domingo, enero 20, 2008

Serbia: ¿Cuánto costó "acabarlo"?



El candidato Tomišlav Nikolić: aunque todavía cuesta verlo como un político refinado de maneras occidentales, la asesoría norteamericana puede obrar milagros















Elecciones presidenciales en Serbia. La población ya ha votado a las diversas opciones posibles, que el lector interesado conocerá por la prensa escrita, en papel o red. El posible resultado de esos comicios quizá sea motivo de análisis más adelante en este blog. Hoy, sólo algunas reflexiones sobre un aspecto concreto de los comicios que inicialmente pasó muy desapercibido pero que podría tener relevancia en breve, tanto para el resultado de las elecciones como para entender algunos cambios inesperados que puedan producirse en los Balcanes occidentales e incluso más allá.

La semana pasada, en la
lista Balkan mantuvimos un breve debate, con porra incluida, sobre las posibles opciones de los candidatos presidenciales serbios. En su post del 14 de enero, César L. Díez (profesor del Instituto Cervantes de Belgrado y buen conocedor de la realidad política y social serbia), explicaba:

“A los radicales les ha preparado la campaña una empresa norteamericana: moderación de los argumentos, apariciones familiares de Nikolić, escasas menciones al Vodja de la Haya (Šešelj), presencia del azul del partido en los mítines (pero exclusión de las banderas con calaveras etc...), menciones al tema de Kosovo institucionales (unidas a la defensa de la Constitución, los acuerdos internacionales y demás), acercamiento a minorías étnicas, etc. En fin, suavización del perfil radical, sólo roto por las ocasionales estridencias en materia de política exterior (acercamiento a Rusia y Bielorrusia), ejemplificado en la imagen de apoyo de la ganadora de Eurovisión al líder radical”

Lo llamativo del párrafo era ese dato de que la campaña electoral del Partido Radical estaba girando en función de los consejos de una compañía norteamericana de asesoría. Pues bien, ayer mismo, sábado 19 de enero, el enviado especial de “El País”, Ramón Lobo, remataba la alusión en un entresacado de su reportaje sobre la campaña electoral serbia, que se puede leer a continuación:




Las poses y la dialéctica de Vojislav Šešelj poseían un tufillo neofascista que terminaron por convertir al otrora Vodja ("Caudillo") en un estorbo para el afianzamiento político del Partido Radical en la Serbia del siglo XXI








“El País”, sábado 19 de enero, 2008, pag. 2




Estadounidenses en campaña

Ramón Lobo

Tomislav Nikolic, el candidato más antieuropeísta del espectro político serbio tiene algo en común con su mortal enemigo Hasim Thaçi, antiguo jefe de la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo y nuevo primer ministro de la provincia secesionista: ambos contrataron expertos estadounidenses para ganar las elecciones.

A Thaçi le fue muy bien y consiguió vencer en las suyas celebradas en noviembre presentándose como un político moderado, elegante y capaz de resolver los problemas de la gente. Nikolic lo puede lograr el domingo, en la primera vuelta de las presidenciales serbias, y tiene grandes opciones de ganar también la segunda, el 3 de febrero, y convertirse en un quebradero de cabeza para la Unión Europea.

Aunque no es la primera vez que Nikolic busca asesoramiento norteamericano, es la primera que los consejos de sus consejeros de imagen provocan un cambio tan visible y con tanta aceptación en el electorado. Según el periódico serbio Blic y la cadena de televisión B92 se trata de la consultora Kevin Gillespie y Asociados, que a su vez ha subcontratado en otra empresa de EE UU.

Nikolic ya no aparece acompañado de los retratos de Vojislav Seselj, líder histórico del partido que se encuentra en La Haya, procesado por crímenes de guerra, sino de su familia. Hasta se han esfumado los pins con Seselj de las solapas de los principales dirigentes, no en la militancia más contumaz que no obedece a razones de estrategia. Le han recomendado que no haga referencias a su jefe ni a La Haya, sino que se centre en un discurso interno, destino a combatir la corrupción y a la defensa abstracta del territorio (Kosovo) sin promesas concretas.





