October.
The bottom line here is a very mundane one: the EU is Russia's neighbour and dependent on it for gas, whether her politicians like it or not. It is one thing for the US to wage wars far from its shores, as it is doing in Afghanistan and Iraq, or to play war games in other people's backyards, as it is doing in Poland and Georgia, but it is quite another thing to expect a war-weary Europe to sign up and prepare to freeze in the dark.
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