EP [FF]: “El País de las Filias y las Fobias” (3): El noble arte del murmullo
Los sables son unos objetos metálicos que al entrechocar hacen un desagradable ruido y a veces incluso producen chispas. Por lo tanto y por muy literario que uno se quiera poner, rechinaba gramaticalmente el “Murmullo de sables” con el que Juan Carlos Sanz titulaba el inserto en su crónica del 26 de junio. Más abajo, el contenido de la pieza sonaba claramente abusivo.
Juan Carlos Sanz argumentaba a grandes zancadas: El Ejército turco sigue teniendo un “papel preponderante en la vida política turca”. Exagerada la adjetivación, pero correcto en líneas generales: las fuerzas armadas poseen todavía un importante ascendiente en la vida política del país. Es más discutible que sigan teniendo el mismo peso social de hace veinte años. Es “una de las grandes preocupaciones de la UE” en el proceso de negociación del candidato turco, desde luego. Pero no “ante el retroceso que sufren las negociaciones de adhesión”. ¿Quién dice tajantemente que estamos ante un “retroceso”? Que se sepa, sólo el autor de la crónica es responsable de los calificativos.
Prosigamos. Es cierto que el atentado del 17 de mayo contra el Danıştay o Consejo de Estado turco, que le costó la vida al juez Mustafa Yücel Özbilgin dio lugar a comentarios desfavorables al gobierno por parte del Jefe del Estado Mayor; pero también de los partidos de oposición y del mismo Presidente de la República. Y la importante manifestación que tuvo lugar en Ankara, ante el Mausoleo de Atatürk y el Consejo de Estado, no fue convocada por ningún militar, sino que se organizó para despedir el féretro del juez asesinado.
Y pirueta final: “Desde entonces, Turquía parece haber entrado en un periodo de inestabilidad política y económica. Los inversores extranjeros que habían acudido al reclamo de las conversaciones para la incorporación a la UE han sido los primeros en captar el inquietante murmullo de sables”. Como puede comprobarse, en unas pocas líneas Sanz establece con toda naturalidad un silogismo basado en una tergiversación (la existencia de un presunto “murmullo de sables”). A partir de ahí, remate a gol: “La retirada masiva de capitales ha provocado el desplome de la lira turca, que se ha depreciado un 20% respecto al dólar y el euro”.
Vayamos por partes. Juan Carlos Sanz no se atreve a escribir en negro sobre blanco que hay un peligro de golpe de estado militar en Turquía, porque sabe perfectamente que no es posible. De hecho, no incluyó esa pregunta en la entrevista que le hizo a Erdoğan y se publicó tres días más tarde, porque no se atrevió. En lugar de ello, se inventa la frase “murmullo de sables”, que no significa nada en concreto. ¿Críticas del estamento militar a un gobierno al que ha calificado islamista? Eso no es nuevo; y no justifica ni un hipotético “periodo de inestabilidad política y económica” ni un “desplome” de la lira turca. ¿Qué la moneda se ha depreciado?¿Y eso de qué es síntoma en realidad? Se ha escrito recientemente que si no estuviéramos en la zona euro, la peseta habría sido devaluada un par de veces en lo que va de año. Durante el pasado año se llegó a decir que en Italia el gobierno Berlusconi pensaba regresar a la lira, porque las devaluaciones de la antigua moneda contribuían a hacer competitivas las exportaciones. No parece tan extraño que la lira turca haya cedido un 20% justo antes del periodo estival a fin de abaratar precios y restarle cuota de mercado a los competidores en el sector turístico de la zona euro. Desde luego, esa no ha sido la explicación oficial ofrecida. Pero obsérvese que a pesar de la caída, por cada dólar se ofrecía hace pocos días 1,70 nuevas liras turcas (el “bir milyon” de antes). A día de hoy, el cambio se sitúa a 1,59 por cada dolar USA. No se que les parecerá a ustedes, pero objetivamente parece todavía la cotización de una moneda fuerte, incluso sobrevaluada.
En cuanto a la "retirada masiva de capitales”, no parece que Juan Carlos Sanz se haya tomado ni siquiera la molestia de echar un vistazo a la evolución de la rentabilidad de los fondos de inversión internacionales. Esto es lo malo del periodista: que muchas veces tiene tan poco contacto con la realidad social cotidiana como los políticos. No tiene en cuenta, por ejemplo, fenómenos tan habituales como las piruetas que debe hacer el pequeño ahorrador español para evitar que la inflación real se le coma los cuatro céntimos mal contados que tiene en el banco. No parece tener ni idea de lo que son los fondos BRIC, ni sabe que el Fondo Pictet Eastern Europe-P Cap, alcanza a día una rentabilidad de casi el 35%, con un 155, 27% de beneficio acumulado a tres años. Huelga decir que las empresas que integran este fondo de inversión variable son, principalmente, rusas y turcas. No es de extrañar que firmas de ambos países hayan sido seleccionadas por un banco suizo, porque en los últimos cinco años los intercambios comerciales entre ambos han crecido en un 250%. Y en parte, ello es porque tanto Rusia como Turquía se perfilan como los principales suministradores de energía para Europa.