La pieza de Lobo engranaba a la perfección con el análisis vertido por el autor de este post en el correspondiente mail de Balkan, distribuido el pasado martes, 15 de enero a las 0:35:55 (incluso es posible que Ramón Lobo sea suscriptor):


“Los radicales son unos candidatos antipáticos para los occidentales, pero lo son por el recuerdo de sus "hazañas" durante los 90, y el extremismo de sus líderes; y sobre todo, por la imagen de Seselj. Ahora bien, César añade un párrafo que me ha parecido interesantísimo, al final de su post:

“3) A los radicales les ha preparado la campaña una empresa norteamericana…” [vid. más arriba, párrafo íntegro]

No se a vosotros, pero a mí, esto me recuerda tres cosas: 1) La asesoría norteamericana a los croatas a partir de 1994; 2) La asesoría norteamericana a Hashim Thaçi y compañía, en Kosovo; 3) La "más que asesoría" de la OYA a los chicos de OTPOR en Budapest, en 1999-2000 (supongo que sabéis a qué me refiero)

Los americanos creen haberle pillado el punto a eso de manejar nacionalismos balcánicos, de forma directa o indirecta; realmente, pueden ser más manipulables que los partidos democráticos. El mensaje, además, es delicioso: "En Europa no va a triunfar ningún grupo o movimiento nacionalista radical que no cuente con nuestro permiso". Ya sólo con eso, quemas o desactivas a una buena parte de los potencialmente problemáticos.

Ojo: podría ocurrir que los radicales estuvieran manejando la tal imagen a fin de tranquilizar a los sectores más moderados del electorado. Pero, sinceramente, me resulta difícil de creer que por sí solos lleguen a tales niveles de sutileza; es más bien una forma "balcánica" de argumentar.

En cambio, la posibilidad de que realmente Washington esté desactivando al Partido Radical por intermediación de consejerías, empresas de imagen y medios "externalizados", etc., sí me parece una estrategia real y realista. Además, sería lógico: en vez de destruir a un partido al que apoya una banda fija de la población, desactívalo. Y de paso, revalorízalo reconectándolo con el Partido Radical Serbio histórico, el del viejo Nikola Pašić, el de 1881 y de la rebelión de Timok. De momento, las apelaciones a Rusia y Bielorrusia son obligadas (no puedes cambiar de discurso demasiado radicalmente, te juegas una parte del electorado) y la energía sigue viniendo de allí. Por supuesto, en la actualidad (no siempre, históricamente hablando) en Serbia existe una simpatía hacia Rusia y más con su posición actual hacia el asunto de Kosovo.”



















Hashim Thaçi: se pasó la campaña electoral kosovar levantando el pulgar y emitiendo amplias sonrisas: asesoría norteamericana

La alusión del mail y del artículo de Ramón Lobo hacia el precedente de la campaña electoral de Thaçi en Kosovo, también asesorado por una empresa norteamericana de relaciones públicas, se debe completar en este caso por el “operativo OYA” a que se hacía referencia en el mail. Para todos aquellos que lo desconozcan, sigue a continuación un fragmento de mi libro: Slobo. Una biografía no autorizada de Slobodan Milosevic (Debate, Madrid, 2004) en el que se describe cuál fue el papel de la Office of Yougoslav Affairs en la caída del presidente serbio, en octubre de 2000. La conclusión que podrá extraer el lector es sencilla: aunque en apariencia empresas de consultoría privadas procedentes de un país como los Estados Unidos de América dispondría de la libertad de trabajar para clientes como los candidatos Nikolićo Thaçi, al tratarse de países con un interés geoestratégico especial para Washington, las compañías han de recabar el permiso a las autoridades pertinentes. Por lo tanto, podríamos estar asistiendo a un capítulo más de la ya veterana política norteamericana del cheque en blanco: "¿Cuánto vale?¡Cómprelo!". No tiene por qué ser una mala iniciativa; de hecho, incluso puede salir mucho más barata que cualquier otra basada en anticuadas rigideces diplomáticas o en costosas intervenciones militares.





