sábado, febrero 13, 2010

Chechenia, año III (Jonathan Littell)





















"Académico Kadírov": caricatura en clave expresionista sobre el actual presidente de Chechenia y sus grotescas pretensiones


Una vez más, como en Las benévolas o en Lo seco y lo húmedo, Littell debe sobrellevar en Chechenia, año III, ese problema de mantenerse a la altura de la imagen de enfant terrible que él mismo cultiva, incluso con cariño, desde las mismas fotos de contraportada. Por lo tanto, el libro resulta un tanto desconcertante; pero no por lo que dice, sino por cómo está estructurada la narración y por lo que parecen sentimientos encontrados del autor, quizás un tanto innecesarios si el libro fuera más académico, o prescindiera de un barniz de compromiso que a veces parece que incluso le molesta al mismo Littell.

Pero debe quedar claro que Chechenia, año III es un gran libro, por lo que, desde estas líneas se recomienda encarecidamente su lectura. Algo que, además, resulta fácil y agradable, porque la obra está escrita con agilidad y sólo abarca 118 páginas con letra en cuerpo generoso. Eso tiene mucho mérito: no es fácil acumular el ingente material que obtiene Littell, entre viajes, entrevistas, estudio y recuerdos, y dejarlo todo bien apañadito en un centenar de páginas.

La clave de la estructura del libro nos la ofrece el mismo Littell en las páginas de la cortísima introducción: escribió una primera versión del reportaje “con un enfoque optimista en términos generales”. Pero el posterior asesinato de la cooperante de Memorial, Natalia Estemirova, y otros sucesos similares que siguieron a continuación, le hicieron replanteárselo. Lo que ocurre es que parece como si los cambios se concentraran en los primeros capítulos del libro, y el resto apenas hubiera sufrido retoques; a excepción del corto y precipitado final onírico: artificioso y bastante tópico. Por lo tanto, Chechenia, año III, despliega una estructura como en flash back, con un arranque negro que desemboca en un final cada vez más positivo, si se puede decir así. La apoteosis está en la página 114, cuando leemos la siguiente especie de conclusión:

“La mayoría de los chechenos opina claramente que han ganado la guerra. Mi amigo Vaja exclamó durante una de nuestras conversaciones: ‘¿Qué ha sacado Rusia de todo esto? Rusia ha perdido. De hecho, somos independientes. Ramzán [Kadírov] no dejará nunca de proclamar que es leal a Rusia, pero aquí es el amo. La ley rusa no se aplica aquí. Los rusos no podrán nunca volver a vivir en Grozni’. Omar Janbiev, Kurúyev, el otro Omar, dicen lo mismo, o casi”


En efecto, dentro de las fronteras de Chechenia la muy escasa actividad guerrillera es de signo básicamente yihadista, fundamentalista islámica, y se limita a operar por la zona de la frontera ingushia, cerca de los pueblos de Bamut y Stari-Achjoi; eso es todo. Y es que Kadírov ha logrado que los comandantes de la antigua guerrilla nacionalista regresaran del exilio; muchos de ellos tienen cargos en la nueva República. “Todo cuanto queríamos entonces ya lo tenemos” –le confía un ex comandante guerrillero a Littell tras regresar desde Londres a Grozni.

Bien mirado, eso no deja en muy bien lugar a los cuadros de la antigua guerrilla., que en sus inicios era de signo nacionalista. Porque es evidente que ahora hay miedo hacia Kadírov, el cual es un personaje atroz que gobierna como un corrupto y poderoso señor feudal. Pero parece que de momento pueden más las conveniencias. Y entre ellas se encuentran la instauración de la sharia en la nueva Chechenia, lo que incluye la poligamia e instituciones como el centro médico islámico de Grozni, “donde se tratan las enfermedades orgánicas a base de sangrías y métodos tradicionales y las enfermedades mentales a base de exorcismos terriblemente espectaculares”. O la Mezquita Mayor de la capital, copia de la Mezquita Azul de Estambul, toda de mármol, y decorada a mano por artesanos turcos.