Y ahora les sugiero que hagan una prueba. Abran Google e introduzcan los términos: “Retirada masiva de capitales Turquía”. ¿Cuántos resultados exactos aparecen en pantalla? Uno: El dichoso artículo de Juan Carlos Sanz
Pero queda algo por aclarar. ¿Por qué es tan difícil que tenga lugar un golpe de estado militar en Turquía? En primer lugar, porque el país está siendo vigilada de cerca por los servicios de inteligencia occidentales, incluso con la colaboración activa de los mismos turcos y todo ello encuadrado en el marco de operaciones de gran envergadura. Por ejemplo, a mediados del pasado mes de septiembre de 2005, se produjo un acercamiento sorprendente entre Pakistán e Israel que desembocó en el encuentro Shalom-Kasuri en Estambul. Es evidente que en torno a esta novedosa aproximación jugaban importantes intereses occidentales y que los turcos no sólo ejercieron de anfitriones, sino también de intermediarios.Este interés por parte de las potencias occidentales deja pocos resquicios para las sorpresas, a no ser que alguna de ellas esté actuando por su cuenta para provocar alguna crisis en Turquía que descarrile inexorablemente sus aspiraciones a la integración europea. Pero parece poco probable, porque ese tipo de acciones terminan saliendo a la luz tarde o temprano, y en ese caso el escándalo que podría generar en la UE sería de tal magnitud que amenazaría las mismas bases del club europeo.
En segundo lugar, porque hoy en día un golpe de estado militar comportaría un riesgo cierto de guerra civil, de consecuencias imprevisibles. Y aparte del problema que supondría en sí mismo el restablecimiento del orden –sería un golpe muy fuerte al prestigio occidental, tras lo ocurrido en los Balcanes- la situación en las vecinas Irán e Irak anda lo suficientemente inestable como para extender la mancha de aceite; y más teniendo en cuenta el enorme valor geoestratégico de Turquía.
Y por último, y sobre todo, porque Washington no lo toleraría, y precisamente es el principal abogado para la entrada de Turquía en la UE.
Por lo tanto: Artículos redactados en Madrid y firmados en Estambul no, gracias.
Juan Carlos Sanz argumentaba a grandes zancadas: El Ejército turco sigue teniendo un “papel preponderante en la vida política turca”. Exagerada la adjetivación, pero correcto en líneas generales: las fuerzas armadas poseen todavía un importante ascendiente en la vida política del país. Es más discutible que sigan teniendo el mismo peso social de hace veinte años. Es “una de las grandes preocupaciones de la UE” en el proceso de negociación del candidato turco, desde luego. Pero no “ante el retroceso que sufren las negociaciones de adhesión”. ¿Quién dice tajantemente que estamos ante un “retroceso”? Que se sepa, sólo el autor de la crónica es responsable de los calificativos.
Prosigamos. Es cierto que el atentado del 17 de mayo contra el Danıştay o Consejo de Estado turco, que le costó la vida al juez Mustafa Yücel Özbilgin dio lugar a comentarios desfavorables al gobierno por parte del Jefe del Estado Mayor; pero también de los partidos de oposición y del mismo Presidente de la República. Y la importante manifestación que tuvo lugar en Ankara, ante el Mausoleo de Atatürk y el Consejo de Estado, no fue convocada por ningún militar, sino que se organizó para despedir el féretro del juez asesinado.
Y pirueta final: “Desde entonces, Turquía parece haber entrado en un periodo de inestabilidad política y económica. Los inversores extranjeros que habían acudido al reclamo de las conversaciones para la incorporación a la UE han sido los primeros en captar el inquietante murmullo de sables”. Como puede comprobarse, en unas pocas líneas Sanz establece con toda naturalidad un silogismo basado en una tergiversación (la existencia de un presunto “murmullo de sables”). A partir de ahí, remate a gol: “La retirada masiva de capitales ha provocado el desplome de la lira turca, que se ha depreciado un 20% respecto al dólar y el euro”.