Uno de los panfletos de OTPOR con la célebre foto de Slobodan Milošević saliendo de la historia, el logotipo de OTPOR y el célebre eslogan: "Gotov je!": "¡Está acabado!"
















¿Cuánto costó "acabarlo"? [Fragmento de: Francisco Veiga, Slobo (2004), pag. 495 y ss.]

Y a pesar de todo, Slobo seguía en el poder. Parecía increible, pero así era. Llegó el año 2000, terminó el siglo XX y en enero se firmó un pacto entre los diversos partidos de la oposición que parecía anticipar la reconstrucción de Zajedno, la coalición que había puesto contra las cuerdas al régimen de Milošević en el invierno de 1997
[1]. Pero ya avanzada la primavera, el escepticismo era la tónica dominante entre los analistas internacionales: la oposición serbia parecía tan insolidaria e incapaz como siempre.

En el trasfondo, la sociedad serbia estaba mortalmente cansada y baqueteada. El shock del bombardeo aún no había sido superado. De hecho, esa misma primavera saltarían a primera plana de los periódicos internacionales los variados efectos de la contaminación medioambiental producida por los ataques aéreos. Por otra parte, lo que estaba ocurriendo en Kosovo horrorizaba a muchos y era eficazmente aprovechado por la prensa del régimen.


Zoran Cirjaković con Josh Hammer, desde Priština para "Newsweek", 15 de mayo, 2000:

"Si Milošević perdió la guerra en Kosovo, está ganando claramente la batalla por la supervivencia en los Balcanes. No sólo logró retirar su ejército de Kosovo ampliamente intacto, también suministró electricidad a su pueblo a lo largo del invierno. De hecho, Milošević se ha embarcado en una orgía de reconstrucciones. Alardea de que su gobierno ha reconstruido 38 puentes viarios y ferroviarios (sobre un total de 64 dañados o destruidos durante el bombardeo), 470 viviendas, ocho escuelas, cinco hospitales y dos granjas. La agencia de noticias estatal Tanjug informa de que en las labores de reconstrucción trabajaron 140.000 trabajadores empleados en 200 compañías, mientras el régimen afirma que la reconstrucción está en marcha en 76 lugares más. La factoría estatal Zastava, que monta los automóviles Yugo así como armas, casi destruida durante los bombardeos de la OTAN, anunció recientemente que había producido 3.242 vehículos y 180 camiones en el primer cuatrimestre del año. Los anuncios de los nuevos Yugos emitidos diariamente enfatizan más la "victoria" de Milošević que los célebres autos tambaleantes de la compañía.

Algunas de esas cifras de la reconstrucción son sospechosas. Pero los esfuerzos de Milošević en Serbia pueden estar aventajando aquellos que están logrando las Naciones Unidas en Kosovo. Hasta el pasado mes de marzo las Naciones Unidas no lograron restaurar el sistema postal en Kosovo, y partes de Priština aún sufren carencias de electricidad y agua corriente, casi un año después de que la guerra terminara"
[2]




"Maddy" Albright impartiendo una conferencia en la academia















La sociedad serbia parecía vivir un estado de postración similar al de la cubana en los años finales del régimen de Castro. La miseria era real, pero asustaba más el futuro incierto, cuando la oposición del interior y los exiliados del exterior tomaran el poder y se distribuyeran recursos y cargos en una expolio interminable y desordenado. Entonces, ¿qué ocurriría con los miles de profesionales que habían soportado lo indecible en el interior de Serbia, los advenizidos, ambiciosos o incluso capaces profesionales que habían ocupado los huecos dejados por la generación de los exiliados, a comienzos de los noventa?