Por lo tanto, un interesante reportaje, por inquietante; que es lo que deseaba Littell cuando lo publicó. Y digno de leerse, precisamente por esa ambivalencia de fondo. Lo que quiere decir que las apresuradas reseñas comerciales que nos presentan la obra como el fresco de una Chechenia aterrorizada por las desaparaciones, torturas y asesinatos sistemáticos de un régimen marioneta de Moscú, están simplificando el asunto. Todo es un enorme claroscuro, menos las víctimas de Memorial, que intentan aportar alguna luz.

Littell deja bien claro en varias ocasiones que los rusos hacen ya bien poco en Chechenia: Kadírov tiene incluso el control de los servicios de inteligencia, incluyendo la ORB-2 (pags. 100-101). En la república norcaucásica, los enfrentamientos que se producen de vez en cuando enfrentan al régimen de Kadirov, contra los restos de la guerrilla yihadista, que justamente por su debilidad allí, ha cobrado fuerza en las repúblicas y territorios vecinos. Régimen apoyado por esa importante base política de antiguos líderes chechenos que combatieron en las dos guerras de independencia, y que al parecer, tienden a considerar que Masjádov era un hombre demasiado débil.

Régimen que tiene unas relaciones bastante más ambivalentes con Moscú de lo que suele decirse, algo que Littell reitera en varias momentos del libro, con diversos ejemplos: quizá los rusos, a través del FSB, apoyan al yihadista Dokku Umarov para contrarrestar el peso específico de Kadírov (pag. 100); "Kadírov es un arma de doble filo para los rusos" por su ejército privado de 20.000 hombres y los recursos con que cuenta, que Moscú puede controlar escasamente (pag. 113); Kadírov tiene planes estratégicos y los rusos no (pag. 115); "Moscú no tiene más opción que creer en Ramzan [Kadírvo]. Y él lo sabe perfectamente" (pag. 117).

Y en medio de todo, los planteamientos posibilistas, algo de lo cual habla uno de los periodistas que mejor conocen los conflictos en Cáucaso Norte, Andrei Babitski: "Ahora, por lo menos, la gente ya no muere en masa. Puede criar a sus hijos y pensar en el futuro"; o eso es lo que le dijo a Littell y éste plasmó en su libro (pag. 116). Leer puntualmente la célebre web de Babitski, Prague Watchdog, da en qué pensar. Todo es bastante ambivalente, todo es más gris que blanco y negro: Jonathan Little acertó en el tono para el polémico conflicto que trata en su libro. No apto para ingenuos.

"Amirs Caucasus", 2009: comandantes de la guerrilla del emirato del Cáucaso Norte. Moscú permitió a Kadírov enviar sus hombres a luchar en Ingushetia contra este tipo de guerrillas que, ocasionalmente, también operan en Chechenia

Etiquetas: , , ,

domingo, febrero 07, 2010

Un paso hacia el pasado













24 de diciembre, 2009: una larga fila de representantes políticos e institucionales kurdos, detenidos, esposados y encolumnados por las calles de Diyarbakir



6/2/2010 TURQUÍA EN EL PROCESO DE INTEGRACIÓN EUROPEO

Victoria pírrica, y algo peor

La ilegalización del Partido de la Sociedad Democrática (DTP) aleja a Ankara de la Unión Europea

La reciente ilegalización del DTP o Partido de la Sociedad Democrática, kurdo, a instancias del Tribunal Constitucional turco, es un hecho sobre el que la prensa occidental ha pasado de puntillas. Más embarazosa todavía ha sido la difusión de las fotografías que mostraban alcaldes kurdos, elegidos democráticamente en su día por el DTP, sindicalistas, abogados, todos ellos vergonzosamente esposados y encolumnados por las calles de Diyarbakir. La comparación que se hizo con Batasuna no es acertada; en palabras del diplomático turco Akin Özçer, experto en nacionalismo vasco, “el DTP no era sólo Batasuna, sino también el PNV y EA”, dictamen totalmente ajustado a la realidad.