Vayamos por partes. Juan Carlos Sanz no se atreve a escribir en negro sobre blanco que hay un peligro de golpe de estado militar en Turquía, porque sabe perfectamente que no es posible. De hecho, no incluyó esa pregunta en la entrevista que le hizo a Erdoğan y se publicó tres días más tarde, porque no se atrevió. En lugar de ello, se inventa la frase “murmullo de sables”, que no significa nada en concreto. ¿Críticas del estamento militar a un gobierno al que ha calificado islamista? Eso no es nuevo; y no justifica ni un hipotético “periodo de inestabilidad política y económica” ni un “desplome” de la lira turca. ¿Qué la moneda se ha depreciado?¿Y eso de qué es síntoma en realidad? Se ha escrito recientemente que si no estuviéramos en la zona euro, la peseta habría sido devaluada un par de veces en lo que va de año. Durante el pasado año se llegó a decir que en Italia el gobierno Berlusconi pensaba regresar a la lira, porque las devaluaciones de la antigua moneda contribuían a hacer competitivas las exportaciones. No parece tan extraño que la lira turca haya cedido un 20% justo antes del periodo estival a fin de abaratar precios y restarle cuota de mercado a los competidores en el sector turístico de la zona euro. Desde luego, esa no ha sido la explicación oficial ofrecida. Pero obsérvese que a pesar de la caída, por cada dólar se ofrecía hace pocos días 1,70 nuevas liras turcas (el “bir milyon” de antes). A día de hoy, el cambio se sitúa a 1,59 por cada dolar USA. No se que les parecerá a ustedes, pero objetivamente parece todavía la cotización de una moneda fuerte, incluso sobrevaluada.
En cuanto a la "retirada masiva de capitales”, no parece que Juan Carlos Sanz se haya tomado ni siquiera la molestia de echar un vistazo a la evolución de la rentabilidad de los fondos de inversión internacionales. Esto es lo malo del periodista: que muchas veces tiene tan poco contacto con la realidad social cotidiana como los políticos. No tiene en cuenta, por ejemplo, fenómenos tan habituales como las piruetas que debe hacer el pequeño ahorrador español para evitar que la inflación real se le coma los cuatro céntimos mal contados que tiene en el banco. No parece tener ni idea de lo que son los fondos BRIC, ni sabe que el Fondo Pictet Eastern Europe-P Cap, alcanza a día una rentabilidad de casi el 35%, con un 155, 27% de beneficio acumulado a tres años. Huelga decir que las empresas que integran este fondo de inversión variable son, principalmente, rusas y turcas. No es de extrañar que firmas de ambos países hayan sido seleccionadas por un banco suizo, porque en los últimos cinco años los intercambios comerciales entre ambos han crecido en un 250%. Y en parte, ello es porque tanto Rusia como Turquía se perfilan como los principales suministradores de energía para Europa.
Y ahora les sugiero que hagan una prueba. Abran Google e introduzcan los términos: “Retirada masiva de capitales Turquía”. ¿Cuántos resultados exactos aparecen en pantalla? Uno: El dichoso artículo de Juan Carlos Sanz
Pero queda algo por aclarar. ¿Por qué es tan difícil que tenga lugar un golpe de estado militar en Turquía? En primer lugar, porque el país está siendo vigilada de cerca por los servicios de inteligencia occidentales, incluso con la colaboración activa de los mismos turcos y todo ello encuadrado en el marco de operaciones de gran envergadura. Por ejemplo, a mediados del pasado mes de septiembre de 2005, se produjo un acercamiento sorprendente entre Pakistán e Israel que desembocó en el encuentro Shalom-Kasuri en Estambul. Es evidente que en torno a esta novedosa aproximación jugaban importantes intereses occidentales y que los turcos no sólo ejercieron de anfitriones, sino también de intermediarios.Este interés por parte de las potencias occidentales deja pocos resquicios para las sorpresas, a no ser que alguna de ellas esté actuando por su cuenta para provocar alguna crisis en Turquía que descarrile inexorablemente sus aspiraciones a la integración europea. Pero parece poco probable, porque ese tipo de acciones terminan saliendo a la luz tarde o temprano, y en ese caso el escándalo que podría generar en la UE sería de tal magnitud que amenazaría las mismas bases del club europeo.
En segundo lugar, porque hoy en día un golpe de estado militar comportaría un riesgo cierto de guerra civil, de consecuencias imprevisibles. Y aparte del problema que supondría en sí mismo el restablecimiento del orden –sería un golpe muy fuerte al prestigio occidental, tras lo ocurrido en los Balcanes- la situación en las vecinas Irán e Irak anda lo suficientemente inestable como para extender la mancha de aceite; y más teniendo en cuenta el enorme valor geoestratégico de Turquía.
Y por último, y sobre todo, porque Washington no lo toleraría, y precisamente es el principal abogado para la entrada de Turquía en la UE.
Por lo tanto: Artículos redactados en Madrid y firmados en Estambul no, gracias.
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