Miles y miles de abogados, profesores, periodistas, médicos, economistas y todo lo que se quiera, le debían su puesto de trabajo a las oportunidades que generó, por las buenas o por las malas, el régimen de Milošević. Después, los elementos más duros, como los radicales coaligados con los socialistas en el gobierno, llevaron a cabo purgas – sobre todo en la Universidad- que aún hicieron más sitio. Claro que muchos de esos puestos eran una verdadera ruina, que los salarios eran bajos y se pagaban con escandaloso retraso. Pero en una sociedad aún muy marcada por los largos años de régimen socialista, el cargo o empleo era percibido como una inamovible expectativa de futuro, sobre todo si estaba asociado a la función pública. Y eso era una gran sinecura que con suerte podía durarle al agraciado todo el resto de su vida. En otros casos, el profesional serbio que no había emigrado, poseía ahora la cartera de clientes, la empresa, o lo que el exiliado dejó. O sencillamente, la competencia se había ido al extranjero. Por eso, muchos querían pensar que la crisis del año 2000 era una travesía del desierto meramente coyuntural, pues tarde o temprano la situación se aclararía. En realidad, toda la sociedad serbia y no sólo los profesioanels liberales habían quedado muy marcados por la filosofía de "transformarlo todo para que no cambie nada" puesta en marcha por Slobo. Las expectativas neoliberales de desempleo masivo y precios disparados o la lucha sin piedad por las prebendas que podían enfrentar entre sí a nuevos líderes, más transitorios que Slobo, levantaban oleadas de alergia. Y si se miraba al caos que imperaba en Kosovo, importado por los libertadores occidentales, la fiebre subía bastantes décimas.

No era de extrañar que ya en febrero hubiera reaparecido "Big Swinging Dick"-Holbrooke realizando agresivas declaraciones sobre lo mal que lo estaban haciendo los europeos en Kosovo
[3]. Lo importante era que los serbios confiaran en lo bien que esta vez lo iban a hacer los americanos en Serbia.

El lugar era Budapest, Hungría. La cuestión era que los serbios no necesitaban visado para acceder al país vecino; llegar hasta allí en coche eran unas pocas horas. En el destino, los diplomáticos norteamericanos o funcionarios de todo tipo eran el contacto ideal. Ellos canalizaban las ideas y ayudas que llegaban del exterior y coordinaban al creciente número de opositores y colaboracionistas de todo tipo que acudían desde Serbia. Este tinglado lo encabezaban el Departamento de Estado, con "Maddy" Albright al frente, y la U.S. Agency for International Development, que distribuyó fondos de ayuda a través de empresas externas contratadas y dos instituciones de los principales partidos: el Instituto Nacional Demócrata (NDI) y su contrapartida, el Instituto Internacional Republicano (IRI).



Uno de sus objetivos preferentes era movilizar a la juventud: constituían la masa de maniobra ideal: barata, activa, sin miedo. Eso era importante para los americanos: los serbios tenían que perder el miedo, y los jóvenes serían la punta de lanza de la nueva actitud. Paradójicamente, el IRI encabezó esta parte del plan.






















Un cartel de apoyo a OTPOR, pensado para conseguir apoyos occidentales. Ya por entonces sorprendía la modernidad de la tecnología propagandística desplegada por OTPOR

Era toda una nueva generación que había vivido su infancia y adolescencia bajo Slobo, hermanos pequeños de los jóvenes que habían abandonado Serbia a comienzos de los noventa. En cierta manera, la nueva generación había tardado en aparecer siete u ocho años y se llamaba "Otpor" ("Liberación"). En origen éste era un movimiento estudiantil surgido en la Universidad de Belgrado en el otoño de 1998. Su éxito se debía a su carácter inarticulado, similar a las tribus urbanas occidentales o los movimientos antiglobalización. Desde Budapest, delegados americanos daban ideas, explicaban que era eso del "assymetric political warfare", impartían breves cursillos. Uno de ellos, sobre resistencia no violenta, pagado por el IRI, se impartió en el Hotel Hilton a 24 jóvenes de Otpor. El libro estrella era la obra de Gene Sharp: De la dictadura a la democracia: Un marco conceptual para la liberación[4]; allí se podían leer hasta 198 tácticas de acciones no violentas, ideales para la situación en Serbia. Logos y pegatinas, recordaban en parte a las ideas de 1996-97, pero también poseían la calidad y modernidad de los gabinetes de diseño occidentales. Los 2,5 millones de pegatinas de "Gotov je!" se imprimeron en 80 toneladas de papel adhesivo, fueron pagadas por USAID y suministradas por Ronco Consulting Corp. de Washington. Lo mismo ocurrió con 5.000 envases de spray utilizados por los jóvenes activistas serbios en sus graffitis contra Slobo: fueron pagados por el contribuyente americano.