Durante las pasadas Navidades, la imagen de los detenidos paseados por las calles de la capital kurda, nos llevaba a otras épocas; y de ese mismo periodo surgía la iniciativa del Tribunal Constitucional, dirigido, sobre todo, contra el gobierno islamista. En Turquía, jurisprudencia y fuerzas armadas siguen siendo poderosos reductos de la derecha autotitulada kemalista, dispuesta a sabotear toda aquella iniciativa gubernamental que le acerque a Bruselas. Por lo tanto, la ilegalización del DTP a instancias de la fiscalía es todo un torpedo en la línea de flotación, que aleja a Ankara de la UE.

Los reductos de Atatürkia, en su faceta más vetusta, modelo años setenta y ochenta, continúan lanzando órdagos en la línea del suicidio político, como ya se pudo constatar con motivo de la campaña para ilegalizar al mismísimo partido en el poder, el islamista AKP, a comienzos de 2008. Aunque el golpe contra el DTP es, en apariencia, una victoria menor en comparación con aquello, lo cierto es que la UE ya no ha reaccionado con la misma firmeza en la defensa del partido kurdo. Eso es bastante lógico si tenemos en cuenta que en Bruselas la cuestión de la candidatura turca atraviesa horas bajas. Empieza a producirse un cierto cansancio: el gobierno de Erdogan, que también soporta presiones internas dentro del mismo partido AKP, apenas ha puesto en marcha las iniciativas legales que exige la confluencia con el acervo comunitario. Por ejemplo, y sobre todo, la reforma de la vigente Constitución de 1983, surgida del golpe militar de 1980. Por otra parte, París y Berlín han logrado ir asentando su política hegemonista en le UE, y ni Sarkozy ni Merkel ven con buenos ojos la candidatura turca. Por si fuera poco, a ellos se une ahora el recién elegido presidente del Consejo de Europa, Herman Van Rompuy.

Pero sobre todo, el gran problema de Turquía radica, hoy por hoy, en esa compleja transición post-kemalista, con la consiguiente lucha cainita entre las dos clases medias: la que nació y se crió con la República, laica, con fuerte presencia en la administración; y la nueva, de apariencia islamista, más neoliberal y que intenta consolidarse en el poder. Hasta que no se resuelva armónicamente esa pugna, Turquía será una potencia emergente con pies de barro, con tendencia a una persistente inestabilidad política; y la primera consecuencia de ello será una relación traumática con la UE.

Por supuesto, todos aquellos que abominan de la candidatura turca, estarán ahora frotándose las manos. Los sectores más radicales y violentos del independentismo kurdo, también. La decisión de ilegalizar al DTP les ha dado un estupendo balón de oxígeno cuando, este mismo verano, la solución a la cuestión kurda parecía que podría materializarse pasando sobre sus cabezas. Por lo tanto, la victoria de la Fiscalía, y del nacionalismo conservador es menos que pírrica. Y puede ser peor todavía.

Hasta ahora, va quedando claro que en Europa y los espacios colindantes, las aspiraciones soberanistas poseen un futuro más o menos prometedor en función de que se realicen dentro o fuera de la UE. En el primer caso, la ruptura interna dentro de un país miembro, sería difícilmente aceptada por Bruselas y la mayoría de los países miembros. Crearía precedentes que más adelante supondrían poner en marcha más procesos de ingreso para los nuevos estados surgidos de la desintegración, y complicaría la ya de por sí enmarañada arquitectura institucional de la Unión. Todo ello a cambio de una soberanía limitada para la nueva entidad, en una UE con espacio Schengen, moneda común y legislación supervisada desde Bruselas.