"Gotov je!" fue una idea con mucha garra, una verdadera "catchphrase". Significaba: "¡Está acabado!". Más adelante se acompañó de una original fotografía de Slobo, de espaldas, saliendo de la historia con ademán cabreado Era perfectamente reconocible, con su silueta masiva, la chaqueta estrecha para su volumen físico. Pero hubo muchas otras ideas: pins, emoticones de sabor funky, camisetas, campañas de e-mails. En Budapest se distribuyeron teléfonos móviles y hasta ordenadores portátiles. El dinero corría a raudales. Los periódicos americanos dijeron que se habían invertido más de 70 millones de dólares en movilizar y unir a la oposición serbia. Los fondos se entregaban en efectivo en la misma Hungría y más tarde incluso pasaron la frontera. Ni siquiera hoy en día los protagonistas y testigos de aquella enorme operación de inteligencia dan sus nombres. En la biografía de LeBor sobre Milošević abundan las referencias a un "diplomático británico", cierto "senior US official", una "fuente serbia de alto nivel" y otras similares. Pero la misma prensa norteamericana y europea explicó orgullosa, y en varias ocasiones, cómo había funcionado el audaz operativo
[5].

–

Los asesinatos selectivos habían creado la conciencia generalizada de inseguridad, desgobierno y necesidad inevitable de cambio. La agitación juvenil estaba borrando el miedo. Ahora había llegado el momento de poner los motores en marcha para hacer efectiva esa transformación. Lo cual implicaba activar a las fuerzas de la oposición. Pero eso comportaba solucionar un serio problema que los americanos solventaron con brillantez.














Un cerebro "made in USA": Doug Schoen, quien años después de desempeñar un relevante papel en la sucesión a Milošević, se vería implicado en asesorías menos afortunadas sobre la guerra de Irak


En los lejanos Estados Unidos, el National Democrat Institute comisionó a una compañía privada para que pulsara la opinión pública en el interior de Serbia. Doug Schoen, de la empresa de sondeos Penn Schoen and Berland Associates, Inc. voló hasta Budapest para mantener una reunión con veinte representantes de partidos de oposición. La empresa era realmente eficaz. De hecho, Schoen ya había asesorado a Panić en la campaña electoral de 1992. En el Hotel Marriott de Budapest, con vistas al Danubio, Schoen desplegó sus conclusiones: por entonces, Milošević mantenía un 70% de votos favorables entre la población serbia. Los pesos pesados de la oposición, como Vuk Drašković o Zoran Djindjić arrastraban altos porcentajes negativos. Sin embargo, los mismos sondeos habían demostrado que un número suficiente de votantes yugoslavos estarían dispuestos a unirse tras un solo líder e ir contra Milošević, pero a cambio de que ese hombre exhibiera una serie de criterios básicos.

Él o ella tendría que ser básicamente nacionalista, poseer un pasado limpio, no estar implicado con el régimen de Milošević ni con el dinero extranjero y no haberse mezclado en las mezquinas pendencias que enfrentaban a los principales líderes de la oposición. Los delegados serbios debieron exhibir gestos irónicos: ¿Quién podría ser ese mirlo blanco? Pocas semanas más tarde, Schoen regresó con el nombre: era Vojislav Koštunica, con un potencial del 49% de los votos.

En esta ocasión, la sorpresa desplazó a la ironía. Koštunica era un líder menor, prácticamente un don nadie, que encabezaba el Partido Democrático de Serbia (DSS). Era un profesor universitario en estado puro, más que un político. Dirigía diversas revistas especializadas y era autor de áridos ensayos. Su partido era tan pequeño que la prensa del régimen bromeaba sobre sus militantes, que "cabían en una furgoneta"; aunque quizá sólo figuraban en el DSS los gatos de Koštunica, los felinos que coleccionaba y quería con dedicación.



En el año 2000, Vojislav Koštunica resultó ser un muy desconocido político serbio que cumplía a la perfección con la denominada "tabla de Schoen"





Por lo demás, Koštunica cumplía muy bien con la "tabla de Schoen": era declaradamente nacionalista, aunque no extremista; de hecho lo habían purgado de la Universidad de Belgrado en 1974 por sus ideas políticas. No había militado en la Liga Comunista, no había aceptado cargos del régimen de Milošević, como hizo Vuk Drašković; y no había recibido dinero de potencias extranjeras, como Zoran Djindjić. Era un académico de 56 años con una personalidad muy consolidada, ideas propias, independiente y sobrio. No era en absoluto un mal candidato. Por si faltara algo, añadió Schoen, el antiamericanismo de Koštunica, sus críticas a los ataques de la OTAN añadían puntos para hacer de él un buen oponente a Slobo.

A su regreso a Belgrado, los delegados serbios terminaron de rumiar la propuesta de Schoen. Los más contrarios a ella eran los partidarios de Zoran Djindjić. Realmente, éste era todo un peso pesado: alto apuesto, joven e inteligente. Había estudiado en Alemania, traductor de Husserl al serbio, luego se graduó con Jürgen Habermass. Vestía impecablemente según la moda alemana; tenía cierto valor personal y talento para cuestiones económicas y administrativas, era endiabladamente ambicioso. Una versión revisada y puesta al día de Adolfo Suárez en la transición española. Aunque se había cortado las greñas, Vuk Drašković era un ganapán a su lado, un oscuro periodista convertido en demagogo. ¿Iban a renunciar a un candidato así a favor de un plomo como Koštunica?

La respuesta vino de Djindjić en persona: Si. Koštunica podía hacerlo. En todo caso, hacía falta llegar a un compromiso: si las cosas salían según lo previsto, Koštunica ocuparía la presidencia federal y Djindjić se convertiría en primer ministro de Serbia.

(…)

Con el anuncio de los cambios constitucionales, Slobo lanzó su órdago electoral el 27de julio, cuando anunció que los comicios quedaban convocados para el 24 de septiembre. Una vez más, las crónicas de esos días pasaban por alto las motivaciones de ese paso tan polémico o escogían explicaciones un tanto disparatadas. No faltaba quien hablaba de las supersticiones de Mira y su afición por la astrología. También se solía mencionar el aislamiento en el que vivía Slobo para entonces: no se le informaba de nada, los teléfonos estaban mudos, los informes no circulaban de abajo hacia arriba, nadie se daba por enterado de nada. Ni siquiera los rusos o los chinos, los últimos aliados exteriores del régimen, habían informado a Slobo de la que se le venía encima.

Tardaremos mucho en saber qué pasó por la cabeza de Slobo. Lo cierto era que nada le obligaba a adelantar las elecciones. Podía seguir en el poder hasta el verano de 2001 sin que nadie le molestara. Anticipar un año los comicios fue precisamente lo que deseaba la oposición y para muchos fue visto como el suicidio político de Milošević.



A partir de la mentalidad de Slobo es posible reconstruir una hipótesis. Fue precisamente la información de lo que estaba ocurriendo lo que hizo que adelantara la convocatoria. Claro que los órganos de inteligencia y seguridad del régimen se estaban compinchando contra él, como suele ser la regla en esas situaciones. Pero el Partido Socialista le seguía siendo fiel, y de ahí llegaban muchas informaciones sobre lo que ocurría en Budapest y la enorme trampa que estaban tendiendo los occidentales liderados por los americanos y “Maddy” Albright, con más aspecto de actriz de cine “gore” que nunca.