Pero en el exterior de ese ámbito, las cosas son diferentes, como lo demuestra el empeño de la mayor parte de los socios de esa misma UE en reconocer a los nuevos estados surgidos de la caída del Muro. Por lo tanto, si Turquía se queda fuera del proceso de integración europeo, quién sabe si algún día Bruselas no terminará por reconocer a un Kurdistán autoproclamado como estado independiente, si así conviene. Al fin y al cabo, el maquiavelismo es un antiguo invento europeo, que siempre ha tendido a llevarse bien alto, con cierto desvergonzado orgullo, por parte de los dirigentes políticos del Viejo Continente.

Etiquetas: , , , ,

martes, febrero 02, 2010

Hacktivismo en Eurasia


















En la primera mitad de enero, el denominado Iranian Cyber Army protagonizó un ciberataque contra Baidu.com, el principal motor de búsqueda de China. Que se sepa, éste fue el segundo ataque importante del grupo en tan sólo un mes. En diciembre, el `ciberejército´ iraní hackeó Twitter, interrumpiendo temporalmente el acceso al site estadounidense de la plataforma de microblogging.

Sin embargo, ayer mismo, 1º de febrero, el Iranian Cyber Army golpéo de nuevo, esta vez la website de Radio Zamaneh, basada en Holanda. Esta emisora, surgida en 2006 y financiada por el gobierno neerlandés, está dedicada a difundir noticias y análisis de temas tales como las cuestiones de género y las minorías religiosas en Irán, junto con la música y el entretenimiento.

El Iranian Cyber Army dejó un mensaje en el que advertía “a todos los mercenarios traidores que no les dejará en paz, incluso en el seno de sus amos", dijo el grupo en un mensaje publicado en la web.

Por lo tanto, va quedando claro quién está detrás del Iranian Cyber Army, alejándose las sospechas de que se trataba de hackers israelíes o, incluso, según denuncia china, de que era una creación norteamericana que actuaba como respuesta al cyberataque sufrido por Google. Sin embargo, lo que no se sabe es por qué el Iranian Cyber Army actuó contra Baidu.com, provocando la respuesta de grupos de hacktivistas chinos que respondieron al ataque y hackearon de vuelta el sitio de un vendedor de PCs en Irán llamado Room98. La intrusión fue firmada por el Chinese Honker Team, parte de Honker Union for China (HUC), un grupo de hackers chinos nacionalistas que ya han atacado anteriormente sitios en Estados Unidos.

El panorama de lo que ya se denomina “hacktivismo” es todavía muy confuso. Nada permite creer que los que están tras el Iranian Cyber Army, por ejemplo, sean siempre las mismas personas y del mismo país; no hay forma de certificar nada. Por otra parte, hace poco un tipo logró chatear con un adolescente turco que le había hackeado el blog. Resultó que el chaval podía llegar a hackear unas 50.000 websites en una semana:

“Well, we are a hacking team so we do this to protest against somethings, for example the last month I think there was a genocide agains the Uygurs in the west of China and we just hacked around one thousand websites of the chinesse government”.

Esto era lo que respondía el hacktivista. Frente a ese grupo, originariamente turco, sus mayores enemigos eran los rusos y los brasileños.

Por lo tanto, aunque una ciberguerra chino-iraní despierta el morbo de que dos de las más viejas culturas de la Humanidad, en plena Eurasia, puedan estar enfrentándose con recursos de última generación, lo cierto es que puede resultar muy arriesgado trasladar tales conceptos al ubicuo ciberespacio.

En cualquier caso, lo cierto es que, tarde o temprano, los gobiernos deberán establecer alguna forma de acuerdo internacional, una Convención de Ginebra para las ciberguerras del futuro, porque la posibilidad de caer en espirales de provocación descontroladas empieza a ser demasiado grande, y podría llevar a situaciones no previstas ni por los protocolos diplomáticos tradicionales, ni por los que utilizan los servicios de inteligencia.














Actualización a 18 de febrero: Ataque masivo a 75.000 ordenadores y 2.500 empresas en todo el mundo, a cargo de operadores residentes en algún país de Europa Oriental, perodesde plataforma cibernética en China.

Etiquetas: , ,