Ante tal panorama, Slobo decidió que quien golpea primero da dos veces. Por otra parte, tampoco tenía muchas opciones. Dejar pasar meses y meses sólo conduciría a que el cerco se estrechara más y más. Slobo tenía sobrada confianza en sí mismo –lo cual era un problema- y creía que los viejos trucos podrían funcionar todavía. ¿La oposición quería elecciones anticipadas? Como en 1992, la respuesta de Slobo fue que tendrían elecciones. Eso si: por procedimiento de urgencia, sin apenas tiempo para organizar la campaña, de julio para septiembre, con el vacacional mes de agosto de por medio.

Después, si ganaba, Dios diría. La enmienda constitucional aprobada en julio ampliaba el término de permanencia del presidente federal. En los Estados Unidos se había entrado en la última fase de las presidenciales y según todas las señales, podrían ganar los republicanos: la candidatura de George Bush hijo. Si era así, la presión americana sobre Serbia decaería drásticamente, porque en el Partido Republicano estaban hartos de la obsesión demócrata por los Balcanes: lo suyo era Irak y Saddam Hussein.

–
La convocatoria de elecciones presidenciales fue el toque a rebato de la oposición. Era el ahora o nunca. Si fallaban, las potencias occidentales les retirarían el vital apoyo, nunca jamás podrían con Slobo.

En Budapest, en agosto, se montó a toda prisa la OYA, siglas que correspondían a Office of Yugoslav Affairs. Fue toda una prioridad personal de Madeleine Albright. La institución dependía de la Embajada norteamericana en la capital húngara y coordinaba todos los esfuerzos logísticos de ayuda a la oposición serbia. La dirigía William Montgomery, que había sido embajador norteamericano en Belgrado en los años setenta, cuando Slobo iba y venía de los Estados Unidos en su periodo de banquero. Lógicamente, ambos habían sido amigos.

La OYA trabajó de firme con la oposición. Algunas empresas de márketing serbias colaboraban en el esfuerzo final. Srdan Bogošavljević, director de Strategic Marketing recordaría más tarde en la prensa americana que la campaña fue concebida como si se tratara de colocar en el mercado una nueva marca de bebidas light o goma de mascar. Había que vender una nueva marca y sustituir a la antigua: vender Koštunica y liquidar Milošević. Cada palabra de cada mensaje de la oposición, de entre uno y cinco minutos, fue discutido con los “amigos americanos” y sopesada en rápidos encuentros ulteriores. En Hungría y Montenegro, los candidatos de la coalición al Parlamento federal eran aleccionados intensivamente sobre cómo responder a las preguntas de los periodistas, de qué forma rebatir los argumentos de los partidarios de Milošević, mantener la coherencia del propio mensaje. En 1995 los americanos enseñaron a los croatas las modernas técnicas de combate; cinco años más tarde entrenaban a los serbios en las avanzadas técnicas de la lid electoral a la americana.


Una cúpula de la Skupština o Parlamento federal, se recorta contra la humareda de los incendios que causaron los revoltosos el 5 de octubre de 2000: OYA tuvo una importante responsabilidad en la caída de Milošević











[1] Vid. el informe del International Crisis Group titulado: “Serbia´s embattled opposition”, del 30 de mayo del 2000, en: http://www.crisisweb.org
[2] "Newsweek", May 15, 2000, pag. 24: "Milosevic, the Comeback Kid", por Zoran Cirjakovic, con Josh Hammer en Priština.
[3] "EEUU responsabiliza a la UE de la ineficacia de la Administración internacional en Kosovo. Los embajadores europeos en la ONU preparan una protesta por las críticas norteamericanas", en: "El País", 10 de febrero, 2000, pag. 10.
[4] Gene Sharp, From Dictatorship to Democracy: A Conceptual Framework for Liberation, Albert Einstein Institution, Boston, 1993.
[5] Vid. un excelente relato en: "U.S. Advice Guided Milosevic Opposition Political Consultants Helped Yugoslav Opposition Topple Authoritarian", por Michael Dobbs, en: "Washington Post", 11 diciembre de 2000.

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